Evangelio según San Mateo
20,1-16a.
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'. Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'. El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».
Catecismo de la Iglesia Católica
Dios
misericordioso y clemente
210 Tras el pecado
de Israel, que se apartó de Dios para adorar al becerro de oro (cf. Ex 32), Dios
escucha la intercesión de Moisés y acepta marchar en medio de un pueblo infiel,
manifestando así su amor (cf. Ex 33,12-17). A Moisés, que pide ver su gloria,
Dios le responde: "Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad (belleza) y
pronunciaré delante de ti el nombre de YHWH" (Ex 33,18-19). Y el Señor
pasa delante de Moisés, y proclama: "YHWH, YHWH, Dios misericordioso y clemente,
tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" (Ex 34,5-6). Moisés confiesa
entonces que el Señor es un Dios que perdona (cf. Ex 34,9).
211 El Nombre
Divino "Yo soy" o "El es" expresa la fidelidad de Dios que,
a pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del castigo que merece,
"mantiene su amor por mil generaciones" (Ex 34,7). Dios revela que es
"rico en misericordia" (Ef 2,4) llegando hasta dar su propio Hijo.
Jesús, dando su vida para librarnos del pecado, revelará que él mismo lleva el
Nombre divino: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces
sabréis que Yo soy" (Jn 8,28)
Jesús
escandalizó con su misericordia
588 Jesús escandalizó a los fariseos
comiendo con los publicanos y los pecadores (cf. Lc 5, 30) tan familiarmente
como con ellos mismos (cf. Lc 7, 36; 11, 37; 14, 1). Contra algunos de los
"que se tenían por justos y despreciaban a los demás" (Lc 18, 9; cf.
Jn 7, 49; 9, 34), Jesús afirmó: "No he venido a llamar a conversión a justos,
sino a pecadores" (Lc 5, 32). Fue más lejos todavía al proclamar frente a los
fariseos que, siendo el pecado una realidad universal (cf. Jn 8, 33-36), los
que pretenden no tener necesidad de salvación se ciegan con respecto a sí
mismos (cf. Jn 9, 40-41).
589 Jesús escandalizó sobre todo porque
identificó su conducta misericordiosa hacia los pecadores con la actitud de
Dios mismo con respecto a ellos (cf. Mt 9, 13; Os 6, 6). Llegó incluso a dejar
entender que compartiendo la mesa con los pecadores (cf. Lc 15, 1-2), los
admitía al banquete mesiánico (cf. Lc 15, 22-32). Pero es especialmente, al
perdonar los pecados, cuando Jesús puso a las autoridades de Israel ante un
dilema. Porque como ellas dicen, justamente asombradas, "¿Quién puede
perdonar los pecados sino sólo Dios?" (Mc 2, 7). Al perdonar los pecados, o
bien Jesús blasfema porque es un hombre que pretende hacerse igual a Dios (cf. Jn
5, 18; 10, 33) o bien dice verdad y su persona hace presente y revela el Nombre
de Dios (cf. Jn 17, 6-26).
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