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martes, 20 de julio de 2021

Boletín de San José N° 5: "San José, amigo de Dios"



Queridos amigos lectores de este blog y del boletín de San José, este mes esperamos un día más para publicar el boletín y celebrar junto a San José el día de los amigos. A continuación compartimos un texto de la hna. Jessica del corazón de Jesús, op, que nos ayudará a reflexionar sobre la amistad con Dios y con todos los hombres. 

    -En este mes de la amistad, qué mejor que meditar este hermoso don contemplando la persona de San José, un fiel amigo de Dios, como también un gran amigo de los hombres. Podemos suponer que José desde su corta edad cultivó una relación cercana y amorosa con Dios. Por medio de sus padres y la comunidad judía conoció las Sagradas Escrituras y poco a poco la voz de Dios fue marcando el rumbo de su vida. Seguramente fue aprendiendo y meditando cada expresión en su interior. Sin dudas en algún momento habrá resonado en su corazón el pasaje del Eclesiastés que dice: “Un amigo fiel es una protección segura; el que lo encuentra ha encontrado un tesoro.” (6,14).

Es posible a la luz de la Palabra reconocer de qué se trata este lazo de amistad con Dios, que hoy es para nosotros una invitación. San José es testimonio de amistad con Dios y en eso consiste la santidad: en ser amigo de Dios. A continuación señalaremos tres características de la amistad en San José, estas son: encuentro, vínculo y fidelidad.

Encuentro

Toda amistad presupone un encuentro, ya sea programado o inesperado. Inicia en el momento en el que dos personas se acercan, comparten, se conocen. Descubren lentamente el corazón, se abren a una relación, están disponibles, son capaces de salir de sí mismos para dar y recibir amor. En este encuentro lo central es el diálogo y la escucha.

José es amigo porque se encuentra y entra en diálogo con Dios, le cuenta lo que piensa, vive y siente, lo hace partícipe de sus proyectos y deseos. Se abre a sus designios, escucha sus palabras, reconoce el paso por la historia del pueblo de Israel y por su propia historia. José es un hombre de discernimiento capaz de “escuchar: al Señor, a los demás, a la realidad misma” (Gaudete et Exultate,172.). Y encuentra en Dios un amigo, en Él halla refugio, paz, sostén. Encuentra confianza, fortaleza y esperanza. Surge de este modo un compromiso mutuo, de guardar en secreto este encuentro sincero y profundo, descubriendo en la amistad con este Otro, el hermoso tesoro del Amor.

Cada uno de nosotros puede encontrarse con San José y contarle las propias luchas, necesidades y anhelos. Como buen amigo, él recoge en su corazón cada pedido, cada secreto, cada oración.

Vínculo

Para que la amistad crezca no basta con encontrarse sólo una vez, sino que es necesario que se dé este encuentro con cierta frecuencia, para que sea posible tejer un vínculo de cercanía y confianza. Para gestar esta relación hace falta ser sinceros, auténticos, descubrir y aceptar los propios dones y límites, pero lo más importante es amar al otro tal como es y dejarnos amar como somos.

José crece en amistad con Dios y hacer su voluntad le ocasiona problemas. Vemos en él un hombre profundamente humano, consciente de sus fragilidades, que reconoce su pequeñez ante la gran misión que Dios le confía. Para José la vida no fue fácil, como sucede en la vida de cada uno de nosotros, él también pasó por dificultades, sufrimientos y diversas pruebas, pero en medio de la confusión y el desconcierto la fe lo sostuvo y le dio sentido a lo que vivía. El Papa Francisco en Patris Corde señala que “a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad.”

Creer en Dios significa confiar en Él, nuestro amigo. Creer en su presencia, confiar en la Providencia, saber que no abandona, sino que continúa sosteniéndonos de la mano. San José experimenta esta confianza en las promesas de Dios y Dios también confía en él. Es tan fuerte la amistad de Dios con San José que le otorga la enorme misión de ser padre adoptivo de su Hijo, la cual sólo podía ser confiada a un fiel amigo suyo, que tuviera un corazón semejante y pudiera amar y proteger con su vida a Jesús y María.

San José confía y da confianza. Nos enseña a aceptar y asumir nuestra humanidad, a confiar en la gracia que nos asiste, a discernir y estar siempre disponibles para hacer la voluntad de Dios. Su misión es acompañar, ser presencia, oculta, opacada, pero estar ahí, siempre. Su corazón es refugio, es hogar, que acoge y anima, que provee de lo necesario para el cuerpo y el alma. Es lugar de encuentro, de cercanía, de oración. A él recurrimos una y otra vez, como el amigo inoportuno, y nunca encontramos las puertas cerradas ni regresamos con las manos vacías.

Fidelidad

El vínculo de amistad se fortalece y crece cuando hay fidelidad. Perdura cuando hay cierta permanencia en el tiempo y se prueba en momentos de dificultad. Madura cuando se alimenta el vínculo con pequeños gestos, cuando es continua la presencia, la confianza, la cercanía, el amor. La amistad hace al hombre feliz, le da alegría y ensancha su corazón. La amistad con Dios santifica al hombre. “La palabra «feliz» o «bienaventurado», pasa a ser sinónimo de «santo», porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha.” (Gaudete et Exultate N° 64).

San José es testigo de la fidelidad de Dios y aprende a ser fiel a Él, se vuelve dócil a tal punto de abandonarse a sí mismo una y otra vez, por amor y para amar. La amistad acrecienta el AMOR. San José ama, con todo su ser, ama cuidando, ama trabajando, ama la vida, ama a su familia y a cada persona que se le acerca, por eso es también un gran amigo de los hombres.

Hoy necesitamos aprender a ser amigos de Dios y de los hombres, como lo hicieron los santos. Ser cercanos y humanos, construir, sostener y reparar lazos, ser hermanos, crecer en fraternidad. No hacen falta muchas palabras sino el testimonio de una vida entregada, feliz, llena de amor y alegría. Ese es el modelo que descubrimos en San José, que alcanza tantos corazones con su vida sencilla en la casita de Nazaret y en su humilde taller.

Ahora te invito a recordar a tus amigos, a veces no tenemos muchos, incluso si los pensamos desde el encuentro, el vínculo y la fidelidad puede que no sean tantos. Te propongo dar gracias por él, ella o ellos, por cada uno y lo que significan en tu vida. Podés escribir sus nombres en un papel y colocarlos debajo de una imagen de San José o una estampita para que él custodie esta amistad.

San José, amigo de encuentro, de vínculo profundo y fiel, ruega por nosotros y por nuestros amigos. Amén.

Hna. Jessica del corazón de Jesús, op

Hermanas Dominica de San José



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Boletines anteriores:

Leer Boletín N° 1: "Amar al modo de José"

Leer Boletín N° 2: "José supo guardar lo que se le había encomendado"

Leer Boletín N° 3: "Modelo de los trabajadores, ruega por nosotros"

Leer Boletín N° 4: "El Magníficat de José. Participar del gozo del Señor"


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