sábado, 5 de julio de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Pbro. Diego Olivera


Lecturas del día: Isaίas 66, 10-14 – Salmo 65 - Gálatas 6, 14-18

Evangelio según San Lucas 10, 1-12. 17-20

En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’. Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”. Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.

Homilía del Pbro Diego Olivera

En las lecturas de este domingo encontramos la alegría como una característica transversal que encontramos en la primera oración de la primera lectura y se extiende a lo largo de todas las lecturas hasta la última oración del Evangelio. Podríamos preguntarnos ¿Qué es la alegría?

El diccionario de la real academia española define a la alegría como “un sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores”. Si hablamos de sentimientos y de manifestaciones se pone en juego nuestra interioridad y nuestra exterioridad, podríamos decir que todo nuestro ser se pone en juego con este sentimiento. Cuando una persona se pasa en copas, decimos: “está alegre” porque internamente el exceso de alcohol nos desinhibe y externamente se traduce en comportamientos eufóricos.

Ahora los invito a descubrir que es la Alegría en términos bíblicos y desde una mirada de fe:

Para Isaías, la alegría es la paz en Jerusalén, la restauración después de un tiempo de luto. Después del destierro, vuelve la alegría a Jerusalén porque Dios se compromete a engendrar un nuevo pueblo donde reine la justicia y la paz: “Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas; como un hijo a quien su madre consuela, así los consolaré yo”. Con esta afirmación de la primera lectura, el autor expresa con gestos maternos, sin lugar a dudas, su propia experiencia tan intima con Dios y nos invita a experimentar la misma “maternidad de Dios”, que brota de la santísima trinidad para con todos  nosotros, sus hijos. En este texto se repite la palabra alegría y gozo, nunca olvidemos que la voluntad misma de Dios es la felicidad de sus hijos.

El salmo nos indica cual es la gran fuente de alegría al afirmar: “Alegrémonos en él…” 

La gran fuente de Alegría es Cristo. Al finalizar la plegaría eucarística (en la doxología) los sacerdotes decimos: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente…” en italiano: “Per Cristo, con Cristo e in Cristo, a te, Dio Padre omnipotente…” esta triple mención de Cristo creo que nos puede ayudar a profundizar en la fuente de nuestra Alegría: Nos alegramos por Cristo, es decir, por su obra de salvación para con nosotros. Nos alegramos con Cristo, es decir, junto a él que camina a nuestro lado. Nos alegramos en Cristo, es decir, en una intima relación con él, que habita en nosotros.

En la segunda lectura, San Pablo expresa que la fuente de la Alegría es la cruz de Cristo: “Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo…” -La cruz, aquello que antes de su conversión era una vergüenza, como para cualquier judío, se convierte en el signo de identidad del verdadero mensaje cristiano. Los cristianos debemos gloriarnos en esa cruz, que no es la cruz del sacrificio sin sentido, sino el gran gesto del amor consumado. Pablo no puede permitir que se oculte o se disimule la cruz del evangelio. Es más, la cruz se hace evangelio, se hace buena noticia, se hace agradable noticia, porque en ella triunfa el amor sobre el odio, la libertad sobre las esclavitudes - Fray Miguel de Burgos Núñez

Podríamos preguntarnos: ¿Por qué a veces no nos bancamos la cruz? Pongamos la mirada en Cristo, como cristianos estamos llamados a ser como Él. Y para ser como él, es necesario bancarse la Cruz. A Jesús le hubiera gustado atravesar el momento de la cruz en cinco minutos y estuvo horas arriba de la cruz. A la Virgen María, le hubiera gustado que rápido sucediera la Resurrección y estuvo días esperándola. Entonces, hay que bancarse los momentos de cruz para gozar de la Resurrección. No solos, sino en comunidad: María, el discípulo amado, María Magdalena, María la mujer de Cleofás y muchos más se sostuvieron mutuamente.

En el evangelio de hoy se relata la misión de los discípulos, como camino de arduo trabajo, de desprendimiento de las seguridades materiales, de riesgos y rechazos (cruces); un camino donde triunfa la Alegría, no por meritos o éxitos humanos sino porque el Reino de Dios se hace presente entre los hombres.

“Pónganse en camino; yo los envío…” Cabe destacar que Jesús es el que designa y envía a los discípulos misioneros, pero aquí no se menciona solo a los 12, se menciona un número que expresa plenitud, la intencionalidad es poner de manifiesto que toda la comunidad, todos los cristianos deben ser evangelizadores.

Y qué lindo fruto surge de la misión: “Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría…” Quienes han tenido la experiencia de misionar anunciando la Buena Nueva de Jesús, seguramente han experimentado gran gozo al regresar, por ser testigos de la fuerza liberadora del Evangelio.

Estos discípulos le expresan a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Con esta expresión se afirma que el mal del mundo se vence con la bondad radical del evangelio. Cuando se anuncia el evangelio liberador del Señor siempre se percibe gran alegría, porque son muchos los hombres y mujeres que son liberados de sus esclavitudes, angustias y heridas. Son sanados por el amor que brota del anuncio del Evangelio.

Pero Jesús les dice que no se contenten solo por eso: “Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”. Pues Jesús se entregó por todos, pero en el pleno uso de la libertad cada uno debe elegir seguir a Cristo para gozar de la promesa del Reino de Dios, promesa que se tiene que compartir anunciándola a quienes todavía no la conocen.

El papa Francisco expresó: “La misión de la Iglesia se caracterizará por la alegría. ¿Y cómo termina este paso? «Regresaron los setenta y dos alegres» (v. 17). No se trata de una alegría efímera que viene del éxito de la misión; por el contrario, es un gozo arraigado en la promesa de que ―dice Jesús― «vuestros nombres están escritos en el cielo» (v. 20). Con esta expresión, él se refiere a la alegría interior, la alegría indestructible que proviene de la conciencia de ser llamados por Dios a seguir a su Hijo. Es decir, la alegría de ser sus discípulos”.

Hace unos días una joven me dijo: "Padre, mis amigas no me entienden, me dicen: no podes andar todos los días así de alegre y yo les digo que desde que conocí a Jesús vivo así, hace 3 años comencé este camino de fe y este es mi testimonio, compartir la alegría del encuentro con Jesús"

Queridos hermanos, abramos el corazón a la gran Alegría que brota del encuentro con Jesús y salgamos a compartir esa alegría con los demás. Salgamos a sembrar la semilla del Evangelio con mucha alegría y con la Esperanza de que Jesús la hará germinar

Feliz y bendecido Domingo!

 


Click aquí para conocer toda la información del Jubileo 2025


Podes seguir este blog a través de facebook:  AÑO DE LA FE.  (Grupo)  Vivamos juntos la Fe  (FanPage),  Instagram  en X:  @VivamoslaFe y en nuestro canal de  Telegram  

jueves, 3 de julio de 2025

Descansa en Dios alma mía


Se avecina un tiempo privilegiado para apartarnos del mundanal ruido y volver a respirar la paz del descanso. Son días favorables para recuperar las fuerzas desgastadas en el trabajo de la jornada o en el estudio asiduo. Las vacaciones ayudan a reinventarnos para volver a empezar. Nuestra batería social también se agota y necesita ser enchufada por el Espíritu paráclito que nos da la Paz. 

Se nos proponen una variedad de ofertas para el descanso: dormir más de ocho horas al día, caer en el ocio de estar en la cama o en el sillón para ver series infinitas, pasar los días y las noches enredados en hacer nada detrás de una pantalla. Estas ofertas para descansar hay que desecharlas porque lo único que conseguimos es agotarnos más. Lo que realmente demanda el cuerpo y el alma es un verdadero descanso reparador, que restaure mí vitalidad.

El rey David, su hijo Salomón, y los salmistas nos dan algunas pistas para encontrar ese anhelado descanso del alma. Después de los combates en la vida diaria, es bueno recordar que el Señor ha sido nuestro refugio y nuestra salvación, que si no fuera por Él ya habríamos perecido en el abismo de nuestros errores. Entonces lo que pide el corazón humano en este tiempo favorable es buscar al Señor para darle gracias y dejarnos encontrar por Él.

“Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor ha sido bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída” (Salmo 114)

“El Señor te colma de gracia y de ternura;
Él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud” (Salmo 102)

En éste año jubilar dedicado a la virtud teologal de la Esperanza, la Iglesia nos invita a peregrinar con el corazón rebosante de alegría, colmados de Esperanza. Aquí encontramos entonces un buen consejo para descansar: caminar. La peregrinación es la oración más perfecta porque simulamos a la Iglesia que peregrina hacia el Cielo, y también es la oración más sencilla porque lo único que tienes que hacer es mover tus dos piernas hacia adelante. Se puede aprovechar el día para tomar un poco de sol, respirar aire puro, y mientras se camina se puede rezar un misterio del Rosario, o repetir alguna jaculatoria sencilla como “Jesús, hijo de David, ten piedad de mí”. 

“Descansa sólo en Dios alma mía,
porque Él es mi Esperanza;
solo Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré” (Salmo 61)

Por supuesto, también el descanso supone entrar en sintonía con la propia vida, contemplar la belleza de estar vivo, dedicar el tiempo a actividades que quizás tenías postergadas. Leer ese buen libro que tenías pendiente, desempolvar esos talentos que están arrinconados en alguna parte de tu alma. Puedes sacar a relucir lo mejor de tu personalidad. No tengas miedo a descansar bien, a descansar en Él, a dejar que tu corazón encuentre sosiego. Seamos conscientes de la importancia del buen descanso, porque como decía en sus Confesiones el siempre joven San Agustín: “Nos has hecho Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”.    


 Autor: Fray Ronald Andrade OP


Podes seguir este blog a través de facebook: AÑO DE LA FE. (Grupo) Vivamos juntos la Fe (FanPage), Instagram en X: @VivamoslaFe y en nuestro canal de Telegram