viernes, 31 de mayo de 2024

Mateando con el Espíritu Santo



El mate es un gran compañero de lo cotidiano, al menos en Argentina, tenemos la costumbre de tenerlo a nuestro lado en las actividades cotidianas. También es motivo de encuentros entre los miembros de una familia, por ejemplo, cuando se reúnen después de la jornada laboral o entre amigos que desean reunirse después de mucho tiempo.  El mate siempre es un buen compañero, lo disfrutamos mucho tomando solos o pasándolo de mano en mano 


El Espíritu Santo también es una buena compañía que disfrutamos en la intimidad, y muy especialmente en comunidad. En nuestra soledad, nos ayuda a buscar una relación personalísima con la Santísima Trinidad, ya sea a través de la contemplación o de la oración más breve y sencilla, lo importante es invocar la presencia del Espíritu Santo e intentar ser dóciles a lo que nos inspire. En compañía, es como esos mates comunitarios, donde los mates se ponen a disposición de todos los invitados con la intención que alcance para todos, pero también para que cada uno pueda tomar más de un mate mientras dure la juntada. Esto es lo lindo e interesante del Espíritu Santo. ¡Es un regalo que contiene otros regalos, y los mates son para regalarse y para regalar a otros! El Espíritu Santo es ese mate que va de mano en mano compartiéndose entre todos, acercando a los que están distantes y siendo un sorbito de fuerza para aquel que se encuentra sin energía antes de terminar el día. El Espíritu Santo trae consigo otros regalos, dones, que si bien nos ayudan individualmente, llegan a la plenitud cuando los ponemos al servicio de la comunidad.


Para un rico mate, son necesarias pocas cosas, el mate propiamente dicho, yerba y agua. Con estos elementos y nuestra creatividad podemos tener una diversidad enorme, por ejemplo, pueden hacerse mates con agua fría o caliente, con yerba compuesta, saborizada, yerba con o sin palo y existen mates de madera, plástico, metal, etc… y ni vamos a hablar acerca de la variedad de termos que existen

Así mismo cuando lo invocamos, especialmente en el silencio, Él nos ayuda y nos permite tener una experiencia de Dios de las más diversas, en la contemplación, frente al santísimo, durante los retiros, en la oración individual en el hogar.


                                               


Un caso muy curioso son las bendiciones, aun no somos conscientes que al bendecir a una persona pedimos que el Espíritu Santo actúe sobre él o ella, expresamente se menciona a la santísima trinidad, y es una práctica que todo bautizado puede hacer, pero que pocas veces realizamos.


En todo caso la esencia propia del mate es el agua, de la misma forma ocurre con el Espíritu Santo. Así como podemos cambiar la yerba, mate o termo, si o si necesitamos del vital elemento para disfrutarlo: el agua. El Espíritu Santo es la esencia misma del amor entre Dios Padre y Jesús. A través de su presencia podemos sabernos cercanos a Dios y disfrutar de todos los dones que nos ofrece para alcanzar la felicidad, el gozo pleno.


Cuando uno afirma, humilde y conscientemente, “estar en pecado” en realidad estamos confirmando que nos hemos distanciado de la presencia de Dios, como así también de los hermanos. Esa distancia es como tomarse un mate con agua fría en pleno invierno. No tener presente al Espíritu Santo en nuestras vidas rompe con la experiencia del amor de Dios, aunque por el bautismo siempre, pero siempre, seremos sus hijos, su ausencia provoca una especie de frío en nuestro espíritu, un escalofrío en el cuerpo. Para acercarnos nuevamente a Él,  el Espíritu Santo nos ayuda a ir acortando esa distancia a través de diferentes modos, especialmente a través de una preparación sincera para el sacramento de la Reconciliación. 


El Espíritu Santo puede ser representado con una paloma, fuego, viento, etc. Todas estas imágenes son propias del día a día, son parte del paisaje natural, ya sea que estés en la ciudad, el campo o cualquier otro lugar, al verlas nos hace recordar la promesa de Jesús de acompañarnos en la vida cotidiana, como amigo y compañero de camino

Para terminar, te invito a cultivar una relación más consciente y receptiva con el Espíritu Santo, reconociendo su presencia constante y su papel en nuestra búsqueda de la felicidad y la plenitud espiritual. 


Compartí unos mates con el Espíritu Santo en un lugar tranquilo y conversa con él, hacelo parte de tu vida diaria. Invita a tus amigos, disfruta de su presencia y aprendamos juntos a convivir con Él.



Autor: Victor Ramírez



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sábado, 25 de mayo de 2024

Meditamos el Evangelio de la Santisima Trinidad por Mons. Angelelli




Deuteronomio 4,32-34.39-40./ Salmo 33(32),4-5.6.9.18-19.20.22./ Romanos 8,14-17.

Evangelio del día según San Mateo 28,16-20.

En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".


 Homilía de Monseñor Enrique Angelelli

 ¡Qué hermosas son las lecturas de esta fiesta de la Santísima Trinidad! Ellas nos deben ayudar a reflexionar con mucha sinceridad de corazón. 

Comienza por introducirnos así: “bendito sea Dios Padre y su Hijo Unigénito Jesucristo y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros los hombres. Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos y prolongues tus días en el suelo que el Señor tu Dios te da para siempre. (Deuteronomio 4, 39-40). Dichosa la Nación cuyo Dios es el Señor. Hermanos, alégrense y trabajen por perfeccionarse; anímense mutuamente; tengan un mismo sentir y vivan en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. Salúdense mutuamente con un beso santo. Así la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre Dios y la comunión del Espíritu Santo estará siempre con ustedes.

Desde niños, hemos aprendido a confesar, invocar, adorar y bendecir a Dios, desde la mañana cuando despertamos hasta la noche antes de entregarnos al sueño y al descanso. Lo hacemos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y en el Nombre de la Santísima Trinidad bendecimos nuestros trabajos; nuestras obras al iniciarlas; nuestro pan de cada día; nuestros enfermos; nuestros niños; nuestros ancianos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo bautizamos a nuestros hijos; hacemos los testigos de la Fe cristiana en la Confirmación; perdona la Iglesia los pecados, por el poder recibido de Jesucristo y con la fuerza del Espíritu Santo; consagramos el amor de los nuevos hogares; celebramos la Eucaristía; ungimos a nuestros enfermos; despedimos a nuestros muertos. En el Nombre de la Santísima Trinidad tenemos modelos de vida santa e intercesores en el cielo, los santos; colocamos la cruz en cada cuna y en cada tumba; en el nombre de la Santísima Trinidad se fundó nuestra ciudad de todos los Santos de la Nueva Rioja; consagramos nuevos sacerdotes y consagran sus vidas nuestras hermanas religiosas; nuestros laicos asumen la responsabilidad de hacer una sociedad nueva según el Evangelio de Cristo. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, al señalar el rostro de cada hombre con las aguas bautismales y la unción del óleo santo reconocemos la dignidad de cada hombre, hecho a imagen de la Trinidad y templo vivo de Dios. En el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo trabajamos para hacer de nuestra tierra una tierra de justicia y de paz; una tierra de hermanos y de esperanza; una tierra que haga felices a todos sus hijos. El sello de Dios está en cada hombre; no importa su raza, su manera de pensar y de vivir. En el nombre de Dios Padre fuimos creados para ser hermanos, hijos de un mismo Padre e iguales entre nosotros; así salimos de las manos de Dios, aun cuando no le reconozcamos ni alcancemos a distinguir su rostro en el rostro de los demás.

Es bueno que recordemos estas verdades fundamentales en el día de la Patria. Nos hace mucha falta. Porque podemos estar buscando con las palabras la ansiada paz, la justicia y la fraternidad y con las obras concretas de cada día no ser consecuentes. Es hora de profunda reflexión y de gran sinceridad ante Dios y ante nosotros mismos. Porque cuando a diario constatamos nuestra realidad, encontramos también que el Templo vivo de la Santísima Trinidad que es el hombre argentino, está profanado de muchas maneras y situaciones. Y recibimos el mandato de Cristo, que nos trajo la vida de Dios a los hombres: “vayan por todo el mundo; hagan discípulos en toda la tierra; bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enséñenles a guardar todo lo que les he mandado. Y sepan que estoy con ustedes hasta el fin del mundo”. Esto nos hace exclamar: “Señor, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra” (Sal. 8). Todo esto que estamos reflexionando nos hace comprender mejor nuestra fe cristiana, nuestras celebraciones sacramentales; nuestros santos patronos; nuestro hambre y necesidad de paz, justicia, fraternidad, esperanza y alegría de vivir; la Iglesia; su misión y la pascua de Cristo que entrega a los hombres y la misma vida de los hombres, tiene como fundamento y como fuente de VIDA en plenitud, a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. San Pablo nos dice: “en Dios, existimos, nos movemos y somos”.

Monseñor Enrique Angelelli
Celebración de la Santísima Trinidad, 25 de mayo de 1975



Compartimos un fragmento de un poema de Monseñor Angelelli, que nos ayuda a rezar en este día:

¿Saben? lo aprendí junto al silencio...
Dios es Trino y es uno,
es vida de Tres y un encuentro...
aquí la historia es camino
y el hombre siempre un proyecto.

Y compartimos también una canción del grupo Filocalia, aquí escucharán el poema completo:



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Más información de Monseñor Angelelli y compañeros mártires (Click Aquí)




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miércoles, 22 de mayo de 2024

La oración es para seguir a Jesús


                                       

  


Jesús pasaba sus noches en intimidad con el Padre, así también fue la vida de los santos como Santo Domingo de Guzmán,que vivía sus noches en intimidad con el Señor hablando a Dios de los hombres y de día, en su predicación, hablaba a los hombres de Dios. Cuánta falta nos hace ser faros que iluminen la noche oscura en la que la humanidad está sumida. Siendo intercesores ante Dios por los que no creen, por los que han perdido la esperanza o ven la vida sin sentido. 


¿Cómo habrá orado Jesús que sus discípulos le pidieron: “Maestro, enséñanos a orar”? Y les enseñó el Padre Nuestro,dónde por primera vez a Dios le decíamos Padre. Esa es la gracia que recibimos en la oración: hablar con Quién sabemos que nos ama, nos espera y no nos juzga, sino que siempre está atento a cada uno como un Padre, un Amigo, un Compañero de camino.


Fruto de la oración de Jesús es la elección de los 12 apóstoles. Cada uno de nosotros,llamados a seguirlo,somos fruto de esa noche de oración. Cómo aquella oración del Evangelio de San Juan dónde Jesús ruega al Padre por los que compartieron su vida pública, por los que gracias a ellos creerán en Él, rezando para que seamos uno y nos consagre el Padre en la verdad.






Es fuerte pero real, afirmar que, sin oración, no hay seguimiento. La oración es algo central y fundante en el seguimiento de Cristo. Sin oración podrá haber cumplimiento de normas, preceptos, incluso sacramentos, pero no seguimiento. Como creyentes en Jesús, el seguimiento es una cuestión de relación personal, de encuentro en un tú a tú vinculante, de comunicación interior hasta el enamoramiento, hasta la unión de personas, hasta establecer a Cristo en nuestro más profundo centro, como dice Santa Teresa  “en el centro de ella (del alma)  se me representó Cristo nuestro Señor” (V 40,5). Quien ocupa nuestro espacio interior es Jesús. La oración nos impregna de su vida, su Palabra y de su persona, en definitiva, nos va conformando e igualando con Él. 


Personajes bíblicos han comprendido quién es Dios luego de un encuentro personal, como Job que al final dice: “sólo te conocía de oídas, pero ahora te han visto mis ojos”. Nos puede pasar de conocer a Jesús de oídas pero por medio de la oración lo conocemos porque tocamos su corazón como él toca el nuestro. En esa intimidad,dejamos de ser siervo y somos amigos, porque “nos ha dado a conocer todo lo que ha oído del Padre”, porque comparte su Cuerpo y su Sangre.


Seguimiento-oración-relación, van  intrínsecamente unidos, no se pueden desvincular. Forman un todo fundante. Implican una manera de ser y vivir.  Santa Teresa aconseja: “Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué  amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbrais a traerle con vos, y él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis como dicen echar de vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos; tenerle en todas partes. ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?” (C 26)


San Pablo es el testimonio cercano de que en la oración encontramos la fortaleza para sobrellevar nuestra debilidad, porque su gracia se manifiesta en ella. 


La Iglesia naciente de Pentecostés estaba en oración cuando recibió el Espíritu Santo y en compañía de la Virgen, nuestra Madre. Pidámosle a María, Madre de la Iglesia, mujer orante y de una fe inquebrantable que nos enseñe a guardar todo en el corazón y a hacer todo lo que Jesús nos diga,  por eso le pedimos que nos alcance la gracia del abandono y la confianza para buscar a Jesús y dejarnos encontrar por Él.


Hna. Graciela Correa Brito OP


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sábado, 18 de mayo de 2024

Meditamos el Evangelio de Pentecostés por Fray Emiliano Vanoli OP



Hechos de los Apóstoles 2,1-11. Salmo 104(103),1ab.24ac.29bc-30.31.34. Carta de San Pablo a los Gálatas 5,16-25.


Evangelio según San Juan 15,26-27.16,12-15.


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí.

Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.

Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.

El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.

Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'."


Homilía por Fray Emiliano Vanoli OP 


Pentecostés: historia de fondo y final en suspenso

Este capítulo de la vida de la Iglesia naciente, recibiendo la promesa del Espíritu Santo en el Cenáculo, tiene como toda buena historia un flashback, o historia de fondo, y un final en suspenso (enganche para lo que sigue o cliffhanger).  

Flashback: en el Jardín del Edén, nos dice el Génesis, Dios creo a la primera pareja a su imagen y en amistad con él. Conexión y gozo total, con Dios y con el prójimo. Pero el ser humano, tentado, lo rechazó, pretendió lo mismo, pero sin “depender” de Dios, como si esta dependencia, que era filial y gozosa, fuera un menoscabo para su libertad. Pecado de orgullo. 


Y este es el punto que interesa al capítulo de nuestra historia: gracias a su inteligencia y capacidad de autodeterminación para obrar, el ser humano gozaba de libertad. Obrar significaba entonces tanto como “obrar bien”, y este protagonismo en hacer el bien le daba un protagonismo enorme en la obra de Dios, una realización plena de su ser, una satisfacción total. Pero pecar significó perder esta capacidad de alcanzar el bien, y la libertad quedó reducida a su mínimo: solo elegir, de manera penosa, errática, e incluso deseando el mal para los demás y para uno mismo. De protagonista a mero actor de reparto. Y así entran en escena el odio, el homicidio, la guerra, la muerte, etc.


Vuelta al presente de nuestra historia: Dios se hizo hombre para capacitarnos nuevamente a ser protagonistas del bien, recuperando la comunión con él; y su estrategia fue presentarse cara a cara (la encarnación) y declararnos su amor hasta el extremo de entregar su vida, a fin de que lo volvamos a aceptar en nuestras vidas. Así Dios respetó su propia creación, aún malograda y herida, porque sabía que eligiéndolo libremente se seguiría para nosotros un bien mucho más grande. No es fácil, pero el nos asegura su auxilio si nos disponemos a recibirlo.


Suspenso o enganche: el Espíritu Santo descendió en el Cenáculo y capacitó a los apóstoles para la aventura de anunciar el Evangelio. ¿Cómo sigue esto? Todo el libro de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas son la secuela de esta historia, con sus viajes, concilios, decisiones dramáticas, milagros, discusiones, naufragios, esfuerzos, resistencias externas e internas, y la inexorable expansión de la buena noticia. 


Aplicación hoy: ese mismo Espíritu es el que recibimos cada uno de nosotros en el bautismo, cuando nuestros padres tomaron la hermosa decisión de que no fuéramos solo sus hijos, sino también hijos de Dios. Nuestra libertad fue robustecida por la vida divina, y Cristo habitó en nosotros para suscitar sus sentimientos, pensamientos y acciones. Cada uno de nosotros es protagonista de esta historia y tiene toda la vida por delante, en suspenso, busca y espera realizar en dramático despliegue la aventura de llevar a Cristo a los demás y de transformar las realidades de este mundo según el Evangelio: paz, amor, misericordia, consuelo, fraternidad, etc. ¡Vaya aventura!


Final: parte del atractivo de una buena serie o película es que su final sea imprevisible; coherente, realizador, plenificante de toda la historia, que se haga cargo de todos los cabos sueltos… pero imprevisto. Aquí nos apartamos de toda imaginería humana, porque nosotros sí sabemos cómo concluye la historia en general, y nuestra historia en particular, si somos fieles. Y, sin embargo, como los niños que en su capacidad de admiración quieren escuchar siempre su cuento favorito por hallar un gusto indescriptible en la anticipación, podemos también en la vida gozarnos, aún entre esfuerzos y dificultades, al anticipar la inexorable (aunque nadie sabe cuándo) y gloriosa manifestación de aquel a quién amamos: nuestro Señor Jesús. Con esta historia de fondo y el suspenso de esta venida,

¿cómo vas a vivir tu vida?


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miércoles, 15 de mayo de 2024

Somos del Espíritu





Estamos transitando la novena al Espíritu Santo y te propongo rezar con todo el Capítulo 16 del Evangelio de San Juan, en el cual el mismo Jesús anticipa la venida del consolador, del paraclito


En Jn. 16, 15 leemos: "Todo lo que es del Padre es mío" y  desde esa Palabra podemos establecer relaciones como estas: somos de Jesús porque somos del Padre; pero también porque somos de Jesús y del Padre somos del Espíritu Santo. Cada uno es templo y pertenencia del Espíritu Santo. Somos del Espíritu. Soy del Espíritu. Sos del Espíritu.


El Padre Reginaldo, fraile dominico y obispo de Córdoba y de La Rioja (entre 1888 y 1904), fundador de nuestra familia religiosa, nos dejó entre tantas palabras llenas del Espíritu esta frase: "Soy de Dios soy siempre de Dios". Imaginemos que si en nuestra oración desde un sincero diálogo a solas con el Señor empezamos a decir con conciencia:  soy del Padre, soy de Jesús y soy del Espíritu, esto va a ir calando hondo en nuestras vidas... Sobre todo está conciencia de ser del Espíritu (Soy del Espíritu, siempre de Él).

      



                                          

Tal vez nos impulse mirar a algunos santos y su relación con los tres (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Una de ellas es Sor Isabel de la Trinidad, canonizada el mismo día que el Cura Brochero en el año 2016, quien habla de la inhabitación trinitaria refiriéndose a la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en el alma de las personas que están en la gracia de Dios. Es un concepto que implica permanencia, permanecer… Permanecer de la Trinidad en las personas y de las personas en la conciencia de la gracia. Sin duda nos hace recordar al permanecer en el Evangelio de San Juan y podemos decir que este permanecer nos da pertenencia como cuando crecemos en un lugar y decimos soy de ahí (o de los otros: “este es de ahí”).  ¡Tenemos entonces una relación de pertenencia también con el Espíritu y esto es hermoso para nuestro caminar cotidiano!.  


Qué no sea el pariente lejano el Espíritu Santo, al que casi no visitamos o recordamos. La conciencia de su presencia en nosotros nos pueden llevar a un cambio radical de vida.


         

¿Rezamos juntos?:


Ven Espíritu Divino,

manda tu luz desde el cielo,

Padre amoroso del pobre;

don en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.


Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.


Entra hasta el fondo del alma,

divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre

si Tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado

cuando no envías tu aliento.


Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo,

lava las manchas, infunde

calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.


Reparte tus Siete Dones

según la fe de tus siervos.

Por tu bondad y tu gracia

dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno.


Hna. Fernanda de María OP



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domingo, 12 de mayo de 2024

Meditamos el Evangelio de la Ascensión del Señor con el diácono Diego Olivera

En el día de hoy celebramos la Ascensión del Señor,  Jesús vuelve al seno del Padre, a lo largo de este tiempo pascual hemos profundizado en el misterio de Jesús resucitado que se le apareció a  algunas mujeres y a sus amigos los discípulos pero llega el momento de la despedida: “Dentro de poco ya no me verán” (como escuchamos en el evangelio del jueves 9 de mayo)

En el evangelio de hoy Jesús se dirige a los discípulos y les encomienda una misión: "Vayan por todo el mundo,  anuncien la Buena Noticia a toda la creación." Este pasaje bíblico es conocido como la misión universal de los apóstoles, es decir, una misión recibida por los primeros apóstoles y que se extiende para toda la iglesia, para cada uno de nosotros que somos apóstoles de Jesús.

Somos enviados, “vayan por todo el mundo”, Jesús nos llama y nos envía, vamos en su nombre a realizar esta misión, somos portadores y transmisores de mensaje de Jesús. Vayan implica un salir, y esa es la misión de todos los bautizados, salir al encuentro de los demás y anunciar la alegría de encontrarse con Jesús. Francisco constantemente nos recuerda esta misión: “Quiero una Iglesia en Salida”, nos invita a levantarnos del banco del templo para vivir como verdaderos discípulos misioneros todos los días para que al Buena Noticia llegue a todo el mundo.

¿Qué vamos a anunciar? La Buena Noticia de Jesús. A veces cuando organizamos misiones surge la pregunta: “¿Qué voy a decir? Todavía no estoy preparado”. Y yo respondo: No hace falta aprender el catecismo de memoria o haber leído toda la Biblia, si vos ya tuviste un encuentro personal con Jesús, ya experimentaste el gran amor, ya estás preparado, eso tenes que anunciar: Dios me ama, me abraza e hizo maravillas en mi vida, Dios te ama y quiere abrazarte, quiere regalarte una nueva vida llena de amor y alegría. Esta Buena Noticia es la Resurrección de Jesús, que por su infinito amor nos salva y nos regala la paz como escuchamos repetidas veces en las apariciones después de su resurrección. Si ya estas viviendo el amor de Dios, compartilo con los demás, muchos están sumergidos en la tristeza porque no conocen la alegría de la Buena Nueva, allí está tu misión.

¿A quienes vamos a anunciar? A toda la creación, el mensaje de la salvación de Jesús es para todos, nadie excluido. Nuestra vida tiene que ser un constante anuncio de la Buena Nueva y no siempre con palabras, muchas veces los gestos dicen más que las palabras. Cuando Dios toca nuestro corazón no podemos quedarnos callados, tenemos que gritar a los cuatro vientos que Cristo nos ama a todos.

Seguramente en la misión de anunciar nos vamos a encontrar con personas que no quieren escuchar, nos van a rechazar, criticar y atacar pero no tengas miedo, vamos adelante con la fuerza del Espíritu Santo que nos alienta a gritar la Buena Nueva. El papa Francisco afirma: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (La Alegría del Evangelio N° 49)

No podemos callar este mensaje, nuestra misión esencial como bautizados es el anuncio de la Buena Nueva.

Vamos, caminemos juntos, anunciemos la Buena Nueva a toda la creación


Hoy celebramos la 58° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, te invitaos a leer el mensaje del papa Francisco: "Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana"

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