sábado, 7 de septiembre de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con Fr. Josué González Rivera OP


Libro de Isaías 35,4-7a. Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10. Epístola de Santiago 2,1-7.


Evangelio según San Marcos 7,31-37.


Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.

Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.

Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.

Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Ábrete".

Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.

Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban

y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".


Homilía Por Fray Josué González Rivera OP


Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos


En la actividad pública de Jesús, él predica y obra portentos que hacen presente la realidad del Reinado de Dios en medio del mundo. En este domingo nos encontramos en las lecturas con el tema de la curación, pero no realizada de cualquier forma, contemplemos que es la sanación en especial de los débiles y marginados. Recordemos que, en ese tiempo, la enfermedad implicaba estar en pecado, por lo tanto, la curación también tenía aspectos de una reconciliación. 


Al reflexionar en el tema de la liturgia de este domingo pienso en la curación milagrosa que quiere hacer el Señor de las sorderas y la mudez que nos aíslan del mundo, dejándonos incomunicados de nuestros prójimos, encerrados en lo propio, apartándonos a nuestras hermanas y hermanos, inclusive, apartándonos de Dios. Por ello, las palabras que aquí comparto se orientan hacia esa “apertura” que nos sana de nuestros encierros.


Levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. 


La condición del sordo y mudo o tartamudo, más allá de ser una limitación física, nos confronta con una metáfora potente sobre la condición humana. Reflexionemos por un momento sobre lo que esta condición simboliza: observar y sentir el mundo sin la capacidad de participar plenamente en él. Es como vivir “bloqueados”, privados de la voz del otro, atrapados en un monólogo interior donde el diálogo se vuelve imposible. Esta imagen nos invita a considerar cuántos de nosotros, aunque con todas nuestras capacidades intactas, nos hacemos sordos y mudos ante la realidad que nos rodea, incapaces de conectarnos verdaderamente con los demás.


Si levantamos la mirada y observamos el mundo actual, nos encontramos con un panorama de crecientes polarizaciones. Hoy en día, las diferencias se alzan como murallas insuperables. Políticas, sociales, culturales, económicas, religiosas: las divisiones se multiplican y profundizan, creando una sensación de desconexión que trasciende lo meramente discursivo para instalarse en las relaciones cotidianas. Incluso dentro de la misma Iglesia, reflejando las tendencias del mundo, nos vemos atrapados en un juego de etiquetas y adjetivos que desvirtúan la riqueza del diálogo auténtico y la comunión en la diversidad.


Buscando comprender este fenómeno, se ha popularizado el concepto de “brechas ideológicas” (además de las ya conocidas brechas generacionales y económicas, entre otras), dando cuenta de aquellas fisuras que nos separan y nos aíslan en burbujas de pensamiento, donde el eco de nuestras propias voces acalla cualquier disonancia externa. Nos hemos vuelto expertos en marcar distancias, pero inexpertos en tender puentes. Como dice el Papa Francisco, nos formamos una “cultura de la exclusión”. Esta situación nos interpela profundamente: ¿acaso no estamos todos, de alguna manera, sordos y callados ante el clamor del otro, encapsulados en nuestras propias certezas? 


Llevantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. 


Jesús, tras sus controversias con los fariseos y escribas acerca de lo puro e impuro, decide salir del territorio judío, adentrándose en regiones que pertenecían a otras provincias romanas. Las ciudades mencionadas al inicio del Evangelio eran habitadas por personas que, en su mayoría, no pertenecían al pueblo judío. Aunque el texto no lo menciona explícitamente, una tradición sugiere que el sordomudo al que Jesús sana podría haber sido un pagano, lo que subraya la apertura del mensaje evangélico a los gentiles. Estos pueblos, alejados de la promesa de Israel, vivían en exclusión e incomunicación, privados de oír la Palabra de Dios. Santiago nos exhorta a no olvidar a estos despreciados, recordándonos la universalidad del mensaje de Cristo que trasciende fronteras y prejuicios.


El milagro que realiza Jesús retoma las prácticas comunes de la época. Para unos intérpretes, que el Señor simplemente no le imponga las manos confirmaría que no es judío. Jesús eleva la mirada al cielo, un gesto que simboliza una íntima comunicación con el Padre, y con un profundo suspiro, canaliza una fuerza suprahumana. Con la palabra "Efatá", un término arameo que significa "Ábrete", Jesús no solo sana la sordera física, sino que revela un poder trascendente que abre al individuo a una nueva dimensión de fe y entendimiento.


A diferencia de los curanderos de esa época, que buscaban notoriedad mediante la exhibición de sus poderes, Jesús actúa con una discreción notable. Aparta al enfermo de la multitud y le pide guardar silencio sobre el milagro. Sin embargo, el acto de sanación, cargado de un significado mesiánico que cumple las promesas anunciadas por Isaías, no puede permanecer oculto. A pesar de la prohibición de Jesús, la noticia se difunde, y las personas reconocen en sus acciones la manifestación de la salvación prometida. El que Jesús abra los oídos del sordo significa en este contexto que él puede regalar la inteligencia, necesaria para la fe. Sin esa gracia, el hombre es un sordo respecto del evangelio.


Llevantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. 


Beda, el venerable, interpretaba que: “es sordo el que no oye la palabra de Dios; y mudo el que no propaga la confesión de la fe”. Esta sordera y mudez espiritual no se limitan a aquellos que desconocen la Palabra, sino que muchas veces nos alcanza a nosotros mismos, atrapados en nuestras propias limitaciones y temores. El Papa Francisco nos recuerda que, con frecuencia, nos encerramos en nosotros mismos, creando islas inaccesibles donde la apertura y el diálogo son imposibles: “la pareja cerrada, la familia cerrada, el grupo cerrado, la parroquia cerrada, la patria cerrada… Y esto no es de Dios. Esto es nuestro, es nuestro pecado”. Esta tendencia a la cerrazón se manifiesta en todos los niveles de nuestra vida. 


El desafío que se nos presenta hoy es redescubrir la capacidad de escucha y romper con los bloqueos que nos impiden dialogar genuinamente. Aprender a dejar de vernos como adversarios y apostar por el reencuentro con los hermanos en la búsqueda común de la verdad y el bien. Jesús nos invita a dar un paso valiente: pasar de una cultura de la exclusión a una cultura del encuentro.

Este milagro nos llama a la curación, a la reconciliación, a abrirnos primeramente a la voz de Dios y después a compartir su Palabra con aquellos que no la han escuchado o que la han olvidado, ahogada bajo las preocupaciones y los engaños del mundo. Que podamos, con la gracia de Dios, ser verdaderos instrumentos de su paz, escuchando, dialogando y construyendo puentes que unan, en lugar de muros que dividan.


Hoy, más que nunca, el llamado es claro: abrir nuestros oídos, abrir nuestras bocas y abrir nuestros corazones, confiando en Aquel que todo lo hace bien, esforcémonos por llevar el mensaje de esperanza y sanación a un mundo que clama por reconciliación y encuentro.


Información sobre el año de la oración (2024):



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sábado, 31 de agosto de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con P. Abel Alfaro



Lecturas del día: Deuteronomio 4,1-2.6-8. Salmo 15(14),2-3a.3cd-4ab.4cd-5 Epístola de Santiago 1,17-18.21b-22.27


Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23.


Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.

Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.

Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?".

El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.

Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres".

Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.

Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.

Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,

los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. 

Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".


Homilía por el Pbro. Abel Alfaro 


"El Más Acá de las Apariencias"


Amigos, soy el padre Abel y hoy quiero hablarles de algo que nos toca muy de cerca: el verdadero significado de nuestra fe. El Evangelio de Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23 nos ofrece una reflexión que sigue siendo muy relevante en nuestra vida diaria. 


En el tiempo de Jesús, los fariseos eran conocidos por su obsesión con las reglas y las tradiciones. Eran un grupo de líderes religiosos que se enfocaban en cumplir rigurosamente las normas ceremoniales y de pureza. Para ellos, la apariencia externa era todo. Ellos vivían el verdadero postureo. Si seguías al pie de la letra todas las reglas de la ley de Moisés, estabas bien con Dios. Tené en cuenta que eran 613 preceptos. Muchos de ellos considerados prácticas rituales y actitudes que norman aspectos básicos de la vida cotidiana, como cuantos pasos podías dar en el día sábado, por ejemplo.


Jesús viene a sacudir esta visión. En su confrontación con ellos les trata con firmeza tratando de mostrar el verdadero espíritu de la relación con Dios. El maestro les recuerda que no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre (la exterioridad), sino lo que sale de ella (lo que está arraigado adentro nuestro). Señala que lo que nos aleja de Diosa menudo surge del corazón, de nuestras intenciones y pensamientos.


Pensemos la cultura en la que nacemos y de la cual somos hijos, ¿cuántas veces nos dejamos llevar por las apariencias? Vivimos en una era en la que las redes sociales y la presión por mantener una imagen perfecta pueden hacernos olvidar lo que realmente importa. La pregunta es: ¿estamos más enfocados en cómo nos ven los demás o en quiénes somos realmente por dentro?


A veces, uno siente que tiene que mostrarse fuerte, exitoso y feliz, aunque por dentro pueda estar pasando por un momento difícil. La fragilidad propia de la naturaleza humana esta mal vista.  Puede que te sientas atrapado entre la necesidad de cumplir con las expectativas de los demás y tu propia realidad interna. Es una presión constante, y reconozcámoslo, muchas veces, lo que vemos en las redes no es más que una máscara. Nos muestran la versión editada y brillante de la vida, mientras que la verdad de nuestros corazones puede ser mucho más complicada.


En nuestra relación con Dios también es fácil caer en la trampa de realizar actos de culto como una mera rutina: ir a misa, rezar, cumplir con las prácticas religiosas. Estas acciones son importantes, pero lo que realmente cuenta es el corazón que las sostiene. Dios no se interesa solamente en los rituales que realizamos, sino en la sinceridad con la que nos acercamos a Él. Los sacramentos son eficaces por sí mismos, nunca están vacíos. El que no deja que ejerzan su efecto es el hombre. Vos y yo. 


Dios busca una relación auténtica, una conexión real y profunda. Él quiere que nuestras oraciones, nuestro culto y nuestras acciones de fe fluyan desde un corazón transformado y sincero.


Les animo a que, al vivir nuestra fe, no solo sigamos las reglas externas sino que permitamos que nuestra relación con Dios sea una expresión genuina de lo que llevamos dentro. Que nuestras prácticas religiosas reflejan una vida interior llena de amor, compasión y autenticidad. No se trata de aparentar, sino de vivir nuestra fe de manera profunda y real.


En fin, la buena noticia del evangelio de hoy es el llamado que Jesús nos hace a concentrarnos en el más acá de las apariencias, es decir, en el corazón, la sede de los sentimientos más profundos y el lugar de la toma de decisiones. Es un llamado a una relación auténtica con Él, a una relación viva y personal, transformadora, capaz de hacer salir de nosotros un modo de proceder que refleje el evangelio de Jesús en lo cotidiano de cada día. 


Te invitamos a conocer al Padre Abel, sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza y Evangelizador Digital.

Instagram: @p.abel_


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viernes, 30 de agosto de 2024

38 catequesis del papa Francisco para vivir el año de la oracion (2024)




¿Sabias que el papa Francisco nos invitó a vivir el año de la oración?


El 21 de enero del año 2024, el Santo Padre Francisco ha inaugurado oficialmente el Año de la Oración, , durante el Ángelus:

¡Queridos hermanos y hermanas!

“Los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo. Les pido que intensifiquen la oración para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo”.

Ya en la Carta del 11 de febrero de 2022, dirigida al Pro-Prefecto, S.E. Mons. Rino Fisichella, para encargar al Dicasterio para la Evangelización del Jubileo, el Papa había escrito: «Me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración, ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo.

"La oración es el aliento de la fe, es su expresión más adecuada. Como un grito que sale del corazón de los que creen y se confían a Dios"  (Francisco) 


Nuestros momentos de oración nos ayudan a profundizar un vínculo de intimidad con Jesús, él es el modelo de hombre orante. 

Estas catequesis te ayudarán a vivir el año de la oración y a profundizar en la dimensión orante de Jesús.

A continuación, compartimos la recopilación de 38 catequesis del papa Francisco sobre la Oración:

  1. El misterio de la oración

  2. La oración del cristiano

  3. El misterio de la creación

  4. La oración de los justos

 5. La oración de Abraham

 6. La oración de Jacob

 7. La oración de Moisés

 8. La oración de David

 9. La oración de Elías

 10. La oración de los Salmos (1)

 11. La oración de los Salmos (2)

 12. Jesús hombre de oración

 13. Jesús, maestro de oración

 14. La oración perseverante

 15. La Virgen María, mujer de oración

 16. La oración de la Iglesia naciente

 17. La bendición

 18. La oración de súplica

 19. La oración de intercesión

 20. La oración de acción de gracias

 21. La oración de alabanza

 22. La oración con las Sagradas Escrituras

 23. Rezar en la liturgia

 24. La oración en la vida cotidiana

 25. La oración y la Trinidad (1)

 26. La oración y la Trinidad (2)

  27. Rezar en comunión con María

 28. Rezar en comunión con los santos

 29. La Iglesia, maestra de oración

 30. La oración vocal

 31. La meditación

 32. La oración contemplativa

 33. El combate de la oración

  34. Distracciones, sequedad, acedia

 35. La certeza de ser escuchados

 36. Jesús, modelo y alma de toda oración

 37. Perseverar en el amor

    ▶ 38. La oración pascual de Jesús por nosotros





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jueves, 29 de agosto de 2024

El Martirio de San Juan Bautista - Fray Miguel Ángel López, OFM



Evangelio según San Marcos 6, 17-29.
 
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños,  freciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.



Reflexión de Fray Miguel Ángel López, OFM

Aquí se presenta la escena central entre la misión de los 12 y la multiplicación de los panes. Marcos lo coloca como una síntesis del misterio de Juan, aquel que anuncia y refleja el camino de Jesús. La misión de Juan es en el Jordán, lugar de la manifestación de Jesús como Hijo de Dios.

Toda la vida de Juan el bautista nos habla de la vida de Jesús. El bautista es tomado preso y encarcelado, Jesús también.

Por la seducción de Herodías, Herodes mata a Juan – Por las seducciones de las autoridades de Israel a Pilato, Jesús es crucificado.

Herodes tiene admiración por Juan, no quiere matarlo y Pilato tiene admiración por Jesús, quiere dejarlo en libertad. Ambos ceden, Juan y Jesús mueren, son asesinados.

El martirio de los dos se da en el marco de una fiesta, de un banquete. La cabeza de Juan, en una bandeja pasa de mano en mano; en la última cena Jesús pasa de mano en mano el pan y el vino que representan su cuerpo y sangre, como anticipación de su muerte.

El evangelista Marcos propone la vida de Juan como el anticipo de la vida, pasión y muerte de Jesús. Juan lo precede en el tiempo, anuncia su llegada pero también precede el camino de Jesús, con su propia muerte.

El martirio es el testimonio de la verdad sobre la mentira, de la justicia sobre la injusticia, de la autenticidad sobre la falsedad. Juan Bautista morirá por predicar la verdad, Jesús muere por dar testimonio de la verdad.

El martirio de Juan Bautista es el símbolo del martirio de Jesús en la cruz, en el que se reencuentran y reflejan todos los martirios. El mártir es el testimonio de la verdad, aquel que no ama la verdad la elimina porque la misma vedad saca a la luz toda mentira, todo engaño.

Pidamos a San Juan que nos enseñe a vivir en la verdad.



Fray Miguel Ángel Lopez fue compañero y amigo de Fray Carlos de Dios Murias, beato y mártir, te invitamos a conocer la vida del mártir en este relato de su gran amigo Miguel Ángel: Haciendo Memoria del Beato Fray  Carlos de Dios Murias




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martes, 27 de agosto de 2024

Empresario argentino camino a ser declarado santo - Enrique Shaw


 Primeros años de vida

Erique nació en Paris el 26 de febrero de 1921. Dos meses después su familia regresó a Argentina. Estudió en el Colegio La Salle Buenos Aires, donde fue un alumno sobresaliente. Era miembro de la Congregación Mariana.

A principios de 1936, después de cumplir 14 años, ingresó a la Escuela Naval Militar Río Santiago a pesar de la oposición inicial de su padre, quien quería que se preparara para dirigir las empresas familiares. Fue siempre de los tres mejores promedios de su generación y es en la historia de la Armada Argentina el más joven oficial graduado.

Desde muy joven comenzó a leer todo tipo de libros, especialmente de economía, política, filosofía, historia y ciencia.​ Una tarde del verano de 1939, en la biblioteca del Ocean de Mar del Plata, encuentra de casualidad un libro del Cardenal Suhard sobre el rol y las responsabilidades del hombre cristiano en la vida. Allí conoció la Doctrina Social de la Iglesia y se produjo en él un convencimiento muy profundo sobre cuál debía ser su camino. Él siempre llamó a eso su "conversión definitiva"

Casamiento y Familia

Se casó con Cecilia Bunge en 1943, con quien tuvo nueve hijos. En 1945 fue enviado por la Marina a la Universidad Estatal de Chicago en Estados Unidos para estudiar meteorología. Pero fue en ese año, cuando ya su familia estaba constituida y creciendo, cuando se produce la consolidación de ese rumbo en su vida: comprendió definitivamente que Dios le pedía un apostolado específico. En un principio creyó que debía hacerse obrero, pero un sacerdote, al ver su perfil, lo persuadió para que llevase el evangelio al mundo empresario al cual pertenecía su familia.


Durante esos años, fue formando una espiritualidad propia relacionada con su vocación de empresario cristiano. Escribió: Hay que remediar las injusticias. […]. Considerar como deber de estado el ser eficientes; para poder distribuir más hay que producir más. Es necesario formar empresarios cristianos y darles un estilo de vida: contribuir a un mundo mejor, principalmente mediante la acción de cada empresario cristiano en su propia esfera. […]. Esta es una misión de religión y vida: tratar de santificarnos a través de la profesión y de santificar la profesión. Se debe crear la conciencia de una función empresarial concebida cristianamente, para lo cual tenemos que usar el método de la aplicación concreta. El sacerdote no solo eleva a Dios sino que trae a Dios a los hombres en la comunión. […]. El empresario debe encarnar a Cristo en la empresa

Entre las múltiples entidades en que actúa, participa en la Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano. Junto con otros empresarios participa en la organización de ayuda a la Europa de post-guerra que en 1946 promueve el Episcopado argentino, respondiendo al llamado de Pío XII, e intenta crear una entidad para que los empresarios “sean más cristianos”.

Con el estímulo del Canónico Cardijn funda en 1952 la actual Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y en intensa acción evangelizadora dirigida al país y América Latina promueve el ingreso a UNIAPAC (Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa).


Enfermedad y Apostolado

En 1957, se le descubrió un cáncer. A partir de entonces, inició una lucha contra la enfermedad, lo que no le impidió mantener una intensa actividad: dando congresos, dictando conferencias, editando publicaciones, elaborando su diario y muchos manuscritos.

En 1958, con ideas de su participación en cursos en Harvard, ayuda a crear la Universidad Católica Argentina, de la que integró el primer Consejo de Administración. Participó en la fundación de Caritas y del Serra Club. También llegó a ser presidente de los Hombres de Acción Católica. Organizó una librería a la que llamó "Casa del Libro", una iniciativa apostólica para difundir temas de espiritualidad, de la Doctrina Social de la Iglesia y de otras cuestiones éticas y culturales. Su cada vez más frágil salud empeoró en 1962, aunque mantuvo hasta el final su labor como dirigente empresario. 

En la etapa final de su enfermedad en 1962, ante la necesidad de recibir transfusiones de sangre para mantenerse con vida, aproximadamente doscientas sesenta personas —en su mayoría obreros de la cristalería Rigolleau donde él trabajaba— se dispusieron a donar su sangre con esa finalidad.Enrique Shaw expresó: «Puedo decirles que ahora casi toda la sangre que corre por mis venas es sangre obrera»

Falleció el 27 de agosto de 1962, a los 41 años

 Proceso de canonización

El proceso de canonización comenzó en 1967 por parte del sacerdote Francisco Rotger. El proceso estuvo cerrado hasta el año 1996 cuando Monseñor Iriarte comienza los pasos previos a la canonización.

A fines de 1996 Monseñor Rodhe prepara los testimonios y registros de la vida de Shaw para ser presentados en el Vaticano. El cardenal Jorge María Mejía quien fue su amigo en vida, funda la «Comisión Enrique Shaw». En el año 2000 el cardenal Mario Aurelio Poli presenta su parecer teológico de las obras escritas de Enrique Shaw.

El 18 de abril de 2001 el en ese entonces cardenal Bergoglio realiza positivamente la consulta a los señores obispos sobre la oportunidad de incorporar la causa. El 26 de junio, el mismo Arzobispo designa una comisión de peritos en historia presidida por Mons. Mario A. Poli, e integrada por el Prof. Enrique M. Matochi y el Pbro. Carlos A. Costa, para recoger todos los escritos inéditos y los documentos históricos, sean manuscritos o ya publicados, que se relacionen con la causa.

El 16 de julio, el cardenal Bergoglio peticiona el «nihil obstat» a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma. El 25 de septiembre, el cardenal Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos envió el nihil obstat para la causa de beatificación y canonización del laico Enrique Ernesto Shaw. Esto significa que no hay ningún obstáculo para seguir adelante con la causa.

Monseñor Poli definió a Shaw como “un hijo de la Iglesia y testigo de la Fe” con una “amplia cultura humanística” que vivió de manera intensa sus 41 años de vida, siendo “ejemplo de amor a Dios y al prójimo”. Lo recordó como “un laico comprometido en numerosos servicios de la Iglesia en su época” y fue quien encaró “la Doctrina Social de la Iglesia como inspiración en su quehacer empresarial”.

El 24 de abril de 2021 la Santa Sede reconoció las virtudes heroicas del hasta entonces, siervo de Dios, por lo que ahora es venerable.​ Actualmente se está investigando un posible milagro atribuido a su intervención, que de ser aprobado se lo nombraría beato.


Fuente: https://www.enriqueshaw.com/


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