viernes, 26 de julio de 2024

Encuentro Nacional de Evangelizadores Digitales - Testimonios


El 2° Encuentro Nacional de Evangelizadores Digitales se realizó en Córdoba los días 19, 20 y 21 del corriente mes bajo el lema: "No podemos callar lo que hemos visto y oído"

En el encuentro participaron más de 60 evangelizadores digitales de todo el país, laicos, religiosas y sacerdotes. También estuvieron presentes Mons. Lucio Ruiz, Secretario del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano y Mons. Gabriel Barba, obispo de San Luis y presidente de la comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Argentina

En esta oportunidad participaron 3 miembros de nuestro equipo: Maru, Víctor y Diego.

El encuentro comenzó con el almuerzo el día viernes y por la tarde Mons. Ruiz expuso el camino que se viene realizando en el Sínodo Digital  y explicó que es la Misión Digital

Al terminar la primera jornada se realizó un momento de adoración eucaristía acompañados de las reliquias del Beato Carlo Acutis.

En la mañana del segundo día, los evangelizadores se dividieron en grupos y respondieron distintas preguntas como aportes para la próxima instancia del Sínodo. Por la tarde se realizó un festival musical abierto a todo público. En este espacio se expusieron 3 temáticas: influencers, amistad y familia y los espacios musicales estuvieron a cargo del grupo “Toco para Dios” y las cantantes Sandra Rivero y Aldana Canale


En la tercer jornada se llevó adelante una “Conversación en el Espíritu” (método del Sínodo para discernir distintas temáticas) y el encuentro finalizó con la misa en la catedral de Córdoba presidida por el Cardenal Ángel Sixto Rossi, SJ.

Finalmente, Mons. Ruiz dio una bendición especial a los misioneros digitales y se les entregó a cada uno una cruz enviada por el Papa Francisco quien los bendice y anima a continuar con la misión en el continente digital.


A continuación compartimos testimonios de los miembros de nuestro equipo y de otros participantes del ENED 2024:

"Con el equipo de Vivamos Juntos la Fe participé en el ENED 2024, un tiempo de escucha activa y crecimiento espiritual. Descubrí la importancia de predicar en el mundo digital, a ser comunidad fraterna y samaritanear a los demás. El compartir traspasó la pantalla y el abrazo fraterno se hizo real. Unidos por el amor y la amistad, renovamos nuestro compromiso de evangelizar. Agradezco a todos por su apertura y generosidad". Maru Rodriguez

"Encontré en el ENED fundamentalmente amigos, compañeros, que deseamos compartir nuestro encuentro con Jesús. Buscamos vivir y compartir experiencias autenticas del amor de Dios que puedan ayudar y atraer a otros. Fue un encuentro de testigos, llamados a compartir la luz de la fe y la alegría de sabernos amados por Jesús. Vivir el ENED me da la confianza de saber que puedo contar con ellos. Gracias por todo lo vivido!" Víctor Ramírez 

"Yo percibí un clima de mucha alegría y fraternidad al encontrarnos y un gran deseo de todos de anunciar con fuerza la Buena Nueva en el continente digital. Me alegra mucho el camino de sinodalidad en ambiente, aquí participamos sacerdotes, religiosos/as y laicos unidos por la misma misión y siguiendo la voz de Francisco que nos dijo:Vayan a Samaritanear en el mundo digital" P. Diego Olivera



"Mi paso por el ENED fue un paso decisivo para seguir confirmando la misión digital y seguir en el esfuerzo comprometido de ese contenido para Dios y mis hermanos, de manera tal que a través de cada publicación llegue a todos el amor de Dios que nos dice: ESTOY ACÁ. Gracias por la invitación que es impulso para mí" P. Matias Pérez

"El ENED 2024 fue una experiencia muy importante. Dónde Dios me confirmó mi misión . Levantar la voz sobre temas que duelen, pero de los cuales debemos hablar. La fe me sostuvo en mi duelo por la muerte de Mily y eso quiero transmitir en mis redes. De poder decir que con Dios es posible transformar el dolor en amor" Naty Scheller 

"El ENED fue para mí una confirmación de esta misión digital y un encuentro fraterno. Redescubrí la fraternidad de la iglesia que convive y anuncia con distintos carismas. La alegría de encontrarnos a fraternar fue de mucho ánimo para todos y esperamos multiplicar esa alegría para que muchos más lleguen a esta gran familia que es la iglesia" Solange Velázquez de Carismakids 

"Mi paso por el ENED fue una confirmación de que es por aquí , que esté es el camino,. La Virgen me lleva de su mano siempre hacia su hijo Jesús. Cada vivo, cada publicación o cada historia me confirma que es todo para él Reino, hasta el cielo no paramos como dicen grandes amigos , sigamos AMANDO y SIRVIENDO !!! Gracias por invitarme". Romi Cavagna de Las alondras de María

"En el ENED me di cuenta que la iglesia está más viva que nunca, me volví a sentir parte de la iglesia, ya que encontré una comunidad muy bella. Estoy muy consolado y agradecido por el regalo de haber compartido y por último, me fui lleno de Dios para seguir con la misión de ser misioneros digitales" Santiago Closa

"Mi paso por el ENED significó una renovación en el llamado a servir en las redes. Fue ademas una impresionante experiencia de iglesia, que le permitió alegrarme por el impulso misionero en redes y desear seguir siendo parte de ello. Feliz de haber participado" Gonzalo Rodriguez de Medicina con Fe

"En estos días después del encuentro me dedique a contarle a Jesús lo vivido y lo que más me emocionaba era compartirle cuánto lo aman los misioneros digitales con los que me cruce. Tengo un corazón agradecido por todo lo vivido y le pido a Jesús que nos siga regalando la oportunidad de llevar el Evangelio a todos los lugares del mundo y nos regale la fidelidad de escucharlo a Él y dejarnos conducir. Me encantó el sentido de familia, comunidad que se generó y como cada uno puso su grano de arena para seguir haciéndonos hermanos en Xto" Hna Lourdes de Pastoral Vocacional ECJ



Te invitamos a conocer a algunos evangelizadores digitales:

Seño Lu (@mi_catequesis)

P. Juampi y su misión en el continente digital

Agustín Podestá - "Hablemos de Teología"

Nati Zunino - "Una novicia en Skate" 

Yesus Benitez y Flork misionero


domingo, 21 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el P. Ezequiel Luján




Lecturas del día: Jeremías 23, 1-6 / Salmo 22 / Efesios (2,13-18)

Evangelio según San Marcos 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Homilía del P. Ezequiel Lujan (diócesis de San Rafael)

El Domingo pasado leíamos en el evangelio cómo nuestro Señor Jesucristo enviaba a los apóstoles de dos en dos a predicar la Buena Noticia, "exhortando a la conversión, expulsando demonios y curando enfermos" (Mc. 6, 13). En este domingo el evangelio nos cuenta la vuelta de los apóstoles, donde le dan cuenta al Maestro de "lo que habían hecho y enseñado".
Pero Jesús al reunirse con los Doce tiene un gran gesto con ellos, y los lleva aparte a descansar. Suben a la barca para ir a un lugar desierto, pero como no cruzaron al otro lado del lago, sino que solo la utilizaron para trasladarse a algún lugar cercano, costeando la costa, la gente los reconoció desde la orilla y siguieron la barca. Al llegar al lugar, nuestro Señor tiene otro gesto de compasión, pero ahora con el gran gentío que había llegado siguiéndolos.

Tanto los apóstoles como la gran muchedumbre acuden a Jesús. Los primeros porque saben muy bien que Él es su pastor, y por lo tanto, en Él hallarán el verdadero descanso, pues "los conduce a las aguas tranquilas para reparar sus fuerzas" (cf. Sal. 22, 2b-3a). Ellos partieron a su misión confiados en el Señor, sabiendo que teniéndolo como pastor nada les puede faltar. Ahora vuelven, como ovejas sedientas, a la fuente de las aguas vivas, vuelven al Pastor que les había dicho: "vengan a mí todos los que estén afligidos y agobiados" (Mt. 11, 28), pues Él nos "hace descansar en verdes praderas" (Sal. 22, 2a).
Pero en cuanto a la muchedumbre Jesús los reúne entorno a sí, porque ve que "eran como ovejas sin pastor"; cumpliéndose la profecia de Jeremías, que leemos en la primera lectura: "el Señor reunirá al resto de sus ovejas", es decir su pueblo elegido, el pueblo de Israel, que por culpa de sus malos pastores estaban dispersas, desatendidas, abandonadas. Lo primero que hace es "enseñarles largo rato", pues el gran alimento es "toda palabra que sale de la boca de Dios" (Deut. 8,3). Con éstas enseñanzas los "guía por el recto sendero" (Sal. 22, 3b), y les hace conocer su voz, para que si son verdaderamente sus ovejas lo reconozcan y lo sigan, y así, "su bondad y su gracia las acompañarán a lo largo de su vida, hasta habitar en la Casa del Señor" (cf. Sal. 22, 6a)

Éste gesto de compasión de nuestro Señor, se va a completar en el evangelio del domingo que viene, cuando "prepare ante ellos una mesa" (cf. Sal. 22, 5a), pues después de alimentarlos espiritualmente con sus enseñanzas, los alimentará corporalmente.
Ahora bien, tanto los apóstoles como la muchedumbre nos han dejado un modo de obrar que tranquilamente podemos imitar, es más, yo diría que deberíamos imitar.

En primer lugar los apóstoles, como ellos al volver de su misión, también nosotros debemos acudir al Señor, para que contándole todo lo que hacemos (apostolado, obras de caridad, etc.) y enseñamos (consejos, catequesis, etc.), reconozcamos que de Él viene todo, y asi le demos gracias y no nos vanagloriemos de nuestras "buenas obras" (sus buenas obras). Además, solo en Él hallaremos el descanso necesario, y eso se logra, con la oración, esa búsqueda de Dios en la soledad (desierto).  
Por último, asi como la muchedumbre sin dudarlo acudió a Jesús, el "buen Pastor", asi también nosotros, anticipémonos a Él, vayamos en su búsqueda, "como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, asi mi alma te busca Dios mío" (Sal. 42, 2). 

Que no me asuste el ir al desierto, pues allí está El, esperándome; que no me asuste el esfuerzo de ir a pie, pues Él "repara mis fuerzas"; que no me asuste nada en el camino, pues El está conmigo.

En definitiva, si en verdad el "Señor es mi pastor, nada me va a faltar", para llegar a "habitar en su Casa por muy largo tiempo".
 



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sábado, 13 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con Fr. Josué González Rivera OP



Libro de Amós 7,12-15. Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14. Carta de San Pablo a los Efesios 1,3-14.

Evangelio según San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.

Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".

Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.


Homilía de Fr. Josué González Rivera OP.

“Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión”

Celebramos el domingo 15 del tiempo ordinario y las lecturas de este domingo nos invitan a asumir el envío de Jesús para compartir la buena noticia. La Iglesia en América Latina, desde hace algún tiempo, comprendió este llamado e invitó a todo el continente a esa misión permanente, invitándonos a ser conscientes de que somos discípulos misioneros del Señor.

Como en toda tarea, siempre hay unos responsables, unos encargados, aquellos que son custodios de esa labor. En este momento, los 12 discípulos reciben esta tarea, que al final del evangelio será una invitación para toda la Iglesia. Nosotros, a través del tiempo, también nos vinculamos a ese envío original, siendo colaboradores sin importar nuestra vocación de vida, haciendo discípulos misioneros del evangelio.

Está claro cómo hace Jesús el envío: con humildad y sencillez, sabiendo que hay veces en que no les harán caso a los mensajeros. Él nos enseña que no hay que darle muchas vueltas al asunto; si no te hacen caso, busca otro lugar y sal de allí.

Es la vocación profética que Jesús asume de forma plena durante su vida, y que nosotros, los bautizados, también hacemos nuestra cuando nos ungen con el crisma y nos instituyen como sacerdotes, reyes y profetas en Jesucristo.

La primera lectura nos habla del profeta Amós, alguien que no se dedicaba a cuestiones religiosas “profesionalmente”. Notemos que él era campesino y cultivaba higos, pero en medio de esa realidad es llamado por Dios y se siente provocado para salir a anunciar la presencia de Dios y denunciar las infidelidades del pueblo. Cuando el reino de Israel ya se ha dividido, él sale de la parte sur y predica en el norte, donde es mal recibido.

Reflexionando en esto, se me ocurre que nosotros podemos ser destinatarios del anuncio de alguien más. Puede que alguien nos esté anunciando y denunciando las cosas que tenemos que corregir y mejorar, pero a veces desconfiamos y no sabemos reconocer esas voces. Por otro lado, también nosotros estamos llamados a ser esos testigos, aquellos que tienen que corregir a los que están mal, y nos encontraremos con oposición. Ante esas situaciones, para saber qué hacer y qué decir, no queda más que encomendarse, orar y pedir a Dios que nos ayude a discernir. No estamos solos en esta tarea; podemos pedir consejo, dirección y ayuda de aquellos que reconocemos como testigos del evangelio.

El mensaje profético que Jesús asume también comparte estos rasgos. Las primeras palabras de Jesús en el evangelio de San Marcos son: “Conviértanse, arrepiéntanse, ya llega el reino de Dios”. En el evangelio de hoy, cuando ellos fueron a predicar, exhortaban a la conversión. También nosotros estamos llamados a asumir esa conversión en nuestra vida y llevarla a los demás; esa es la tarea del discípulo misionero: escuchar y anunciar.

Que nuestras palabras y nuestras obras sean signos de vida. Por eso, los discípulos tienen poder sobre los espíritus impuros: pueden expulsarlos y sanar a los enfermos. También nosotros expulsemos esos espíritus impuros allí donde nos movemos día a día y tengamos estos gestos de vida.

El gran predicador y apóstol que fue San Pablo, al llevar a cabo esto en su vida, nos da ejemplo de ese compromiso. En el inicio de la carta a los Efesios que escuchamos hoy, él plasma un himno, un cántico de alabanza a Dios porque se reconoce a sí mismo como alguien que fue encontrado, como alguien que recibió sin dar nada a cambio todos esos beneficios que da Dios por medio de Jesús. Reconociendo esos beneficios, alaba también a Dios promoviendo la palabra, la buena noticia de salvación.

Todos nosotros nos acercamos a la celebración de la Eucaristía y la comunión, llevando distintas intenciones. Presentamos nuestras necesidades, nuestras angustias, nuestros logros y alegrías, pero que en todo momento sepamos alabar a Dios, reconociendo su presencia que se mantiene fiel en medio de nosotros. Celebramos la misa, que es una palabra que tiene la misma raíz que misión. Antiguamente eran las últimas palabras de la celebración eucarística. Ir a la misa está íntimamente vinculado con ir a la misión, ir a anunciar, a compartir. Porque la misa no termina con la bendición final, también podríamos decir que la misión comienza en ese momento, cuando, una vez alimentados en comunidad por el Señor de su cuerpo y de su sangre, salimos de vuelta al mundo para seguir haciendo presente la buena noticia.

El envío misionero no sólo se manifiesta en grandes acciones, sino en nuestra vida diaria, en cómo tratamos a los demás, cómo respondemos a las críticas y cómo reconocemos y corregimos nuestras propias fallas. Debemos estar dispuestos a escuchar y discernir las voces proféticas a nuestro alrededor, aunque a veces nos desafíen o incomoden. Además, debemos actuar con humildad y sencillez, siguiendo el ejemplo de Jesús, sabiendo que enfrentaremos oposición y rechazo, pero confiando en que no estamos solos. La Eucaristía y la comunión nos fortalecen y nos envían de vuelta al mundo con la misión de ser signos de vida y esperanza, promoviendo la conversión y el amor en nuestras comunidades. Así, podremos vivir plenamente nuestra vocación de discípulos misioneros, contribuyendo a la conversión de nuestro entorno.


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viernes, 5 de julio de 2024

¡Lo mío en lo tuyo Jesús!


Estamos viviendo el año dedicado a la oración, previo al Jubileo del nacimiento de Nuestro Señor. Todo invita a buscar modos de acercarnos a Jesús en la oración. 

Al finalizar el mes del Sagrado Corazón, podemos reflexionar sobre la poderosa imagen de dos corazones entrelazados, como el de Jesús sanando a la mujer del flujo de sangre.




 Imaginemos a Jesús invitándonos a descansar en su amor infinito, diciéndonos: "Todo lo tuyo (sí, ¡lo tuyo!) cabe en lo mío”; “en mí corazón hay un lugar para tu corazón”.

Jesús nos asegura (Mt. 5, 25-35) en su encuentro con la hemorroisa: "Tu fe inquebrantable te ha sanado. Tu confianza en mí te ha sanado. Unir lo tuyo a lo mío produce el milagro." Sí, al fusionar nuestras cargas con el amor de Jesús, nace la transformación. 






¿Qué es “lo tuyo”?. Él lo sabe perfectamente, te conoce desde antes de tu nacimiento. Pero Jesús te pide “lo tuyo” para obrar el milagro y transformarte. 

Lo tuyo son tus expectativas, tus preocupaciones, tus alegrías, tus logros, tus sueños, tus esfuerzos y tus metas diarias. Lo tuyo es haberte levantado después de caer, haber salido adelante, tener un lugar especial que te reconforta y compartir con personas que te revitalizan.

Lo tuyo también son tus fracasos, tus frustraciones, tus soledades, tus secretos y las injusticias que has vivido. Lo tuyo es haber perdonado, haber soltado y el cansancio del día a día.

Jesús anhela que le entregues lo tuyo. Sí, todo lo nuestro cabe en Él. Y nos dice: tráeme eso cada día.

Como a Tomás: trae tu dedo y mételo en mi costado. Como a la mujer con hemorragia: "¿Quién me ha tocado?". Jesús espera que le digas: Fui yo, te toqué con lo mío.

La oración es poner lo mío en lo tuyo, Señor. Abandonar lo mío en lo tuyo. Confiar lo mío en lo tuyo. Confiartelo con paz, paciencia y esperanza.

Si lo mio es todo eso y mucho más... ¿Qué es lo tuyo, Señor?

Lo tuyo Señor es gracia. Lo tuyo es fortaleza. Lo tuyo es paz. Lo tuyo es paciencia. Lo tuyo es amor. Lo tuyo es gracia. Lo tuyo es tiempo…

¿Cómo poner lo mio en lo tuyo? Dedicando un poco de tiempo cada día a la oración sentida del corazón. Un ratito antes de dormir o al levantarte. Y decir desde el fondo de tus entrañas: Señor, yo pongo lo mío en lo tuyo. Te entrego esto. Gracias por recibirlo.

Jesús te ama incondicionalmente y te espera con los brazos abiertos. Acércate a Él con confianza, con todo lo que eres y lo que sientes. Él está con su Sagrado Corazón abierto esperando que dentro pongas el tuyo tal y como está. 



Autor: Hna Fernanda Martinelli OP

domingo, 30 de junio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el diácono Diego Olivera



Sabiduría 1,13-15.2,23-24. Salmo 30(29),2.4.5-6.11.12a.13b. Corintios 8,7.9.13-15.


Evangelio según San Marcos 5,21-43.

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas". Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate". En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.

Homilía del diácono Diego Olivera

En este Evangelio nos encontramos con Jairo que desesperado pide la ayuda de Jesús para su hija, que se está muriendo, él siendo jefe de la sinagoga se reconoce necesitado de Dios y reconoce que Jesús puede obrar ante esta dolorosa situación, confía en que él puede sanarla y devolverle la vida.

Pensemos en padres y madres que están desesperados por la enfermedad de sus hijos, rogando a Dios por su salud, también pensemos en aquellos niños desaparecidos  y el dolor de sus padres. Oremos por ellos, podemos interceder ante Dios pidiendo por nuestros hermanos que sufren, tengamos presente a Loan y a su familia (niño de 5 años desaparecido en Corrientes, Argentina el 13 de junio).

Jesús se dirige a la casa de Jairo, en medio de una gran multitud, una mujer que padecía de hemorragias toca su manto confiando que quedará sanada y así sucede, se produce la sanación. En ese mismo momento Jesús se da cuenta de lo sucedido y preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?”.  Busca encontrarse con la persona que recibió la gracia de la sanación. La mujer, asustada confiesa que ella lo tocó y Jesús no la regaña, seguramente la miró con ternura y le dijo: “Hija tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sanada de tu enfermedad”.

Jesús continúa su camino y llega a la casa de Jairo, donde todos lloran la muerte de la niña, pero él invita a entrar a la habitación al padre y a la madre de la pequeña y también a Pedro, Santiago y Juan. En la intimidad de esa habitación se produce una irradiación de vida, Jesús toma de la mano a la niña y le dice: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!” . La niña se levantó y comenzó a caminar. 

A lo largo de este relato bíblico vemos como Jesús va más allá de las leyes, pone en primer lugar la humanidad sufriente. En esa cultura judía, las mujeres eran consideradas inferiores, pero Jesús las convierte en protagonistas, tiene contacto directo con dos mujeres, una de ellas padecía hemorragias (se consideraba que una mujer con flujo de sangre era impura como así también quien la tocaba, por lo tanto al consecuencia era el aislamiento social Cf. Levítico 15,19. 25)  Jesús pone misericordia por sobre la ley, no se escandaliza por la mujer que lo toca, la mira, le dirige la palabra, la sana, le devuelve la dignidad de ser parte del pueblo sin sufrir exclusión. 

Luego Jesús decide tocar a otra mujer, a una niña que la lloraban porque estaba muerta. Jesús la invita a levantarse y le devuelve la vida, sin lugar a dudas también le devuelve la alegría a sus familiares y amigos sumergidos en la tristeza y el dolor. 

Hoy Jesús también te dice a vos: “¡Levántate! No te quedes tirado en esa situación de muerte, yo quiero darte una nueva vida”

 Ahora pensemos y pidamos con mucha fe: 

¿Cuáles son aquellas situaciones de dolor que vengo cargando hace años?

Y digamos: Ven Jesús a liberarme de este dolor

¿Cuáles son aquellas situaciones o cosas que me excluyen de la comunidad?

Y digamos: Ven Jesús a restaurar mi pertenencia a la comunidad

¿Cuáles son aquellas situaciones de tristeza que sufre mi familia?

Y digamos: Ven Jesús a devolvernos la alegría

¿Cuáles son aquellas situaciones de muerte en  las que estoy sumergido?

Y digamos: Ven Jesús a darme la vida que brota de ti.

Jesús quiere salvarnos a todos, sin exclusión de nadie


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