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lunes, 20 de junio de 2016

Congreso Eucarístico Nacional - Homilia Cardenal Poli

Congreso Eucarístico Nacional 2016
"María anima la Evangelización del Pueblo Argentino"
Homilía del 18 de junio



Cuando el último libro de la Biblia nos dice: «Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza» (Ap 11, 19), no podemos dejar de pensar en María, «la sagrada y viviente arca del Dios vivo, la cual llevó en su seno virginal a su Creador» 1. Con su sí en la anunciación, la sombra del Espíritu divino hizo que «el arca de su cuerpo fuese albergue de Dios y fuente de vida»2; hoy, en este sábado, al celebrar ala Virgen misionera en la Argentina, y mientras esperamos el Día del Señor, queremos mirar a Aquella que «nos ha procurado todos los bienes. En ella Dios se ha hecho hombre, y el hombre ha venido a ser Dios: ¿qué puede haber más extraordinario y maravilloso?»3.

Sí, la Virgen es la Nueva Arca de la Alianza: hay en este merecido título mariano, antiguas y deslumbrantes resonancias bíblicas, como el eco que nos trajo la primera lectura del segundo libro de Samuel, cuando el rey David trasladó el Arca de la Alianza a la ciudad santa de Jerusalén a través de las montañas de Judá. David y todo Israel llevaban el Arca rodeados de una gran alegría, porque representaba la presencia de Dios en medio de su pueblo. «El Arca de la Alianza, toda recubierta de oro, en la cual había un cofre de oro con el maná, la vara de Aarón que había florecido y las tablas de la Alianza» (Hb 9, 4). Fue venerada por el pueblo durante su peregrinación en el desierto, y finalmente ocupó el centro del culto en el bellísimo templo que le construyó el rey Salomón. Con todo, el Arca de la Antigua Alianza desaparece en época del profeta Jeremías y el pueblo judío esperaba encontrarla al fin de los tiempos.

Pero Dios adelantó su promesa, porque en María, desde el mismo instante del anuncio angélico, su vientre –como el común de las madres primerizas–, «calladamente se deformó en cántaro a la presión continua del misterio»4. Será en la joven hebrea de Nazaret, en quien va a habitar la presencia del Señor: «Ella es en persona la hija de Sión, el arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor: ella es "la morada de Dios entre los hombres" (Ap 21, 3)» (CEC 2676). Las figuras antiguas eran signos y dejan paso a nuevas realidades, porque en su seno virginal –morada «llena de gracia»–, «la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14) y en él habita quien ha dicho: «Yo soy el Pan de vida» (Jn 6, 35.48) ofreciendo un sacrificio perfecto como «mediador de una nueva Alianza entre Dios y los hombres» (Hb 9, 15). Para custodiar ese valioso cofre viviente, Dios eligió a un varón íntegro, justo y casto: José de Nazaret, el Carpintero, el que hizo las veces de padre de Jesús.

Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, quien se hizo semejante a nosotros y se presentó como uno de tantos (cfr. Flp 2,7)), no solo tomó de la Virgen su carne y su sangre, con la que se entregó por nosotros en la Cruz, sino que también asumió el linaje humano que lo emparentó con patriarcas y reyes (cfr. genealogía de San Mateo) y hasta con el primer Adán (cfr. genealogía de San Lucas). Así, la persona y la obra redentora de Jesús, al establecer una Alianza definitiva entre Dios y los hombres, fue decisiva para la historia de su pueblo Israel y para la humanidad entera. María, en la visitación, es portadora de este misterio de amor.

El Evangelio de San Lucas nos regala una imagen sorprendente: «María partió y fue sin demora a un pueblo de las montañas de Judá» (Lc 1,39). Nuevamente el Arca se puso en movimiento, obedeciendo al impulso del Espíritu que inspiró su decisión, esta vez para anunciar a su parienta la Buena Noticia esperada por siglos: lleva al Mesías de Dios. Así comenzó la misión de la Virgen, porque como lo sugiere San Agustín, María tuvo que aprender que su relación con Jesús como discípula es tan importante como su relación como madre. Ella no se quedó tejiendo escarpines, sino que «sin demora» salió a los caminos porque tenía que dar a conocer el don recibido.

La Virgen de la visitación es el ícono más auténtico de una Iglesia que sale para anunciar la verdad y belleza del Evangelio de Jesús. En ese repentino viaje de la Madre del Señor parece repetirse el itinerario que hizo el Arca rescatada por David a los filisteos, a través del territorio de Judá. Y hasta la exclamación de Isabel: «¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?» (Lc 1,43), guarda notable coincidencia con el sentimiento de David: ¿Cómo va a entrar en mi casa el Arca del Señor? (2Sam 6,9). El encuentro de una joven virgen y una anciana estéril –María del «Sol naciente» e Isabel del «Profeta del Altísimo»–, trazan un puente y dan unidad al Antiguo y Nuevo Testamento. La casa de Zacarías se llenó de la irradiación que María difunde de manera contagiosa. Desde ese momento la Virgen será siempre para todos los cristianos «causa de nuestra.

En aquel encuentro feliz, «los beneficios de María y los dones de la presencia del Señor se manifestaron en seguida, pues, así que Isabel oyó el saludo de María, su criatura saltó de gozo en su seno y ella quedó llena del Espíritu Santo. Ellas proclaman la gracia, ellos, viviéndola interiormente, logran que sus madres se aprovechen de este don hasta tal punto que, con un doble milagro, ambas empiezan a profetizar por inspiración de sus propios hijos»5. Así, las aclamaciones de Isabel: «Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre» (Lc 1, 42), dan cuenta de que ya no hubo secretos entre primas. En aquel familiar intercambio, la Virgen –no sin inspiración de lo alto–, elevó un torrente de alabanzas con el Magníficat. Ambas se convirtieron en madres por intervención divina y fueron testigos de un signo esperanzador para todos los hombres.

El Papa Francisco, al comentar este pasaje, nos enseñó: «Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre por el amor del Padre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende “de generación en generación”. También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la Virgen María» (Lc 1,50)6.

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 50). Es cierto, la Virgen hizo presente el Evangelio de su Hijo, iluminando los primeros pasos de la Evangelización de América. Ella también comprometió su presencia cuando se gestaba nuestra Nación. Hace doscientos años, cuando los congresales provenientes de provincias lejanas, llegaban «a la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán», consagraron su primera jornada para pedir a Dios inspiración y sabiduría en la causa que los apasionaba, como consta en las antiguas crónicas: «A las 9 de la mañana se reunieron los Señores Congresales en la casa congresal, y de allí se dirigieron en cuerpo al templo de San Francisco donde asistieron a la misa del Espíritu Santo, que se cantó para implorar sus divinas luces, y auxilios, protestando con esto el deseo del acierto en sus deliberaciones».

Era el día 25 de marzo de 1816, «que consagra nuestra madre la Iglesia a la memoria del adorable misterio de la Encarnación del Hijo de Dios»7. De ese modo, con la fiesta de la Anunciación, en la que se celebra el bendito día en que María se convirtió en Arca de la Nueva Alianza entre Dios y los hombres, comenzó la labor parlamentaria que llegó a su culmen con la declaración de la Independencia.

Procesión con el Señor del Milagro, Señor de Mailín y la Cruz de Matarå



Con la participación de numerosos congresistas a las 15hs del segundo día (17/06) del congreso eucarístico nacional se realizó una procesión con las imágenes del Señor del Milagro(Salta), el Señor de Mailín(Santiago del Estero) y la cruz de Matará (Cruz más antigua de la evangelización en Argentina). Fue una procesión muy efusiva cargada de la emotividad y alegría de todos los congresistas que caminaban como así también de todos los tucumanos que se encontraban con el paso de las imágenes. Más información: http://www.portaldesalta.gov.ar/milagro.htm



Un regalo del Obispo Fray Francisco de Victoria, quien era Obispo del Tucumán, estuvo presente en la fundación de Salta en 1582. Terminado su servicio pastoral, ya en España, mandó dos cajones para América: uno con la imagen de la Virgen del Rosario para Córdoba y otro con el Señor Crucificado para la Iglesia Matriz de Salta. Es en el puerto del Callao (en Perú) donde acontece el primer prodigio: cuando la gente salió al puerto divisó los cajones flotando sobre las aguas. Sacados ambos del océano, los abrieron y se dieron con la grata sorpresa de las dos imágenes que enviaba el antiguo Obispo del Tucumán. Nunca se supo del navío que las traía ni de su tripulación.


La historia cuenta que un día de 1780 el anciano Juan Serrano se sorprendió al observar una potente luz al pie de un algarrobo. Con curiosidad se acercó al lugar y descubrió una cruz de madera con la imagen pintada de Cristo, con una calavera bajo sus pies. Esto ocurrió en las inmediaciones de la actual población de Mailín, Santiago del Estero, donde se construyó un templete para este Cristo que con el tiempo fue denominado popularmente Señor de los Milagros de Mailín.
A comienzos del siglo XIX se levantó una capilla para celebrar los oficios religiosos, y en 1870, por iniciativa del General Antonio Taboada, comenzó la edificación de la iglesia mayor. En 1904 se iniciaron los trabajos para construir el actual templo donde se conserva la imagen del Cristo, protegida en una caja de oro y plata.

La Cruz de Matará es una cruz tallada en madera por un miembro de la tribu nativa de Matará en la Argentina, evangelizada en el siglo XVI. Los misterios fundamentales de nuestra fe están tallados en la Cruz: la creación, simbolizada por el sol y la luna, el nacimiento de Cristo, simbolizado por la Estrella de Belén, los instrumentos de la Pasión de Cristo y la Crucifixión, la Eucaristía, la Santísima Virgen María representada como una reina española, y las llamas del purgatorio. Es una de las más antiguas cruces que se han encontrado en Argentina y que manifiesta la evangelización del Nuevo Mundo. Más información sobre la cruz de Matará(simbolos): http://www.servidorasdelsenor.org/es/cruz-de-matará



sábado, 18 de junio de 2016

2º día Congreso Eucarístico Nacional - El Cardenal Re con los seminaristas




A las 12hs del segundo día del congreso eucarístico se realizó el encuentro de seminaristas con el Cardenal Giovanni Battista Re, legado pontificio
  (representante del Santo Padre Francia)
En este encuentro estuvieron presentes 450 seminaristas que participan en este congreso,  de un total de 850 seminaristas argentinos. El Cardenal los invito a crecer durante los años de seminario en tres aspectos: Humano Cultural y Espiritual.

Aspecto Humano

"Los años de seminario les deben ayudar a ser cada vez mejores personas. "

 "Deben mejorar su carácter y su personalidad. "

"El sacerdote debe ser un hombre verdadero,  íntegro y equilibrado"




Aspecto Cultural

"Deben utilizar los años de seminario para estudiar,  esto les ayudará en el apostolado. "


viernes, 17 de junio de 2016

1º Día Congreso Eucarístico Nacional - Mons. Zecca, Celebración Eucarística



Este jueves 16 de Junio se vivió con gran alegría la apertura del Congreso Eucarístico Nacional.
La celebración eucarística estuvo presidida por el Arzobispo de Tucumán, Monseñor Alfredo Zecca, al tiempo que estuvieron presentes los cardenales Battista Re (representante del Santo Padre Francisco) y Mario Poli (Arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires y primado de la Argentina)

Mons. Zecca en la homilía mencionó diversos temas: Reconciliación con el pasado para ser una verdadera patria, símbolos patrios desigualdad e Inclusión,  Justicia y Misericordia, ajustes económicos y política, la corrupción-trata de personas y jueces,  la responsabilidad de todos en atención a los pobres y más desfavorecidos. Fue interrumpido con aplausos en varias oportunidades.  Algunas frases de su homilía:

"Es necesario que los argentinos volvamos a valorar los signos distintivos: la bandera,  el himno, la escarapela. Patria es lo recibido por nuestros padres y lo que queremos dejar a las nuevas generaciones"

martes, 14 de junio de 2016

CONGRESO EUCARISTICO NACIONAL 2016



¿Qué es un Congreso Eucarístico?

Es un regalo de Dios, un momento de gracia, donde celebramos la fe en torno a Jesús Eucaristía.
La Iglesia como Pueblo de Dios celebra a Jesús Eucaristía desde hace veinte siglos, “desde la salida del sol hasta su ocaso”, en sus templos, y de un modo más manifiesto, en las plazas y calles de nuestras ciudades, para gozo de las multitudes creyentes y para sostén de su esperanza en el diario caminar de la vida.
Una de esas circunstancias en un Congreso Eucarístico. En esta ocasión es muy significativo para la Argentina porque celebraremos el bicentenario de nuestra Independencia declarada en Tucumán, junto a una Iglesia viva y presente, comprometida con la historia de la Patria.

¿Quién convoca un Congreso Eucarístico?

Lo convoca Jesús por medio de los pastores. En esta oportunidad, a través de la Conferencia Episcopal Argentina. Para tratar el tema “Jesucristo, Pan de Vida y Comunión para nuestro Pueblo”, y bajo el lema “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos”.

¿Quiénes participan?

Todos estamos convocados, aun aquellos que están alejados y que no conocen todavía a Jesús, a compartir la fe recibida y el milagro de la presencia de Dios en la Eucaristía.

¿Cuál es el fin?

Reconocer a Jesús en la Eucaristía, para adorarlo, celebrarlo y renovar nuestro compromiso de anunciarlo y testimoniarlo, en el hoy de nuestra Patria, de manera personal y comunitaria. Su sentido más profundo es glorificar a Cristo.


Oración del Congreso Eucarístico NacionalTucumán 2016
Jesucristo, Señor de la Historia te necesitamos.
Tú eres el Pan de Vida para nuestro pueblo peregrino.
Conscientes de tu presencia real en el Santísimo Sacramento
te alabamos y adoramos,
te celebramos y proclamamos,
te recibimos y compartimos.
En el bicentenario de la independencia de nuestra Patria
agradecemos tu presencia constante en nuestra historia,
pedimos tu gracia para forjar el presente guiados por tu Evangelio.
Ponemos en tus manos nuestro futuro con esperanza y compromiso.
Con la alegría que nos da tu Palabra
salimos al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie,
para gestar juntos una cultura del encuentro en la Patria,
siendo auténticos discípulos misioneros.
Con nuestra Madre, la Virgen María,
y unidos a los santos que son nuestros modelos
nos ponemos en camino dejándonos conducir
por la Providencia del Padre
y animados por el fuego del Espíritu Santo.
Amén.

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