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martes, 1 de octubre de 2019

Calendario y Temática del Sínodo Amazónico.




Como cada martes hoy compartimos otra publicación sobre el próximo  el sínodo "Amazonia: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral".

En esta oportunidad, compartimos a continuación los eventos más destacados del calendario de este sínodo:


Domingo 6 de Octubre - 10:00Hs Santa Misa de Apertura del Sínodo.

Lunes 7 de Octubre - 9:00Hs Oración de apertura*, Saludos del Santo Padre y sesión inicial.

Domingo 13 de Octubre - 10:15Hs  Santa Misa y Canonización del Cardenal Newman.

Domingo 20 de Octubre - 10:30Hs Santa Misa por la Jornada Mundial de las Misiones.

Domingo 27 de Octubre - 10:00Hs Santa Misa de Clausura del Sínodo

*Todos los días se iniciara la jornada con una oración a las 9:00Hs.


También compartimos los temas que se van a tratar en el sínodo, según los temas presentados en el Instrumentum Laboris (Documento de preparación):

PARTE I: LA VOZ DE LA AMAZONÍA.

Capítulo I: Vida. 

Amazonía, fuente de vida. / Vida en abundancia. / El “buen vivir”. / Vida amenazada. / Defender la vida, enfrentar la explotación. / Clamor por vivir.

Capitulo II: Territorio.

Territorio, vida y revelación de Dios. / Un territorio en donde todo está conectado. / La belleza y la amenaza del territorio. / Territorio de esperanza y del “buen vivir”.  /

Capitulo III: Tiempo (Kairos) 

Tiempo de gracia. / Tiempo de inculturación e interculturalidad. / Tiempo de desafíos graves y urgentes. / Tiempo de esperanza.

Capítulo IV: Diálogo.

Nuevos caminos de diálogo. / Diálogo y misión. / Diálogo con los pueblos amazónicos. /  Diálogo y aprendizaje. / Diálogo y resistencia. / Conclusión.



PARTE II: ECOLOGÍA INTEGRAL: EL CLAMOR DE LA TIERRA Y DE LOS POBRES.

Capítulo I: Destrucción extractivista. 

El clamor amazónico. / Ecología Integral / Ecología integral en la Amazonía. / No a la destrucción de la Amazonía. / Sugerencias.

Capítulo II: Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV): amenazas y protección.

Pueblos en las periferias. / Pueblos vulnerables. / Sugerencias.

Capítulo III: Migración. 

Pueblos amazónicos en salida. / Causantes de la migración. / Consecuencias de la migración. / Sugerencias.

Capítulo IV: Urbanización.

Urbanización de la Amazonía. / Cultura urbana. / Desafíos urbanos. / Sugerencias.

Capítulo V: Familia y comunidad. 

Las familias amazónicas. / Cambios sociales y vulnerabilidad familiar. / Sugerencias.

Capítulo VI: Corrupción. 

Corrupción en la Amazonía. / Flagelo moral estructural. / Sugerencias.

Capítulo VII: La cuestión de la Salud Integral. 

Salud en la Amazonía. / Valorización y profundización de las medicinas tradicionales. / Sugerencias.

Capítulo VIII: Educación Integral. 

Una Iglesia sinodal: discípula y maestra. / Educación como encuentro. / Educación en una ecología integral / Sugerencias.

Capítulo IX: La conversión ecológica.

Cristo nos llama a la conversión (cf. Mc 1,15) / Conversión integral. / Conversión eclesial en la Amazonía. / Sugerencias.



PARTE III: IGLESIA PROFÉTICA EN LA AMAZONÍA: DESAFÍOS Y ESPERANZAS.

Capítulo I: Iglesia con rostro amazónico y misionero.

Un rostro rico en expresiones. / Un rostro local con dimensión universal. / Un rostro desafiante ante las injusticias. / Un rostro inculturado y misionero.

Capítulo II: Desafíos de la inculturación y la interculturalidad 

En camino hacia una iglesia con rostro amazónico e indígena. / Sugerencias.

La evangelización en las culturas / Sugerencias.

Capítulo III: La celebración de la fe: una liturgia inculturada. 

Sugerencias.

Capítulo IV: La organización de las comunidades.

La cosmovisión de los indígenas. / Distancias geográficas y pastorales. / Sugerencias.

Capítulo V: La evangelización en las ciudades.

Misión urbana. / Desafíos urbanos. / Sugerencias.

Capítulo VI: Diálogo ecuménico e interreligioso.

Sugerencias.

Capítulo VII: Misión de los medios de comunicación. 

Medios, ideologías y culturas. / Medios de la Iglesia. / Sugerencias.

Capítulo VIII: El rol profético de la Iglesia y la promoción humana integral.

Iglesia en salida. / Iglesia en escucha. / Iglesia y poder. / Sugerencias.



Para finalizar te proponemos rezar esta oración por el Sínodo:

“Que el Dios de la vida y la belleza, el Espíritu Santo que
nos impulsa hacia más fraternidad, unidad y dignidad, y el
Cristo encarnado de la Buena Nueva, y de la inculturación y
la interculturalidad nos den la serenidad, el discernimiento
y la valentía para encontrar los nuevos caminos para la
Iglesia y para una ecología integral en este Sínodo Amazónico. 
Todo ello para el bien y la vida de sus pueblos y comunidades, 
y para caminar más juntos por el Reino”

(Oración recomendada por la Red Eclesial Panamazónica )



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martes, 17 de septiembre de 2019

"Sínodo Amazónico, entrevista a Mons. Ojea" - Marcelo Figueroa



UNA CONVERSIÓN ECOLÓGICA INDISPENSABLE

Monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, recibió en su sede de Buenos Aires a L´Osservatore Romano con la cordialidad y calidez a que nos tiene acostumbrados. 
Le consultamos sobre sus pensamientos, expectativas y reflexiones ante la situación planetaria a la luz del eminente encuentro sinodal y especialmente en relación al llamado a una “conversión ecológica”. Éstas fueron sus muy enriquecedoras palabras, dichas con mucha pasión y convicción espiritual: 
El papa Francisco en su magisterio nos habla de tres conversiones. La conversión pastoral, de la cual habla profusamente en Evangelii Gaudium y que es la conversión de la Iglesia hacia la misión y un llamado a remover las estructuras que la impiden. Luego, la conversión ecológica que la plantea en la Encíclica Laudato SI y que tiene que ver con el enorme desafío de afrontar esta crisis planetaria que se ha producido en nuestra casa común y la invitación al cuidado de ella. Y finalmente nos habla de la conversión sinodal de la iglesia, que la va a plantear primero en el discurso del aniversario del Sínodo y luego en Episcopalis Communio. 

Si nos detenemos en la conversión ecológica, cuando comienza Laudato SI, el Santo Padre nos presenta una situación del hombre frente a la naturaleza fundada en las Sagradas Escrituras y particularmente en el “Cántico de las Criaturas” de San Francisco. Se trata allí de una relación armónica entre el hombre, la naturaleza, el sí mismo, el prójimo y con Dios. Una relación donde San Francisco se dirige primero al Dios Altísimo al cual ningún hombre es digno de nombrar. Y esto es bueno decirlo porque ante todo San Francisco alaba al Altísimo creador y luego al hermano sol, a la luna, a las estrellas, al fuego, al agua y finalmente a la hermana madre tierra. Este maravilloso cántico es el primer poema en lengua vernácula italiana. El Papa toma de esta espiritualidad todo lo que ella significa para pensar al hombre frente a la naturaleza. No como lo plantea el subjetivismo moderno que pone al hombre enfrentado a la naturaleza como si fuera algo distinto al él, como delante de un marco o como un objeto del cual pueda extraer todo lo que quiera o succionar todo lo que quiera, intervenir todo lo que quiera. Ya que el hombre también es naturaleza, el hombre es agua, el hombre es tierra y el hombre es aire. 

Alejado de una posición de dominianismo o superioridad, el hombre debe verse como a sí mismo como administrador de la casa común. Como un responsable dotado de inteligencia y voluntad pero que sin llegar al extremo de adorar a la naturaleza, que se transformaría en una suerte de panteísmo. El hombre cambia la categoría de “dominio” por lo que va a ser el eje de la Encíclica y que es la categoría de “cuidado”. El cuidado se basa en el respeto por cada ser, por cada criatura que es amada en si misma por Dios y por eso mismo es necesaria y hace a la armonía y al conjunto de toda la creación. Entonces, de alguna manera, el hecho de concebir al hombre cuidando significa que el hombre está guardando, respetando, protegiendo, previniendo y provocando continuamente acciones que lo convierten en el ser responsable de un cuidado para lo cual debe mantener cierto equilibrio y respeto al otro. 

¿Cómo resolver entonces este problema que se nos plantea en una naturaleza bella, maravillosa, regalo de Dios y que al mismo tiempo está amenazada frente a un grave peligro? Para poder desarrollar esto, el Papa nos plantea en el llamado al Sínodo a una reflexión sobre un territorio concreto que abarca casi ocho millones de kilómetros cuadrados, con el río más grande del mundo que tiene más de mil afluentes y con un ecosistema que resguarda el equilibro a través de la humedad. De una zona en una región que tiene el veinte por ciento de las reservas de agua dulce y que contiene un tercio del carbono del mundo. En este lugar concreto el Papa plantea poder pensar como realizar una conversión ecológica indispensable. Pone en paralelo el amor por la tierra y el amor por los pobres porque el grito de la tierra es el grito de los pobres, en este caso a los habitantes de estos lugares de la cuenca de la Amazonía.

Esta conversión ecológica abarca una conversión cultural, económica, social y también generacional.    La tierra es un don de Dios y por eso tiene que ver con la lógica de la receptividad. Nosotros recibimos la tierra que hemos heredado. Al recibirla, nosotros debemos transformarla y cuidarla para las generaciones futuras. Pero al mismo tiempo vivimos un inmediatismo enorme donde cada vez se habla menos en el futuro. Esto pone en crisis el sentido mismo de nuestra vida en la tierra. ¿Qué estamos haciendo con la tierra que hemos recibido? ¿La hemos recibido para depredarla o para cuidarla y transformarla para las nuevas generaciones? ¿Tenemos algún deber para las nuevas generaciones o les vamos a dejar un basural de derroche, de despilfarro con un agua híper-contaminada, con un cambio climático irrefrenable que va a causar un perjuicio enorme a través del calentamiento global a millones de seres humanos y con dificultades para aprovechar el oxígeno en el planeta? Entonces, todo esto va a requerir de nosotros una conversión que abraque distintos aspectos de nuestra persona. Una conversión que tiene que ver con nuestros hábitos de consumo - porque comprar también es un acto moral-, con lo educativo, con lo económico, y con nuestro estilo de vida. Una conversión que finalmente lleve a establecer una espiritualidad nueva que nos permita sensibilizar frente al problema ecológico. Yo me preguntaría desde la vida espiritual, en qué lugar debemos ponernos para escuchar el grito de los pobres y de la tierra. Y una vez que descubrimos ese lugar, tenemos que unirnos para crear conciencia de este deber y esta misión que tenemos todos hacia esta tierra y hacia nuestros hermanos.

Publicado en el L'osservatore Romano
el 9 de Agosto, 2019



Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

Todos los martes encontraran en este blog, una publicación sobre el "Sínodo de la Amazonia".


lunes, 9 de septiembre de 2019

"SOMOS LA AMAZONIA" - DOCUMENTO ECUMÉNICO EN APOYO AL SÍNODO DE LA AMAZONIA


El inminente Sínodo de la Amazonía y la siempre renovada vigencia de la Encíclica Laudato SI, está provocando una serie muy importante de adhesiones, expresiones, debates y puesta en agenda en todo el espectro del mundo ecuménico en todo el mundo y muy especialmente en Latinoamérica.
Un ejemplo claro es un documento llamado “Somos La Amazonía” que proviniendo de la organización ecuménica “Christian Aid” está sumando adhesiones de iglesias, consejos y organizaciones basadas en la fe y socios ecuménicos para que se comprometan en la lucha por equidad y justicia en la región. 
Según dejó trascender ALC (Agencia Ecuménica de Comunicación en Latinoamérica y Caribe), el documento se publicará poco antes del Sínodo para la Amazonía, previsto para octubre de 2019. Los promotores confían que el mismo demostrará el apoyo y la fuerza ecuménica en defensa de la floresta y sus pueblos y evidenciará la crisis en la selva amazónica, que desempeña un rol vital en la salud del planeta. 
Finalmente expresan que como partes de una comunidad ecuménica, nosotros y nosotras que firmamos esta declaración, estamos en solidaridad con las iglesias y comunidades por toda la Amazonía. La crisis ecológica de los bosques exige por un esfuerzo continuo por parte de socios ecuménicos para lograr la paz y justicia a niveles local, nacional, regional e internacional. Es en este contexto que respaldamos y apoyamos la siguiente declaración de las Iglesias Latinoamericanas:


SOMOS LA AMAZONIA
Dios habla con nosotros de toda la creación. El cielo y la tierra proclaman la presencia del amor de Dios que nos da vida en el bosque, en las aguas, en la atmósfera, en el milagro de las semillas y en la diversidad de todo lo que existe. Todo ser que respira participa de este amor. Todo ser que respira también sabe que este amor hecho mundo, está amenazado y explotado por un modelo económico que transforma todo en mercancía, que no acepta límites para su expansión y acumulación de riqueza.
Nosotros, las Iglesias, los Consejos y las Organizaciones Basadas en la Fe estamos conscientes de estas amenazas dolorosas, inminentes y que empeoran:
• Aprendamos a escuchar el clamor del Bosque y todos sus seres y culturas: muchas veces fuimos insensibles y sordos a este grito que nace en el corazón de la Amazonia;
• Aprendamos a abandonar nuestras ideas preconcebidas sobre la región: muchas veces no escuchamos a los seres y culturas que hacen pulsar a la Amazonia;
• Aprendamos a interpretar el deterioro de los modelos económicos, culturales, religiosos y políticos de extractivismo intensivo y predatorio: muchas veces no levantamos nuestra voz profética en la defensa de pueblos, especies y territorios frente a los megaproyectos en la región, financiados con capital local y global, promotores de la crisis climática;
• Aprendamos a encarnar nuestra fe en la vida y en las culturas amazónicas: muchas veces toleramos propuestas misioneras supremacistas y destructoras de la diversa presencia de Dios en la Amazonia;
• Aprendamos del actual proceso del Sínodo Pan-Amazónico de la Iglesia Católica Romana y la reflexión del Papa Francisco y de Laudato Sí para dialogar en este momento de espiritualidad y profecía asumiendo también nuestro compromiso y fe.
En defensa de la gran Amazonia, su gente y sus seres biológicos. En defensa de nuestra Casa Común. En defensa de todo ser que respira. Queremos la Amazonia viva, soberana y protegida. Nos comprometemos a los diálogos de fe y a mantener nuestra presencia en la región teniendo como prioridad a todos los seres y culturas de la Amazonia.
Nos comprometemos a:
1- Seguir presionando a los Estados para que garanticen que las comunidades tradicionales amenazadas (pueblos indígenas, afrodescendientes, ribereños, campesinos, entre otros) tengan acceso y control sobre la tierra y sus bienes comunes.
2- Contribuir a que las comunidades históricamente excluidas y marginadas en el bosque y en las ciudades puedan participar, influenciar y tomar decisiones en los procesos que les afectan de manera directa en sus territorios.
3- Defender a defensores/as de Derechos Humanos y defensores/as de la naturaleza que vienen siendo constantemente amenazados mediante mecanismos eficaces de denuncia y protección;
4- Apoyar a las comunidades locales en la promoción de alternativas económicas sostenibles y a hacer frente al sistema económico vigente enfrentando los desafíos de la crisis climática en la región;
5- Desarrollar una espiritualidad ecológica que nos ayude a escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias, sintiéndonos parte de la Casa Común y todo el mundo habitado.
6- Apoyar a organizaciones locales e iniciativas basadas en la fe en el desarrollo de estos objetivos, manteniéndonos siempre informados, desafiantes y activos en lo que es para nosotros un imperativo de fe: ¡SOMOS AMAZONIA!

7- Convocar a nuestras Iglesias y Organizaciones Hermanas en el sur y norte a nivel global sur a la oración y acción, conscientes de que los peligros de extinción del planeta están ante todos, pero la solidaridad la globalización de la esperanza es lo que nos une en defensa de la Casa Común: el mundo que Dios tanto ama.

Publicado en el L'osservatore Romano
el 25 de Julio, 2019


Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

martes, 3 de septiembre de 2019

"SANAR LA TIERRA COMO MANDATO DIVINO" - Marcelo Figueroa




En el marco del año sinodal de la Amazonía, el “Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro” (IDGCE) que trabaja en unión estratégica con la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) está llevando a cabo en su sede en Buenos Aires un Ciclo de Seminarios “Pensar el futuro”. En esta primera parte, el tema en desarrollo es “Dialoguemos sobre espiritualidad y cosmovisiones en un mundo atravesado por el cambio climático”. Estos seminarios son dirigidos por las autoridades del IDGCE , licenciado Luis Liberman y magister Gabriela Sacco y cuentan con la coordinación y moderación de quien suscribe el presente artículo. En uno de ellos participaron como disertantes la rabina Silvina Chemen, la islamóloga Nancy Falcón y el biblista católico José Luis D´Amico. 


Los tres comenzaron referenciando sus fuentes literarias sagradas. La rabina Chemen al mencionar los capítulos 25 y 26 de Levítico y el 15 de Deuteronomio de la Torá, resaltó que éstos piden un año de cada siete para que tenga un Shabat Shabbaton - un Año sabático – un año de shmittah - un año de descanso de la Tierra y sus trabajadores. La Torá nos advierte que si nos negamos a dejar que la Tierra, "descanse" de todos modos ella descansará, a pesar de nosotros y sobre nosotros - a través de sequía y el hambre que llevarán a las personas al exilio trasformándolos en refugiados. Esta antigua advertencia, continuó expresando Silvina, oída por un pueblo en una pequeña tierra se ha convertido en el reflejo de la crisis de nuestro planeta como un todo y de toda la especie humana. El comportamiento humano en el abuso de la Tierra – generó una respuesta planetaria sistémica que pone en peligro a las comunidades humanas y muchas otras formas de vida también. La licenciada Falcón por su parte que en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, en su mensaje central de El Tauhid como Unicidad de Dios, representa un concepto fundamental que atraviesa todo el texto sagrado y que si bien se refiere a la divinidad como tal, también puede entenderse como una forma de denominar a todo lo creado. Continúo Nancy expresando que Dios crea directamente con el lenguaje, dice el Corán: “Kun Faya Kun” (36:82), es decir “Dice que sea y es”, y su creación por entero es también Una y Única, Dios crea en el Tauhid: a los cielos, a la tierra, al universo entero y al ser humano como un todo. Como seres humanos no estamos disociados de la creación sino que formamos parte de ella, reconociéndonos creados por el Ruh (espíritu) divino dentro de nosotros unidos todos por una naturaleza común y en armonía con lo creado. El ser humano es, en sí mismo, un microcosmos, lleva el espíritu de Dios en su interior y el mandato de divino de ser el administrador cuidadoso de la creación de Dios: la tierra, que es a su vez el material con el cual ha sido edificado. Finalmente el licenciado D´Amico y luego de leer el texto de la creación desde los primeros capítulos del Génesis hizo referencia que el hombre fue puesto por Dios para labrar (servir) y cuidar esto y se preguntó ¿qué hacemos con este mandato? Las políticas económicas, en contacto con poderes políticos y otras veces con el silencio de comunidades religiosas de diversos credos, no solo generan este estado de deterioro, casi irreversible a esta altura, además genera también pobreza, muerte, enfermedades, desnutrición, etc. Esto es, prosiguió José Luis, porque el ser humano se desconecta de su vocación de vivir en relación a la tierra. Desobedecer el mandato de Dios de cuidar servir es desobedecer su misma vocación más primaria. Y es desobedecer también lo que los aborígenes, indígenas, claman junto a sus culturas, dioses y tradiciones. Todos hoy debemos unirnos a ese clamor, que exige una conversión y esto es un cambio.

Las citas a la Encíclica Laudato SI y al magisterio de papa Francisco en relación a la ecología integral también se hicieron oír en la diversidad de estas voces representantes de las tres tradiciones abrahámicas. La rabina Silvina resaltó que La encíclica Laudato Si ha movilizado a los diferentes líderes como Torah, Pope, & Crisis Inspire 400+ Rabbis to Call for Vigorous Climate Action en donde rabinos de todas las denominaciones se han pronunciado en medios públicos acerca de la adhesión a las posturas de la encíclica; llamadas Reflexiones sobre la Justicia Climática. Del mismo modo, explicitó que hay textos especialmente escritos para ser leídos en las sinagogas el día más sagrado del año: Iom Kipur o para hacer sesiones de debate en las comunidades y donde se buscan las coincidencias entre los párrafos de la encíclica con los textos bíblicos. En su momento la referente musulmana Nancy dijo que el cuidado de la naturaleza como nuestra casa común, que recogen diferentes tradiciones religiosas y que nos recuerda el Papa Francisco en su “Laudato Si”, es un tema central en la tradición islámica, la naturaleza misma es un signo de la existencia de Dios y un mandato coránico que el ser humano forme parte de su cuidado. Continuó luego enfatizando que en un tiempo de tanta confusión y pérdida para el ser humano y para el resto de la creación, es urgente volver a erigir la figura del hombre Jalifa. Él es el guardián y defensor de la creación y de quienes hay en ella. Para que la creación se regenere, el hombre debe asumir su responsabilidad, pero no en forma individual sino colectiva. Dice el Sagrado Corán: “Sepan que Dios no cambia la condición de un pueblo hasta que ellos no cambien lo que hay en sí mismos”. (Sura 13:11). Finalmente el biblista católico José Luis, recordó que tanto en Laudato Si como en el Instrumento de Trabajo del Sínodo de Amazonia la iglesia denuncia la destrucción y el no cuidado, el abuso y no el cultivo, la expropiación y el servicio del agua y la tierra. Llamó a una conversión integral como lo ha dado en llamar el papa Francisco en donde la Iglesia debe ser signo y palabra en el camino para luego de leer íntegramente el clamor de la Amazonia desde los apartados 45 y 46 del Instrumentum Laboris llamar a querer ser sanadores y curadores de nuestra tierra, tarea a la cual Dios mismo nos está inspirando y estimulando. 

Creo pertinente culminar con una historia referenciada por a rabina Chemen surgido de un pensamiento rabínico: “La historia relata acerca de dos hombres que discutían la propiedad de un lote de tierra, y que ante la falta de un acuerdo coincidieron en apelar a un sabio que oficiara de juez para que dirima el pleito. El sabio decidió inclinarse y colocar su oído sobre el piso. Al ver la reacción del sabio, ambos contendientes se acercaron y le preguntaron por qué se inclinó, a lo que el maestro respondió que él debía consultar a la misma tierra quien era su dueña. Y culmina el relato diciendo que la tierra expresó que ella le pertenece al Todopoderoso, su Creador”


Publicado en el L'osservatore Romano
el 18 de Julio, 2019
Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

martes, 27 de agosto de 2019

"ENCARNACIÓN E INCULTURACIÓN (Sínodo de la Amazonia)" - Marcelo Figueroa



"Encarnación e inculturación" en base al Instrumentum Laboris del Sínodo de la Amazonía y tomando como base el libro "Hacia el Sínodo Panamazónico".

“Lo que no es asumido no es redimido”. Este principio misionológico de San Ireneo proporciona un sustrato ineludible cuando hablamos de encarnadura e incultura del Evangelio. Expresamente citado en el Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonía, es un faro que ilumina los tres primeros capítulos del apartado III en donde se desarrollan extensa y profundamente estos dos pilares para una pastoral dialogante con la cosmovisión amazónica. 

Luego de un proceso de reflexión conjunto entre Amerindia y la Red Eclesial Panamazónica –REPAM, en donde participaron 28 teólogos-as y pastoralistas, principalmente de América Latina y el Caribe salió a la luz un volumen muy valioso: “Hacia el Sínodo Panamazónico – Desafíos y aportes desde América Latina y el Caribe” . Este material que considero de referencia ineludible, destina un apartado completo para profundizar sobre estos dos conceptos “Encarnación e Inculturalización”. A riesgo de pecar de reduccionista, ofrezco en este artículo algunos conceptos centrales de ese segmento, reiterando mi humilde sugerencia a que el libro sea leído y estudiado en su totalidad. En respeto a trabajo realizado, los párrafos seleccionados son citados textualmente a continuación. Las grandes distancias y diversidades de la Amazonía advierten del peligro de un neocolonialismo cultural, de la centralización administrativa y de una visión unilateral del pensamiento humano. Éstas produjeron también grandes distancias pastorales.

Una Iglesia con rostro indígena será una Iglesia postcolonial, plural y cercana a las respectivas culturas locales, teniendo en cuenta que no sólo la Amazonia, sino el mundo es una realidad pluriétnica, pluricultural y plurirreligiosa. Los grandes esfuerzos pastorales de la Iglesia posconciliar en la Amazonía no consiguieron superar plenamente su pasado colonial en sus estructuras, celebraciones y teologías, y construir Iglesias más próximas, descentralizadas y con rostro amazónico. El misterio de la encarnación, la práctica de la inculturación y la descentralización, y la política social de la solidaridad como partes integrantes de una “ecología integral” pueden guiar hacia la superación real de esas distancias e impulsar, siguiendo la propuesta del Sínodo, los “nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.

Jesús, siguiendo su naturaleza humana, nació en Belén y fue criado en Nazaret, donde tuvo una existencia social (se enculturó) en la cultura de sus padres. Hasta aquí no hubo inculturación en una cultura extraña. Él aprendió desde la niñez su propia cultura como nosotros lo hacemos. Como persona divina, sin embargo, podemos analógicamente decir, que Él salió de su ‘patria divina’ y se inculturó en su ‘patria humana’. Su ‘patria divina’ no era sólo otro país o continente, sino otra realidad, concebida en nuestra fe como una realidad totalmente diferente, donde él fue “generado, no hecho” (genitum non factum).

En un contexto pluricultural o de hegemonía cultural, la asunción de la propia alteridad es esencial. Los pueblos amazónicos, indígenas y no indígenas, requieren continuamente de resistir contra cualquier intento de destrucción de su identidad/alteridad para la asimilación o integración bajo los patrones culturales dominantes, viciados por la perspectiva de lucro, crecimiento y aceleración.
En el plano cultural, la reducción de la diversidad de los pueblos indígenas, la integración en el proyecto hegemónico y la imitación de la cultura dominante fueron las exigencias del razonamiento colonial. Muchos pueblos no aceptaron asentar su vida en el tripié reducción-integración-imitación y fueron masacrados, otros asumieron el cristianismo como ‘religión estratégica’ para relacionarse diplomáticamente con la sociedad envolvente. 

Por la encarnación, como prototipo análogo de inculturación, Dios tejió nuevamente una interrelación rota entre el Creador y la criatura, redimió a la humanidad, a la naturaleza, al planeta Tierra y a todo el cosmos. ‘Redimir’ quiere decir, ponerse en comunicación, hacer nuevamente a la humanidad y a la naturaleza ‘cercanas’. La cercanía posibilita que todo y todos estén al servicio recíproco en el interior de una “ecología integral” . Y esto “exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo. No está de más insistir en que todo está interconectado” , incluso “la relación íntima entre los pobres y la fragilidad del planeta” . La diversidad cultural apunta hacia una inculturación o encarnación más real, concretamente para la asunción de los modos de vida y de las culturas en su diversidad.

La ‘encarnación’ y la ‘inculturación’ restablecerán una proximidad comunicativa, amorosa y servicial entre Dios, la humanidad y la naturaleza.


Publicado en el L'osservatore Romano
el 14 de Julio, 2019

Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

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"TIERRA, MADRE DE TODOS" - Marcelo Figueroa


martes, 20 de agosto de 2019

"TIERRA, MADRE DE TODOS" - Marcelo Figueroa



"La importancia de las traducciones bíblicas en lenguas amazónicas y su rol en la ecología integral."

Mucho más que oportuna y urgente es la sugerencia “Incentivar la traducción de la Biblia a las lenguas originales de la Amazonía” en el Instumentum Laboris del Sínodo. Además, que ésta se enmarque dentro del capítulo de “Diálogo ecuménico e interreligioso” no solo le da un contenido ecológico integral religioso y lingüístico, sino que representa un continente ecológico integrador para el cuidado de la casa común desde una mirada antropológica y de subsistencia para estas comunidades aborígenes amazónicas.

Las ciencias de las traducciones bíblicas han debido transitar un camino integrador, inclusivo y ecuménico desde lo teológico y misionológico para volver a la misma raíz incultural de la Palabra encarnada (San Juan 1,14a) y al mismo tiempo transitar caminos para que “a partir de las Sagradas Escrituras procurar dar un testimonio común” , de una evangelización sin conquistas. 

De las antiguas traducciones que realizaban los misioneros que se esforzaban por aprender los idiomas originarios, se pasó a la imprescindible tarea de los referentes lingüísticos de esos pueblos para que sirvan como base y desarrollo del texto traducido. Entonces, la literalidad en la traducción debió por fin dejar paso a la dinámica y vitalidad idiomática de cada etnia, conservando su cosmovisión, costumbres, hábitat, cultura y costumbres. En esta tarea resulta fundamental el rol de la mujer aborigen que a menudo se constituye en la reserva idiomática de su comunidad y la garantía de conservación temporal lingüística al utilizar su propio idioma en el cuidado de los niños. Un ejemplo clave de ello es la conservación y desarrollo del guaraní en donde el lugar de la mujer que, sobreviviendo a la guerra del Chaco resistió la conquista idiomática de la lengua de su corazón y fundó las bases para que este idioma aborigen sea ahora lengua oficial de Paraguay. 

La admirable interacción de los habitantes de las comunidades aborígenes amazónicas con lo creado resultará fundamental para la correcta traducción de la enorme variedad y cantidad de elementos de la fauna, flora y cosmos en los relatos bíblicos que en sus lenguas fuentes son propias de un hábitat de origen muy diferente. Por otro lado, el concepto de distribución comunitaria de los bienes de la tierra - que a muchas traducciones bíblicas le dificultó la comprensión y traducción del término “ayuno” como privación de comer lo que se tiene hoy por la gracia de la Madre Tierra - serán desafíos maravillosos para esas traducciones. Ambos conceptos, el de un bienestar comunitario solidario y el de una Madre Tierra proveedora y acogedora expresadas en una traducción, despejarán por sí solas el avance de algunas teologías apocalípticas, dominianistas y de prosperidad individual que “impactan negativamente en grupos amazónicos”.

Por otro lado, que “otros grupos que están presentes en medio de la selva amazónica junto a los más pobres realizando una labor de evangelización y de educación…permite que ellos divulguen la Biblia traducida a las lenguas originarias ”, presenta por lo menos dos desafíos y contribuciones socio-culturales. En primer lugar, los miles de vocablos necesarios para traducir el texto bíblico - que dicho sea de paso muchas veces no superan al enorme volumen idiomático de estas comunidades - se constituirán tal la experiencia con otras traducciones aborígenes en una suerte de diccionario impreso. Este valor bibliográfico, sería un aporte fundamental en la preservación y fijación del idioma aborigen en el concierto de la ecología idiomática y una fortificación lingüística en su histórica defensa por su libertad e independencia cultural. Por otro lado, sería imprescindible abordar las traducciones aborígenes en formatos de audio-escrituras. Esto no solo contribuiría a reconocer la valoración de sus idiomas orales o ágrafos como su propio universo cultural, sino que se insertaría en las raíces mismas de las ciencias bíblicas que reconocen a la transmisión oral como inicio y fuente de conservación de los relatos sagrados. 

Por todo ello, que los biblistas, teólogos y agencias bíblicas de todas las confesiones cristianas comiencen a trazar líneas de trabajos en estas direcciones tal como lo sugiere el documento comentado, resultará fundamental para que estas traducciones, siempre realizadas a pedido de las comunidades aborígenes, se constituyan en puentes de encuentro y de integración en la ecología integral expresada en los términos del primer párrafo de este artículo. "

Publicado en en L’Osservatore Romano,
7 de Julio, 2019



Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y editor del L'osservatore Romano en Argentina)

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martes, 13 de agosto de 2019

"Una Iglesia de rostro amazónico y el escándalo de la inculturación" - P. Quique Bianchi





Uno de los tantos senderos que se abrieron en el posconcilio es el de pensar la evangelización como una inculturación del Evangelio. Juan Pablo II impulsó fuertemente esta perspectiva considerando la inculturación como un “hermoso neologismo” que “expresa muy bien uno de los componentes del gran misterio de la Encarnación”.[1] Si buscamos una definición sintética, podemos tomar la expresión del Sínodo de 1985 que entiende a la inculturación como “una íntima transformación de los auténticos valores culturales por su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en todas las culturas humanas”.[2]

Hasta aquí todos de acuerdo. Cuando se trata de la inculturación como un principio teológico pastoral parecería que todas sus consecuencias pueden contenerse en consensos de escritorio. Pero este año la Iglesia está por celebrar un Sínodo sobre los desafíos que presenta la Amazonía. Se trata una región que debido a la riqueza de sus recursos y el estado de amenaza en que se encuentra entraña una problemática que es de vital importancia para el futuro de la humanidad. A esto se suma el hecho de que en su seno viven comunidades indígenas a las que la Iglesia quiere anunciarles el Evangelio y que se encuentran en un proceso de inculturación incipiente. El Sínodo quiere buscar nuevos caminos para profundizar esta misión. Pasar de una Iglesia para los indígenas a una Iglesia indígena. El cardenal C. Hummes, relator general del Sínodo, lo explica en una entrevista a La Civiltà Cattolica: “Nosotros, sobre todo a partir de las grandes Conferencias del episcopado latinoamericano, hemos buscado ser una Iglesia indigenista, que considera a los indígenas como objeto de pastoral, pero no todavía como protagonistas de la propia experiencia de fe. Pero esto no basta. Ahora sabemos que debemos dar un paso más: debemos promover una Iglesia indígena”.[3]

La inculturación engendra historia

Esta coyuntura nos pone ante la posibilidad cierta de que el planteo de la inculturación tome protagonismo no sólo en el plano de los principios o de la explicación del pasado sino en la creación de la historia. Como sabe cualquiera que siga las noticias eclesiales, la reacción a los primeros trabajos del Sínodo no se ha hecho esperar. Algunas críticas son “las de siempre”, las que ven demonios conduciendo todos los procesos posconciliares, o una pluma roja detrás de cada palabra escrita a favor de los pobres. Pero otras son más serias. Incluso -como un testimonio del clima de diálogo de este pontificado- algunas proceden de altos funcionarios de la Iglesia que no temen expresar sus posturas aunque éstas arrojen sombras sobre posicionamientos del papa Francisco.

Toda crítica bienintencionada merece ser pensada y puesta en diálogo. No lo hacemos en este caso desde el lugar de quien conoce la problemática misionera del Amazonas, sino desde la búsqueda de una profundización de la reflexión teológica sobre la inculturación desde América Latina. En concreto, sólo queremos detenernos brevemente en una idea: algunas críticas hacen pensar que la inculturación participa del escándalo de la Encarnación (entiéndase que estamos en el terreno de las analogías). Bien sabemos los cristianos que sostener que el mismo Dios Todopoderoso haya asumido la debilidad de la carne en el seno de María está lleno de consecuencias que resultan difíciles de digerir. Incluso en nuestro proceso de conversión personal se levantan permanentemente resistencias interiores frente a las nuevas facetas que nos va presentando semejante misterio. Tal vez algo análogo suceda en el interior del cuerpo eclesial cuando se quiere llevar a fondo el planteo de la inculturación del Evangelio en nuevas culturas y éstas nos muestran un nuevo modo cultural de ser Iglesia.

La inculturación choca con el eurocentrismo

Un primer escándalo que produce profundizar la evangelización en clave de inculturación es que dinamita cualquier intento de eurocentrismo. Reconocer que “ninguna cultura agota el misterio de la redención de Cristo”[4] choca con la pretensión de normatividad que a veces presenta el cristianismo de cuño europeo. Hablamos en este caso, no de Europa como hecho geográfico sino como fenómeno cultural. Se puede ser culturalmente europeo sin haber pisado el viejo continente. Para una idea general acerca de qué se entiende por cultura europea podemos tomar las palabras de Benedicto XVI: “La cultura de Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma; del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma”.[5] El llamado “Occidente cristiano”. Sócrates, Cicerón y Jesucristo. Pero también Descartes, Lutero y Voltaire. Y tantos otros. Es indudable que en esta cultura la humanidad ha llegado a un alto grado de desarrollo. Incluso en el plano del pensamiento cristiano se ha logrado una rica profundización de la revelación que es un tesoro de la Iglesia. Pero este valor eminente no la hace universal ni le da derecho de presentarse como normativa. Sin embargo, de la mano de sus innegables logros -y del colonialismo de los últimos siglos-, esta cultura se ha extendido por todo el mundo exhibiendo una cierta pretensión de universalidad.

Profundizar procesos de inculturación y reconocer que otros pueblos puedan ser sujetos creadores de una cultura cristiana llevaría a “descentrar” culturalmente la Iglesia. Entenderla como un sujeto intercultural la convertiría en un mosaico donde otras culturas además de la europea tengan carta de ciudadanía cristiana. No se trata de un rechazo a la cultura europea sino de sosegar su vocación hegemónica. Eso es algo todavía pendiente y que Francisco -un papa venido de otro paradigma cultural como es el latinoamericano- reclama vehementemente. En Evangelii Gaudium hay todo un apartado sobre el tema bajo el título “Un pueblo con muchos rostros” (115-118). Allí, a partir del principio de que “la gracia supone la cultura” fundamenta teológicamente la posibilidad de un cristianismo pluricultural y reclama enfáticamente: “no podemos pretender que los pueblos de todos los continentes, al expresar la fe cristiana, imiten los modos que encontraron los pueblos europeos en un determinado momento de la historia, porque la fe no puede encerrarse dentro de los confines de la comprensión y de la expresión de una cultura.[6]

Esto lleva a pensar que tal vez muchas de las resistencias a los procesos de cambio que inicia el papa Francisco tengan que ver con esta interculturalidad que reclama para la Iglesia. Algo así afirmaba en estos días una intelectual italiana en una entrevista a L´Osservatore Romano. Decía que no recuerda un papa tan atacado desde adentro de la Iglesia como ahora y atribuye el fenómeno a “la forma eurocéntrica que el catolicismo ha tomado y que contradice su vocación universal”.[7] Según esto, Europa no está preparada para recibir el modo eclesial de América Latina que representa Francisco. Y debe convertirse.

Un ejemplo claro es la discusión sobre el perfil que tendrían que tener los sacerdotes de una Iglesia indígena. Hay quienes consideran insostenible la posibilidad que éstos no lleven en sus alforjas a San Agustín y Santo Tomás. O se rasgan las vestiduras frente a la idea de que la Iglesia indígena confiera el orden sagrado a ancianos con familia. Parecería que consideran más factible comunidades cristianas sin Eucaristía que introducir novedades en la disciplina de la Iglesia latina. A estos planteos, el cardenal Hummes les recuerda que el ministro debe ser pensado a partir de la comunidad: “Muchas veces existe la preocupación de trasplantar los modelos de los sacerdotes europeos a los eventuales sacerdotes indígenas. Pero alguien alertaba, con razón, de que hay demasiada preocupación y prioridad acerca del perfil del ministro ordenado más que de la comunidad que debe recibir al ministro. Al contrario, la comunidad no es para su ministro, sino el ministro para su comunidad”.[8] En estas afirmaciones de sentido común evangélico resuenan las palabras del Maestro: “El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27).

La paradoja de una acción inculturada

Otra dificultad que aparece cuando pensamos la evangelización en clave de inculturación es la que viene de considerar el principio divino-humano de la acción evangelizadora. El verdadero protagonista de la inculturación es el Espíritu Santo. La íntima transformación de los valores de las culturas, la hace el Espíritu Santo que es quien transforma los corazones. Esto no hay que perderlo de vista. A veces en pastoral hablamos más de nuestras acciones que de la acción de Dios. Nuestro trabajo evangelizador, siempre necesario en esta economía, es instrumental. Colaboramos “como instrumento de la gracia divina que actúa incesantemente más allá de toda posible supervisión”.[9]  Esto hace que en la acción pastoral con la que buscamos la inculturación siempre haya una dimensión de misterio que escapa a nuestro entendimiento y reclama la fe.

martes, 6 de agosto de 2019

"El Sínodo Amazónico" - Un nuevo sínodo, preguntas y respuestas

Queridos amigos y seguidores de este blog, faltan tan solo dos meses para que se de inicio a un nuevo sínodo de los obispos, te invitamos a conocer más sobre el sínodo de la amazonia, todos los martes compartiremos en este blog publicaciones de distintos autores que nos ayudaran a profundizar los distintos tópicos de este sínodo. A continuación compartimos un articulo como introducción al sínodo: 



Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica: 6 - 27 Octubre 2019

"Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral"




¿Qué es el Sínodo de los obispos y cuando se instituyó?


El Sínodo de los Obispos fue instituido por San Pablo VI el 15 de septiembre 1965 a través del Motu Proprio Apostolica Sollicitudo. Su creación tuvo lugar en el contexto del Concilio Vaticano II, que con la Constitución Dogmática Lumen gentium (21 de noviembre de 1964), se había concentrado ampliamente sobre la doctrina del episcopado, convocando a una mayor participación de los Obispos, en las cuestiones que interesan a la Iglesia Universal.

El Decreto conciliar Christus Dominus (29 de octubre de 1965) describe de esta manera el reciente Organismo instituido: «Los Obispos elegidos de entre las diversas regiones del mundo, en la forma y disposición que el Romano Pontífice ha establecido o tengan a bien establecer en lo sucesivo, prestan al Supremo Pastor de la Iglesia una ayuda más eficaz constituyendo un consejo que se designa con el nombre de sínodo episcopal, el cual, puesto que obra en nombre de todo el episcopado católico, manifiesta, al mismo tiempo, que todos los Obispos en comunión jerárquica son partícipes de la solicitud de toda la Iglesia»(n. 5).

¿Cuáles son las fases de un Sínodo?

Recientemente, el Papa Francisco, con la Constitución Apostólica Episcopalis communio (15 de septiembre de 2018), ha renovado profundamente el Sínodo de los Obispos, incluyendo en el marco de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, a todos los niveles de su existencia. En particular, el Sínodo viene comprendido como un proceso articulado en tres fases: la fase preparatoria, en la que tiene lugar la consulta al Pueblo de Dios sobre temas indicados por el Sumo Pontifice; la fase celebrativa, caracterizada por la reunión de los Obispos en asamblea; la fase de actuación, en la que las conclusiones del Sínodo, aprobadas por el Romano Pontífice, deben ser acogidas por la Iglesia. Por lo tanto, la fase central, cuando los pastores se dedican al discernimiento, está precedida y sucedida por fases en las que se involucran a la totalidad del Pueblo de Dios, en la pluralidad de sus componentes.

¿Por qué un Sínodo para la Amazonía?


El pasado 15 de octubre del 2017, Papa Francisco convocó una Asamblea Sinodal Especial sobre la Panamazonía, indicando que el principal objetivo es “encontrar nuevos caminos para la evangelización de aquella porción del Pueblo de Dios, sobre todo de los indígenas, muchas veces olvidados y sin una perspectiva de un futuro sereno, también por la causa de la crisis de la deforestación amazónica, pulmón de fundamental importancia para nuestro planeta”.



El Sínodo Amazónico es un gran proyecto eclesial, cívico y ecológico que mira a superar los confines y redefinir las líneas pastorales, adecuándolas a los tiempos contemporáneos. La Panamazonía está formada por nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Suriname, Guayana y Guayana Francesa, se trata de una región que es una importante fuente de oxígeno para toda la tierra, donde se concentran más de un tercio de las reservas forestales primarias del mundo. Es una de las mayores reservas de biodiversidad del planeta, conteniendo el 20% del agua dulce no congelada.

La primera vez que el Papa tocó territorio amazónico (en Perú) el 19 de enero del 2018, expresó su preocupación por los indígenas afirmando: “Probablemente, los pueblos originarios amazónicos, nunca estuvieron tan amenazados como ahora. La Amazonía es una tierra disputada desde varios frentes”. En esa ocasión inauguró oficialmente la preparación para el evento que tendrá lugar en octubre del 2019.

La población de este vasto territorio es de cerca de 34 millones de habitantes, de los cuales más de tres millones son indígenas, pertenecientes a más de 390 grupos étnicos. Pueblos y culturas de todos los tipos como los afrodescendientes, campesinos, colonos, que viven en una relación vital con la vegetación e con las aguas de los ríos.

La Justicia Social y los derechos de estos pueblos son una indicación prioritaria para el Papa Francisco que reiteró: “El problema esencia es cómo reconciliar el derecho al desarrollo, incluso social y cultural, con la tutela de las características propias de los indígenas y de sus territorios”. (III Fórum de los Pueblos Indígenas, el 15 de febrero del 2017)

Aunque la temática se refiera a una región específica, como la Panamazonía, las reflexiones propuestas van más allá del territorio geográfico, pues abarcan toda la Iglesia y se refieren al futuro del planeta.

Según el Documento Preparatorio (n. 12) “la Asamblea Especial para la Panamazonía está llamada a encontrar nuevos caminos para hacer crecer el rostro amazónico de la Iglesia y también para responder a las situaciones de injusticia de la región”.

¿Como está compuesto este Sínodo?

El Sínodo tiene una Secreteria General compuesta por un Secretario General, un Sub-Secretario y algunos Consejos de Obispos, que se reúnen en distintos tipos de Asambleas:

Asamblea General Ordinaria para los asuntos relacionados con el bien de la Iglesia Universal;

Asambleas Generales Extraordinarias, para cuestiones de consideración urgente;

Asambleas Especiales, que trata temas concernientes a una o más regiones determinadas.

El Consejo está compuesto por 18 miembros, nombrados el pasado 8 de marzo 2018 directamente por el Santo Padre .

Además del Secretario General y el Subsecretario los miembros son: 

1.  Card. Cláudio HUMMES, O.F.M., Arzobispo emérito de San Pablo (Brasil), Presidente de la Red Eclesial Panamazónica.

2.  Card. Peter Kodwo Appiah TURKSON, Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.

3.  Card. Carlos AGUIAR RETES, Arzobispo de Ciudad de México (México).

4.  Card. Pedro Ricardo BARRETO JIMENO, S.I., Arzobispo de Huancayo (Perú), Vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica.

5.  Mons. Paul Richard GALLAGHER, Arzobispo titular de Hodelm, Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede.

6.  Mons. Edmundo Ponciano VALENZUELA MELLID, S.D.B., Arzobispo de Asunción (Paraguay).

7.  Mons. Roque PALOSCHI, Arzobispo de Porto Velho, Rondônia (Brasil).

8.  Mons. Oscar Vicente OJEA, Obispo de San Isidro, Presidente de la Conferencia Episcopal (Argentina).

9.  Mons. Neri José TONDELLO, Obispo de Juina, Mato Grosso (Brasil).

10. Mons. Karel Martinus CHOENNIE, Obispo de Paramaribo (Surinam).

11. Mons. Erwin KRÄUTLER, C.PP.S., Prelado emérito de Xingu, Pará (Brasil).

12. Mons. José Ángel DIVASÓN CILVETI, S.D.B., Vicario Apostólico Emérito de Puerto Ayacucho (Venezuela), Obispo titular de Bamaccora.

13. Mons. Rafael COB GARCÍA, Vicario Apostólico de Puyo, Obispo titular de Cerbali (Ecuador).

14. Mons. Eugenio COTER, Vicario Apostólico de Pando, Obispo titular de Tibiuca (Bolivia).

15. Monseñor Joaquín Humberto PINZÓN GÜIZA, I.M.C., Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano, Obispo titular de Ottocio (Colombia).

16. Mons. David MARTÍNEZ DE AGUIRRE GUINEA, O.P., Vicario Apostólico de Puerto Maldonado, Obispo titular de Izirzada (Perú).

17. Hermana María Irene LOPES DE LOS SANTOS, S.C.M.S.T.B.G., Asesora de la Comisión Episcopal para la Amazononía de la CNBB.

18. Sr. Mauricio López, Secretario Ejecutivo de la REPAM (Ecuador)

Leer el Documento preparatorio

Leer Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonía


Fuente: Pagina oficial del Sínodo Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral

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