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viernes, 15 de noviembre de 2024

Jornada Mundial de los Pobres: “A mí me lo hicieron” - P. Quique Bianchi



El próximo 17 de noviembre celebramos la VIII Jornada Mundial de los Pobres, te invitamos a leer este texto del P. Quique Bianchi:

La identificación entre Cristo y los pobres es un misterio de amor tan grande que nuestro espíritu apenas puede balbucear aquello que la gracia divina quiera mostrarle.

Cada año, la Jornada Mundial de los Pobres es una fecunda ocasión para que los cristianos maduremos en la convicción de que –como enseña el Papa Francisco– “el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres” (Evangelii Gaudium 197). En su designio amoroso, Dios decidió abrirnos el camino a la Vida plena haciéndose pobre (cf. 2Co 8,9) y transitando el sendero de la cruz y de la muerte. Al hacerlo de este modo, misteriosamente asoció a los pobres a su obra redentora. Tanto que puede decirse que “todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres” (EG 197) y que a ellos “Dios les otorga su primera misericordia” (EG 198). En esta preferencia divina se funda la Iglesia cuando invita a los cristianos a vivir el amor haciendo una opción por los pobres, que –como afirma Benedicto XVI– “está implícita en la fe cristológica” (Discurso en Aparecida, 3).

Este acento del corazón de Cristo hacia los pobres es algo que está profusamente atestiguado en la Escritura. Uno de los textos más contundentes en ese sentido es el conocido pasaje de Mateo 25 donde Jesús, hablando del juicio final, anuncia la condenación de quienes hayan sido indiferentes ante las necesidades de los pobres y sufrientes, y promete la felicidad del cielo a los que hayan tenido compasión. Lo que le da al texto una potencia inusitada es que describe acciones de misericordia o indiferencia hacia personas concretas (dar de comer al hambriento, etc.) y afirma apodícticamente: “a mí me lo hicieron” (Mt 25,40). Jesucristo muestra que hay una identidad vital entre Él y los pobres y sufrientes.

Cristo se identifica con los pobres

La identificación entre Cristo y los pobres es un misterio de amor tan grande que nuestro espíritu apenas puede balbucear aquello que la gracia divina quiera mostrarle. A contemplar este misterio puede ayudarnos la reflexión del padre Raniero Cantalamessa en la III predicación de Adviento de 2013. Allí, comentando la dimensión existencial de la encarnación, afirma que, así como por el hecho de la encarnación Cristo asumió a todo hombre, por el modo de hacerla –en pobreza y cruz– asumió de forma particular al pobre, al humilde, al que sufre, al punto de identificarse con él. Si bien su presencia en el pobre no es del mismo género que la que hay en la Eucaristía, no deja de ser una presencia real. Cristo está realmente presente sacramentalmente bajo las especies de aquellos que sufren: “Él ha instituido este signo, como ha instituido la Eucaristía. Él, que pronunció sobre el pan las palabras: ‘Esto es mi cuerpo’, dijo estas mismas palabras también sobre los pobres. Lo ha dicho cuando, hablando de lo que se ha hecho, o no se ha hecho, por el hambriento, el sediento, el prisionero, el desnudo y el exiliado, declaró solemnemente: ‘A mí me lo hicieron’, y ‘no me lo hicieron a mí’ (Cantalamessa, III predicación Adviento 2013).

También nos ayuda a pensar el modo de presencia de Cristo en los pobres la pregunta que se hace el teólogo argentino Rafael Tello sobre si la ayuda al hambriento, sediento, etc., puede ser considerada como “una acción dirigida a los hombres necesitados que por su situación representan muy especialmente a Cristo, o como una acción que tiene por objeto al mismo Cristo” (Tello, Amor al prójimo, inédito). El interés de la cuestión radica en que –según afirma Tello– en la vida de la Iglesia pueden verse dos posturas pastorales que siendo diversas se apoyan en el mismo texto de Mateo. Una considera que el Señor para motivarnos a ayudar al pobre dice que Él toma esa acción como hecha a Sí mismo. La otra entiende que la obra de misericordia es una acción hecha al mismo Cristo. Se trata entonces de si en el ejercicio de la misericordia con el pobre el término de la acción es el hombre necesitado o el mismo Cristo.

Dando por supuesta la validez de ambas posturas, este teólogo busca dilucidarlas a la luz del tratado sobre las pasiones del alma de Santo Tomás, donde se enseña que el amor realiza un doble tipo de unión entre el amado y el amante. Por una parte, implica una unión interna o afectiva, pero también tiende a una unión real, de presencia del amado en quien ama (cf. STh I-II, q28, a1). Si se mira predominantemente a la unión afectiva con el amado, envuelve también a los que son del amado y que él ama y desde este punto de vista fácilmente se confirma la postura pastoral que mira a los hombres como término de su acción porque son de Cristo (cf. 1Jn 4, 20). Por otra parte, si se considera que el amor, en este caso el amor a Cristo, procura la unión real y que no se conforma con la unión afectiva e intencional, el anhelo de una unión real puede provocar una postura pastoral distinta.

La unión real con Cristo sólo será plena en el Cielo. Sin embargo, Tello afirma que “si el amor es real [esta unión real] no deja de ser querida y buscada, por lo cual Jesucristo quiso que se realizara realmente y determinó el modo como podía hacerse en la tierra: Él está realmente –aunque de modo velado por la fe– en el pobre y necesitado, se identifica realmente –con identidad velada por la fe– con el pobre y necesitado. El pobre y necesitado no es sino el mismo Cristo –miembro y Cuerpo suyo–. Así, pues, la acción que alcanza al pobre presente toca a Cristo presente. Por la fe –que es ‘convicción de lo que no se ve’ (Hb 11,1)– el objeto de la acción es Cristo realmente presente, pero presente en un hombre pobre y necesitado” (Tello, Amor al prójimo,79).

De aquí que podamos concluir que quien ama deseando la unión real con Cristo se siente más confortado en una postura pastoral que ve en el pobre, hambreado, rotoso, al mismo Cristo. De hecho, esta ha sido la actitud que ha caracterizado a grandes santos, desde Teresa de Calcuta, que afirmaba que la fe le hacía ver a Cristo en el cuerpo roto y andrajoso del pobre, hasta San Juan Crisóstomo, quien –ya en el siglo IV– escribía con su prosa incisiva y apasionada: “¿Qué le aprovecha al Señor que su mesa esté llena de vasos de oro, si Él se consume de hambre? Saciad primero su hambre y luego, si sobra, adornad también su mesa. ¿Haces un vaso de oro y no le das un vaso de agua? Y ¿de qué sirve que cubráis su altar de paños recamados de oro, si a él no le procuráis ni el abrigo indispensable? Dime: si viendo a un desgraciado falto del sustento necesario, le dejaras a él consumiéndose de hambre y te dedicaras a cubrir de oro su mesa, ¿te agradecería el favor o más bien se enfadaría contigo? Y si, viéndole vestido de harapos y aterido de frío, te entretuvieras en levantar unas columnas de mármol, diciéndole que eran en honor suyo, ¿no diría que le estabas tomando el pelo, y lo tendría todo por supremo insulto? Pues aplica todo eso a Cristo. El anda efectivamente sin techo y peregrino…” (Homilía 50 sobre san Mateo, 4).

AUTOR: P. Enrique Ciro Bianchi

Publicado en VaticanNews el 14 de Noviembre, 2024




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domingo, 15 de noviembre de 2020

¿Francisco predica el pobrismo? - P. Quique Bianchi


Este domingo la Iglesia realiza la IV Jornada Mundial de los Pobres. Como cada vez que Francisco se refiere a los últimos, no faltarán quienes se pregunten con sinceridad: ¿a dónde apunta?, ¿acaso no es un comunismo o un socialismo con un nuevo formato? Desde hace pocos años se empezó a usar la noción de pobrismo. Quienes la utilizan parecen referirse a una actitud de exaltación indebida de la pobreza que -bajo un manto piadoso- lleva a mantener a los pobres en la miseria con el fin de manipularlos políticamente. No faltan quienes ven este vicio en la prédica de la Iglesia, especialmente en el pontificado de Francisco.

Lo primero que hay que reconocerle al papa actual es que es el único líder internacional de peso que impulsa una agenda con los problemas de fondo de la convivencia humana: cuidado de la tierra, paz mundial, solicitud por los “descartados” de la sociedad, el drama de los migrantes,  etc.

La existencia de pobres en sociedades donde abundan los recursos representa una poderosa interpelación ante la que nadie puede permanecer indiferente. Sus luchas cotidianas, visibles en nuestras calles, buscando sobrevivir con lo que los demás descartamos, es una denuncia de la injusticia estructural de nuestro sistema de convivencia. Todos tomamos -consciente e inconscientemente- una actitud ante esa “anomalía” de nuestra vida comunitaria.

Para entender la postura de Francisco hay que verla en el marco de la enseñanza de la Iglesia. El corazón de la fe que anunciamos habla de un Dios que se hizo hombre en Jesucristo. Pero esta encarnación tiene una peculiaridad: el Hijo de Dios no vino al mundo en un palacio, ni siquiera en una humilde habitación. Nació en un establo, como los hijos de los más pobres. Ese sólo hecho tiene mucho para decirnos si lo dejamos trabajar en nuestro corazón. Toda la vida de Jesús se desarrolló en el mundo de los pobres. Su prédica habla de un Dios que ama especialmente a los que la sociedad desprecia.

La Iglesia cuando se acerca al pobre lo hace desde una perspectiva muy concreta: desde Cristo. Mirándolos desde ahí, los pobres no son primeramente personas que carecen de los bienes del desarrollo moderno. En ellos hay una misteriosa presencia de Cristo que pide ser amado. Él lo dijo expresamente: “tuve hambre y me diste de comer”. Esto no quita que se ame a cada uno en sí mismo. Allí radica la dignidad más profunda de los últimos. Bien lo entendió una santa de nuestro tiempo, Teresa de Calcuta, que supo amar a Cristo en los murientes. Ella decía: “necesitamos la profundidad de los ojos de la fe para ver a Cristo en el cuerpo roto y en los vestidos sucios, bajo los cuales se esconde el más bello de los hijos de los hombres”.

Cuando Francisco habla de los pobres lo hace primeramente desde esta perspectiva teológica. La raíz de su planteo está en un plano distinto de las cuestiones coyunturales propias de la problemática de la pobreza. Por supuesto que no son planos desconectados. A la Iglesia le interesa todo lo que tenga que ver con aliviar el sufrimiento de los pobres. Especialmente la tan largamente esperada justicia social.

Quienes tildan a Francisco de pobrista seguramente no entienden esta distinción de planos. El llamado del papa a ocuparnos de los pobres no nace de un marco ideológico estrecho sino de la convicción de que el mismo Cristo nos envía a amarlos preferencialmente. Para el papa es claro: “el amor a los pobres está en el centro del Evangelio”. 



Autor: P. Quique Bianchi (diócesis: "San Nicolás de los Arroyos" - Buenos Aires)


Otras publicaciones del P. Quique Bianchi en este blog:


"Los pobres nos salvan"

Angelelli: ¿qué significa martirio “en odio de la fe”?

"Fui homeless y me echaste de tus ciudades"

"Una Iglesia de rostro amazónico y el escándalo de la inculturación"



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lunes, 12 de noviembre de 2018

Fui homeless y me echaste de tus ciudades - P. Quique Bianchi


Al celebrarse la 2° Jornada Mundial de los Pobres el próximo 18 de Noviembre, les comparto unas palabras del padre Enrique Ciro Bianchi, que nos pueden ayudar a reflexionar el lugar de los pobres en nuestra ciudad, en nuestra sociedad:


Hay quienes dicen que en el espacio público de algunas ciudades argentinas ya puede verse una de las últimas tendencias en diseño urbanístico. Se la conoce como “arquitectura hostil”. Expresión llamativa que anuncia una paradoja y nos impulsa, casi en un acto reflejo, a consultar al gran oráculo moderno (Google). El primer resultado remite a la sabiduría de Wikipedia: “arquitectura hostil es una tendencia de diseño urbano en la que los espacios públicos se construyen o alteran con el fin de desalentar su utilización indebida” (consulta: octubre 2018).  

Si la definición terminara ahí no llamaría demasiado la atención. Cualquiera que transita por las grandes ciudades conoce la importancia de la buena organización del espacio público y lo difícil que es su preservación. Sobre todo los parques y las plazas, que son lugares donde la vida bulle, necesarios para las actividades recreativas, deportivas, artísticas, culturales, etc. En ellos nos encontramos y nos reconocemos como sociedad. Son un ámbito privilegiado de creación de la identidad colectiva. Además, resultan indispensables para que la vida en la ciudad no se torne insalubre. Hasta puede decirse que la calidad estética de estos espacios está en relación directa con nuestra calidad de vida.  

Pero parece que el concepto de arquitectura hostil no termina en el loable propósito del buen uso del espacio público. Su sabor a eufemismo lleva a intuir una intención vergonzante. Lo confirma la segunda parte de la formulación de Wikipedia: “esta tendencia está más típicamente asociada como medio de repeler a las personas sin hogar, por ejemplo, en la forma de "pinchos anti homeless", los cuales son colocados en superficies planas para impedir su uso como lugar de descanso”.  



Con esta referencia a la explícita intención “anti pobres” de esta tendencia urbanística el panorama se presenta más completo. Un repaso por algunas fotos genera una sombría perplejidad. Se trata, por ejemplo, de bancos de plaza con apoyabrazos intercalados de modo que sea imposible acostarse. 




En casos más explícitos son unas puntas de acero en los umbrales de los edificios, sobre todo en los rincones o lugares en que el reparo del frío puede atraer a quienes no tienen donde pasar la noche.  



Es entonces cuando uno repasa los argumentos sobre el uso racional del espacio público y los vuelve a sopesar con el telón de fondo de ese linyera que tiene que ir a dar con sus huesos a algún sucio rincón porque le fue negado el banco de una plaza. Si estos lugares son para el uso de la totalidad de la sociedad, quienes no tienen un techo, ¿no son parte de nuestra sociedad? ¿No tienen derecho a usarlo? ¿Qué es más urgente, mi derecho a solazarme en una plaza limpia y bella o el dolor de quien no tiene lo básico para vivir? ¡Es culpa de ellos! No lo sabemos. Lo cierto es que son parte de nuestra sociedad y nosotros todos los días nos sentamos a una mesa en la que no hay un lugar para ellos.  

¿Y si para tomar una postura frente a estas “respuestas” a los problemas sociales nos ponemos ante Dios? Pero ante Dios en serio, ¿qué nos dice el fondo de nuestro corazón? ¿Es solución arrinconar de este modo a los más pobres entre los pobres? Los cristianos creemos que ante Dios somos todos iguales en dignidad -y por tanto hermanos- y que si alguno sufre estamos llamados a escuchar y socorrer ese dolor. ¿Podemos barrer ese clamor debajo de la alfombra? ¿En qué nos convierte esa actitud? Nuestra cómoda indiferencia, ¿no guarda cierto parentesco con la terrible frase de Caín: “acaso soy yo el guardián de mi hermano”? (Gn 4,9). No puede dejar de interpelarnos la pregunta del homeless londinense que, parado sobre las púas de acero sostiene un cartel que dice: ¿en qué clase de sociedad vivimos que las necesidades de los sin techo se soluciona con pinchos? 



Es tan complejo el problema de la pobreza en nuestras sociedades que podemos sentir cierta impotencia al constatar lo poco que podemos hacer individualmente. O simplemente no sabemos qué hacer. Evadirnos del problema siempre va a ser una tentación. Aunque las grandes soluciones escapen a nuestro ámbito siempre hay algo que está a nuestro alcance. El primer paso es vigilar para que no se nos naturalicen los mecanismos de esconder y estigmatizar a los pobres. No dejarnos anestesiar con el gas venenoso de la indiferencia que -como dice el papa Francisco- se ha globalizado “para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta” (Evangelii Gaudium 54). ¿Cómo está la salud de mi corazón si ni siquiera veo este drama y sólo lo percibo como un problema de higiene urbana? 

Además, nuestro Dios para rescatarnos de una vida sin sentido se hizo hombre en Jesucristo. En su misterio de amor eligió hacerse hombre y pobre. Nació en un pesebre, vivió y -sobre todo- murió como pobre. Nos mostró que ellos ocupan un lugar de preferencia en el corazón de Dios. Hasta se identificó con ellos al enseñarnos que cuando tengamos que dar cuenta sobre cómo usamos el regalo de la vida se nos preguntará sobre nuestro amor a los pobres (“Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo… porque estuve sin techo y me alojaron… ¿cuándo te vimos sin techo y te alojamos?… cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” cf. Mt 25, 35-40).

Quiera Dios, en su inmensa misericordia, despertarnos del sopor de nuestra indiferencia y que sólo sea una negra pesadilla la posibilidad de escuchar algún día palabras como estas: “Fui homeless y me echaste de tus ciudades”.


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sábado, 10 de noviembre de 2018

2° Jornada Mundial de los Pobres



Con motivo de la II Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el próximo 18 de noviembre, la Santa Sede ha hecho público un mensaje del Papa Francisco con el lema Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”. Los temas que se desarrollan en este mensaje son:

-Escuchar a los pobres.
-Responder a los pobres.
-Liberar a los pobres.
-Los pobres son los primeros en reconocer a Dios







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miércoles, 29 de noviembre de 2017

"JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES" (COMPILADO)




"El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. 
El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vender los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros." 
(Isaias 61,1)


El pasado 19 de Noviembre se celebró la 1° Jornada Mundial de los Pobres promulgada por el Santo Padre Francisco, bajo el lema “No amemos de palabra sino con obras”.             

A continuación les comparto links de distintas entradas de este blog en donde encontraran información de esta jornada, tambien sobre la opción preferencial por los pobres de la Iglesia católica y sobre algunos santos que estuvieron al servicio de los más pobres:


1° Jornada Mundial de los Pobres

Opción preferencial por los pobres y Doctrina Social de la Iglesia

"Isabel reconoció y amó a Cristo en la persona de los Pobres"

Hoy celebramos a San Martín de Porres

"El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo" - S. Vicente de Paul




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viernes, 17 de noviembre de 2017

P. Rafael Tello (Teología del Pueblo) - Biografía



Breve Biografía

Rafael Adolfo Tello nació en La Plata el 7/8/1917. Desde 1918 vivió en Buenos Aires. Su familia era de Yala (Jujuy), donde pasó largas temporadas en su infancia. Luego de sus estudios secundarios ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires donde se recibió de abogado en 1944 a los 27 años. En esa época militó activamente en la Acción Católica ("Yo fui dirigente de la Acción Católica, yo era encargado de la zona más pobre de Buenos Aires: la parroquia de Cristo Obrero y toda esa zona del Riachuelo"-14/10/1998). Ingresó al seminario de la Arquidiócesis de Buenos Aires en 1945. Se ordenó sacerdote el 23/09/1950.

En 1953 fue nombrado Asesor de la JUC (Juventud Universitaria Católica) y vivió en un pensionado de jóvenes universitarios. En 1958 fue nombrado director de estudios y profesor del filosofado en el Seminario Mayor de Villa Devoto siendo rector el P. Eduardo Pironio y el P. Lucio Gera Director de Teología. Entre 1966 y 1973 se desenvolvió como perito de la COEPAL (Comisión Episcopal de Pastoral, creada para animar la recepción del Concilio Vatinao II y dirigida inicialmente por los obispos Marengo, Zaspe y Angelelli). Fruto de un accidente de tránsito en 1969 le descubrieron cáncer en el intestino. Dos años después fue operado y queda con una colostomía que lleva por el resto de su vida.

En esos tiempos asesoraba a los sacerdotes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo e intervino en la nueva orientación que tomó el santuario de San Cayetano de Liniers. En 1975 inspiró la primera Peregrinación Juvenil a Luján (Peregrinación a la Virgen de Luján - P. Rafael Tello), por esos años animó el Movimiento Juvenil Evangelizador y asesoró a varias congregaciones de religiosas. 



Ultimos años y fallecimiento

Se retiró de la vida pública de la Iglesia en marzo de 1979. En estos años de reclusión mantuvo contacto con sacerdotes interesados en la evangelización de los más pobres e inspiró la creación de la asociación privada de fieles “Santa María Estrella de la Evangelización” (conocida como la Cofradía de la Virgen), la asociación “Negrito Manuel” y la fundación “Saracho”. 

Desde 1984 hasta pocos días antes de morir se reunía semanalmente –reuniones conocidas como la escuelita- en su casa con sacerdotes amigos para hablar de distintos temas relativos a la pastoral popular. En septiembre del 2001 se mudó a Luján con la intención de morir cerca de la Virgen, deseo que se cumplió el 19 de abril del año 2002.



La figura del sacerdote Rafael Tello, siempre admirado por quienes lo trataron, empieza también a ser más conocida por las nuevas generaciones y suscita distintas expectativas.

P. Rafael Tello y el Cardenal Bergoglio

Es bueno recordar que el papa Francisco, siendo aún Cardenal, lo sacó a la luz al presentar -en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina- un libro sobre su teología de "la fe de los pobres en América Latina" (Enrique Bianchi, Pobres en este mundo, ricos en la fe. La fe de los pobres de América Latina según Rafael Tello, Ágape, 2012, Bs As).

A su vez, poco antes de su muerte, Tello le había escrito una carta personal al hoy Papa donde decía: -"Para mí, el problema más grande de la Iglesia argentina es cómo llegar a esa inmensa mayoría de cristianos a los que no alcanza la Iglesia institucional. Creo que Usted tiene una misión providencial de iniciar una reforma en la Iglesia (¿Buenos Aires?, ¿Argentina?, ¿más allá? Yo no sé). Le pido a Dios que pueda cumplirla".

Llegar a esa inmensa mayoría de cristianos fue siempre el corazón de su búsqueda. Y la pastoral popular el método para que la Iglesia institucional avanzara en esa dirección.

Palabras del cardenal Bergoglio (Francisco) en el prólogo del libro del P. Enrique C. Bianchi, “Pobres en este mundo, ricos en la fe. La fe de los pobres de América latina según Rafael Tello”:

“Tello fue un teólogo y un pastor tomado por el amor a Dios, a la Virgen y a su pueblo. Una pasión por la historia y su tiempo, un corazón y una inteligencia ofrecidos a los pobres. Su teología apunta proféticamente a nuestros hermanos más humildes. Nos recuerda que están en el centro del corazón de Dios, tanto que Cristo mismo se hizo pobre. Su teología nos aguijonea preguntándonos si les estamos dando a los pobres el lugar que merecen. Nos invita a que transformemos la Iglesia en la casa de los pobres”.
“También fue el teólogo de la Virgen. Un continente tan mariano como el nuestro no podía dejar de darnos un teólogo así. Amaba profundamente a María y entendía que entre ella y nuestro pueblo pobre se fue tejiendo una singular historia de amor. Fue baqueano en seguir su huella maternal entre ellos. Fervoroso devoto de la Virgen de Luján supo ver en su milagro junto al río, entre rudos troperos y un negro llamado Manuel, el arquetipo de la oración de nuestra Madre para quedarse en el corazón de nuestro pueblo para siempre. En fin, la vida del padre Tello fue un regalo del Espíritu a nuestra Iglesia”.

Llegar a esa inmensa mayoría de cristianos fue siempre el corazón de su búsqueda. Y la pastoral popular el método para que la Iglesia institucional avanzara en esa dirección.

Ver Conferencia de Bergoglio en presentación del libro“Pobres en este mundo, ricos en la fe. La fe de los pobres de América latina según Rafael Tello”:

1° Parte

2° Parte

 Traslado de los restos del P. Rafael Tello

En ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres, propuesta por el papa Francisco para el próximo 19 de noviembre, el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Agustín Radrizzani SDB y su obispo auxiliar, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, consideraron oportuno trasladar los restos del presbítero Rafael Tello a la basílica y santuario Nuestra Señora de Luján. 
Se celebrará la Eucaristía el sábado 18 de noviembre a las 15 en la basílica Nuestra Señora de Luján. Finalizada la misa se ubicarán los restos del querido presbítero Rafael Tello en la basílica. 



Obras editadas del P. Rafael Tello:



1. "La nueva evangelización. Escritos teológicos pastorales",Ágape, Buenos Aires, 2008. 

2. "Pueblo y Cultura", Patria grande, Buenos Aires, 2011.




3. "La Nueva Evangelización: Anexos I y II", Agape, Buenos Aires, 2013.

 4. "Pueblo y cultura popular", Patria Grande - Saracho - Agape, Buenos Aires, 2014.

         
   

5. "Fundamentos de una Nueva Evangelización", Agape - Fundación Saracho - Patria Grande, 2015.



6. "El cristianismo popular. Ubicación histórica y hecho inicial en América", Patria Grande - Fundación Saracho - Agape, Bs. As., 2016.



Teología del Pueblo

El P. Rafael Tello, junto con el p. Lucio Gera, son los dos principales referentes de la llamada Teología del Pueblo (corriente teológica nacida en la Argentina tras el Concilio Vaticano II). Esta teología ha influido fuertemente en el pensamiento del papa Francisco."

Toda la obra del padre Rafael Tello se ve atravesada por una motivación fuertemente pastoral: conocer los caminos de Dios para el pueblo de Latinoamérica y ayudar a la Iglesia a ser fiel a esos designios divinos.



Obras sobre Rafael Tello:


  1. BIANCHI ENRIQUE C., Pobres en este mundo, ricos en la fe. La fe de los pobres de América Latina según Rafael Tello, Ágape, Buenos Aires, 2012.
  2. RIVERO GABRIEL, COMP, El viejo Tello y la pastoral popular, Patria Grande - Fundación Saracho, Buenos Aires, 2013.
  3. RIVERO GABRIEL, COMP, El viejo Tello en la COEPAL. Sus intervenciones entre los peritos de la Comisión Episcopal de Pastoral en la recepción del Concilio Vaticano II en Argentina (1968-1971), Saracho - Agape - Patria Grande, Bs. As., 2015.
  4. FORCAT FABRICIO, La vida cristiana popular. Su legítima diversidad en la perspectiva de Rafael Tello, Ágape - Fundación Saracho, Buenos Aires, 2017.
  5. ALBADO OMAR, El pueblo está en la cultura. La teología de la pastoral popular en el pensamiento del Padre Rafael Tello, Ágape, Buenos Aires, 2017.


Agradezco al padre Enrique Bianchi por toda la información que me ha enviado vía chat y por e-mail. Para conocer más sobre la vida y pastoral del padre Rafael Tello recomiendo la lectura de “Pobres en este mundo, ricos en la fe.  La fe de los pobres de América Latina según Rafael Tello”.

 Fuente: “Pobres en este mundo, ricos en la fe.  La fe de los pobres de América Latina según Rafael Tello”, Autor: P. Enrique Ciro Bianchi, año 2012.

Pagina oficial de la I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
"Isabel reconoció y amó a Cristo en la persona de los Pobres"

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"ISABEL RECONOCIÓ Y AMÓ A CRISTO EN LA PERSONA DE LOS POBRES"



El próximo Domingo 19 de Noviembre celebraremos la “Jornada Mundial de los Pobres”, en cercanías de esta jornada me parece muy oportuno recordar la vida de Santa Isabel de Hungría, mujer que se dedicó a servir a los pobres y enfermos. 

Isabel era hija de Andrés, rey de Hungría, y nació el año 1207; siendo aún niña, fue dada en matrimonio a Luis, landgrave de Turingia, del que tuvo tres hijos. Vivía entregada a la meditación de las cosas celestiales y, después de la muerte de su esposo, abrazó la pobreza y erigió un hospital en el que ella misma servía a los enfermos. Murió en Marburgo el año 1231. 

 ISABEL RECONOCIÓ Y AMÓ A CRISTO EN LA PERSONA DE LOS POBRES

Pronto Isabel comenzó a destacar por sus virtudes, y, así como durante toda su vida había sido consuelo de los pobres, comenzó luego a ser plenamente remedio de los hambrientos. Mandó construir un hospital cerca de uno de sus castillos y acogió en él gran cantidad de enfermos e inválidos; a todos los que allí acudían en demanda de limosna les otorgaba ampliamente el beneficio de su caridad, y no sólo allí, sino también en todos los lugares sujetos a la jurisdicción de su marido, llegando a agotar de tal modo todas las rentas provenientes de los cuatro principados de éste, que se vio obligada finalmente a vender en favor de los pobres todas las joyas y vestidos lujosos.

Tenía la costumbre de visitar personalmente a todos sus enfermos, dos veces al día, por la mañana y por la tarde, curando también personalmente a los más repugnantes, a los cuales daba de comer, les hacia la cama, los cargaba sobre sí y ejercía con ellos muchos otros deberes de humanidad; y su esposo, de grata memoria, no veía con malos ojos todas estas cosas. Finalmente, al morir su esposo, ella, aspirando a la máxima perfección, me pidió con lágrimas abundantes que le permitiese ir a mendigar de puerta en puerta.

En el mismo día del Viernes santo, mientras estaban denudados los altares, puestas las manos sobre el altar de una capilla de su ciudad, en la que había establecido frailes menores, estando presentes algunas personas, renunció a su propia voluntad, a todas las pompas del mundo y a todas las cosas que el Salvador, en el Evangelio, aconsejó abandonar. Después de esto, viendo que podía ser absorbida por la agitación del mundo y por lá gloria mundana de aquel territorio en el que, en vida de su marido, había vivido rodeada de boato, me siguió hasta Marburgo, aun en contra de mi voluntad; allí, en la ciudad, hizo edificar un hospital, en el que dio acogida a enfermos e inválidos, sentando a su mesa a los más míseros y despreciados.

Afirmo ante Dios que raramente he visto una mujer que a una actividad tan intensa juntara una vida tan contemplativa, ya que algunos religiosos y religiosas vieron más de una vez como, al volver de la intimidad de la oración, su rostro resplandecía de un modo admirable y de sus ojos salían como unos rayos de sol.

Antes de su muerte la oí en confesión, y, al preguntarle cómo había de disponer de sus bienes y de su ajuar, respondió que hacía ya mucho tiempo que pertenecía a los pobres todo lo que figuraba como suyo, y me pidió que se lo repartiera todo, a excepción de la pobre túnica que vestía y con la que quería ser sepultada. Recibió luego el cuerpo del Señor y después estuvo hablando, hasta la tarde, de las cosas buenas que había oído en la predicación; finalmente, habiendo encomendado a Dios con gran devoción a todos los que la asistían, expiró como quien se duerme plácidamente.


De una Carta escrita por Conrado de Marburgo, director espiritual de santa Isabel 
(Al Sumo pontífice, año 1232: A. Wyss, «Hessisches Urkundenbuch» 1, Leipzig 1879, 31-35)




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