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viernes, 29 de diciembre de 2023

Navidad, tiempo de esperanza para tiempos difíciles.

Nos encontramos celebrando la Navidad, la octava de Navidad. Sin dudas es una navidad distinta para nuestro mundo, aunque cierto ya no estamos en el confinamiento por la pandemia, los desafíos y las crudezas de este mundo siguen presentes.

Debo confesarles que me interpela la realidad de hoy en día: tanto por las dificultades que estamos enfrentando como país, como por los conflictos armados que se están dando. Y un gran dolor produce la noticia que no se pudieron celebrar las misas de navidad en la misma tierra donde nació Jesús. Qué difícil es celebrar la Navidad sabiendo que tantas cosas tan dolorosas están pasando.

La fragilidad de las cosas terrenas se hace más presente que nunca y al darle vueltas a esta idea me preguntaba cómo encontrar el verdadero espíritu navideño… o más bien: ¿qué es el espíritu navideño?

La primera respuesta que me surge en el corazón es que el espíritu navideño es Jesús. Los regalos, que expresan el cariño entre los seres queridos, y la cena de navidad también es fruto de la gracia de Dios y del saber que Cristo ha nacido. Y ahí esta el centro de nuestra fiesta y de nuestra fe. La alegría está en un Cristo que salva, un Cristo que nos salva y un Cristo que salva en la medida en la que lo miremos, busquemos amarlo y centremos nuestra vida en Él. Nuestra alegría es Cristo.

¿Cómo se conjuga esa alegría con la crudeza de la realidad actual? Pues sobreabundan las fotografías de niños y mujeres palestinos muertos o desesperados. Pero la realidad misma del cristianismo esta plagada de paradojas.

La primera paradoja la encontramos en la esperanza mesiánica del mundo judío que ansiaba un liberador del tipo político-económico que les devolviera la autonomía y los liberara del poder de los romanos. Otra paradoja es que ese Niño-Dios que vino para salvarnos lo hizo de manera tan sencilla y humilde, tanto que le fue rechazado hasta un lugar digno para nacer. Y si reflexionamos sobre la navidad vemos que está llena de paradojas. Nuestra propia vida de fe está llena de paradojas.

En el pesebre la presencia de lo sobrenatural totalmente inserta en lo pequeño, lo ordinario y lo natural. Dios obrando desde lo concreto y ordinario, desde dentro del tiempo y de los acontecimientos, Dios obrando desde dentro de la materia. Siempre me imaginé la gracia de Dios y Dios obrando como (Alerta Spoiler) Neo en Matrix I, cuando logra ver los números que crean la Matrix. Asi como toda la realidad de la matrix esta compuesta por esos números, en nuestro mundo real todo está repleto de la gracia de Dios y todo es para nuestra santificación.

Hay que reconocer que cuesta ver esa gracia de Dios obrante en tanto mal, ya que la libertad de poder elegir el mal es algo que excede nuestra capacidad de entendimiento. Empezando “por casa” y los propios pecados, obviamente. Pero la luz que trae ese pequeño niño entre tanta oscuridad es absolutamente deslumbrante. Y lo más lindo de todo es que solo se deja ver a quienes abren los ojos a la gracia y buscan ver el mundo con asombro sencillez. «Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes» (1 Cor. 1,27) nos dice Pablo y no porque sea un dios sádico que le guste confundirnos, sino más bien para ubicarnos en nuestra realidad de creaturas frente al Creador.

Difícil tarea es la de volver a dejarse sorprender y volver a nacer en la inocencia, sin perder la conciencia del mal en el mundo. Pero esto también puede ser un aliciente para animarnos a ir a por los más pequeños y sufrientes, los alter christus (otros cristos) despojados y rechazados y olvidados. Por otro lado, sobran los casos de santos que ofrecieron las incomodidades y sufrimientos que les tocó padecer por aquellos otros pequeños y olvidados. El poder de la oración y la intercesión es impresionante.

Navidad en tiempos difíciles es una invitación para volver a animarnos a buscar lo sobrenatural en lo natural, y para obrar en lo que nos toca de cada día, o bien ayudando un gran capital de gracia al rezar y ofrecer lo diario por aquellos más necesitados de gracia y conversión. Cristo vuelve a hacerse hombre para volver a decirnos que Él esta y estará con nosotros hasta el fin de los tiempos.


“Los ángeles siguen cantando”

 Jesús

vuelve a hacerse niño

para decirnos

que Dios no está lejos.

 Los ángeles siguen cantando:

“Paz en la tierra

a los hombres que ama el Señor”

Pidámosle

a su indefensa omnipotencia

que doblegue y disipe

la arrogancia de la violencia;

que cancele en los corazones

el odio

e infunda en ellos

el amor;

que dentro de poco

ninguna nación del mundo

recuerde ya

lo que es la guerra

 

(Chiara Lubich)[1]



[1] Chiara Lubich, Navidad para todos, (Bs.As., Ciudad Nueva, 1999)                                                                                                                                      

                                                                                                                                                      Autor: Victor Grinenco 


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sábado, 12 de febrero de 2022

La voz de Dios en películas





Buenas, buenas, queridos amigos y lectores de Vivamos juntos la Fe regresamos de un tiempo de vacaciones y queremos recomendarles unas películas para este fin de semana, de la mano de Laura Pimentel, redactora que se sumó a nuestra comunidad hace unos meses.

 

Dios habla en películas

Ver una peli en casa se ha convertido en uno de los planes favoritos para todos durante los últimos dos años, a raíz de la pandemia aumentó el consumo de las plataformas que ofrecen series o películas con un abanico enorme (parece incluso un poco interminable) de posibilidades para ver en casa.

 A continuación te dejamos varias opciones que puedes ver durante esos días de cine casero y en donde por supuesto, podrás encontrar la mirada de Dios. Porque sí, incluso hasta en lo que consideramos más “mundano” o simple, puede asomarse una enseñanza que te haga conectar un poco más el corazón con Él, Dios siempre nos sale al encuentro y nos hace algún regalo.

Te invitamos a ver estas pelis y descubrir un regalo de Dios para vos

 

“La estrella de Belén”

Una película animada que nos traslada al nacimiento de Jesús (nunca es mal momento para recordar la navidad, no importa el mes del año). Contada desde una perspectiva bien particular, nos muestra la historia de un burrito que con deseos de hacer algo grande en el mundo, emprende sin saberlo la aventura más grande: Llevar a María sobre su lomo hasta el pesebre y ayudar a José con la carga pesada. En el camino irá conociendo a otros simpáticos y peculiares animales que le ayudarán a proteger a la familia de los peligros que acechan por culpa de Herodes.

Es una historia para toda la familia, a los chicos los ayuda a irse adentrando en la historia de Jesús y a los grandes nos recuerda la importancia de actuar con sencillez ante la voluntad de Dios. ¡Y sí, está en Netflix!



“O todo o nada”. Hna Claret Crockett

Si preferís ver documentales, esta opción es para ti. “O todo o nada” es un testimonio sobre valentía, descubrimiento y vocación donde conocemos a Claret, una joven irlandesa que justo a punto de conseguir su sueño de convertirse en famosa como actriz, conoce al Señor. A medida que avanza este documental vamos descubriendo la conversión de esta chica que se decide por vivir la vida como religiosa en otro continente, alejada de su familia y amigos. Su último destino fue Ecuador, se caracterizó por servir con caridad e irradiar la alegría de seguir a Cristo, incluso en sus momentos de dudas y miedos.

El título de este documental hace honor a quien fue Claret, quien decía que no quería estar en tibiezas y decidía darlo todo para Dios y los demás.

Una historia que nos da una perspectiva del llamado que puede surgir en algunos corazones, incluso en aquellos en donde la fama es la meta más grande. Puedes mirarla completa en Youtube, te aseguro que te hará pensar en cuánto de tu “todo” estás entregando.


“El niño que domó el viento”

Una inspiradora historia que nos propone darle espacio al ingenio y la creatividad para rescatar la esperanza.

Esta película nos cuenta la historia de un niño de 13 años que inventó un molino de viento para llevar agua a su pueblo y salvarlo de la hambruna, en una zona rural en Malawi que se veía afectada por la crisis climática, las enfermedades y los problemas socio-políticos.

Este niño no creció en un lugar privilegiado, no tuvo acceso a una educación completa y tuvo que afrontar muchas dificultades en su entorno, sin embargo supo encontrar la forma de solucionar una enorme problemática con los pocos recursos que tenía a mano.

Una conmovedora película que nos hace salir de nuestras realidades (esas de las que tanto nos quejamos en muchas ocasiones) y nos enseña el valor de la resiliencia, la creatividad, la superación, y la búsqueda del bien común. Si aún no la viste, está disponible en Netflix.






Ahora cuéntanos, ¿Cuáles son tus recomendaciones? ¿Cuales son aquellas películas que hacen vibrar fuerte tu corazón?





Otros escritos de Laura Pimentel: 







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jueves, 1 de agosto de 2019

¿POR QUÉ CREO EN DIOS? - P. Sergio Romera




H
ace unos días, al terminar la última misa en uno de los pueblos de las Hurdes (Extremadura, España), al salir de la iglesia se me acercó un joven español de unos 24 años aproximadamente. Había estado presente durante la celebración en uno de los últimos bancos del templo. David, un tanto dubitativo y con cara de nerviosillo me dijo: “Disculpe Padre ¿le puedo hacer una pregunta?”. Por supuesto, le dije. De forma concisa y lacónica David replicó: “Usted Padre, ¿por qué cree en Dios?”. Inmediatamente, y por poco a borbotones, pensé en darle las usuales respuestas y las típicas razones que los cristianos solemos dar casi por inercia desde una estúpida actitud apologética. Pero en ese mismo instante, la pregunta de David que podía parecer superflua e ingenua, caló tan hondo en mí que se transformó en un interrogante sumamente profundo y extremadamente delicado. No es mi intención relatar el largo diálogo que tuvimos con David con la sola mediación de un par de cañas en el bar del pueblo. Pero sí quisiera responderme a mí mismo esta fontal pregunta que muchas veces nos hacen y que pocas veces, con seriedad y absoluta honestidad, somos capaces de hacernos a nosotros mismos.
Creo que la mayoría de las veces quienes nos decimos ser cristianos estamos tan convencidos de nuestra fe que ni siquiera nos tomamos el trabajo de cuestionar o al menos de pensar lo que creemos. Hacemos de la fe y de Dios algo que defender, justificar y demostrar olvidándonos que en realidad Dios es alguien al que más que demostrar en su existencia debemos mostrar que es capaz de ser creíble. Más que demostrar la existencia de Dios estoy convencido que lo realmente importante es mostrar que Dios es alguien verdaderamente creíble. Esto fue lo primero que David con su pregunta me enseñó. Aun cuando aparentemente no se cree, o se está lejos de Dios y de la religión, e incluso cuando la crítica va dirigida a lo estrictamente eclesiástico, la pregunta por Dios sigue siempre latente y patente en el corazón del hombre, incluso, en el más reo, ateo y renegado. Ahora bien, como en una suerte de acto de sincericidio me atrevo a preguntarme: “A ver Sergio, ¿por qué crees en Dios?”. Esta pregunta me tuvo a tras perder varios días rondándome por mi cabeza. Pero finalmente, esta vez no a borbotones ni por inercia, sino con reposo y con mesura, hoy puedo decir que son varias las razones por las que creo y me entrego a Dios. ¿Cuáles?

En primer lugar creo en Dios porque hay no creyentes. Pues sí, porque hay, hubo y habrá siempre gente que libre y deliberadamente no cree y no quiere creer. Esto me enseña que la afirmación de Dios no es coactiva, no fuerza ni obliga, solo es posible en el más radical y soberano ejercicio de la libertad. Pensar en esto me genera una profunda serenidad: saber que mi confesión de fe es una opción personal, un acto de libertad, un auténtico acto humano y que no podría resistir ni por un segundo la idea de un Dios que se impone, infringe y obliga. Por ello una vez más agradezco a los que no tienen fe, porque son ellos quienes me enseñan que la fe es el fruto maduro de mi libertad que puede entregarse a un Dios que pese a todo siempre respeta mi condición creatural y mi decisión en la libertad. Si Dios me obligase a creer, ciertamente sería el primero y el más empedernido de los ateos.

Otra de las razones que descubro es aquella realidad que muchas veces no vemos (o que no queremos ver) los que nos decimos ser creyentes. Pienso que todo creyente lleva en el hondón más profundo de su ser un “no creyente”. Dicho de otro modo, aunque creo y me entrego a Dios, muchas veces experimento la duda, la sospecha, la inquietud y hasta el enojo con Dios. Francamente ¿quién no ha tenido esta experiencia? ¿Quién de los cristianos tiene la osadía y el coraje de reconocerlo? Descubro que aun siendo creyente hay en mí un “no creyente”. Esto que seguramente para algunos es falta de fe o para otros un pecado mortal, para mí es una gracia, más aún, creo que es un signo de madurez y una oportunidad kairológica (momento favorable, tiempo de Dios) para confrontarnos con Dios y consigo mismo. ¿Qué creyente no se ha preguntado alguna vez si realmente Dios está, si Dios escucha, si Dios actúa? Hasta el más santo de los santos tuvo siempre esta noche oscura de la duda y la incertidumbre de la fe. Por eso, creo que la duda y la fe hacen honor tanto a la realidad de Dios como a nuestra frágil condición humana. Dios respeta nuestra libertad hasta el extremo de poderla negar. Por ello la debilidad humana no es una vergüenza, es una realidad que nos permite abrirnos con sinceridad a la gracia de Dios y a uno mismo. La debilidad y el pecado lejos de ser reprimidos deben ser afrontados si es que queremos que nuestra fe sea verdadera, real y honesta.

Otra lección y una especial razón de mi fe la encuentro nuevamente en quienes no creen. Pienso que a menudo los no creyentes son más exigentes que los que nos decimos ser cristianos. Aunque ciertamente no creen, esto no les impide tener una idea mucha más elevada de Dios que el común de los creyentes. Esto se puede corroborar, por ejemplo, ante la evidente y patente realidad del mal. Mientras que los cristianos, especialistas en apología, sin atinar a pensar ni una pisca sobre este misterio defienden ciegamente a Dios, los no creyentes prefieren pensar en un Dios tan grande que es imposible que exista ante tanto sufrimiento, dolor y pasión. Queridos amigos ¡una vez más los ateos del mundo nos enseñan e interpelan! Los cristianos vivimos preocupados por la existencia de Dios sin más. Los no creyentes se preocupan y se preguntan por lo realmente esencial: ¿cuál es la naturaleza de Dios? ¿Cómo es Dios? ¿Dónde está Dios? Estoy convencido que ya es tiempo que nos despojemos de las especulaciones escolásticas que no interesan a nadie, que nos liberemos de una apología barata, que nos desprendamos de la estúpida obsesión por justificar la existencia de Dios y que de una vez por todas los cristianos nos ocupemos del Dios que es Alguien, y que como Alguien es creíble, y que por ser creíble existe. Esto me hace pensar que los cristianos muchas veces tenemos una idea de Dios un tanto perezosa y que los no creyentes son mucho más exigentes y coherentes. Por eso, más que “demostraciones” de la existencia de Dios, lo que nos exige el no creyente es que le “mostremos” en qué Dios creemos. Dios es realmente creíble pero tristemente reducido a mera existencia. ¿De qué sirve al no creyente la existencia de Dios si solo se comprueba la existencia de alguien que nada hace frente al dolor? Si Dios existe así ¿puede ser creíble? Pues yo creo que no. Sin embargo, si confieso a Dios en su ser de amor y de misericordia, si irradio su ternura y compasión, si asumimos nuestras fragilidades con sinceridad de corazón, nuestra vida se hace más humana y verdadera, y a su vez, traslucimos un Dios que existe, pero porque es creíble.

Otra de las razones por las que creo en Dios es porque me ofrece el más puro y verdadero humanismo. La historia es testigo de cómo los cristianos hemos manipulado y reducido la idea de Dios. Mientras que algunos hablaban de un Dios Semper maior, trascendente, inaccesible, impenetrable, otros proclaman una filantropía que hacen del hombre el único Dios y del mundo el único cielo. Por supuesto que ambos extremos son inadmisibles, sin embargo, es aquí donde se reconoce que en Dios los extremos se tocan, se rozan y se abrazan. Es aquí donde el cristianismo se presenta como la religión que es a la vez afirmación radical de Dios y afirmación radical del hombre. Por ello creo en el Dios cristiano: Cristo se entregó a Dios y se entregó a los hombres; totalmente filial y trascendente, plenamente humano y fraterno; apasionado por la causa de Dios y apasionado por la cusa de los hombres. Con este doble y paradójico apasionamiento de Cristo, el cristianismo me dice que no son realidades absolutamente contradictorias sino que cada una remite a la otra y la respalda. Esta es para mí una intuición y una realidad tan maravillosa que causa en mí una razón para creer en Dios, pero no en cualquier Dios, sino en el Dios cristiano.

Queridos amigos, estas son algunas de las razones que hoy descubro en mi corazón y por las cuales creo en Dios. Con el correr del tiempo indudablemente iré descubriendo otras. Seguramente habrá otro David que Dios ponga en mi camino. Pero hoy estoy convencido que la fe, cual fuego encendido que emerge desde la oscuridad, surge paradójicamente también desde el fuego ardiente de los que no creen. Por ello le doy gracias al Dios vivo y creíble que es capaz de arrancar de la más profunda de mis oscuridades el esplendor de la luz de la fe. Y por supuesto, le doy las gracias a David, quien desde su incrédula fe avivó y despertó mi fe incrédula.


Padre Sergio Romera Maldonado

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sábado, 16 de abril de 2016

Cuarto Domingo de Pascua y Catecismo - Cristo pastor de las ovejas y puerta del corral



Evangelio según San Juan 10,27-30. 


Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa". 


Jesús confia el rebaño a Pedro

553 Jesús ha confiado a Pedro una autoridad específica: "A ti te daré las llaves del Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 19). El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. Jesús, "el Buen Pastor" (Jn 10, 11) confirmó este encargo después de su resurrección:"Apacienta mis ovejas" (Jn 21, 15-17). El poder de "atar y desatar" significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jesús confió esta autoridad a la Iglesia por el ministerio de los apóstoles (cf. Mt 18, 18) y particularmente por el de Pedro, el único a quien él confió explícitamente las llaves del Reino.

Cristo el Buen Pastor, cabeza de los pastores


754 "La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo(Jn 10, 1-10). Es también el rebaño cuy pastor será el mismo Dios, como él mismo anunció (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-31). Aunque son pastores humanos quien es gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; El, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10, 11-15)".

El rebaño del buen pastor

764 "Este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo" (LG 5). Acoger la palabra de Jesús es acoger "el Reino". El germen y el comienzo del Reino son el "pequeño rebaño" (Lc 12, 32), de los que Jesús ha venido a convocar en torno suyo y de los que él mismo es el pastor (cf. Mt 10, 16; 26, 31; Jn 10, 1-21). Constituyen la verdadera familia de Jesús (cf. Mt 12, 49). A los que reunió así en torno suyo, les enseñó no sólo una nueva "manera de obrar", sino también una oración propia (cf. Mt 5-6).

El Buen Pastor modelo de la misión pastoral de los obispos

896 El Buen Pastor será el modelo y la "forma" de la misión pastoral del obispo. Consciente de sus propias debilidades, el obispo "puede disculpar a los ignorantes y extraviados. No debe negarse nunca a escuchar a sus súbditos, a a los que cuida como verdaderos hijos ... Los fieles, por su parte, deben estar unidos a su obispo como la Iglesia a Cristo y como Jesucristo al Padre".

Ministerio del Buen Pastor en el sacramento de la Confesión

1465 Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastor que busca la oveja perdida, el del Buen Samaritano que cura las heridas, del Padre que espera al Hijo pródigo y lo acoge a su vuelta, del justo Juez que no hace acepción de personas y cuyo juicio es a la vez justo y misericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios con el pecador.

Oración a Jesús Buen Pastor

2665 La oración de la Iglesia, alimentada por la palabra de Dios y por la celebración de la liturgia, nos enseña a orar al Señor Jesús. Aunque esté dirigida sobre todo al Padre, en todas las tradiciones litúrgicas incluye formas de oración dirigidas a Cristo. Algunos salmos, según su actualización en la Oración de la Iglesia, y el Nuevo Testamento ponen en nuestros labios y gravan en nuestros corazones las invocaciones de esta oración a Cristo: Hijo de Dios, Verbo de Dios, Señor, Salvador, Cordero de Dios, Rey, Hijo amado, Hijo de la Virgen, Buen Pastor, Vida nuestra, nuestra Luz, nuestra Esperanza, Resurrección nuestra, Amigo de los hombres

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martes, 22 de marzo de 2016

Sábado Santo y Catecismo - El cuerpo de Cristo en el sepulcro




Evangelio según San Lucas 24,1-12. 

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día'". 
Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido. 
Palabra del Señor

El cuerpo de Cristo en el sepulcro

624 "Por la gracia de Dios, gustó la muerte para bien de todos" (Hb 2, 9). En su designio de salvación, Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados" (1 Co 15, 3) sino también que "gustase la muerte", es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que él expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba (cf. Jn 19, 42) manifiesta el gran reposo sabático de Dios (cf. Hb 4, 4-9) después de realizar (cf. Jn 19, 30) la salvación de los hombres, que establece en la paz el universo entero (cf. Col 1, 18-20).


625 La permanencia de Cristo en el sepulcro constituye el vínculo real entre el estado pasible de Cristo antes de Pascua y su actual estado glorioso de resucitado. Es la misma persona de "El que vive" que puede decir: "estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos" (Ap 1, 18):
Dios [el Hijo] no impidió a la muerte separar el alma del cuerpo, según el orden necesario de la natur aleza pero los reunió de nuevo, uno con otro, por medio de la Resurrección, a fin de ser El mismo en persona el punto de encuentro de la muerte y de la vida deteniendo en él la descomposición de la naturaleza que produce la muerte y resultando él mismo el principio de reunión de las partes separadas (S.Gregorio Niceno, or. catech. 16).

626 Ya que el "Príncipe de la vida que fue llevado a la muerte" (Hch 3,15) es al mismo tiempo "el Viviente que ha resucitado" (Lc 24, 5-6), era necesario que la persona divina del Hijo de Dios haya continuado asumiendo su alma y su cuerpo separados entre sí por la muerte:
Por el hecho de que en la muerte de Cristo el alma haya sido separada de la carne, la persona única no se encontró dividida en dos personas; porque el cuerpo y el alma de Cristo existieron por la misma razón desde el principio en la persona del Verbo; y en la muerte, aunque separados el uno de la otra, permanecieron cada cual con la misma y única persona del Verbo (S. Juan Damasceno,f.o. 3, 27).

"No dejarás que tu santo vea la corrupción"

627 La muerte de Cristo fue una verdadera muerte en cuanto que puso fin a su existencia humana terrena. Pero a causa de la unión que la Persona del Hijo conservó con su cuerpo, éste no fue un despojo mortal como los demás porque "no era posible que la muerte lo dominase" (Hch 2, 24) y por eso de Cristo se puede decir a la vez: "Fue arrancado de la tierra de los vivos" (Is 53, 8); y: "mi carne reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción" (Hch 2,26-27; cf.Sal 16, 9-10). La Resurrección de Jesús "al tercer día" (1Co 15, 4; Lc 24, 46; cf. Mt 12, 40; Jon 2, 1; Os 6, 2) era el signo de ello, también porque se suponía que la corrupción se manifestaba a partir del cuarto día (cf. Jn 11, 39).

 "Sepultados con Cristo ... "

628 El Bautismo, cuyo signo original y pleno es la inmersión, significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una nueva vida: "Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rm 6,4; cf Col 2, 12; Ef 5,26).

 "Cristo  bajó a la profundidad de la muerte "

635 Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte (cf. Mt 12, 40; Rm 10, 7; Ef 4, 9) para "que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan" (Jn 5, 25). Jesús, "el Príncipe de la vida" (Hch 3, 15) aniquiló "mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud "(Hb 2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1, 18) y "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Flp 2, 10).


-Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra ha temblado y se ha calmado porque Dios se ha dormido en la carne y ha ido a despertar a los que dormían desde hacía siglos ... Va a buscar a Adán, nuestro primer Padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a todos los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte. Va para liberar de sus dolores a Adán encadenado y a Eva, cautiva con él, El que es al mismo tiempo su Dios y su Hijo...'Yo soy tu Dios y por tu causa he sido hecho tu Hijo. Levántate, tú que dormías porque no te he creado para que permanezcas aquí encadenado en el infierno. Levántate de entre los muertos, yo soy la vida de los muertos (Antigua homilía para el Sábado Santo).

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Viernes Santo y Catecismo - "Dios tiene la iniciativa del amor"



Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42. 


Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?". Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". El les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?". Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno".  Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejEn que estos se vayan". Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste". Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco. Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?". El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron. Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año. Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo". Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". El le respondió: "No lo soy". Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. 
Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto. ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho". Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?". Jesús le respondió: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?". Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás. Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". El lo negó y dijo: "No lo soy". Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?". Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo. Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?". Ellos respondieron: "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado". Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie". Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir. Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?". Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?". Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí". Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz". Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?". Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo. Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?". Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!". Barrabás era un bandido. Pilato mandó entonces azotar a Jesús. Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo, y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban. Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena". Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!". Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo". Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios". Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió nada. Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?". Jesús le respondió: " Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave". Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César". Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata". Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey". Ellos vociferaban: "¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?". Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César". Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron. Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota". Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz. Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'. Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está". Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu. Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos. Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.Tomaro n entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

604 Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio de amor benevolente que precede a todo mérito por nuestra parte: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10; cf. 4, 19). "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5, 8).


605 Jesús ha recordado al final de la parábola de la oveja perdida que este amor es sin excepción: "De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños" (Mt 18, 14). Afirma "dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28); este último término no es restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la única persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm5, 18-19). La Iglesia, siguiendo a los Apóstoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), enseña que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepción: "no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo" (Cc Quiercy en el año 853: DS 624).

Toda la vida de Cristo es ofrenda al Padre

606 El Hijo de Dios "bajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado" (Jn 6, 38), "al entrar en este mundo, dice: ... He aquí que vengo ... para hacer, oh Dios, tu voluntad... En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo" (Hb 10, 5-10). Desde el primer instante de su Encarnación el Hijo acepta el designio divino de salvación en su misión redentora: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra" (Jn 4, 34). El sacrificio de Jesús "por los pecados del mundo entero" (1 Jn 2, 2), es la expresión de su comunión de amor con el Padre: "El Padre me ama porque doy mi vida" (Jn 10, 17). "El mundo ha de saber que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado" (Jn 14, 31).


607 Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús (cf. Lc 12,50; 22, 15; Mt 16, 21-23) porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación: "¡Padre líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!" (Jn 12, 27). "El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo voy a beber?" (Jn 18, 11). Y todavía en la cruz antes de que "todo esté cumplido" (Jn 19,30), dice: "Tengo sed" (Jn 19, 28).

"El cordero que quita el pecado del mundo"

608 Juan Bautista, después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) y carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual símbolo de la Redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Ex 12, 3-14;cf. Jn 19, 36; 1 Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misión: "Servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10, 45).


Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre

609 Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, "los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1) porque "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres (cf. Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: "Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente" (Jn 10,18). De aquí la soberana libertad del Hijo de Dios cuando él mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26, 53).


Jesús anticipó en la cena la ofrenda libre de su vida

610 Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada con los Doce Apóstoles (cf Mt 26, 20), en "la noche en que fue entregado"(1 Co 11, 23). En la víspera de su Pasión, estando todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena con sus apóstoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre (cf. 1 Co 5,7), por la salvación de los hombres: "Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros" (Lc 22, 19). "Esta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26, 28).


611 La Eucaristía que instituyó en este momento será el "memorial" (1 Co 11, 25) de su sacrificio. Jesús incluye a los apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc 22, 19). Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: "Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad" (Jn 17, 19; cf. Cc Trento: DS 1752, 1764).

La agonía de Getsemaní

612 El cáliz de la Nueva Alianza que Jesús anticipó en la Cena al ofrecerse a sí mismo (cf. Lc 22, 20), lo acepta a continuación de manos del Padre en su agonía de Getsemaní (cf. Mt 26, 42) haciéndose "obediente hasta la muerte" (Flp 2, 8; cf. Hb 5, 7-8). Jesús ora: "Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz .." (Mt 26,39). Expresa así el horror que representa la muerte para su naturaleza humana. Esta, en efecto, como la nuestra, está destinada a la vida eterna; además, a diferencia de la nuestra, está perfectamente exenta de pecado (cf. Hb 4, 15) que es la causa de la muerte (cf. Rm 5, 12); pero sobre todo está asumida por la persona divina del "Príncipe de la Vida" (Hch 3, 15), de "el que vive" (Ap 1, 18; cf. Jn 1,4; 5, 26). Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre (cf.Mt 26, 42), acepta su muerte como redentora para "llevar nuestras faltas en sucuerpo sobre el madero" (1 P 2, 24).


La muerte de Cristo es el sacrificio único y definitivo

613 La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres (cf. 1 Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio del "cordero que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29; cf. 1 P 1, 19) y el sacrificio de la Nueva Alianza (cf. 1 Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comunión con Dios (cf. Ex 24, 8) reconciliándole con El por "la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26, 28;cf. Lv 16, 15-16).


614 Este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (cf. Hb 10, 10). Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos con él (cf. Jn 4, 10). Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor (cf. Jn 15, 13), ofrece su vida (cf. Jn 10, 17-18) a su Padre por medio del Espíritu Santo (cf. Hb 9,14), para reparar nuestra desobediencia.

En la cruz, Jesús consuma su sacrificio

616 El "amor hasta el extremo"(Jn 13, 1) es el que confiere su valor de redención y de reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). "El amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron" (2 Co 5, 14). Ningún hombre aunque fuese el más santo estaba en condiciones de tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos.


Nuestra participación en el sacrificio de Cristo

618 La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con todo hombre" (GS 22, 2), él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual" (GS22, 5). El llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24) porque él "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (1 P 2,21). El quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios(cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35)

"Fuera de la Cruz no hay otra escalera por donde subir al cielo" (Sta. Rosa de Lima, vida)

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Jueves Santo y Catecismo - La presencia real de Cristo en la Eucaristía




Evangelio según San Juan 13,1-15. 

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. 
Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?". Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás". "No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le espondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte". "Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos". El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios". Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. 
Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes."

La presencia de Cristo por el poder de su Palabra y del Espíritu Santo

1373 "Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros" (Rm 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (cf LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, "allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre" (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25,31-46), en los sacramentos de los que él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, "sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas" (SC7).

1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" (S. Tomás de A., s.th. 3, 73, 3). En el santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente" el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Cc. de Trento: DS 1651). "Esta presencia se denomina `real', no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales', sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente".

1375 Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, S. Juan Crisóstomo declara que: No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas (Prod. Jud. 1,6). Y S. Ambrosio dice respecto a esta conversión: Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada...La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela (myst. 9,50.52). 

1376 El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (DS 1642).

1377 La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo (cf Cc. de Trento: DS 1641).

1378 El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. "La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión".

1379 El Sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye
y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santo sacramento.

1380 Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "hasta el fin" (Jn 13,1), hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros (cf Ga 2,20), y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor: La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración. (Juan Pablo II, lit.Dominicae Cenae, 3).

1381 "La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, `no se conoce por los sentidos, dice S. Tomás, sino solo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios'. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: `Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros', S. Cirilo declara: `No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la Verdad, no miente" (S. Tomás de Aquino,s.th. 3,75,1, citado por Pablo VI)

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viernes, 18 de marzo de 2016

Entrevista al grupo "SIERVAS", las hermanas que cantaron en la Visita del Santo Padre a Mexico


Queridos amigos hoy quiero compartir con ustedes una entrevista realizada al grupo "Siervas", hermanas religiosas que evangelizan a través de la música y que estuvieron presentes en la visita del Santo Padre Francisco a México.

“Siervas” es un grupo musical conformado por 12 hermanas religiosas de la misma comunidad que se han reunido por su amor a Dios, a los que más sufren y a la música y quieren poner sus dones al servicio y la evangelización a través de su ministerio musical. A través de sus composiciones buscan acercarse a las experiencias humanas dando una respuesta desde la fe. Esta es una novedosa propuesta de evangelización a través de la música en la que las hermanas sorprenden interpretando modernos ritmos en los que mezclan instrumentos clásicos como el violín, violonchelo y piano con instrumentos modernos como la batería eléctrica, bajo y guitarra eléctrica.

Con la música, además de llevar un mensaje de esperanza y alegría, ellas buscan ponerse al servicio de los necesitados ya que lo recaudado con la venta de sus discos y conciertos va para ayudar a los más necesitados. Tras la buena acogida del primer disco “Ansias que Queman”, el grupo se encuentra preparando un segundo disco que saldrá a la venta a mediados del 2016. Además han estrenado recientemente su primer video-clip de uno de sus temas más conocidos “Confía en Dios”.
Cantaron ante la presencia de 250.000 personas
que esperaban al Papa Francisco

En febrero del 2016 el grupo “Siervas” fue invitado a participar en el último encuentro del Papa Francisco con los mexicanos en la Ciudad Juárez y aprovecharon el viaje para tener su primera gira por México.

Integrantes del grupo musical "Siervas": 
Hna. Andrea (Argentina)
Hna. Mónica (Perú)
Hna. Cindy (Venezuela)
Hna. María Josefina (Chile)
Hna. Dayana (Ecuador)
Hna. Ivonne (Chile)
Hna. Paula (Chile)
Hna. Teresa (Chile)
Hna. Kathleen (Filipinas)
Hna. Jessica (China)
Hna. Arisa (Japón)
Hna. Camila (Perú)



1- Presentación del grupo "Siervas"


2-¿Cuál es el carisma de la congregación? ¿Cuál es el servicio pastoral que realizan?


3- Algunas de ustedes se dedican a la evangelización a través de la música, ¿Verdad?, ¿En qué consiste esta evangelización?
  4- ¿Qué instrumentos utilizan para la evangelización con la música?  
 5-¿De que nacionalidades son todas las hermanas que integran el grupo siervas?

  6-Se hicieron conocidas como “las monjas rockeras”, pero ¿tocan rock u otros ritmos? ¿Las canciones son composiciones propias? 

7-¿Cuáles son los proyectos que tienen para el futuro?

8-Como un regalo de Dios estuvieron presentes en la visita del Santo Francisco en México, ¿Verdad? ¿Cómo les llego la invitación? ¿Cómo vivieron la experiencia de estar en un lugar con realidades tan difíciles como lo es Ciudad Juárez?
 
  9-¿Qué mensaje le dirían a una joven con inquietudes vocacionales? 
 

VideoClip: Confía en Dios


Visita en facebook al grupo "Siervas"    y en Twitter: "Siervas"

Muchas gracias Hna Mónica por responder a la entrevista en nombre de todo el grupo Siervas

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