Mostrando entradas con la etiqueta CORPUS CHRISTI. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CORPUS CHRISTI. Mostrar todas las entradas

domingo, 2 de junio de 2024

"EL SACRAMENTO DE LO COTIDIANO" - Homilia de Corpus Christi Mons. Angelelli




Exodo 24,3-8. Salmo 116(115),12-13.15-16.17-18. Hebreos 9,11-15

Evangelio según San Marcos 14,12-16.22-26. 

El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?". El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'. El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario". Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo". Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. 
Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios". Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. 


EL SACRAMENTO DE LO COTIDIANO

Toda celebración con la Eucaristía, toda comunidad que la celebra, lleva consigo sus circunstancias de vida cotidiana y los signos de los momentos históricos en que vive. Es decir, que no celebramos esta Eucaristía, desconectada de la vida que a diario vivimos en las múltiples preocupaciones de cada día, ni desconectada como expresión de unidad y caridad, que como comunidad o pueblo debemos dar en las circunstancias históricas en que nos toca vivir.

Profundicemos un poco nuestra meditación en este día de Corpus. La Eucaristía es el Sacramento de lo cotidiano. Lo primero que recogemos de nuestra experiencia es el PAN, lo cotidiano es el pan, lo decimos diariamente: "el pan nuestro de cada día..." El pan se ha constituido como símbolo del cuerpo, del cuerpo viviente; de la vida del hombre. El pan alimenta; da vida. Por contraposición a la vida está la muerte; no solamente porque hay pan que alimenta la vida manteniéndola en su propia debilidad, en su dimensión débil y mortal, sino porque no alimenta "para la vida eterna". El maná es un ejemplo de ello; es necesario un pan que pudiera convertirse, mientras vivimos aquí en la tierra, en el tiempo, de errante en peregrino; un pan "espiritual"; un pan que alimente para la vida definitiva; que lleve hasta el encuentro con el Padre de los cielos. La misma consideración podemos hacer con el vino; es símbolo de fortalecimiento, de alegría. Hay vino viejo y vino nuevo, vino adulterado y vino lleno de espíritu; también como en el pan, hace falta un vino que fortalezca para la vida eterna.
Pan y vino, son símbolos del cuerpo y de la sangre; unidos constituyen al hombre viviente. Pero pan y vino pueden estar separados, significa en este estado, la sangre derramada y separada del cuerpo; pan y vino separados, se constituyen como símbolo de la muerte. El pan y el vino expresan, pues que el vivir y el morir tienen carácter de lo cotidiano. LO COTIDIANO es el cruce de la vida y la muerte; en otras palabras, el PASO de la vida a la muerte, pero lo cotidiano puede significarnos el paso de lo muerte a la vida, la vida rescatada por la muerte y en la muerte.
Siguiendo con el símbolo del pan, en lo cotidiano nos puede faltar el pan; la existencia siente entonces que está expuesta y amenazada por el hambre, la enfermedad y la muerte: desfallece el hombre; usando una imagen bíblica: a la vida se la compara con un banquete, el hombre viviendo participa del festín de la vida, en lo cotidiano hay quienes no participan o participan poco; el banquete en la biblia, implica una participación plena de la existencia, que le da el pan necesario para no desfallecer y el pan que nos dá la plenitud de la vida en Dios.




PAN Y TRABAJO

PAN Y TRABAJO: Significa el pan el acto de comer cotidianamente, está en relación con la actividad mediante la cual se obtiene el pan: EL TRABAJO, la vida se da como búsqueda y lucha diaria por el pan; supone el esfuerzo humano. De este modo el trabajo es incorporado a la intención fundamental de la vida, la intención de mantenerse, conservarse y perpetuarse; así adquiere dentro de esta intención un sentido y un gozo la vida; manifiesta el aspecto penoso, por otra parte, el aspecto penoso del vivir; ésto requiere el esfuerzo del trabajo, el desgaste de la labor diaria. Carácter, aún más penoso, cuando al hombre le falta el trabajo. Cuando al hombre no le es permitido luchar por la vida. Aquí lo cotidiano, se convierte en ausencia de pan y aparece la perspectiva de la muerte a través de la "experiencia" de la desocupación, que va más allá de la simple experiencia de no comer; accede el desocupado al sentimiento de marginación (no participación en el banquete de la vida) la erradicación de no tener lugar en la existencia a la amarga sensación de un mundo y de una sociedad que parece persuadirlo de que él está de "sobra".
Lo cotidiano es también el disfrute del trabajo y de los frutos obtenidos, disfrute que se traduce en el salario obtenido, en el acto de reponerse comiendo pan, de saciarse y quedar satisfecho, cada noche trae consigo el descanso; cada día adquiere una anticipación del domingo; cada día se anticipa algo del domingo; pero el tiempo diario del reposo puede verse amenazado por formas de muerte; quien no trabaja; quien no tiene para comer; quien no tiene ocupación para interrumpir, descansando, es invadido por la pre-ocupación; en un ocio que consiste en impotencia, esterilidad; le anula el reposo interior.

"PAN DE LA PALABRA" y "PAN DE LA EUCARISTIA"

Pero el pan no es solamente material que alimenta el cuerpo. En el lenguaje cristiano se habla del "PAN DE LA PALABRA" y del "PAN DE LA EUCARISTIA". Ambos están en íntima relación. La palabra, que es la sabiduría, la Fe es comida, es alimento; debe ser asimilada por el hombre; este pan implica, como el otro una búsqueda, un esfuerzo, un trabajo; una preparación esforzada: el aprendizaje. Hay que ser iniciado en la sabiduría de Dios hay que ser evangelizado y catequizado por la palabra de Dios. Y tiene un reposo; el alimento de la Fe lleva a la contemplación gozosa, reposo espiritual, convierte a la vida del hombre en una celebración dominical, una celebración de la vida que no acaba, que se realiza plenamente porque estamos unidos a la misma Vida que es Cristo. Como en el pan material, la carencia del pan de la Fe, de la palabra puede convertir lo cotidiano en formas de muerte por el, no tener acceso al saber, no captar el sentido de las cosas y de la vida, por considerar la historia como un cuento y no saber leer interiormente lo que Dios va construyendo.
El hombre no se logra con ser hijo (procreado) sino que requiere también ser discípulo.
Lo cotidiano es pan, o sea, el vivir. Pero vivir es una forma de estar con el "otro", vivir es convivir, vivir es ser solidarios. Así como el pan se lo come con otro, se lo recibe de otro, se lo come conversando con otro. Comer el pan es un acto de participación en el otro.
El trabajo, cuyo fruto es el pan, es trabajo con otros; con otros que ayudan y son ayudados; el trabajo es camaradería; es esfuerzo común; en él se complementan las fuerzas y los esfuerzos; nuestra vida moderna nos habla de la interdependencia de los hombres en el trabajo. Se trabaja para otros; para la esposa; los hijos; la nación; para el pobre; el necesitado; se trabaja para dar ; para integrar los hombres a un grupo; para lograr la comunidad entre los hombres.
También el reposo que es exigencia del trabajo, asume formas sociales; comunitarias. El domingo se dá como fiesta, como tertulia; como encuentro. Si el pan es el "otro" cuando falta el pan material o el pan espiritual sentimos la ausencia del otro, la falta de amistad, las diversas formas de las indiferencias, el odio. Aquí lo cotidiano aparece como soledad y aislamiento, la muerte cobra la forma de ruptura, desencuentro, egoísmos.

Hermanos y amigos, los hombres necesitamos darle sentido a todo eso que lo decimos con el concepto de los COTIDIANO. Cristo es el que le dá sentido a los cotidiano, que convierte la vida en una celebración, que pone en las manos del hombre el pan material y el Pan espiritual, para que los hombre sepamos convertirlo en comunión entre nosotros. El es la Palabra, el Pan descendido.
Esta conversión de lo cotidiano en celebración es lo que debe ser realizado a través de la historia a medida que avanzan los días, es realizar en lo cotidiano la experiencia de una existencia vivida en la Fe, la Esperanza y la Caridad; a través de una expresión hecha comunidad eclesial, visible y testimonial.




LA EUCARISTIA RENUEVA LA VIDA DE UNA COMUNIDAD

Es realizar la gran novedad traída por la Pascua del Señor, en esta Iglesia Local Riojana, que se reúne en torno al Pan Eucarístico; eucaristía que alimenta y construye la Iglesia Local. Así la vida de cada día es asumida festivamente, a través de la vivencia de las virtudes teologales, la vida se deberá ir dando como renovación, así creeremos que la vida vence a la muerte, así nace la esperanza, ahora se puede amar, sabiendo que el amor es más fuerte que la muerte. La Eucaristía se dá como expresión de vida cotidiana, como exigencia y dinamismo que convierte y renueva la vida de una comunidad, la gracia eucarística se ordena a mantener viva la celebración cotidiana de la existencia convertida por el Bautismo, en criatura nueva.
   
La Eucaristía simboliza que Cristo ya ha venido y resucitado, pero que El debe aún retornar; signo de anticipación que celebra que por la pascua se ha introducido la vida nueva en la historia, como principio de transformación real del mundo; la existencia humana está aún bajo la ley de la imperfección, del límite y de la muerte; que Cristo se ha encarnado en lo cotidiano y que los cristianos debemos asumir las formas de la vida cotidiana; que está ordenada a mantener una vida pascual puesta en riesgo por la vida de todos los días; expuesta a recaer en lo viejo; a hacer retornar al hombre a su antigua condición; sacramento de una vida que ha de ser cotidianamente rescatada de las cosas de cada día.

La Eucaristía construye la comunidad eclesial; reune las conciencias; las intercomunica y mueve a salir al encuentro de nuevas conciencias a quienes se comunique la experiencia de la Buena Nueva. La experiencia de la Palabra, de la Sabiduría; engendradora de caridad; el sentido del servicio a los demás; es la que nos empuja a la entrega a los demás, hasta el martirio, la que pone la vocación y las exigencias de seguir construyendo el Cuerpo de Cristo.

Mis hermanos, este año como el año pasado, la fiesta del Corpus está rodeada de tensiones y de acontecimientos dolorosos ante los cuales no nos es lícito ignorarlos o permanecer indiferentes.
Es la comunidad de los argentinos la que resquebraja, la fuerza, el miedo, el choque de generaciones, hechos que no dicen con una sociedad que se dice civilizada, nos debe llevar a todos a hacer una seria y profunda reflexión para analizar las causas que llevan a este estado de cosas, no seamos superficiales en nuestros juicios y opiniones, no nos quedemos en el hecho o en la anécdota, así no construiremos una comunidad de hombres libres, unida en la caridad de Cristo y expresión para nosotros los cristianos, en esta Eucaristía que celebramos, mientras un mundo se construye marginado del Evangelio, o por lo menos de la Iglesia. Revisemos nuestras actitudes cristianas como adultos y como jóvenes, si construyen un pueblo unido que sepa dar razones a las generaciones venideras de sus acciones y de su existencia. Dios nos está reclamando algo por medio de la juventud: en la juventud encontramos valores y contra-valores, la impaciencia de los jóvenes ¿no estará despertando nuestra somnolencia? La protesta de los jóvenes ¿no estará sacudiendo nuestro excesivo estatismo, es decir, nuestra resistencia a los cambios auténticos y verdaderos que hoy impone la sociedad y la misma Iglesia? La agresividad de los jóvenes ¿no estará alertando nuestro conformismo y nuestro aburguesamiento en la vida? El excesivo idealismo de los jóvenes ¿no estará llamando a un mayor realismo y testimonio de vida evangélicos?

Homilía de Mons. Angelelli 28 de mayo de 1970   (Celebración de de Corpus Christi) 


Fuente: Liturgia y Espiritualidad Dominica

Podes seguir este blog a través de facebook: AÑO DE LA FE. (Grupo) Vivamos juntos la Fe (FanPage), Instagram en X: @VivamoslaFe y en nuestro canal de Telegram

martes, 20 de junio de 2017

HOMILÍA DE MONS. COLOMBO (CORPUS CHRISTI) - "UNA MIRADA RELIGIOSA, SOCIAL Y POLÍTICA" (audio)



HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO
(Catedral y Santuario de San Nicolás, La Rioja, 18-06-2017)
Mis queridos hermanos,
La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo nos convoca una vez más para expresar públicamente nuestro seguimiento del Señor, Pan Vivo bajado del cielo. Comunidad de discípulos de un Dios que se entrega incondicionalmente por amor, nos reunimos para hacer presente la vitalidad de ese amor redentor que nos dignifica.

  1. MEMORIA
En la primera lectura (Deut. 8, 2-3. 14-16), la Palabra de Dios nos invita a considerar la obra de Dios en la historia del Pueblo de Dios al sacarlos de la esclavitud y conducirlos por el desierto a la tierra prometida. Es una llamada a una memoria agradecida. Lejos de descartar los momentos de fracaso, infidelidad y angustia de los hombres, los evoca con justeza para señalar cuán grande es el amor de Dios, un Dios compañero de los hombres,  que no los destina a un lugar de pasividad sino que los constituye en sus interlocutores, enseñándonos que no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Dios es el Padre que nos da la Palabra, la libertad y un Pan que en Cristo se revelará pleno y definitivo para nuestra vida.
Nosotros, la Iglesia, somos ese Pueblo de la Palabra, de la Libertad y del Pan. Llevamos en nuestros corazones y en la memoria del camino estos dones que en su Providencia Dios ha querido confiarnos no para cerrarnos en un disfrute egoísta sino para fecundar nuestro propio andar fraterno y solidario. ¿Cómo aceptar entonces, sin una respuesta urgente y comprometida de los cristianos, que haya hermanos que todavía no han recibido la Palabra en sus vidas, hombres y mujeres que viven en el cautiverio de las adicciones, personas y familias que padecen hambre?
En un país rico de alimentos como el nuestro, es escandaloso el incremento permanente de los precios de los alimentos básicos de la canasta familiar. Más de una vez hemos escuchado a distintos funcionarios explicar e incluso querer justificar las “cadenas” de precios que se van agigantando por segmentos y que deja en situación de pobreza a numerosos productores que han generado esos bienes e impide además su acceso a los más pobres. Esas cadenas de la exclusión seguramente tienen sus responsables y beneficiarios.
Para el bien del pueblo encomendado, las autoridades correspondientes deben acometer con energía, eficacia y verdadero compromiso, la problemática de la inflación en el precio de los alimentos y poner los límites que sean necesarios a los desbordes de la ambición de algunos sectores que amontonan pingües ganancias a costa del hambre de tantos hermanos. Algunos de ellos, inclusive donan más tarde y pomposamente algunas miguitas, abanderándose en la responsabilidad social empresaria, constituyendo fundaciones que despiertan la admiración de las tapas de diarios y revistas. En nombre de Dios, les pedimos que antes no fabriquen el hambre ni las necesidades básicas de nuestra gente con su irresponsabilidad y avaricia.
Ayer, en una hermosísima Asamblea Decanal, los hermanos del Decanato San Francisco Solano nos ayudaron con sus propios testimonios. Le pusieron nombre a las distintas pobrezas y hambres que hoy agobian a nuestras familias y comunidades. No porque no las conociéramos sino porque necesitamos una y otra vez considerar lo que nos esclaviza, limita y hunde, para apretarnos solidariamente en torno al Señor y buscar repechar juntos la realidad cruda y desafiante. La pobreza es un “monstruo grande y pisa fuerte”, como dice la canción, y por eso nos pide la fuerza testimonial de un amor que es misión, anuncio gozoso de Jesucristo, y solidaridad, entrega generosa y compartida de los hermanos.  
  1. UNIDAD
Presente entre nosotros, Jesús se nos reparte y nos invita a  la unidad. Él es su fundamento. (…) la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo, está representada y se realiza por el sacramento del pan eucarístico (cf. 1 Co 10,17). Todos los hombres están llamados a esta unión con Cristo, luz del mundo, de quien procedemos, por quien vivimos y hacia quien caminamos.” (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 3)
Una unidad que acoge las diferencias como una oportunidad para crecer juntos, una unidad que no se asusta de que seamos muchos; al contrario se alegra y alienta mayor participación invitando a nuevos hermanos. Comer de ese pan único que es Cristo mismo nos invita a trabajar por la unidad, conscientes de las dificultades que ello implica, de los vaivenes de nuestras inconstancias y fragilidades que nos hacen traicionar la nobleza de la unidad que buscamos.
Hace un par de semanas concluyó la visita pastoral de San Nicolás a los Llanos riojanos. Fueron para mí, días inolvidables de encuentro con nuestro pueblo, sencillo y creyente, fervoroso discípulo del Dios de la Vida. Uno de los comentarios permanentes que escuchaba de tantos hermanos y hermanas que integraban los consejos pastorales o las comisiones de pueblos y capillas, era: “¡Cuánto nos unió San Nicolás! Nos juntamos y todos pusimos algo de nosotros para recibir al Santo.” La alegría que traía el visitante, que era la alegría del Evangelio mismo de Jesús, provocaba una reacción llena de vitalidad comunitaria. Del poquito de cada uno nacía la abundancia de la alegría de todos.
No se me borran de la memoria esas bandejas de pan tibio y fraterno que en lugares tan alejados de nuestra geografía diocesana los hacían cercanos por la acogida festiva de todos. Llenos de detalles, nuestros hermanos visitados nos recibían, haciéndose ellos mismos, visitantes del corazón de los que, peregrinos, llegábamos, un poco cansados pero felices. Y nos sentíamos y nos reconocíamos uno en Él, el Señor que nos llamaba a celebrar la fraternidad de los riojanos,
Por este mismo motivo, pensando en todos los riojanos, en los que visito con frecuencia como parte de mi misión de obispo, en aquellos que la están pasando mal por las crecientes dificultades económicas, quiero pedir a los cristianos que actúan en política que trabajen con todas sus energías para cuidar la institucionalidad en nuestra provincia. Se trata de apostar con toda energía a su fortalecimiento, dejando de lado comportamientos que multipliquen las divisiones y desborden las propias competencias de actuación. Con una agenda social tan importante, respetar y cuidar la institucionalidad debe ser nuestro compromiso como comunidad política, la meta permanente de todo dirigente, para contar con todos, para no perder tiempo y energías en el agravio, la prepotencia, el desconocimiento de la función del otro con chicanas políticas mezquinas y de corto plazo.
La amistad social no es una sonrisa de plástico que dice que todo está bien, que no pasa nada. Por el contrario, la amistad social tiene arrugas y cicatrices que expresan la vida vivida y conquistada. A los cristianos nos toca construir la amistad social asumiendo los rigores de desiertos y tempestades, los peligros de los atajos y desvíos, buscando siempre el camino hacia la Libertad, con una Palabra de Vida que nos llena el corazón, y el Pan compartido que nos hace uno en Él.
  1. PARA LA VIDA DE TODOS.
El Evangelio de hoy (Jn 6, 51-58) nos invita a volver sobre la vida entregada por Cristo. Su vida es la nuestra. Su sacrificio en la Cruz nos ha ganado la Vida nueva, la Vida verdadera. Recibimos este don imperecedero que es su Cuerpo y su Sangre, con la única exigencia de encontrarnos con Él para unirnos, para ser a su imagen y semejanza, Hijos del Dios amor.
 “La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor” (San Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, 1)
Vuelvo con la memoria del corazón a todos los rinconcitos de la diócesis visitados con San Nicolás en estos tres años de visita pastoral, a todas las parroquias y comunidades visitadas en los cuatro años de obispo entre Uds. ¡Cuántas celebraciones de la Misa, llenas de luz y de fiesta! ¡Cuánta presencia del Señor que nos hace suyos y de los hermanos! Jesucristo, se queda entre nosotros y se nos entrega para que comiéndolo, tengamos Vida en Él.
Crecen en nuestra diócesis, distintas iniciativas relacionadas a la adoración eucarística. El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del Sacrificio eucarístico (…)  La presencia de Cristo bajo las sagradas especies que se conservan después de la Misa –presencia que dura mientras subsistan las especies del pan y del vino–, deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual. Corresponde a los Pastores animar, incluso con el testimonio personal, el culto eucarístico, particularmente la exposición del Santísimo Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo las especies eucarísticas.” (San Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, 25) Agrega elocuente, San Juan Pablo II: “Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el « arte de la oración» ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? “(ibid)
Toda iniciativa de erigir una capilla de adoración permanente, requiere el discernimiento y el consentimiento del obispo (cfr. Congregación para el Culto Divino, Instrucción Redemptionis sacramentum, n. 140)  que es el moderador, promotor y custodio de toda la vida litúrgica de la Iglesia particular que se le ha encomendado (Cf. Concilio Vaticano II, Decreto sobre el ministerio pastoral de los Obispos, Christus Dominus, día 28 de octubre de 1965, n. 15; cf. también, Const. sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 41; Código de Derecho Canónico, c. 387)
La adoración de Cristo vivo nos debe llevar a los rostros permanentes del mismo Señor, presente en las innumerables periferias existenciales de la vida de hoy. Por eso pido a los párrocos y responsables de las capillas de adoración que igualmente organicen la participación de quienes asistan a éstas, a sostener las iniciativas solidarias de la comunidad diocesana y en particular de la propia parroquia.
En este contexto del que venimos hablando, convoco a la comunidad diocesana a participar de la Celebración Eucarística que tendrá lugar el próximo lunes 26, a las 19.30, en la Iglesia de la Merced en la ciudad Capital. Allí celebraremos el Día de la Lucha contra las adicciones. Como comunidad cristiana estamos comprometidos a buscar junto a nuestros hermanos adictos la puerta salida de esa cautividad dolorosa. Es significativo que lo hagamos al amparo de nuestra Madre asociada a la redención de los cautivos, en un templo tan querido de nuestra ciudad donde diariamente se adora al Señor de un modo tan elocuente sea por la participación de numerosos fieles como los frutos de dicha adoración. Deseo que, especialmente, los jóvenes de la Pastoral Juvenil y los animadores de espacios parroquiales de Pastoral Familiar, educadores de nuestros colegios católicos, particularmente los que están cerca y los catequistas de Confirmación, se hagan presentes para unirnos en esa jornada de oración y clarificación de la Pastoral de Adicciones.
La hondura de adorar al Señor, vivo y presente en medio nuestro, nos invita a continuar esta contemplación del Pan vivo bajado del Cielo, en el servicio cariñoso y fraterno de tantos hermanos pobres y abatidos por situaciones dolorosas de todo tipo. Junto al acompañamiento solidario de los pobres, nos urge tomar parte en la misión evangelizadora de la Iglesia para hacer presente a Jesucristo, especialmente donde no hay  misioneros y catequistas.
Como nos enseña el Papa Francisco en Evangelii Gaudium: ”La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración, y me alegra enormemente que se multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de intercesión, de lectura orante de la Palabra, las adoraciones perpetuas de la Eucaristía. Al mismo tiempo, «se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación». Existe el riesgo de que algunos momentos de oración se conviertan en excusa para no entregar la vida en la misión, porque la privatización del estilo de vida puede llevar a los cristianos a refugiarse en alguna falsa espiritualidad.” (n. 262)
Queridos hermanos en el Señor, ¡Alabado sea Jesucristo! En su seguimiento fiel, vivamos la alegría, el gozo de tomar parte de la vida y misión del Pueblo de Dios.

La Rioja, 18 de junio de 2017.-
+Marcelo Daniel Colombo, Padre Obispo de La Rioja.

Escuchar homilía: Podes seguir este blog a través de facebook: AÑO DE LA FE. (Grupo) Vivamos juntos la Fe (FanPage) y en Twitter: @VivamoslaFe

viernes, 16 de junio de 2017

EVANCAT - “LA EUCARISTÍA COMO PAN ESPIRITUAL” (PDF)


Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo



Evangelio según San Juan 6,51-58. 

Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?". Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente". 

 Catecismo de la Iglesia Católica

 “La Eucaristía como pan espiritual”


1275 La iniciación cristiana se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmación que es su afianzamiento; y la Eucaristía que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en El.

1436 Eucaristía y Penitencia. La conversión y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace presente el sacrificio de Cristo que nos reconcilió con Dios; por ella son alimentados y fortificados los que viven de la vida de Cristo; "es el antídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva de pecados mortales" (Cc. de Trento: DS 1638).

2837 "De cada día". La palabra griega, "epiousios", no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento. Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de "hoy" (cf Ex 16, 19-21) para confirmarnos en una confianza "sin reserva". Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia (cf 1 Tm 6, 8). Tomada al pie de la letra [epiousios: "lo más esencial"], designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, "remedio de inmortalidad" (San Ignacio de Antioquía) sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (cf Jn 6, 53-56)  Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este "día" es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre "cada día". La Eucaristía es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos... Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación (San Agustín, serm. 57, 7, 7).


El Padre del cielo nos exhorta a pedir como hijos del cielo el Pan del cielo (cf Jn6, 51). Cristo "mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la Iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial" (SanPedro Crisólogo, serm. 71)


Descargar PDF

Podes seguir este blog a través de facebook: AÑO DE LA FE. (Grupo) Vivamos juntos la Fe (FanPage) y en Twitter: @VivamoslaFe