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martes, 17 de septiembre de 2019

"Sínodo Amazónico, entrevista a Mons. Ojea" - Marcelo Figueroa



UNA CONVERSIÓN ECOLÓGICA INDISPENSABLE

Monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, recibió en su sede de Buenos Aires a L´Osservatore Romano con la cordialidad y calidez a que nos tiene acostumbrados. 
Le consultamos sobre sus pensamientos, expectativas y reflexiones ante la situación planetaria a la luz del eminente encuentro sinodal y especialmente en relación al llamado a una “conversión ecológica”. Éstas fueron sus muy enriquecedoras palabras, dichas con mucha pasión y convicción espiritual: 
El papa Francisco en su magisterio nos habla de tres conversiones. La conversión pastoral, de la cual habla profusamente en Evangelii Gaudium y que es la conversión de la Iglesia hacia la misión y un llamado a remover las estructuras que la impiden. Luego, la conversión ecológica que la plantea en la Encíclica Laudato SI y que tiene que ver con el enorme desafío de afrontar esta crisis planetaria que se ha producido en nuestra casa común y la invitación al cuidado de ella. Y finalmente nos habla de la conversión sinodal de la iglesia, que la va a plantear primero en el discurso del aniversario del Sínodo y luego en Episcopalis Communio. 

Si nos detenemos en la conversión ecológica, cuando comienza Laudato SI, el Santo Padre nos presenta una situación del hombre frente a la naturaleza fundada en las Sagradas Escrituras y particularmente en el “Cántico de las Criaturas” de San Francisco. Se trata allí de una relación armónica entre el hombre, la naturaleza, el sí mismo, el prójimo y con Dios. Una relación donde San Francisco se dirige primero al Dios Altísimo al cual ningún hombre es digno de nombrar. Y esto es bueno decirlo porque ante todo San Francisco alaba al Altísimo creador y luego al hermano sol, a la luna, a las estrellas, al fuego, al agua y finalmente a la hermana madre tierra. Este maravilloso cántico es el primer poema en lengua vernácula italiana. El Papa toma de esta espiritualidad todo lo que ella significa para pensar al hombre frente a la naturaleza. No como lo plantea el subjetivismo moderno que pone al hombre enfrentado a la naturaleza como si fuera algo distinto al él, como delante de un marco o como un objeto del cual pueda extraer todo lo que quiera o succionar todo lo que quiera, intervenir todo lo que quiera. Ya que el hombre también es naturaleza, el hombre es agua, el hombre es tierra y el hombre es aire. 

Alejado de una posición de dominianismo o superioridad, el hombre debe verse como a sí mismo como administrador de la casa común. Como un responsable dotado de inteligencia y voluntad pero que sin llegar al extremo de adorar a la naturaleza, que se transformaría en una suerte de panteísmo. El hombre cambia la categoría de “dominio” por lo que va a ser el eje de la Encíclica y que es la categoría de “cuidado”. El cuidado se basa en el respeto por cada ser, por cada criatura que es amada en si misma por Dios y por eso mismo es necesaria y hace a la armonía y al conjunto de toda la creación. Entonces, de alguna manera, el hecho de concebir al hombre cuidando significa que el hombre está guardando, respetando, protegiendo, previniendo y provocando continuamente acciones que lo convierten en el ser responsable de un cuidado para lo cual debe mantener cierto equilibrio y respeto al otro. 

¿Cómo resolver entonces este problema que se nos plantea en una naturaleza bella, maravillosa, regalo de Dios y que al mismo tiempo está amenazada frente a un grave peligro? Para poder desarrollar esto, el Papa nos plantea en el llamado al Sínodo a una reflexión sobre un territorio concreto que abarca casi ocho millones de kilómetros cuadrados, con el río más grande del mundo que tiene más de mil afluentes y con un ecosistema que resguarda el equilibro a través de la humedad. De una zona en una región que tiene el veinte por ciento de las reservas de agua dulce y que contiene un tercio del carbono del mundo. En este lugar concreto el Papa plantea poder pensar como realizar una conversión ecológica indispensable. Pone en paralelo el amor por la tierra y el amor por los pobres porque el grito de la tierra es el grito de los pobres, en este caso a los habitantes de estos lugares de la cuenca de la Amazonía.

Esta conversión ecológica abarca una conversión cultural, económica, social y también generacional.    La tierra es un don de Dios y por eso tiene que ver con la lógica de la receptividad. Nosotros recibimos la tierra que hemos heredado. Al recibirla, nosotros debemos transformarla y cuidarla para las generaciones futuras. Pero al mismo tiempo vivimos un inmediatismo enorme donde cada vez se habla menos en el futuro. Esto pone en crisis el sentido mismo de nuestra vida en la tierra. ¿Qué estamos haciendo con la tierra que hemos recibido? ¿La hemos recibido para depredarla o para cuidarla y transformarla para las nuevas generaciones? ¿Tenemos algún deber para las nuevas generaciones o les vamos a dejar un basural de derroche, de despilfarro con un agua híper-contaminada, con un cambio climático irrefrenable que va a causar un perjuicio enorme a través del calentamiento global a millones de seres humanos y con dificultades para aprovechar el oxígeno en el planeta? Entonces, todo esto va a requerir de nosotros una conversión que abraque distintos aspectos de nuestra persona. Una conversión que tiene que ver con nuestros hábitos de consumo - porque comprar también es un acto moral-, con lo educativo, con lo económico, y con nuestro estilo de vida. Una conversión que finalmente lleve a establecer una espiritualidad nueva que nos permita sensibilizar frente al problema ecológico. Yo me preguntaría desde la vida espiritual, en qué lugar debemos ponernos para escuchar el grito de los pobres y de la tierra. Y una vez que descubrimos ese lugar, tenemos que unirnos para crear conciencia de este deber y esta misión que tenemos todos hacia esta tierra y hacia nuestros hermanos.

Publicado en el L'osservatore Romano
el 9 de Agosto, 2019



Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

Todos los martes encontraran en este blog, una publicación sobre el "Sínodo de la Amazonia".


lunes, 9 de septiembre de 2019

"SOMOS LA AMAZONIA" - DOCUMENTO ECUMÉNICO EN APOYO AL SÍNODO DE LA AMAZONIA


El inminente Sínodo de la Amazonía y la siempre renovada vigencia de la Encíclica Laudato SI, está provocando una serie muy importante de adhesiones, expresiones, debates y puesta en agenda en todo el espectro del mundo ecuménico en todo el mundo y muy especialmente en Latinoamérica.
Un ejemplo claro es un documento llamado “Somos La Amazonía” que proviniendo de la organización ecuménica “Christian Aid” está sumando adhesiones de iglesias, consejos y organizaciones basadas en la fe y socios ecuménicos para que se comprometan en la lucha por equidad y justicia en la región. 
Según dejó trascender ALC (Agencia Ecuménica de Comunicación en Latinoamérica y Caribe), el documento se publicará poco antes del Sínodo para la Amazonía, previsto para octubre de 2019. Los promotores confían que el mismo demostrará el apoyo y la fuerza ecuménica en defensa de la floresta y sus pueblos y evidenciará la crisis en la selva amazónica, que desempeña un rol vital en la salud del planeta. 
Finalmente expresan que como partes de una comunidad ecuménica, nosotros y nosotras que firmamos esta declaración, estamos en solidaridad con las iglesias y comunidades por toda la Amazonía. La crisis ecológica de los bosques exige por un esfuerzo continuo por parte de socios ecuménicos para lograr la paz y justicia a niveles local, nacional, regional e internacional. Es en este contexto que respaldamos y apoyamos la siguiente declaración de las Iglesias Latinoamericanas:


SOMOS LA AMAZONIA
Dios habla con nosotros de toda la creación. El cielo y la tierra proclaman la presencia del amor de Dios que nos da vida en el bosque, en las aguas, en la atmósfera, en el milagro de las semillas y en la diversidad de todo lo que existe. Todo ser que respira participa de este amor. Todo ser que respira también sabe que este amor hecho mundo, está amenazado y explotado por un modelo económico que transforma todo en mercancía, que no acepta límites para su expansión y acumulación de riqueza.
Nosotros, las Iglesias, los Consejos y las Organizaciones Basadas en la Fe estamos conscientes de estas amenazas dolorosas, inminentes y que empeoran:
• Aprendamos a escuchar el clamor del Bosque y todos sus seres y culturas: muchas veces fuimos insensibles y sordos a este grito que nace en el corazón de la Amazonia;
• Aprendamos a abandonar nuestras ideas preconcebidas sobre la región: muchas veces no escuchamos a los seres y culturas que hacen pulsar a la Amazonia;
• Aprendamos a interpretar el deterioro de los modelos económicos, culturales, religiosos y políticos de extractivismo intensivo y predatorio: muchas veces no levantamos nuestra voz profética en la defensa de pueblos, especies y territorios frente a los megaproyectos en la región, financiados con capital local y global, promotores de la crisis climática;
• Aprendamos a encarnar nuestra fe en la vida y en las culturas amazónicas: muchas veces toleramos propuestas misioneras supremacistas y destructoras de la diversa presencia de Dios en la Amazonia;
• Aprendamos del actual proceso del Sínodo Pan-Amazónico de la Iglesia Católica Romana y la reflexión del Papa Francisco y de Laudato Sí para dialogar en este momento de espiritualidad y profecía asumiendo también nuestro compromiso y fe.
En defensa de la gran Amazonia, su gente y sus seres biológicos. En defensa de nuestra Casa Común. En defensa de todo ser que respira. Queremos la Amazonia viva, soberana y protegida. Nos comprometemos a los diálogos de fe y a mantener nuestra presencia en la región teniendo como prioridad a todos los seres y culturas de la Amazonia.
Nos comprometemos a:
1- Seguir presionando a los Estados para que garanticen que las comunidades tradicionales amenazadas (pueblos indígenas, afrodescendientes, ribereños, campesinos, entre otros) tengan acceso y control sobre la tierra y sus bienes comunes.
2- Contribuir a que las comunidades históricamente excluidas y marginadas en el bosque y en las ciudades puedan participar, influenciar y tomar decisiones en los procesos que les afectan de manera directa en sus territorios.
3- Defender a defensores/as de Derechos Humanos y defensores/as de la naturaleza que vienen siendo constantemente amenazados mediante mecanismos eficaces de denuncia y protección;
4- Apoyar a las comunidades locales en la promoción de alternativas económicas sostenibles y a hacer frente al sistema económico vigente enfrentando los desafíos de la crisis climática en la región;
5- Desarrollar una espiritualidad ecológica que nos ayude a escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias, sintiéndonos parte de la Casa Común y todo el mundo habitado.
6- Apoyar a organizaciones locales e iniciativas basadas en la fe en el desarrollo de estos objetivos, manteniéndonos siempre informados, desafiantes y activos en lo que es para nosotros un imperativo de fe: ¡SOMOS AMAZONIA!

7- Convocar a nuestras Iglesias y Organizaciones Hermanas en el sur y norte a nivel global sur a la oración y acción, conscientes de que los peligros de extinción del planeta están ante todos, pero la solidaridad la globalización de la esperanza es lo que nos une en defensa de la Casa Común: el mundo que Dios tanto ama.

Publicado en el L'osservatore Romano
el 25 de Julio, 2019


Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

martes, 3 de septiembre de 2019

"SANAR LA TIERRA COMO MANDATO DIVINO" - Marcelo Figueroa




En el marco del año sinodal de la Amazonía, el “Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro” (IDGCE) que trabaja en unión estratégica con la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) está llevando a cabo en su sede en Buenos Aires un Ciclo de Seminarios “Pensar el futuro”. En esta primera parte, el tema en desarrollo es “Dialoguemos sobre espiritualidad y cosmovisiones en un mundo atravesado por el cambio climático”. Estos seminarios son dirigidos por las autoridades del IDGCE , licenciado Luis Liberman y magister Gabriela Sacco y cuentan con la coordinación y moderación de quien suscribe el presente artículo. En uno de ellos participaron como disertantes la rabina Silvina Chemen, la islamóloga Nancy Falcón y el biblista católico José Luis D´Amico. 


Los tres comenzaron referenciando sus fuentes literarias sagradas. La rabina Chemen al mencionar los capítulos 25 y 26 de Levítico y el 15 de Deuteronomio de la Torá, resaltó que éstos piden un año de cada siete para que tenga un Shabat Shabbaton - un Año sabático – un año de shmittah - un año de descanso de la Tierra y sus trabajadores. La Torá nos advierte que si nos negamos a dejar que la Tierra, "descanse" de todos modos ella descansará, a pesar de nosotros y sobre nosotros - a través de sequía y el hambre que llevarán a las personas al exilio trasformándolos en refugiados. Esta antigua advertencia, continuó expresando Silvina, oída por un pueblo en una pequeña tierra se ha convertido en el reflejo de la crisis de nuestro planeta como un todo y de toda la especie humana. El comportamiento humano en el abuso de la Tierra – generó una respuesta planetaria sistémica que pone en peligro a las comunidades humanas y muchas otras formas de vida también. La licenciada Falcón por su parte que en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, en su mensaje central de El Tauhid como Unicidad de Dios, representa un concepto fundamental que atraviesa todo el texto sagrado y que si bien se refiere a la divinidad como tal, también puede entenderse como una forma de denominar a todo lo creado. Continúo Nancy expresando que Dios crea directamente con el lenguaje, dice el Corán: “Kun Faya Kun” (36:82), es decir “Dice que sea y es”, y su creación por entero es también Una y Única, Dios crea en el Tauhid: a los cielos, a la tierra, al universo entero y al ser humano como un todo. Como seres humanos no estamos disociados de la creación sino que formamos parte de ella, reconociéndonos creados por el Ruh (espíritu) divino dentro de nosotros unidos todos por una naturaleza común y en armonía con lo creado. El ser humano es, en sí mismo, un microcosmos, lleva el espíritu de Dios en su interior y el mandato de divino de ser el administrador cuidadoso de la creación de Dios: la tierra, que es a su vez el material con el cual ha sido edificado. Finalmente el licenciado D´Amico y luego de leer el texto de la creación desde los primeros capítulos del Génesis hizo referencia que el hombre fue puesto por Dios para labrar (servir) y cuidar esto y se preguntó ¿qué hacemos con este mandato? Las políticas económicas, en contacto con poderes políticos y otras veces con el silencio de comunidades religiosas de diversos credos, no solo generan este estado de deterioro, casi irreversible a esta altura, además genera también pobreza, muerte, enfermedades, desnutrición, etc. Esto es, prosiguió José Luis, porque el ser humano se desconecta de su vocación de vivir en relación a la tierra. Desobedecer el mandato de Dios de cuidar servir es desobedecer su misma vocación más primaria. Y es desobedecer también lo que los aborígenes, indígenas, claman junto a sus culturas, dioses y tradiciones. Todos hoy debemos unirnos a ese clamor, que exige una conversión y esto es un cambio.

Las citas a la Encíclica Laudato SI y al magisterio de papa Francisco en relación a la ecología integral también se hicieron oír en la diversidad de estas voces representantes de las tres tradiciones abrahámicas. La rabina Silvina resaltó que La encíclica Laudato Si ha movilizado a los diferentes líderes como Torah, Pope, & Crisis Inspire 400+ Rabbis to Call for Vigorous Climate Action en donde rabinos de todas las denominaciones se han pronunciado en medios públicos acerca de la adhesión a las posturas de la encíclica; llamadas Reflexiones sobre la Justicia Climática. Del mismo modo, explicitó que hay textos especialmente escritos para ser leídos en las sinagogas el día más sagrado del año: Iom Kipur o para hacer sesiones de debate en las comunidades y donde se buscan las coincidencias entre los párrafos de la encíclica con los textos bíblicos. En su momento la referente musulmana Nancy dijo que el cuidado de la naturaleza como nuestra casa común, que recogen diferentes tradiciones religiosas y que nos recuerda el Papa Francisco en su “Laudato Si”, es un tema central en la tradición islámica, la naturaleza misma es un signo de la existencia de Dios y un mandato coránico que el ser humano forme parte de su cuidado. Continuó luego enfatizando que en un tiempo de tanta confusión y pérdida para el ser humano y para el resto de la creación, es urgente volver a erigir la figura del hombre Jalifa. Él es el guardián y defensor de la creación y de quienes hay en ella. Para que la creación se regenere, el hombre debe asumir su responsabilidad, pero no en forma individual sino colectiva. Dice el Sagrado Corán: “Sepan que Dios no cambia la condición de un pueblo hasta que ellos no cambien lo que hay en sí mismos”. (Sura 13:11). Finalmente el biblista católico José Luis, recordó que tanto en Laudato Si como en el Instrumento de Trabajo del Sínodo de Amazonia la iglesia denuncia la destrucción y el no cuidado, el abuso y no el cultivo, la expropiación y el servicio del agua y la tierra. Llamó a una conversión integral como lo ha dado en llamar el papa Francisco en donde la Iglesia debe ser signo y palabra en el camino para luego de leer íntegramente el clamor de la Amazonia desde los apartados 45 y 46 del Instrumentum Laboris llamar a querer ser sanadores y curadores de nuestra tierra, tarea a la cual Dios mismo nos está inspirando y estimulando. 

Creo pertinente culminar con una historia referenciada por a rabina Chemen surgido de un pensamiento rabínico: “La historia relata acerca de dos hombres que discutían la propiedad de un lote de tierra, y que ante la falta de un acuerdo coincidieron en apelar a un sabio que oficiara de juez para que dirima el pleito. El sabio decidió inclinarse y colocar su oído sobre el piso. Al ver la reacción del sabio, ambos contendientes se acercaron y le preguntaron por qué se inclinó, a lo que el maestro respondió que él debía consultar a la misma tierra quien era su dueña. Y culmina el relato diciendo que la tierra expresó que ella le pertenece al Todopoderoso, su Creador”


Publicado en el L'osservatore Romano
el 18 de Julio, 2019
Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

martes, 20 de agosto de 2019

"TIERRA, MADRE DE TODOS" - Marcelo Figueroa



"La importancia de las traducciones bíblicas en lenguas amazónicas y su rol en la ecología integral."

Mucho más que oportuna y urgente es la sugerencia “Incentivar la traducción de la Biblia a las lenguas originales de la Amazonía” en el Instumentum Laboris del Sínodo. Además, que ésta se enmarque dentro del capítulo de “Diálogo ecuménico e interreligioso” no solo le da un contenido ecológico integral religioso y lingüístico, sino que representa un continente ecológico integrador para el cuidado de la casa común desde una mirada antropológica y de subsistencia para estas comunidades aborígenes amazónicas.

Las ciencias de las traducciones bíblicas han debido transitar un camino integrador, inclusivo y ecuménico desde lo teológico y misionológico para volver a la misma raíz incultural de la Palabra encarnada (San Juan 1,14a) y al mismo tiempo transitar caminos para que “a partir de las Sagradas Escrituras procurar dar un testimonio común” , de una evangelización sin conquistas. 

De las antiguas traducciones que realizaban los misioneros que se esforzaban por aprender los idiomas originarios, se pasó a la imprescindible tarea de los referentes lingüísticos de esos pueblos para que sirvan como base y desarrollo del texto traducido. Entonces, la literalidad en la traducción debió por fin dejar paso a la dinámica y vitalidad idiomática de cada etnia, conservando su cosmovisión, costumbres, hábitat, cultura y costumbres. En esta tarea resulta fundamental el rol de la mujer aborigen que a menudo se constituye en la reserva idiomática de su comunidad y la garantía de conservación temporal lingüística al utilizar su propio idioma en el cuidado de los niños. Un ejemplo clave de ello es la conservación y desarrollo del guaraní en donde el lugar de la mujer que, sobreviviendo a la guerra del Chaco resistió la conquista idiomática de la lengua de su corazón y fundó las bases para que este idioma aborigen sea ahora lengua oficial de Paraguay. 

La admirable interacción de los habitantes de las comunidades aborígenes amazónicas con lo creado resultará fundamental para la correcta traducción de la enorme variedad y cantidad de elementos de la fauna, flora y cosmos en los relatos bíblicos que en sus lenguas fuentes son propias de un hábitat de origen muy diferente. Por otro lado, el concepto de distribución comunitaria de los bienes de la tierra - que a muchas traducciones bíblicas le dificultó la comprensión y traducción del término “ayuno” como privación de comer lo que se tiene hoy por la gracia de la Madre Tierra - serán desafíos maravillosos para esas traducciones. Ambos conceptos, el de un bienestar comunitario solidario y el de una Madre Tierra proveedora y acogedora expresadas en una traducción, despejarán por sí solas el avance de algunas teologías apocalípticas, dominianistas y de prosperidad individual que “impactan negativamente en grupos amazónicos”.

Por otro lado, que “otros grupos que están presentes en medio de la selva amazónica junto a los más pobres realizando una labor de evangelización y de educación…permite que ellos divulguen la Biblia traducida a las lenguas originarias ”, presenta por lo menos dos desafíos y contribuciones socio-culturales. En primer lugar, los miles de vocablos necesarios para traducir el texto bíblico - que dicho sea de paso muchas veces no superan al enorme volumen idiomático de estas comunidades - se constituirán tal la experiencia con otras traducciones aborígenes en una suerte de diccionario impreso. Este valor bibliográfico, sería un aporte fundamental en la preservación y fijación del idioma aborigen en el concierto de la ecología idiomática y una fortificación lingüística en su histórica defensa por su libertad e independencia cultural. Por otro lado, sería imprescindible abordar las traducciones aborígenes en formatos de audio-escrituras. Esto no solo contribuiría a reconocer la valoración de sus idiomas orales o ágrafos como su propio universo cultural, sino que se insertaría en las raíces mismas de las ciencias bíblicas que reconocen a la transmisión oral como inicio y fuente de conservación de los relatos sagrados. 

Por todo ello, que los biblistas, teólogos y agencias bíblicas de todas las confesiones cristianas comiencen a trazar líneas de trabajos en estas direcciones tal como lo sugiere el documento comentado, resultará fundamental para que estas traducciones, siempre realizadas a pedido de las comunidades aborígenes, se constituyan en puentes de encuentro y de integración en la ecología integral expresada en los términos del primer párrafo de este artículo. "

Publicado en en L’Osservatore Romano,
7 de Julio, 2019



Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y editor del L'osservatore Romano en Argentina)

Todos los martes encontraran en este blog, una publicación sobre el "Sínodo de la Amazonia".

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