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domingo, 22 de diciembre de 2024

4° Domingo de Adviento - Homilía del P. Juan Manuel Gómez






Miqueas 5,1-4a. - Salmo 80(79),2ac.3b.15-16.18-19 - Hebreos 10,5-10

Evangelio según San Lucas 1,39-45.

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".


Homilía del P. Juan  Manuel Gómez


“De ti, nacerá el que debe gobernar a Israel ¡Y él mismo será la paz! “(Cf. Miq. 5, 1. 4)

 “Emmanuel, nuestro Dios está con nosotros. Y si Dios está con nosotros ¿Quién podría estar contra nosotros? “(Canción “Immanuel” de Michael Card)

 

Estamos celebrando el último Domingo de este tiempo de preparación, del tiempo de Adviento, que nos abre al misterio profundo del amor y la ternura de Dios con nosotros. La Palabra de Dios nos presenta cómo Dios se manifiesta, se revela y se hace presente entre nosotros.

En la profecía de Miqueas, el Señor se revela en la pequeñez: la pequeña Belén, la pequeñez del que va a nacer, la pequeñez de su madre. Y allí nos manifiesta que Él está con nosotros y viene con la firmeza del pastor que nos apacienta, que nos sostiene con la fuerza del Amor, y él es nuestra paz que se extiende por toda la tierra. ¡Qué fuerte para nosotros pensar que en nuestra pequeñez Dios nacerá! Nuestro Dios está con nosotros y viene a visitarnos.

Ciertamente en el adviento resuena constantemente la expresión VEN SEÑOR (Marana thá). Y Jesús es Dios que viene “para todos aquellos que viven en la sombra de la muerte, para todos aquellos que tropiezan en las tinieblas”[1] y surge como la gran luz. “Si Dios está con nosotros ¿quién podrá estar contra nosotros?”[2]

La Carta a los Hebreos nos relata que nuestro Señor al venir a nosotros hace una entrega total de sí mismo. “Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes”[3] , escuchamos en las palabras que pronuncia en la última cena y que el sacerdote en su memoria pronuncia en cada Eucaristía. Belén, que significa la casa del pan, es manifestación de aquello que compartimos en cada Eucaristía, en cada misa. Dios viene a ser el sustento de la vida de los hombres, es el pan de los hombres peregrinos

Jesús viene a hacer la voluntad de Dios: que todos sus hijos se salven. Así mismo nos da el ejemplo de lo que él espera de nosotros, la entrega total y personal de cada uno por los demás. El cuerpo de un bebé frágil que llora y que necesita de otros es el signo visible de todos los que lloran y nos necesitan hoy.

Y allí aparece “la estrella del mar” que nos guía y orienta en el camino, María, nuestra Madre, la servidora del Señor, para manifestar y revelarnos en su sencillez que así como Dios está con nosotros y “ha visitado y redimido a su pueblo”[4], tenemos que visitar a los demás.  Al visitarnos “el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte , para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”[5] todos somos capaces de hacer por los demás lo mismo que él hace por nosotros.

En el relato de la Visitación que San Lucas nos presenta en su Evangelio vemos claramente que, así como la visita de María a Isabel, todos estamos llamados a salir de nosotros mismos en gestos concretos que comunican solidaridad y vida por nuestros hermanos.

La alegría por la venida del Niño Dios, la alegría de la navidad, tiene que manifestarse en nosotros en alabanzas a Dios, como aclaman María e Isabel, pero también en servicialidad y disponibilidad para todos, especialmente a los que sufren, los que viven en la fragilidad de esta vida, tenemos que pensar en los demás. Y allí verdaderamente Dios se manifiesta, Dios resplandece.

Nos decía el papa Benedicto XVI: “La escena de la Visitación expresa la belleza de la acogida: donde hay acogida recíproca, escucha, espacio para el otro, allí está Dios y la alegría que viene de Él.”[6]

¡Qué diferente y plena sería nuestra Navidad si nos animamos a imitar a María visitando a cuantos viven en dificultad y acogiendo a nuestros hermanos!

“De tí nacerá el Señor”.  Este último tramo del adviento oremos con sincero corazón, contemplemos el pesebre, miremos a María, escuchemos al Señor que viene a visitarnos y digámosle: Quiero nacer contigo, queremos nacer en esta Navidad a una vida plena. Ven a nacer Señor en nuestra vida y ayúdanos a ir al encuentro, acogerte, recibirte y amarte en el hermano que viene y que sufre.

Este es precisamente el don sorprendente de la Navidad: Jesús ha venido por cada uno de nosotros y en él nos ha hecho hermanos. Que todos podamos vivir y compartir la alegría de esta Navidad. En vos Dios se manifiesta para los que están cansados, para los que en la oscuridad de la noche anhelan la luz.

¡Animáte a ser Navidad!

En los pesebres de nuestros corazones acunemos a Jesús y dejemos que su ternura, dulzura y amor nos impulsen a anunciar sus maravillas. Dios está con nosotros, nuestro Dios ya viene y de ti nacerá el Salvador.

Los invito a preparar el corazón para la Navida, con esta canción: https://www.youtube.com/watch?v=g0hPJ5EYxAo



[1] Cf. Lc. 1, 79.

[2] Cf. Rom. 8, 31.

[3] Cf. Lc. 22, 19.

[4] Cf. Lc. 1, 68.

[5] Cf. Lc. 1, 78-79

[6] Benedicto XVI, “Ángelus” Plaza de San Pedro, 23 de diciembre de 2012.



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miércoles, 7 de agosto de 2024

Homilía en la fiesta de San Cayetano - P. Diego Olivera




Queridos hermanos, reunidos en este día de fiesta, en la primera lectura escuchamos “yo seré el Dios de todas las familias”, no de algunos. No es un Dios de elite pero ¿por qué nosotros hacemos diferencias? Muchas veces, creyéndonos dueños de la Iglesia nos convertimos en una aduana, como dice el papa Francisco. El pan de la Eucaristía es para todos, el pan de vida es para todos.

En el Evangelio vemos a una mujer que le ruega a Jesús, insiste y así Jesús  descubre la gran fe de esa mujer. Cuantos hermanos hoy gritan, insisten porque no tienen pan. Con mucha fe venimos a pedir a San Cayetano por paz, pan y trabajo y seguramente Dios lo concederá por su intercesión. Pero la fe va de la mano de la caridad, tenemos mucha fe en nuestro patrono San Cayetano, sin lugar a dudas,  por eso este templo está lleno y algunos se quedaron afuera, esta e debe ir acompañada de obras de caridad, tenemos que poner de nuestra parte, la providencia de Dios necesita de corazón generosos, todos los días rezamos: “danos Señor el pan nuestro de cada día” pero ¿pido el pan solo para mí o también para mis hermanos? No basta con pedir, hay que ponerse a trabajar,  manos a la obra como lo hizo San Cayetano, él nos enseña que se puede llevar el pan a todos nuestros hermanos, en estos días escuchamos que Jesús realizó la multiplicación de los panes pero esa multiplicación no hubiera sido posible si alguien no ofrecía cinco panes y dos pescados, es muy importante poner de nuestra parte también.

Hoy nos toca trabajar a nosotros, no podemos ser flojos y dejar todo el laburo para Dios y San Cayetano, nosotros tenemos que llevar el pan a los hermanos que no lo tienen. El pan que ellos no tienen nos convoca y nos impulsa a misionar. Tenemos que compartir, somos responsables del pan de nuestros hermanos. En la procesión escuchamos esta pregunta ¿Dónde está tu hermano?, ¿Dónde está tu hermano que no tiene trabajo? Y yo agrego ¿Dónde está tu hermano que no tiene pan? Una pregunta que tiene que calar bien hondo en nuestro corazón




Es muy fácil criticar y no ayudar: “miralo al vago que no trabaja” pero ¿alguien le enseñó a trabajar? ¿Alguien le ofreció por lo menos una changuita? Qué fácil es decir: “mirá como se drogan, están perdidos” pero mucho mejor es acercarse y darles comida, quizás muchos se drogan para no sentir hambre porque no tienen nada para comer. ¿Visitamos a los enfermos y a los abuelos que tienen hambre de ser escuchados? Tenemos que llevar el pan de la compañía y de la escucha?  Y que decimos de los que están presos: ¿Qué se mueran ahí por el daño que hicieron? O ¿Somos capaces de llevar un pedazo de pan a los privados de libertad? ¿Somos capaces de acércarnos a la alcaidía y llevar un pedacito de pan?



Cuánto daño hacemos nosotros al no compartir el pan, pero Dios es misericordioso y nos invita a tener misericordia entre nosotros también.

Esta puede ser la misión para todo el año como preparación para la próxima fiesta patronal: Que cada uno de nosotros ayudemos a una persona pobre, que no tiene el pan en su mesa cada día. Quizás no podemos ayudar a muchos o quizás no podemos ayudar ni a uno pero podemos generar una red de contención, de ayuda, pedir donaciones, acercarnos a las autoridades que tienen los medios para brindar esta ayuda. Ahí también se ve reflejado nuestro compromiso como ciudadanos, no se trata de elegirlos y que ellos hagan lo que puedan y quieran hacer. Tenemos que exigir y pedir por nosotros y por nuestros hermanos, sobre todo pedir el pan para que no falte en la mesa de ningún hogar.

El domingo pasado nuestro obispo Monseñor Dante, nos invitó a poner a los pobres en el centro de nuestra pastoral, socialmente ya están marginados, sumergidos en la pobreza de barrios carenciados, alejados de la ciudad y sin oportunidades de trabajo. Como Iglesia no hagamos lo mismo,  no los dejemos afuera, que ellos estén con nosotros, que los pobres sean protagonistas en las celebraciones, que los más pobres también puedan leer una lectura en la misa.

Que los más pobres se encuentren con Dios en la providencia que es posible gracias a los hermanos que les llevan el pancito de San Cayetano, que esa sea la misión con este pancito que nos llevamos, no dejemos que se ponga duro este pan bendecido y que quede ahí en la casa hasta el año que viene, que este pan sea de alimento para alguien que lo necesita y Dios multiplicara mucho más nuestros bienes

Que San Cayetano nos guie para que seamos pan para los demás y así poder saciar el pan material espiritual de aquellos que lo necesitan


P. Diego Olivera, Chilecito, La Rioja



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sábado, 3 de agosto de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el P. Juan Manuel Gómez


Lecturas del día: Libro del Éxodo 16,2-4.12-15. Salmo 78(77),3.4bc.23-24.25.54. Carta de San Pablo a los Efesios 4,17.20-24.

Evangelio según San Juan 6,24-35.

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".

Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.

Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".

Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".

Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?

Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".

Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".

Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".

Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.

Homilía Pbro. Juan Manuel Gómez:

En este Domingo, la Palabra de Dios es clarísima en un signo tan visible y presente para cualquiera de nosotros porque es parte misma de nuestra vida cotidiana: el Pan.

En la primera lectura del libro del Éxodo se nos propone mirar al pueblo de Israel, luego de ser liberados y salvados de la esclavitud en Egipto, peregrinan en el desierto y comienzan a protestar contra Moisés y desde su humanidad frágil  a dudar de la obra de Dios. Pareciera que no fue suficiente todo lo que Dios les demostró de su presencia y de su amor por ellos con todos los signos y grandes milagros que realizó. Quizás también nosotros podamos identificarnos en ellos cuando en nuestra vida cotidiana aún habiendo conocido el amor de Dios y experimentado su poder salvador, cuando aparece alguna privación o prueba, nuestra fe parece nublarse y perderse.

Sin embargo, Dios escucha a su pueblo y no lo abandona, siempre nos da lo que necesitamos, tal vez no lo que queremos, observemos bien, sino lo que necesitamos. Al pueblo de Israel le da la carne de las codornices y hace caer el pan desde lo alto del cielo en esa “cosa tenue y granulada” que aparece sobre la superficie del desierto con la cual ellos luego elaboran el “Maná”. Es el pan que el Señor les ha dado como alimento para que sigan peregrinando en su camino.

Dios da el pan de cada día en nuestro camino cotidiano. Él nos provee el sustento necesario en cada paso. Ese pan es sinónimo de vitalidad y fuerza para caminar, para que cuando creamos que ya no podemos seguir adelante renueve nuestras fuerzas y sigamos andando en nuestra vida porque Dios va con nosotros.

Nuestro querido Beato Monseñor Enrique Angelelli en una de sus homilías nos ayudaba a iluminar esta idea, donde nos decía:

“La Eucaristía es el Sacramento de lo cotidiano. Lo primero que recogemos de nuestra experiencia es el PAN, lo cotidiano es el pan, lo decimos diariamente: "el pan nuestro de cada día..." El pan alimenta, da vida. El maná es un ejemplo de ello; es necesario un pan que pudiera convertirse, mientras vivimos aquí en la tierra, en el tiempo, de errante en peregrino; un pan "espiritual"; un pan que alimente para la vida definitiva; que lleve hasta el encuentro con el Padre de los cielos.” (Homilía del Beato Monseñor Enrique Angelelli 28 de mayo de 1970 Celebración de de Corpus Christi) 

Cada vez que comemos de este Pan en cada Misa, Dios se vuelve nuestro  alimento de vida. Pero preguntémonos ¿Dios es mi alimento? ¿Busco a Dios porque me da algo o porque lo necesito?

Y así llegamos hasta el relato del Evangelio de este Domingo. Nos encontramos en un pasaje del capítulo 6 del Evangelio según San Juan (que les aconsejo que si pueden lean todo el capítulo en su oración personal durante la semana). Después del gran acontecimiento y el milagro de la multiplicación y fracción de los panes, donde esta multitud de personas había comido hasta saciarse, al no ver a Jesús en ese lugar salen a buscarlo. ¡Buscan que Jesús les dé más! Y allí el Señor revela estas palabras: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre…”

Estas personas parecen no ver más allá del signo maravilloso de Jesús y no llegan a entender lo más profundo, se quedan en lo superficial. Quieren que Jesús les facilite el alimento, que les de comida hasta hartarse. 

Nosotros también podemos tener muchas veces esas actitudes si buscamos en Dios solamente que me de aquello que quiero y perder de vista que Él es todo lo que necesito. Como decía Santa Teresa de Ávila: “No buscar los consuelos de Dios sino al Dios de todos los consuelos”. 

Venimos al encuentro con Jesús que es nuestro alimento de vida. Dios es nuestro alimento, nuestra vida. Jesús es  el gran signo de que Dios no abandona nunca a su pueblo.

Las palabras de Jesús en este Evangelio son iluminadoras y muy compasivas, pero a la vez exigentes. Jesús nos pide dar un paso más allá de lo superficial: que trabajemos no sólo por el pan que perece, que se acaba, que se agota, que nos satisface el hambre pero no nos llena el corazón, sino por el que permanece hasta la Vida eterna. ¿Cuál es ese pan?

Me parece que una vez más el Beato Monseñor Angelelli nos da una pista clara:

“Lo cotidiano es pan, o sea, el vivir. Pero vivir es una forma de estar con el "otro", vivir es convivir, vivir es ser solidarios. Así como el pan se lo come con otro, se lo recibe de otro, se lo come conversando con otro. Comer el pan es un acto de participación en el otro.” (Homilía del Beato Monseñor Enrique Angelelli 28 de mayo de 1970 Celebración de de Corpus Christi)

Ciertamente no podemos buscar en un intimismo encerrado el Pan de la vida, es en comunidad, es en el compartir, partir con el otro el Pan de la vida, llevar el pan que el otro no tiene nos convoca a la Misión de la Vida Eterna. 

Dice Jesús: “ La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que él ha enviado”.

¿Cuántos hermanos no tienen esto?

Somos llamados a anunciar y compartir lo que hemos oído y aprendido como nos decía el Salmo. Tenemos que evitar la frivolidad de una búsqueda de Dios sin un encuentro con el otro. Al partir el pan con el hermano se hace presente la verdadera Comunión, el pan de Vida: Jesús.

Por eso sus palabras cobran sentido en nuestra vida cuando tomamos conciencia de que recibirlo nos capacita para llevarlo a los demás. Dice el Señor: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.”

Sólo hace falta que abramos el corazón para que veamos y creamos en sus signos amorosos, descubriendo también en el hermano esa presencia viva y real.

Pidamos con fe y confianza: “Señor, danos siempre de ese pan”.

Providencialmente este Domingo celebramos también el día de los sacerdotes. Antiguamente era el día del párroco en honor a la figura de San Juan María Vianney, el “santo cura de Ars”, quien se santificó en el ejercicio de su sacerdocio, pero el Papa Benedicto XVI en el Año Sacerdotal lo modificó como el día de todos los sacerdotes, sin distinción de rango. Así también como Iglesia en Argentina celebramos el Martirio del Beato Monseñor Enrique Angelelli quien fue Obispo de la Diócesis de La Rioja.

Dos grandes ejemplos de vida cristiana entregada:

San Juan María Vianney, el santo cura de Ars, nombrado desde el año 2010 por el Papa Benedicto XVI al cierre del año sacerdotal no sólo como patrono de los párrocos sino como patrono de todos los sacerdotes. Vivió despojado de todo, humilde en todo sentido, no se guardó nada para sí mismo sino que dio todo a los demás.

Y nuestro Beato y querido padre obispo Enrique Angelelli, pastor y obispo de nuestro pueblo riojano que no mezquinó nada por el anuncio del Evangelio y la fe de la Iglesia hasta incluso dar su vida en el martirio por la defensa de los humildes y los más postergados.

Nos enseñan a hacernos pan partido y repartido para dar vida a todos.  Dios Padre nuestro, ayúdanos a imitar el amor de Cristo Jesús Pan de Vida para todos…. todos… todos los que tienen hambre y sed de justicia, de paz y de libertad, que manifestaron y vivieron tus servidores y santos. Que seamos siempre mártires, que significa testigos, de la Eucaristía y del servicio de la Comunión.

¡FELIZ DÍA A TODOS NUESTROS SACERDOTES! Tomando estas palabras que decía Pedro Casaldáliga: “El vino de sus venas nos provoca. El pan que ellos no tienen nos convoca a ser contigo el pan de cada día.” Y como decía Monseñor Enrique Angelelli que aprendamos a ser con los hermanos el pan de cada día porque “hay que seguir andando nomás”. Amén.


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domingo, 28 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el P. Ángel Humberto Reche Romo


Lecturas del día: Segundo Libro de los Reyes 4,42-44. Salmo 145(144),10-11.15-16.17-18. Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-6.


Evangelio según San Juan 6,1-15.


Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.

Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".

El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:

"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.

Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.

Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo" .Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.


Homilía por el Pbro. Ángel Humberto Reche Romo


Detrás de cada acción que realizaba Jesús salía a la luz una profunda enseñanza, ahora nosotros al leer este pasaje del evangelio nos podemos quedar, con el simple hecho exterior, que nos llena de asombro, con cinco panes alimentar a mas de cinco mil personas pero debemos buscar profundizar en este signo de Jesús, que nos deja una enseñanza.


Tres acciones de Jesucristo que nos ayudan a profundizar en este pasaje.

a. Acción de sentarse en la montaña. La acción de sentarse es signo de que va a comenzar a enseñar y que sea en la montaña nos habla de un lugar retirado, la montaña es un lugar de encuentro con Dios.

b. Pregunta a Felipe. Esta pregunta la realiza para poner en evidencia que para los hombres es realmente imposible hacer tal acción. Entonces nos lleva a preguntarnos ¿Quién es Jesús? 

c. Huida de Jesús a la montaña. Es señal de que la gente no comprendió la enseñanza de Jesús. Para comprender se puede leer el pasaje del dialogo de Jesús con Pilato Jn 18, 33-38. En lugar de la gente ir hacia donde Jesús quiere llevarlos (Reino de los Cielos) quisieron hacer que se rebaje al reino terrenal, a este mundo. 


¿Por qué buscamos a Cristo?: porque Él nos llama. 

Cristo nos llama y nos atrae hacia Él. Por eso, escoge este lugar, apartado de los ruidos y movimiento de la ciudad. Tanto la montaña como el desierto denotan dos características que debemos buscar para encontrarnos con Cristo: la soledad y el silencio. Estas nos ayudan a poder concentrarnos en aquel que nos llama, dejando de lado las preocupaciones y las distracciones de la vida presente para poder encontrarme con aquel que me ama y quiere que lo ame.

En nuestra vida espiritual, puede haber empezado por algo exterior, porque es el modo que Dios obra en nosotros. Os 11,4. Nos atrae por alguna gracia o don que el nos ha dado, pero no podemos detenernos en ello, sino nos pasara como a esta multitud que, por haber sido alimentados por Cristo, dejaron de lado a Cristo. Perdieron lo mas importante, que era al mismo Cristo.

Por eso el llamado de Cristo es para conocerlo a Él. Y en Él darnos vida nueva. Participando de su divinidad, porque por su pasión hemos sido hecho hijos de Dios.  Y esta es la mayor gracia que hemos recibido de Dios, el ser sus hijos, y que el Espíritu de Cristo, more en nuestra alma. Y como somos hijos también somos herederos del cielo. Porque Dios es el mayor bien que podemos tener, y él quiere entregarse a cada uno de nosotros.


Cual es la actitud que debemos tener para acércarnos a Él.  Los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. 


Con mucha Humildad: porque no es por nosotros que la hemos recibido sino de Dios, y nosotros éramos nada en comparación de lo que somos ahora, hijos de Dios.  No hay nada que podamos hacer en esta vida que nos merezca este llamado. Y ser humilde por cada vez que pecamos o buscamos satisfacer nuestro amor propio, perdemos el amor de Dios y su promesa de vida eterna. 


Mansedumbre: el manso es aquel que puede llevar adelante las dificultades de la vida con animo tranquilo. Sabiendo que tenemos a Dios como Padre, y que Él mora en nuestros corazones, que nos podrá quitar la paz. Como dice San Pablo en Romanos (8,35.37-39): ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.


Y Paciencia: el paciente es el que sabe sacrificar soportar las dificultades o problemas de la vida por un bien mayor. Y no hay en esta vida nada mayor que Dios, nuestro bien absoluto y supremo. 


Soportándose mutuamente por amor. No con el amor humano, sino con el amor de Dios. Que inunda nuestros corazones y quiere derramarse a los demás. Es este el Espíritu que nos da Cristo, Espíritu de Verdad y Amor, que nos hace permanecer unidos, y trae a nuestro corazón el gozo y la paz. Viviendo alegres en la Esperanza.


Los invito a responder a este llamado de Dios en nuestro interior, buscando en la oración a aquel que nos llama desde lo mas profundo de nuestro corazón, en la soledad y el silencio.


Y preguntarnos, sinceramente, ¿Por qué buscamos a Dios? ¿Qué buscamos cuando hacemos oración? ¿Cómo es nuestra oración? ¿Buscamos conocer a Dios y su voluntad para con nosotros? ¿Cómo me dispongo para hacer la oración? 


Recordando y meditando la enseñanza de Jesús en Mateo 6, 25-34. “… Busquen primero el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura…”



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domingo, 21 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el P. Ezequiel Luján




Lecturas del día: Jeremías 23, 1-6 / Salmo 22 / Efesios (2,13-18)

Evangelio según San Marcos 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Homilía del P. Ezequiel Lujan (diócesis de San Rafael)

El Domingo pasado leíamos en el evangelio cómo nuestro Señor Jesucristo enviaba a los apóstoles de dos en dos a predicar la Buena Noticia, "exhortando a la conversión, expulsando demonios y curando enfermos" (Mc. 6, 13). En este domingo el evangelio nos cuenta la vuelta de los apóstoles, donde le dan cuenta al Maestro de "lo que habían hecho y enseñado".
Pero Jesús al reunirse con los Doce tiene un gran gesto con ellos, y los lleva aparte a descansar. Suben a la barca para ir a un lugar desierto, pero como no cruzaron al otro lado del lago, sino que solo la utilizaron para trasladarse a algún lugar cercano, costeando la costa, la gente los reconoció desde la orilla y siguieron la barca. Al llegar al lugar, nuestro Señor tiene otro gesto de compasión, pero ahora con el gran gentío que había llegado siguiéndolos.

Tanto los apóstoles como la gran muchedumbre acuden a Jesús. Los primeros porque saben muy bien que Él es su pastor, y por lo tanto, en Él hallarán el verdadero descanso, pues "los conduce a las aguas tranquilas para reparar sus fuerzas" (cf. Sal. 22, 2b-3a). Ellos partieron a su misión confiados en el Señor, sabiendo que teniéndolo como pastor nada les puede faltar. Ahora vuelven, como ovejas sedientas, a la fuente de las aguas vivas, vuelven al Pastor que les había dicho: "vengan a mí todos los que estén afligidos y agobiados" (Mt. 11, 28), pues Él nos "hace descansar en verdes praderas" (Sal. 22, 2a).
Pero en cuanto a la muchedumbre Jesús los reúne entorno a sí, porque ve que "eran como ovejas sin pastor"; cumpliéndose la profecia de Jeremías, que leemos en la primera lectura: "el Señor reunirá al resto de sus ovejas", es decir su pueblo elegido, el pueblo de Israel, que por culpa de sus malos pastores estaban dispersas, desatendidas, abandonadas. Lo primero que hace es "enseñarles largo rato", pues el gran alimento es "toda palabra que sale de la boca de Dios" (Deut. 8,3). Con éstas enseñanzas los "guía por el recto sendero" (Sal. 22, 3b), y les hace conocer su voz, para que si son verdaderamente sus ovejas lo reconozcan y lo sigan, y así, "su bondad y su gracia las acompañarán a lo largo de su vida, hasta habitar en la Casa del Señor" (cf. Sal. 22, 6a)

Éste gesto de compasión de nuestro Señor, se va a completar en el evangelio del domingo que viene, cuando "prepare ante ellos una mesa" (cf. Sal. 22, 5a), pues después de alimentarlos espiritualmente con sus enseñanzas, los alimentará corporalmente.
Ahora bien, tanto los apóstoles como la muchedumbre nos han dejado un modo de obrar que tranquilamente podemos imitar, es más, yo diría que deberíamos imitar.

En primer lugar los apóstoles, como ellos al volver de su misión, también nosotros debemos acudir al Señor, para que contándole todo lo que hacemos (apostolado, obras de caridad, etc.) y enseñamos (consejos, catequesis, etc.), reconozcamos que de Él viene todo, y asi le demos gracias y no nos vanagloriemos de nuestras "buenas obras" (sus buenas obras). Además, solo en Él hallaremos el descanso necesario, y eso se logra, con la oración, esa búsqueda de Dios en la soledad (desierto).  
Por último, asi como la muchedumbre sin dudarlo acudió a Jesús, el "buen Pastor", asi también nosotros, anticipémonos a Él, vayamos en su búsqueda, "como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, asi mi alma te busca Dios mío" (Sal. 42, 2). 

Que no me asuste el ir al desierto, pues allí está El, esperándome; que no me asuste el esfuerzo de ir a pie, pues Él "repara mis fuerzas"; que no me asuste nada en el camino, pues El está conmigo.

En definitiva, si en verdad el "Señor es mi pastor, nada me va a faltar", para llegar a "habitar en su Casa por muy largo tiempo".
 



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jueves, 27 de junio de 2024

"Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas" - Homilía


En el marco del "Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas" se realizó una jornada comunitaria en la ciudad de Chilecito - La Rioja, Argentina, uniéndose a la movida nacional: "Ni un pibe/a menos por la droga". 

En la plaza "Caudillos Federales" se instaló un stand desde las 15:30 hasta las 18:30Hs con información sobre los espacios de contención que brinda la iglesia local para acompañar a personas con adicciones y a sus familiares: Grupo Esperanza Viva (Fazenda), Alcohólicos Annimos y el Centro Barrial Virgen de Lourdes del Hogar de Cristo.

También se realizó una campaña de prevención con el lema "probá no probar", campaña que viene difundiendo la Acción Catolica Argentina desde el año 2008







A las 19Hs se realizó la celebración Eucaristica en el Santuario de Santa Rita, a continuación compartimos la homilia del diácono Diego Olivera:

En el Evangelio de hoy escuchamos: "Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”

Hoy existen falsos profetas que anuncian un alivio del dolor y una escapatoria a los problemas cotidianos ofreciendo el consumo de drogas. Ellos son lobos rapaces disfrazados de ovejas, solo desean enriquecerse a costa de la vida de los demás y esclavizan a muchas personas convirtiéndolos en adictos.

Oremos y acompañemos a las personas que han caído en adicciones, abandonemos el prejuicio: son malos, son ladrones, son violentos, son mala gente, etc. 

También escuchamos en el Evangelio “Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos”. San Juan Bosco afirmó: ¡No hay jóvenes malos. Solo hay jóvenes que no saben, que pueden ser buenos… Y alguien tiene que decírselo!.  Nosotros tenemos que anunciarles que hay una Vida nueva, una vida distinta, la verdadera vida, vivir como cristianos hijos de Dios. Tenemos que decirles que pueden ser buenos y que pueden hacer mucho bien a nuestra sociedad. 

Les comparto unas palabras del papa Francisco en la catequesis de hoy: 

Cada toxicodependiente trae consigo una historia personal distinta, que debe ser escuchada, comprendida, amada y, en lo posible, sanada y purificada [...] Siguen teniendo, y más que nunca, una dignidad en cuanto personas que son hijos de Dios. 

La reducción de la drogadicción no se consigue liberalizando el consumo – esto es una fantasía – como se ha propuesto, o ya se ha aplicado, en algunos países. Y esto: se liberaliza y se consume más. Después de haber conocido tantas historias trágicas de drogadictos y de sus familias, estoy convencido de que es moralmente justo acabar con la producción y el tráfico de estas sustancias peligrosas. Cuántos traficantes de muerte hay –¡porque los traficantes de droga son traficantes de muerte! 

En mis viajes por distintas diócesis y países, he podido visitar varias comunidades de recuperación inspiradas en el Evangelio. Son un testimonio fuerte y esperanzador del compromiso de sacerdotes, personas consagradas y laicos para poner en práctica la parábola del buen samaritano. 

Queridos hermanos y hermanas, ante la trágica situación de toxicodependencia de millones de personas en todo el mundo, ante el escándalo de la producción y el tráfico ilícitos de estas drogas, «no podemos ser indiferentes». El Señor Jesús se ha detenido, se ha acercado, ha curado las llagas. Siguiendo el estilo de su proximidad, también nosotros estamos llamados a actuar, a detenernos ante las situaciones de fragilidad y dolor, a saber escuchar el grito de la soledad y la angustia, a inclinarnos para levantar y traer de vuelta a una vida nueva a quienes caen en la esclavitud de la droga.  Y recemos por los criminales que proporcionan drogas a los jóvenes: ¡son criminales, son asesinos! Recemos por su conversión. 

En este Día Mundial contra la Droga, como cristianos y comunidades eclesiales, renovemos nuestro compromiso de oración y trabajo contra la droga. (Francisco, audiencia general 26 de junio 2024)

Ahora yo me pregunto ¿Y nosotros como comunidad de Chilecito que vamos a hacer con estas palabras del papa Francisco? Solo escucharlas, haciendo de cuenta que entran por un oído y salen por otro o nos vamos a comprometer. Esta dura realidad nos compromete a todos. Todos podemos aportar algo para ayudar.

En primer lugar pienso en mí, en mi vocación sacerdotal no puedo ser indiferente a esta realidad. Cómo pastor se me confía el cuidado del rebaño y no solo en la dimensión espiritual, tenemos que cuidar la vida integral de cada persona, no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como los lobos rapaces destruyen la vida de las ovejas de este rebaño, mientras aumenta la distribución y el consumo de drogas en Chilecito. Me alegra mucho que el P. Jorge como pastor de esta comunidad pensó en crear un centro barrial del Hogar de Cristo desde fines del 2022, un deseo que se concretó el 11 de mayo de este año, en esta misión también me acompañan el diácono Juan Manuel y Matías, seminarista que hoy vive en nuestra comunidad.

Pero esta tarea no es solo del pastor, cada oveja debe preocuparme por las demás. Cada uno de ustedes tiene que ser un buen samaritano para los hermanos que están heridos y marginados a la orilla del camino siendo esclavos de las adicciones. Vos podés rezar, podés escuchar al que lo necesita, podés colaborar con donaciones de dinero o alimentos para esta obra, podés gestionar ayuda en las instituciones competentes, podés y tenés que denunciar está realidad.

Cabe destacar el camino que viene realizando el Grupo Esperanza Viva desde hace 12 años acompañando a familias de personas con adicciones y acompañando a los jóvenes que desean ingresar a la Fazenda como también el trabajo que realizan los hermanos de Alcohólicos Anónimos desde hace 30 años, narcóticos anónimos también y además contamos con instituciones y personal de salud pública dedicados a brindar contención ante este flagelo, no dudemos en acudir a ellos para pedir ayuda. Podemos ser un instrumento, un puente, no nos cansemos de pedir ayuda para el hermano que lo necesita.

Todos los movimientos y grupos de nuestra parroquia deben abrir las puertas y salir al encuentro de los hermanos que están heridos por distintas circunstancias de la vida.  No podemos quedarnos cruzados de brazos esperando que otros lo hagan. Diciendo: “A mí no me toca, a mí no me corresponde” porque dentro de poco nos puede tocar. La droga se está llevando la vida de nuestros vecinos, tenemos que frenar esto entre todos, entre todos. En cualquier momento la droga estará presente en cada uno de sus hogares, quizás lamentablemente ya llegó a sus casas. 

Cómo Iglesia queremos acompañar esta dolorosa realidad. Pidamos al Espíritu Santo el coraje, la perseverancia y la creatividad para anunciar la liberación a nuestros hermanos que son esclavos de las drogas. Somos nosotros los encargados de transmitir un mensaje de Esperanza con palabras y  con gestos concretos. 

Y ojala se pueda decir de nuestro pueblo lo que escuchamos en la primera lectura: "Y todo el pueblo se comprometió en la alianza", comprometerse en la alianza con Dios implica también comprometerse en la alianza con nuestros hermanos, especialmente con los que más sufren. Amén

En Buenos Aires dicen "Ni un pibe/a menos por la droga", aquí digamos juntos: "Ni un chango y ni una chinita menos por la droga"



En la celeración Eucaristica se presentaron: 

UNAS MANOS: con ellas queremos simbolizar el esfuerzo de tantas familias y personas que trabajan por mejorar la calidad de vida de tantos jóvenes que cayeron en las adicciones, para que Tu Señor fortalezcas y bendigas su trabajo. 

UNA MOCHILA: hay tantas cosas que los niños y jóvenes cargan en sus espaldas que los hacen caer. Sin darse cuenta en ellos pesan los intereses mezquinos de los narcos, de los comerciantes y de algunos dirigentes que quieren enriquecerse a costas de la vida de otros. Limpia Señor el corazón y el cuerpo de los adictos que están deseosos de dar frutos buenos.








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