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martes, 5 de enero de 2021

“Aquello que la pandemia no nos robó”



Se terminó el año 2020, el año donde nos encontramos privados de muchas cosas debido a la cuarentena que realizamos por la pandemia del COVID-19. Nos vimos privados de tener una libre circulación, de compartir encuentros con familiares y amigos, de celebrar cumpleaños, de ir a la escuela, de hacer deportes y de participar de las misas y en algunos casos también privados de despedir a los seres queridos difuntos que fallecieron por esta enfermedad. Pero hay algo que la pandemia no nos robó y es el encuentro con Dios a través de la creación, él Creador siguió hablando a través de las creaturas.  De la grandeza y hermosura de las creaturas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor” (Sab 13, 5)

Ante la difícil situación que atravesamos por esta pandemia, nos preguntamos ¿Dónde está Dios? Pero Dios no nos abandonó, al abrir nuestros ojos cada día nos dice: “estoy con ustedes”, tan solo basta abrir la ventana o salir al patio para encontrarnos con el mensaje de Dios en su hermosa creación; "el Dios invisible se hace presente desde la creación del mundo, por medio de sus obras" (cf. Rom 1, 19-20)

San Agustín también se preguntó: ¿Dónde está Dios? y esta búsqueda lo llevo a interrogar a la creación hasta encontrarse con el Creador.

Pregunté a la tierra y me dijo: «No soy yo»; y todas las cosas que hay en ella me confesaron lo mismo. Pregunté al mar y a los abismos y a los reptiles de alma viva, y me respondieron: «No somos tu Dios; búscale sobre nosotros». Interrogué a las auras que respiramos, y el aire todo, con sus moradores, me dijo: «Se engaña Anaxímenes: yo no soy tu Dios». Pregunté al cielo, al sol, a la luna y a las estrellas. «Tampoco somos nosotros el Dios que buscas», me respondieron. Dije entonces a todas las cosas que están fuera de las puertas de mi carne: «Decidme algo de mi Dios, ya que vosotras no lo sois; decidme algo de él». Y exclamaron todas con grande voz: Él nos ha creado” (San Agustín, “Las Confesiones”, Libro X, VI, 9)

Estas palabras de San Agustín nos pueden ayudar a encontrarnos con Dios en la belleza de todo aquello que percibimos con nuestros sentidos y así podremos descubrir que Dios está cerca de nosotros. Con los ojos podemos observar la belleza del cielo, las nubes, la luna y el sol, también la firmeza de los árboles y los hermosos colores de las flores, todo esto lo ha creado Dios y es un regalo para nosotros. Con nuestros oídos podemos escuchar la melodía del canto de las aves y tantas palabras positivas y de esperanza que los demás desean para nosotros, todo esto lo ha creado Dios y es un regalo para nosotros. Desde el olfato podemos percibir y deleitarnos con aromas y fragancias que acompañan nuestro día, todo esto lo ha creado Dios y es un regalo para nosotros.

El mismo San Agustín, en el sermón 241 nos invita a interrogar a la creación explorando las capacidades de nuestros sentidos: “ Pregunta a la hermosura de la tierra, pregunta a la hermosura del mar, pregunta a la hermosura del aire dilatado y difuso, pregunta a la hermosura del cielo, pregunta al giro ordenado de los astros; pregunta al sol, que ilumina el día con fulgor; pregunta a la luna, que mitiga con su resplandor la oscuridad de la noche que sigue al día; pregunta a los animales…pregunta a todos los seres visibles. Todos te responderán: «Mira, somos bellos». Su hermosura es su confesión. ¿Quién hizo estas cosas bellas, aunque mudables, sino el inmutablemente bello? (S. Agustín, Sermón 241, 2.2)

Si todavía te preguntas ¿Dónde estás Dios?, te animo a dejarte interpelar por el grito de la creación, todas las creaturas proclaman: fuimos creadas por Dios.

Toda la creación que nos rodea es un gran regalo de Dios, que debemos descubrir y proteger para compartir esta tierra con nuestros hermanos y con las futuras generaciones. Estamos llamados a recibir con alegría todas las maravillas de Dios y a preservarlas, haciendo uso de ellas, sin explotarlas.

Deseo que todos nos encontremos con Dios a través de su hermosa creación y juntos proclamemos como lo hizo San Francisco:

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas. Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento. Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua, la cual es muy humilde, preciosa y casta. Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.” (Fragmento del “Cantico de las Criaturas” compuesto por San Francisco de Asís)


¿Vos como te encontras con Dios? - Dejá tu comentario


Diego Olivera


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martes, 17 de septiembre de 2019

"Sínodo Amazónico, entrevista a Mons. Ojea" - Marcelo Figueroa



UNA CONVERSIÓN ECOLÓGICA INDISPENSABLE

Monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, recibió en su sede de Buenos Aires a L´Osservatore Romano con la cordialidad y calidez a que nos tiene acostumbrados. 
Le consultamos sobre sus pensamientos, expectativas y reflexiones ante la situación planetaria a la luz del eminente encuentro sinodal y especialmente en relación al llamado a una “conversión ecológica”. Éstas fueron sus muy enriquecedoras palabras, dichas con mucha pasión y convicción espiritual: 
El papa Francisco en su magisterio nos habla de tres conversiones. La conversión pastoral, de la cual habla profusamente en Evangelii Gaudium y que es la conversión de la Iglesia hacia la misión y un llamado a remover las estructuras que la impiden. Luego, la conversión ecológica que la plantea en la Encíclica Laudato SI y que tiene que ver con el enorme desafío de afrontar esta crisis planetaria que se ha producido en nuestra casa común y la invitación al cuidado de ella. Y finalmente nos habla de la conversión sinodal de la iglesia, que la va a plantear primero en el discurso del aniversario del Sínodo y luego en Episcopalis Communio. 

Si nos detenemos en la conversión ecológica, cuando comienza Laudato SI, el Santo Padre nos presenta una situación del hombre frente a la naturaleza fundada en las Sagradas Escrituras y particularmente en el “Cántico de las Criaturas” de San Francisco. Se trata allí de una relación armónica entre el hombre, la naturaleza, el sí mismo, el prójimo y con Dios. Una relación donde San Francisco se dirige primero al Dios Altísimo al cual ningún hombre es digno de nombrar. Y esto es bueno decirlo porque ante todo San Francisco alaba al Altísimo creador y luego al hermano sol, a la luna, a las estrellas, al fuego, al agua y finalmente a la hermana madre tierra. Este maravilloso cántico es el primer poema en lengua vernácula italiana. El Papa toma de esta espiritualidad todo lo que ella significa para pensar al hombre frente a la naturaleza. No como lo plantea el subjetivismo moderno que pone al hombre enfrentado a la naturaleza como si fuera algo distinto al él, como delante de un marco o como un objeto del cual pueda extraer todo lo que quiera o succionar todo lo que quiera, intervenir todo lo que quiera. Ya que el hombre también es naturaleza, el hombre es agua, el hombre es tierra y el hombre es aire. 

Alejado de una posición de dominianismo o superioridad, el hombre debe verse como a sí mismo como administrador de la casa común. Como un responsable dotado de inteligencia y voluntad pero que sin llegar al extremo de adorar a la naturaleza, que se transformaría en una suerte de panteísmo. El hombre cambia la categoría de “dominio” por lo que va a ser el eje de la Encíclica y que es la categoría de “cuidado”. El cuidado se basa en el respeto por cada ser, por cada criatura que es amada en si misma por Dios y por eso mismo es necesaria y hace a la armonía y al conjunto de toda la creación. Entonces, de alguna manera, el hecho de concebir al hombre cuidando significa que el hombre está guardando, respetando, protegiendo, previniendo y provocando continuamente acciones que lo convierten en el ser responsable de un cuidado para lo cual debe mantener cierto equilibrio y respeto al otro. 

¿Cómo resolver entonces este problema que se nos plantea en una naturaleza bella, maravillosa, regalo de Dios y que al mismo tiempo está amenazada frente a un grave peligro? Para poder desarrollar esto, el Papa nos plantea en el llamado al Sínodo a una reflexión sobre un territorio concreto que abarca casi ocho millones de kilómetros cuadrados, con el río más grande del mundo que tiene más de mil afluentes y con un ecosistema que resguarda el equilibro a través de la humedad. De una zona en una región que tiene el veinte por ciento de las reservas de agua dulce y que contiene un tercio del carbono del mundo. En este lugar concreto el Papa plantea poder pensar como realizar una conversión ecológica indispensable. Pone en paralelo el amor por la tierra y el amor por los pobres porque el grito de la tierra es el grito de los pobres, en este caso a los habitantes de estos lugares de la cuenca de la Amazonía.

Esta conversión ecológica abarca una conversión cultural, económica, social y también generacional.    La tierra es un don de Dios y por eso tiene que ver con la lógica de la receptividad. Nosotros recibimos la tierra que hemos heredado. Al recibirla, nosotros debemos transformarla y cuidarla para las generaciones futuras. Pero al mismo tiempo vivimos un inmediatismo enorme donde cada vez se habla menos en el futuro. Esto pone en crisis el sentido mismo de nuestra vida en la tierra. ¿Qué estamos haciendo con la tierra que hemos recibido? ¿La hemos recibido para depredarla o para cuidarla y transformarla para las nuevas generaciones? ¿Tenemos algún deber para las nuevas generaciones o les vamos a dejar un basural de derroche, de despilfarro con un agua híper-contaminada, con un cambio climático irrefrenable que va a causar un perjuicio enorme a través del calentamiento global a millones de seres humanos y con dificultades para aprovechar el oxígeno en el planeta? Entonces, todo esto va a requerir de nosotros una conversión que abraque distintos aspectos de nuestra persona. Una conversión que tiene que ver con nuestros hábitos de consumo - porque comprar también es un acto moral-, con lo educativo, con lo económico, y con nuestro estilo de vida. Una conversión que finalmente lleve a establecer una espiritualidad nueva que nos permita sensibilizar frente al problema ecológico. Yo me preguntaría desde la vida espiritual, en qué lugar debemos ponernos para escuchar el grito de los pobres y de la tierra. Y una vez que descubrimos ese lugar, tenemos que unirnos para crear conciencia de este deber y esta misión que tenemos todos hacia esta tierra y hacia nuestros hermanos.

Publicado en el L'osservatore Romano
el 9 de Agosto, 2019



Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

Todos los martes encontraran en este blog, una publicación sobre el "Sínodo de la Amazonia".


lunes, 9 de septiembre de 2019

"SOMOS LA AMAZONIA" - DOCUMENTO ECUMÉNICO EN APOYO AL SÍNODO DE LA AMAZONIA


El inminente Sínodo de la Amazonía y la siempre renovada vigencia de la Encíclica Laudato SI, está provocando una serie muy importante de adhesiones, expresiones, debates y puesta en agenda en todo el espectro del mundo ecuménico en todo el mundo y muy especialmente en Latinoamérica.
Un ejemplo claro es un documento llamado “Somos La Amazonía” que proviniendo de la organización ecuménica “Christian Aid” está sumando adhesiones de iglesias, consejos y organizaciones basadas en la fe y socios ecuménicos para que se comprometan en la lucha por equidad y justicia en la región. 
Según dejó trascender ALC (Agencia Ecuménica de Comunicación en Latinoamérica y Caribe), el documento se publicará poco antes del Sínodo para la Amazonía, previsto para octubre de 2019. Los promotores confían que el mismo demostrará el apoyo y la fuerza ecuménica en defensa de la floresta y sus pueblos y evidenciará la crisis en la selva amazónica, que desempeña un rol vital en la salud del planeta. 
Finalmente expresan que como partes de una comunidad ecuménica, nosotros y nosotras que firmamos esta declaración, estamos en solidaridad con las iglesias y comunidades por toda la Amazonía. La crisis ecológica de los bosques exige por un esfuerzo continuo por parte de socios ecuménicos para lograr la paz y justicia a niveles local, nacional, regional e internacional. Es en este contexto que respaldamos y apoyamos la siguiente declaración de las Iglesias Latinoamericanas:


SOMOS LA AMAZONIA
Dios habla con nosotros de toda la creación. El cielo y la tierra proclaman la presencia del amor de Dios que nos da vida en el bosque, en las aguas, en la atmósfera, en el milagro de las semillas y en la diversidad de todo lo que existe. Todo ser que respira participa de este amor. Todo ser que respira también sabe que este amor hecho mundo, está amenazado y explotado por un modelo económico que transforma todo en mercancía, que no acepta límites para su expansión y acumulación de riqueza.
Nosotros, las Iglesias, los Consejos y las Organizaciones Basadas en la Fe estamos conscientes de estas amenazas dolorosas, inminentes y que empeoran:
• Aprendamos a escuchar el clamor del Bosque y todos sus seres y culturas: muchas veces fuimos insensibles y sordos a este grito que nace en el corazón de la Amazonia;
• Aprendamos a abandonar nuestras ideas preconcebidas sobre la región: muchas veces no escuchamos a los seres y culturas que hacen pulsar a la Amazonia;
• Aprendamos a interpretar el deterioro de los modelos económicos, culturales, religiosos y políticos de extractivismo intensivo y predatorio: muchas veces no levantamos nuestra voz profética en la defensa de pueblos, especies y territorios frente a los megaproyectos en la región, financiados con capital local y global, promotores de la crisis climática;
• Aprendamos a encarnar nuestra fe en la vida y en las culturas amazónicas: muchas veces toleramos propuestas misioneras supremacistas y destructoras de la diversa presencia de Dios en la Amazonia;
• Aprendamos del actual proceso del Sínodo Pan-Amazónico de la Iglesia Católica Romana y la reflexión del Papa Francisco y de Laudato Sí para dialogar en este momento de espiritualidad y profecía asumiendo también nuestro compromiso y fe.
En defensa de la gran Amazonia, su gente y sus seres biológicos. En defensa de nuestra Casa Común. En defensa de todo ser que respira. Queremos la Amazonia viva, soberana y protegida. Nos comprometemos a los diálogos de fe y a mantener nuestra presencia en la región teniendo como prioridad a todos los seres y culturas de la Amazonia.
Nos comprometemos a:
1- Seguir presionando a los Estados para que garanticen que las comunidades tradicionales amenazadas (pueblos indígenas, afrodescendientes, ribereños, campesinos, entre otros) tengan acceso y control sobre la tierra y sus bienes comunes.
2- Contribuir a que las comunidades históricamente excluidas y marginadas en el bosque y en las ciudades puedan participar, influenciar y tomar decisiones en los procesos que les afectan de manera directa en sus territorios.
3- Defender a defensores/as de Derechos Humanos y defensores/as de la naturaleza que vienen siendo constantemente amenazados mediante mecanismos eficaces de denuncia y protección;
4- Apoyar a las comunidades locales en la promoción de alternativas económicas sostenibles y a hacer frente al sistema económico vigente enfrentando los desafíos de la crisis climática en la región;
5- Desarrollar una espiritualidad ecológica que nos ayude a escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias, sintiéndonos parte de la Casa Común y todo el mundo habitado.
6- Apoyar a organizaciones locales e iniciativas basadas en la fe en el desarrollo de estos objetivos, manteniéndonos siempre informados, desafiantes y activos en lo que es para nosotros un imperativo de fe: ¡SOMOS AMAZONIA!

7- Convocar a nuestras Iglesias y Organizaciones Hermanas en el sur y norte a nivel global sur a la oración y acción, conscientes de que los peligros de extinción del planeta están ante todos, pero la solidaridad la globalización de la esperanza es lo que nos une en defensa de la Casa Común: el mundo que Dios tanto ama.

Publicado en el L'osservatore Romano
el 25 de Julio, 2019


Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

martes, 3 de septiembre de 2019

"SANAR LA TIERRA COMO MANDATO DIVINO" - Marcelo Figueroa




En el marco del año sinodal de la Amazonía, el “Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro” (IDGCE) que trabaja en unión estratégica con la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) está llevando a cabo en su sede en Buenos Aires un Ciclo de Seminarios “Pensar el futuro”. En esta primera parte, el tema en desarrollo es “Dialoguemos sobre espiritualidad y cosmovisiones en un mundo atravesado por el cambio climático”. Estos seminarios son dirigidos por las autoridades del IDGCE , licenciado Luis Liberman y magister Gabriela Sacco y cuentan con la coordinación y moderación de quien suscribe el presente artículo. En uno de ellos participaron como disertantes la rabina Silvina Chemen, la islamóloga Nancy Falcón y el biblista católico José Luis D´Amico. 


Los tres comenzaron referenciando sus fuentes literarias sagradas. La rabina Chemen al mencionar los capítulos 25 y 26 de Levítico y el 15 de Deuteronomio de la Torá, resaltó que éstos piden un año de cada siete para que tenga un Shabat Shabbaton - un Año sabático – un año de shmittah - un año de descanso de la Tierra y sus trabajadores. La Torá nos advierte que si nos negamos a dejar que la Tierra, "descanse" de todos modos ella descansará, a pesar de nosotros y sobre nosotros - a través de sequía y el hambre que llevarán a las personas al exilio trasformándolos en refugiados. Esta antigua advertencia, continuó expresando Silvina, oída por un pueblo en una pequeña tierra se ha convertido en el reflejo de la crisis de nuestro planeta como un todo y de toda la especie humana. El comportamiento humano en el abuso de la Tierra – generó una respuesta planetaria sistémica que pone en peligro a las comunidades humanas y muchas otras formas de vida también. La licenciada Falcón por su parte que en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, en su mensaje central de El Tauhid como Unicidad de Dios, representa un concepto fundamental que atraviesa todo el texto sagrado y que si bien se refiere a la divinidad como tal, también puede entenderse como una forma de denominar a todo lo creado. Continúo Nancy expresando que Dios crea directamente con el lenguaje, dice el Corán: “Kun Faya Kun” (36:82), es decir “Dice que sea y es”, y su creación por entero es también Una y Única, Dios crea en el Tauhid: a los cielos, a la tierra, al universo entero y al ser humano como un todo. Como seres humanos no estamos disociados de la creación sino que formamos parte de ella, reconociéndonos creados por el Ruh (espíritu) divino dentro de nosotros unidos todos por una naturaleza común y en armonía con lo creado. El ser humano es, en sí mismo, un microcosmos, lleva el espíritu de Dios en su interior y el mandato de divino de ser el administrador cuidadoso de la creación de Dios: la tierra, que es a su vez el material con el cual ha sido edificado. Finalmente el licenciado D´Amico y luego de leer el texto de la creación desde los primeros capítulos del Génesis hizo referencia que el hombre fue puesto por Dios para labrar (servir) y cuidar esto y se preguntó ¿qué hacemos con este mandato? Las políticas económicas, en contacto con poderes políticos y otras veces con el silencio de comunidades religiosas de diversos credos, no solo generan este estado de deterioro, casi irreversible a esta altura, además genera también pobreza, muerte, enfermedades, desnutrición, etc. Esto es, prosiguió José Luis, porque el ser humano se desconecta de su vocación de vivir en relación a la tierra. Desobedecer el mandato de Dios de cuidar servir es desobedecer su misma vocación más primaria. Y es desobedecer también lo que los aborígenes, indígenas, claman junto a sus culturas, dioses y tradiciones. Todos hoy debemos unirnos a ese clamor, que exige una conversión y esto es un cambio.

Las citas a la Encíclica Laudato SI y al magisterio de papa Francisco en relación a la ecología integral también se hicieron oír en la diversidad de estas voces representantes de las tres tradiciones abrahámicas. La rabina Silvina resaltó que La encíclica Laudato Si ha movilizado a los diferentes líderes como Torah, Pope, & Crisis Inspire 400+ Rabbis to Call for Vigorous Climate Action en donde rabinos de todas las denominaciones se han pronunciado en medios públicos acerca de la adhesión a las posturas de la encíclica; llamadas Reflexiones sobre la Justicia Climática. Del mismo modo, explicitó que hay textos especialmente escritos para ser leídos en las sinagogas el día más sagrado del año: Iom Kipur o para hacer sesiones de debate en las comunidades y donde se buscan las coincidencias entre los párrafos de la encíclica con los textos bíblicos. En su momento la referente musulmana Nancy dijo que el cuidado de la naturaleza como nuestra casa común, que recogen diferentes tradiciones religiosas y que nos recuerda el Papa Francisco en su “Laudato Si”, es un tema central en la tradición islámica, la naturaleza misma es un signo de la existencia de Dios y un mandato coránico que el ser humano forme parte de su cuidado. Continuó luego enfatizando que en un tiempo de tanta confusión y pérdida para el ser humano y para el resto de la creación, es urgente volver a erigir la figura del hombre Jalifa. Él es el guardián y defensor de la creación y de quienes hay en ella. Para que la creación se regenere, el hombre debe asumir su responsabilidad, pero no en forma individual sino colectiva. Dice el Sagrado Corán: “Sepan que Dios no cambia la condición de un pueblo hasta que ellos no cambien lo que hay en sí mismos”. (Sura 13:11). Finalmente el biblista católico José Luis, recordó que tanto en Laudato Si como en el Instrumento de Trabajo del Sínodo de Amazonia la iglesia denuncia la destrucción y el no cuidado, el abuso y no el cultivo, la expropiación y el servicio del agua y la tierra. Llamó a una conversión integral como lo ha dado en llamar el papa Francisco en donde la Iglesia debe ser signo y palabra en el camino para luego de leer íntegramente el clamor de la Amazonia desde los apartados 45 y 46 del Instrumentum Laboris llamar a querer ser sanadores y curadores de nuestra tierra, tarea a la cual Dios mismo nos está inspirando y estimulando. 

Creo pertinente culminar con una historia referenciada por a rabina Chemen surgido de un pensamiento rabínico: “La historia relata acerca de dos hombres que discutían la propiedad de un lote de tierra, y que ante la falta de un acuerdo coincidieron en apelar a un sabio que oficiara de juez para que dirima el pleito. El sabio decidió inclinarse y colocar su oído sobre el piso. Al ver la reacción del sabio, ambos contendientes se acercaron y le preguntaron por qué se inclinó, a lo que el maestro respondió que él debía consultar a la misma tierra quien era su dueña. Y culmina el relato diciendo que la tierra expresó que ella le pertenece al Todopoderoso, su Creador”


Publicado en el L'osservatore Romano
el 18 de Julio, 2019
Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

miércoles, 15 de noviembre de 2017

"Los Pobres en Laudato Si" - Francisco



El próximo 19 de Noviembre celebraremos la Jornada Mundial de los Pobres, a continuación les comparto algunos párrafos de la carta enciclica "Laudato Si" (Alabado seas) del papa Francisco (18 de Junio de 2015) sobre el clamor de los pobres.

20. Existen formas de contaminación que afec­tan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, espe­cialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras.

29. Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres,  que provoca muchas muertes todos los días. En­tre los pobres son frecuentes enfermedades rela­cionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servi­cios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la conta­minación que producen algunas actividades ex­tractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y con­troles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los detergentes y pro­ductos químicos que utiliza la población en mu­chos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares.

30. Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso es­caso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamen­tal y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el de­recho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes econó­micos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres. Pero se advierte un derroche de agua no sólo en países desarrolla­dos, sino también en aquellos menos desarrolla­dos que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad.

48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar ade­cuadamente la degradación ambiental si no pres­tamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el dete­rioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: «Tanto la experiencia común de la vida ordina­ria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresio­nes ambientales los sufre la gente más pobre». Por ejemplo, el agotamiento de las reservas ictíco­las perjudica especialmente a quienes viven de la pesca artesanal y no tienen cómo reemplazarla, la contaminación del agua afecta particularmente a los más pobres que no tienen posibilidad de com­prar agua envasada, y la elevación del nivel del mar afecta principalmente a las poblaciones costeras empobrecidas que no tienen a dónde trasladarse. El impacto de los desajustes actuales se manifiesta también en la muerte prematura de muchos po­bres, en los conflictos generados por falta de re­cursos y en tantos otros problemas que no tienen espacio suficiente en las agendas del mundo.

49. Quisiera advertir que no suele haber con­ciencia clara de los problemas que afectan par­ticularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemen­te parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, que­dan frecuentemente en el último lugar. Ello se debe en parte a que muchos profesionales, for­madores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial. Esta falta de contacto físico y de encuentro, a veces favorecida por la desinte­gración de nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a ignorar parte de la realidad en análisis sesgados. Esto a veces convive con un discurso «verde». Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convier­te siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres.  

52. La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desa­rrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el de­sarrollo de los países más ricos a costa de su pre­sente y de su futuro. La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satis­facer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de pro­piedad estructuralmente perverso. Es necesario que los países desarrollados contribuyan a resol­ver esta deuda limitando de manera importante el consumo de energía no renovable y aportando recursos a los países más necesitados para apoyar políticas y programas de desarrollo sostenible. Las regiones y los países más pobres tienen me­nos posibilidades de adoptar nuevos modelos en orden a reducir el impacto ambiental, porque no tienen la capacitación para desarrollar los proce­sos necesarios y no pueden cubrir los costos. Por eso, hay que mantener con claridad la conciencia de que en el cambio climático hay responsabilidades diversificadas y, como dijeron los Obispos de Es­tados Unidos, corresponde enfocarse «especial­mente en las necesidades de los pobres, débiles y vulnerables, en un debate a menudo domina­do por intereses más poderosos». Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia.

91. No puede ser real un sentimiento de ínti­ma unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres huma­nos. Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extin­ción, pero permanece completamente indiferen­te ante la trata de personas, se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser huma­no que le desagrada.  

152. La falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las zonas rurales como en las grandes ciudades, porque los presupuestos estatales sólo suelen cubrir una pequeña parte de la demanda. No sólo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias dificultades para acceder a una vivienda propia. La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se trata sobre todo de urbanizar esos barrios, no de erradicar y expul­sar. Cuando los pobres viven en suburbios con­taminados o en conglomerados peligrosos, «en el caso que se deba proceder a su traslado, y para no añadir más sufrimiento al que ya padecen, es ne­cesario proporcionar una información adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamientos dig­nos e implicar directamente a los interesados». Al mismo tiempo, la creatividad debería llevar a integrar los barrios precarios en una ciudad acoge­dora: «¡Qué hermosas son las ciudades que supe­ran la desconfianza enfermiza e integran a los di­ferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!».

158. En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres. Esta opción implica sacar las consecuencias del destino común de los bienes de la tierra, pero, como he intentado expresar en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, exige contemplar ante todo la inmensa dignidad del pobre a la luz de las más hondas conviccio­nes creyentes. Basta mirar la realidad para enten­der que esta opción hoy es una exigencia ética fundamental para la realización efectiva del bien común.

172. Los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desa­rrollo social de sus habitantes, aunque deban ana­lizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor la corrupción. También es verdad que de­ben desarrollar formas menos contaminantes de producción de energía, pero para ello requieren contar con la ayuda de los países que han creci­do mucho a costa de la contaminación actual del planeta. El aprovechamiento directo de la abun­dante energía solar requiere que se establezcan mecanismos y subsidios de modo que los paí­ses en desarrollo puedan acceder a transferen­cia de tecnologías, asistencia técnica y recursos financieros, pero siempre prestando atención a las condiciones concretas, ya que « no siempre es adecuadamente evaluada la compatibilidad de los sistemas con el contexto para el cual fueron dise­ñados ».
Los costos serían bajos si se los compa­ra con los riesgos del cambio climático. De todos modos, es ante todo una decisión ética, fundada en la solidaridad de todos los pueblos.

241. María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido. Así como lloró con el corazón traspasa­do la muerte de Jesús, ahora se compadece del sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano. 





Pagina oficial de la I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES


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lunes, 31 de agosto de 2015

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN



CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
CON MOTIVO DE LA INSTITUCIÓN DE LA
"JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN"
[1 DE SEPTIEMBRE]



A los Venerables Hermanos

Cardenal Peter Kodwo Appiah TURKSON
Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz

Cardenal Kurt KOCH
Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos

Compartiendo con el amado hermano Bartolomé, Patriarca Ecuménico, la preocupación por el futuro de la creación (cf. Carta Enc. Laudato si’, 7-9) y, acogiendo la sugerencia de su representante, el Metropolita Ioannis de Pérgamo, que intervino en la presentación de la Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, deseo comunicarles que he decidido instituir también en la Iglesia Católica la «Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación», que, a partir del año en curso, será celebrada el 1 de septiembre, tal como acontece desde hace tiempo en la Iglesia Ortodoxa.

Como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad. Para ello debemos ante todo extraer de nuestro rico patrimonio espiritual las motivaciones que alimentan la pasión por el cuidado de la creación, recordando siempre que, para los creyentes en Jesucristo, Verbo de Dios hecho hombre por nosotros, «la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo, ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea» (ibíd., 216). La crisis ecológica nos llama por tanto a una profunda conversión espiritual: los cristianos están llamados a una «conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea» (ibíd., 217). De hecho, «vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana» (ibíd.).

La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará anualmente, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos. La celebración de la Jornada en la misma fecha que la Iglesia Ortodoxa será una buena ocasión para testimoniar nuestra creciente comunión con los hermanos ortodoxos. Vivimos en un tiempo en el que todos los cristianos afrontamos idénticos e importantes desafíos, y a los que debemos dar respuestas comunes, si queremos ser más creíbles y eficaces. Por esto, espero que esta Jornada pueda contar con la participación de otras Iglesias y Comunidades eclesiales y se pueda celebrar en sintonía con las iniciativas que el Consejo Ecuménico de las Iglesias promueve sobre este tema.

Le pido a Usted, cardenal Turkson, Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, que ponga en conocimiento de las Comisiones de Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales, así como de los Organismos nacionales e internacionales que trabajan en el ámbito ecológico, la institución de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, para que, de acuerdo con las exigencias y las situaciones locales, la celebración se organice debidamente con la participación de todo el Pueblo de Dios: sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos. Para este propósito, y en colaboración con las Conferencias Episcopales, ese Dicasterio se esforzará por llevar a cabo iniciativas adecuadas de promoción y animación, para que esta celebración anual sea un momento intenso de oración, reflexión, conversión y asunción de estilos de vida coherentes.

Le pido a Usted, cardenal Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que se ponga en contacto con el Patriarcado Ecuménico y con las demás realidades ecuménicas, para que dicha Jornada Mundial sea signo de un camino que todos los creyentes en Cristo recorren juntos. Además, ese Dicasterio se ocupará de la coordinación con iniciativas similares organizadas por el Consejo Ecuménico de las Iglesias.

Esperando la más amplia colaboración para el buen comienzo y desarrollo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, invoco la intercesión de la Madre de Dios María Santísima y de san Francisco de Asís, cuyo Cántico de las Criaturas mueve a tantos hombres y mujeres de buena voluntad a vivir alabando al Creador y respetando la creación. Como confirmación de estos deseos, le imparto a ustedes, Señores cardenales, y a cuantos colaboran en su ministerio, la Bendición Apostólica.

Vaticano, 6 de agosto de 2015
Fiesta de la Transfiguración del Señor.

FRANCISCUS




 Fuente: http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html
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 Fuente: http://www.romereports.com/

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"LAUDATO SI" - FRANCISCO


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jueves, 18 de junio de 2015

"LAUDATO SI" - FRANCISCO


Queridos amigos en el día de hoy el Santo Padre Francisco ha presentado la carta encíclica "Laudato Si, sobre el cuidado de la casa común". Comienza la encílica mencionando un canto de San Francisco de Asís, a continuación les comparto este hermoso canto:



Alabado seas mi Señor...
Autor: San Francisco de Asís



"Altísimo, omnipotente, buen Señor,

tuyas son las alabanzas, la gloria,
el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer
de ti mención.

Alabado seas, mi Señor, con todas
tus criaturas, especialmente el hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana
luna y las estrellas, en el cielo las has
formado luminosas y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano
viento, y por el aire y el nublado y el sereno
y todo tiempo, por el cual a tus criaturas das
sustento.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana
la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores
y hierba.
Alabado seas, mi Señor, por aquellos que
perdonan por tu amor, y soportan enfermedad
y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana la
muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente
puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima
voluntad, porque la muerte segunda no les
hará mal.

Alabad y bendecid a mi Señor, y dadle gracias
y servidle con gran humildad."

Amén.


ESTRUCTURA DE LA ENCÍCLICA


-Introducción

-Capitulo Primero: "LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA"

--I. Contaminación y cambio climático.
--II. La cuestión del agua.
--III. Pérdida de biodiversidad.
--IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social.
--V. Inequidad planetaria.
--VI. La debilidad de las reacciones.
--VII. Diversidad de opiniones.



-Capitulo Segundo: "EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN"

--I. La luz que ofrece la fe.
--II. La sabiduría de los relatos bíblicos.
--III. El misterio del universo.
--IV. El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado.
--V. Una comunión universal.
--VI. Destino común de los bienes.
--VII. La mirada de Jesús.


-Capitulo Tercero: "RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA"

--I. La tecnología: creatividad y poder.
--II. Globalización del paradigma tecnocrático.
--III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno.


-Capitulo Cuarto: "UNA ECOLOGÍA INTEGRAL"

--I. Ecología ambiental, económica y social.
--II. Ecología cultural.
--III. Ecología de la vida cotidiana.
--IV. El principio del bien común.
--V. Justicia entre las generaciones.



-Capitulo Quinto: "ALGUNAS LÍNEAS DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN"

--I. Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional.
--II. Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales.
--III. Diálogo y transparencia en los procesos decisionales.
--IV. Política y economía en diálogo para la plenitud humana.
--V. Las religiones en el diálogo con las ciencias.

-Capitulo Sexto: "EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA"

--I. Apostar por otro estilo de vida.
--II. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente.
--III. Conversión ecológica.
--IV. Gozo y paz.
--V. Amor civil y político.
--VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo.
--VII. La Trinidad y la relación entre las criaturas.
--VIII. Reina de todo lo creado.
--IX. Más allá del sol.

Francisco, Bartolomé I (Patriarca de Constantinopla),
Peres (Presidente de Israel) y Abbas (Presidente de Palestina)
plantaron un olivo por la paz


Link para leer y descargar la Carta Encíclica: "LAUDATO SI" (Fuente: News.va)






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