domingo, 16 de julio de 2023
"ENRIQUE ANGELELLI CUMPLE 100 AÑOS" Vitín Baronetto
viernes, 19 de agosto de 2022
"El 5° mártir de La Rioja" - Beato Gregorio Martos Muñoz, presbítero y mártir (1908-1936)
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Esta reliquia se encuentra en la Pquia. Sagrado Corazón de Jesús (Chilecito - La Rioja) |
Hoy celebramos la fiesta del Beato Gregorio Martos Muñoz, “el quinto mártir de La Rioja”, decido llamarlo el quinto mártir en relación a los beatos mártires que entregaron su vida en tierra riojana: Mons. Enrique Angelelli, P. Gabriel Longueville, Fr. Carlos de Dios Muris, OFM y el laico Wenceslao Pedernera, estos cuatro son más conocidos y su beatificación tuvo gran resonancia en Argentina, como así también en otros países.
Sin embargo Gregorio
fue asesinado en el año 1936, cuando tenía 28 años y beatificado (2017) antes
que los cuatro ya mencionados, pero se empezó a conocer su historia hace muy pocos años atrás. Cabe destacar que a esta lista de beatos se suma la venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo (quién nació en Fátima - La Rioja)
Gregorio nació en la
provincia de La Rioja, Argentina y allí recibió los sacramentos de iniciación
cristiana. A continuación podrán leer su apasionante vida y su testimonio de
una fuerte confianza en Dios.
Sus primeros años vivió en La Rioja
Nació en Chilecito (La
Rioja - Argentina) el 3 de abril de 1908, 9 días después recibió el sacramento
del Bautismo en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, (actual santuario de Santa Rita). Hijo de Don Agustín Martos,
de nacionalidad española y de Doña Josefa Muñoz, de la misma nacionalidad,
domiciliados en Anguinán. Su padrino fue Don Gregorio Juárez y la madrina
Doña Catalina O. de Juárez. Trece meses después, más precisamente el 20 de mayo
de 1909 (día de La Rioja) recibió el sacramento de la Confirmación
en la capilla de Aguinán - Chilecito, este
sacramento fue administrado por Monseñor Abel Bazán y Bustos (oriundo de Tama –
La Rioja) – (Leer: 150
AÑOS DEL NACIMIENTO DE MONSEÑOR ABEL BAZÁN Y BUSTOS)
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Acta de Bautismo del Beato Gregorio Martos Muñoz |
Gregorio viaja a la tierra de sus padres
La familia Martos Muñoz
retornó a España, estableciéndose en el pueblo llamado Válor, tierra en la que
los progenitores habían nacido. El retorno a la patria tuvo lugar, cuando el
pequeño Gregorio tenia diez años. Al cumplir los doce año, dirigía
la siguiente carta al vicario capitular de la diócesis en la que expresaba su
deseo de ingresar en el Seminario:
"Ilustrísimo Señor Vicario Capitular, Sede Vacante,
del Arzobispado de Granada.
Gregorio Martos Muñoz, natural de Chilecito, provincia de La Rioja y Obispado de Córdoba, en la República Argentina y de Válor, Provincia y Arzobispado de Granada, de doce años de edad; hijo legítimo de Agustín Martos y de Josefa Muñoz López; deseando ingresar en calidad de alumno interno en el Pontificio y Real Seminario de su digno cargo, ruega a Usía Ilustrísima se digne concederle plaza en dicho centro docente en el próximo curso de mil novecientos veinte y uno a mil novecientos veinte y dos.
Gracia, Ilustrísimo Señor, que espera obtener de la reconocida bondad de Usía, cuya vida guarde Dios muchos años. Válor, 20 de Septiembre de mil novecientos veinte y uno.
Gregorio Martos”.
El sacerdote, a cuya
feligresía pertenecía el candidato, daba fe de la buena conducta de su pequeño
feligrés, para que pudiese ser admitido en el Seminario, con una carta (se
puede leer aquí)
Ingresó al seminario
En el libro 13, folio
103 del archivo del seminario de san Cecilio consta el ingreso de Gregorio al
seminario (se
puede leer aquí)
En el curso académico
1921 -1922, con 13 años, Gregorio iniciaba el estudio de la lengua Latina y de
las Humanidades, que debería prolongarse a lo largo de cuatro años. El estudio
de la Filosofía lo cursó por un espacio de tres cursos. Concluidos los cursos
de Filosofía, el joven seminarista comenzó el estudio de la Teología, que se
prolongaría por otros cuatro años. Cuando Gregorio se encontraba estudiando el
cuarto curso de Teología, el 14 de Abril de 1931, tuvo lugar la implantación de
la II República en España, y con su instauración llegaría la persecución
religiosa en la que él con otros 36 sacerdotes granadinos, recibirían la corona
del martirio. En el último curso académico, el futuro mártir obtuvo el premio,
que consistía en un pergamino que se le otorgaba al alumno que más se hubiera
destacado por sus calificaciones escolares.
Sagradas Órdenes y ministerio sacerdotal
El día 18 de Diciembre,
día de la Virgen de la Esperanza de 1931, recibía la primera clerical Tonsura;
las cuatro Ordenes Menores: Ostiario, Lector, Exorcista y Acólito le fueron
conferidas el siguiente día. El 12 de marzo de 1932 fue ordenado de Subdiácono;
el sacramento del Diaconado le fue otorgado el 17 de abril del mismo año.
El día 3 de mayo de
1932, día de la Santa Cruz, el seminarista diácono solicitaba la Sagrada Orden
del Presbiterado. La referida solicitud está redactada en el idioma latino, y
traducida al castellano (se puede leer en la biografía más extensa)
El 21 de mayo de 1932,
el maestro de ceremonias pronunciaba su nombre y Gregorio se acercó al altar
del Señor para recibir el sacramento del Orden Sacerdotal, por la imposición de
las manos del Obispo oficiante, el tono de su respuesta fue enérgico y
decidido; lo expresó en lengua latina, diciendo: "Adsum” que significa "Aquí estoy". Como
contestó Jesús a la llamada del Padre: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad".
La primera Misa solemne
del neopresbítero tuvo lugar en la iglesia de Válor, su pueblo de adopción, el
día 19 de junio.
Pocos días después de
su ordenación como Presbítero diocesano de la Iglesia de Granada, el
neosacerdote recibía el único nombramiento de su ministerio sacerdotal y trabajo
pastoral, que sólo podría desempeñar por el corto periodo de cuatro años; le
fue encomendado, como Cura Encargado, el cuidado espiritual del pequeño y pobre
pueblo entonces de El Ejido. Pronto se dedico a socorrer al prójimo, vivía con austeridad y rechazó la herencia paterna.
“Era piadoso y buen cristiano; en esto se imitaba a mi
madre, que era una santa. Celebraba misa, predicaba, daba catequesis, todos los
días rezaba el rosario” (Testimonio de uno
de los hermanos de Gregorio)
Otros testimonios
afirmaron:
“Era de carácter afable y cariñoso. Amaba a los niños,
visitaba a los enfermos y ancianos y se desvivía por los pobres”
“Su generosidad y pobreza se muestra en el hecho de que
cuando el padre repartió los bienes como herencia, entre sus hijos, Gregorio
renunció a su lote en favor de sus hermanos”
"Cuando bautizaba o casaba a algún hijo de familia que no tenía medios, él nunca cobraba nada. En una ocasión bautizó al hijo de una familia gitana y se marcharon muy contentos porque, además de no cobrarle, les invitó a desayunar." (Testimonio de su hermana Dolores)
El Martirio
A las once de la mañana
del día 21 del caluroso julio de 1936, un grupo de milicianos se presentaron en
la casa rectoral en busca del P. Gregorio. Llegaban con la orden de detener
al cura; lo había decidido el alcalde pedáneo del pequeño pueblo, anexo del
municipio de Dalías, a donde fue conducido el joven sacerdote junto a otras dos
personas. Veinticuatro horas permaneció encarcelado en la prisión municipal;
pasadas las cuales, los trasladaron a la cárcel de la ciudad de Berja. Varias
veces fue conducido ante el tribunal del comité
revolucionario que lo juzgaba. El crimen del que se le acusaba no era otro que
el de anunciar el Evangelio.
El pobre párroco de "El Ejido", prisionero por Cristo, elevaba sus oraciones, y exhortaba a sus dos compañeros de prisión, para que también ellos hicieran lo mismo. Como los jueces no encontraron culpa alguna, lo pusieron en libertad, aunque vigilada. Esto sucedió el 7 de agosto. El 12 de agosto, unos milicianos del Campo de Dalías llegaron al hotel, preguntando por el cura. Los dueños de la pensión que sentían gran aprecio por el sacerdote, le avisaron que se escondiera; y tras la marcha de los siniestros hombres, le indicaron el camino que debía seguir para evadirse. El pobre fugitivo, desconocedor del terreno, tuvo la mala fortuna, de dar con otros milicianos, que se encontraban de centinelas en la salida del pueblo; logró que le permitieran continuar su camino, y ya pensaba que había sido favorecido por la fortuna, cuando una mujer se encaró con los guardianes, diciéndoles a voces: que le detuvieran, ya que aquel hombre era un elemento peligroso y subversivo; que si no eran capaces de retenerlo y entregarlo al comité popular, lo haría ella misma, y lo fusilaría, si ellos no tenían valor para hacerlo.
Los vigilantes, hostigados por la denunciante, le obligaron a
detenerse y lo condujeron al comité de Berja; los dirigentes de la referida
junta, al enterarse de que el delatado era el cura de El Ejido, lo remitieron
al comité de dicho pueblo. Una semana permaneció en la cárcel, donde sufrió
vejaciones y agravios continuos. La iglesia que él tanto cuidaba, en donde
había celebrado la Eucaristía durante los cuatro años de su ministerio, había
sido incendiada, igual que la casa rectoral con su archivo parroquial. Fue
conducido allí por sus guardianes, para que pudiese contemplar aquella semejante obra que los enemigos de la Iglesia acababan de perpetrar. Y
de sus ojos brotaron abundantes lágrimas, al contemplar los retablos y altares
derribados, deformes y medio carbonizadas las estatuas de Cristo, de la Virgen
y de los santos, y profanado el Sagrario.
Algunos testigos
afirmaron que antes de morir, Gregorio tuvo la valentía de tragarse una medalla
de la virgen María, antes de consentir pisotearla como querían sus asesinos.
Luego se escucharon los disparos y los tres se desplomaron.
Su hermana relato: « Mi madre nos pidió a todos los hermanos que no tomáramos venganza por la muerte de mi hermano, que había que aceptarlo con paciencia porque Dios lo había permitido así. »
La vida del P. Gregorio Martos Muñoz fue corta en años: veintiocho solamente; pero rica y abundante en buenas obras.
Al terminar la guerra, y tenerse noticias de dónde se encontraban enterrados sus restos mortales, el día 11 de Agosto de 1939, una vez obtenido el permiso de las autoridades de Adra, fue exhumado su cadáver y conducido al pueblo de Válor, dándosele sepultura junto a sus otros compañeros sacerdotes. - Entre los dientes del siervo de Dios fue encontrada una medalla de la virgen María.-
Declaración de Martirio (Causa Canónica)
El estudio de esta Causa de los Mártires de Almería se inició en la fase diocesana el martes santo 11 de abril de 1995 en la Catedral de Almería. Esta etapa concluyó el 21 de mayo de 1998 (Declararon más de 500 testigos)
La documentación fue enviada a la Congregación para las Causas de los Santos, el 26 de febrero de 1999 se decretó la validez de la instrucción diocesana y en julio de 2003 se entregó la "Positio" documento que recoge los datos obtenidos por una investigación diocesana sobre las virtudes heroicas de un candidato).
El 14 de junio del año 2016, el santo padre Francisco aprobó la promulgación del decreto de beatificación de los 115 mártires de Almeria. Integran el grupo 20 laicos (18 hombres jóvenes o padres de familia y dos mujeres, una de ellas de etnia gitana), además de 95 sacerdotes, de ellos 92 diocesanos, 1 franciscano y 2 operarios diocesanos (entre ellos se encuentra Gregorio Martos Muñoz).
La beatificación se celebró el 25 de marzo de 2017, solemnidad de la Anunciación del Señor, reconociéndolos como mártires por odio a la fe.
"El martirio es el triunfo del amor sobre el odio, la victoria de la justicia de Dios sobre la injusticia de los hombres, sobre el quebrantamiento de sus mandamientos, sobre la violencia fratricida. Los mártires dieron su vida manteniendo su fidelidad a aquel en quien habían creído y en quien habían depositado su esperanza y al que amaban por encima de todo, y hoy la Iglesia los presenta como ejemplo altísimo de amor generoso y perdón que reconcilia y aúna, congregando a cuantos se sienten no sólo impactados, sino atraídos por el valor y la fuerza humanizadora que tiene su testimonio en favor de la verdad hasta la muerte." (palabras pronunciadas por Mons. Adolfo González Monte, el día de la beatificación)
El 5 de noviembre del año 2018, los restos del beato Gregorio Martos Muñoz fueron traslados a la parroquia San José de Válor - España, junto a otros 5 sacerdotes mártires también de la guerra civil española |
Fiesta en la diócesis de La Rioja
El 10 de agosto del año 2017, la congregación para el culto y la disciplina de los sacramentos envió una carta a Mons. Marcelo Colombo (en ese momento, obispo de la diócesis de La Rioja) anexando el decreto de inserción de la fiesta del Beato Gregorio Martos Muñoz, presbítero y mártir en el calendario litúrgico de la diócesis de La Rioja, y también la aprobación de los textos litúrgicos propios en lengua latina y española. Su fiesta se celebra el 19 de agosto, día de su asesinato.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que diste al Beato Gregorio, presbítero, la gracia de luchar hasta la muerte por practicar tu justicia; concédenos, en virtud de sus ruegos, soportar por tu amor todas las adversidades y caminar con valentía hacia ti, que eres la verdadera vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
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Por la providencia de Dios podríamos decir que la diócesis de La Rioja celebra el mes de los mártires o el mes de la santidad, comenzando el 17 de julio con la fiesta liturgica de Mons. Angelelli y compañeros mártires. Luego se recuerda el asesinato de cada uno de ellos: 18 de Julio (P. Gabriel Longueville y Fr. Carlos de Dios Murias), 25 de julio (Wenceslao Pedernera) y 4 de agosto (Mons. Angelelli).
El 15 de agosto se recuerda el nacimiento de la Venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo (quien nació en Famatina - La Rioja) y el 19 de agosto se celebra la fiesta del Beato Gregorio Martos Muñoz, presbítero y mártir.
Nuevamente afirmo lo que escribí en la publicación de la venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo; el nombre elegido por el fundador de esta provincia, hoy resuena como una profecía que se va confirmando: “El 20 de mayo, del año 1591, don Juan Ramírez de Velasco fundó la Ciudad de Todos los Santos de La Nueva Rioja”
Agradezco a Mons. Dante Braida, obispo de la diócesis de La Rioja y al Pbro. Jorge Hilal, párroco de la parroquia Sagrado Corazón (Chilecito – La Rioja) por haberme brindado información para realizar esta publicación.
Autor: Diego Olivera
Fuentes:
jueves, 4 de agosto de 2022
MONS. ANGELELLI - UNA VOZ QUE GRITA: "JUSTICIA Y PAZ"
“…en el alma del pueblo late un recuerdo tenaz.
Su nombre como bandera de la justicia y la paz”
Hoy 4 de agosto, día de San Juan María Vianney, el santo Cura de Ars, recordamos también el
martirio de Mons. Enrique Angelelli (+4 de agosto de 1976), proclamado beato el
27 de abril del año 2019 junto a sus compañeros mártires: P. Gabriel
Longueville, Fr. Carlos de Dios Murias y el laico Wenceslao Pedernera.
Enrique Angelelli nació el 17 de julio de 1923 en Córdoba – Argentina.
Fue ordenado sacerdote el 9 de octubre de 1949 en Roma
Mons. Enrique Angelleli fue padre conciliar participando en tres sesiones
del Concilio Vaticano II (1962 – 1964 - 1965) siendo obispo auxiliar de la arquidiócesis
de Córdoba.
El 24 de agosto de 1968 asumió como obispo de la diócesis de La Rioja,
su lema episcopal fue: “Justicia y Paz”.
El 4 de agosto de 1976 fue asesinado en la localidad “Punta de los
llanos”. Unos días antes fueron asesinados el P. Gabriel Longueville y Fr.
Carlos de Dios (18 de julio) y Wenceslao Pedernera (25 de julio)
Al cumplirse 30 años de este martirio, 4 de agosto de 2006, el cardenal
Jorge Bergoglio, celebró una misa en la catedral de La Rioja en memoria de
Angelelli y afirmó: "recibía
pedradas por predicar el Evangelio y derramó su sangre por ello".
Hoy queremos recordarlo leyendo algunas de sus homilías:
"JÓVENES,
USTEDES SON LA PRIMAVERA DEL PUEBLO"
"ESTE
ES EL AMIGO QUE NO FALLA"
“ORACIÓN
A LA VIRGEN DEL VALLE”
"HOMILÍA
CON MOTIVO DEL ENTIERRO DE LOS MÁRTIRES GABRIEL Y CARLOS"
POEMAS
DE MONS. ANGELELLI - "ENCUENTRO Y MENSAJE"
También compartimos dos documentales y canciones
para hacer una memoria agradecida por su vida entregada en defensa del pueblo,
buscando justicia y paz:
“LA
PALABRA VIVA” (DOCUMENTAL)
“UN
TROPIEZO DE TERNURA” (DOCUMENTAL)
Canciones:
De Cosecha Sangre y Rebelión
- Mariano Luque
Hay que seguir andando - Carlos
Saracini
En la Escucha - Agustín
Martino, Juan Martín Opacak, Alejandro Fernández
El hombre proyecto de pueblo - Filocalia
Mons.
Angelelli y compañeros mártires, rueguen por nosotros!!!
sábado, 28 de mayo de 2022
Homilía de Monseñor Angelelli - Ascensión del Señor
Solemnidad de la Ascensión del Señor
Hechos 1, 1-11 - Salmo 47(46),2-3.6-7.8-9. - Hebreos 9,24-28.10,19-23
Evangelio según San Lucas 24,46-53
Jesús dijo a sus discípulos: "Así esta escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto." Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto". Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.
Homilía de Monseñor Angelelli, Solemnidad de la Ascensión del Señor (La Rioja, 26 de mayo de 1974)
Hermanos y amigos
radio oyentes de L.V. 14:
Celebramos hoy, la
fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los cielos. Esta
celebración nos ayuda a comprender mejor nuestra Fe cristiana.
Para nosotros, riojanos, está puesta al final de una semana llena de celebraciones y acontecimientos que han tomado toda nuestra vida como pueblo: La celebración de la fundación de La Rioja, la celebración del día patrio, la celebración del día del Olivo, la celebración de fiestas patronales: Santa Rita de Chilecito y de Catuna; el delicado problema de los docentes; el lanzamiento oficial de CREAR-DINEA. En el corazón de estos hechos, entre otros, Cristo que nos dice: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado... sepan que estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo... vayan y proclamen el Evangelio a toda la creación... el que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer, será condenado... sean testigos de todo esto... les enviaré al Espíritu Santo... quédense en la ciudad hasta que se revistan de la fuerza de lo alto... y mientras los bendecía... se separó de ellos subiendo hasta el cielo... volvieron con alegría y bendecían a Dios...”
Y mientras meditaba todo esto, preparando estas reflexiones para la Misa Radial, no me resistí a pensar en algo que me tocó muy de cerca vivirlo. Era la muerte de una anciana de noventa y dos años; murió, también durante esta semana. Y reflexionaba: cuando la Fe ilumina y penetra hondamente en una persona, le hace descubrir el sentido profundo que tiene la vida; le da la verdadera sabiduría y la convierte en eso que nos manda Cristo: “sean testigos... con la fuerza del Espíritu Santo que les enviaré”. Se dejó evangelizar por Dios a través del ministerio de la Iglesia – Madre - hasta el último instante de su prolongada vida. Su muerte se convertía así en un testimonio viviente de Fe y dejaba, antes de partir, como herencia a sus hijos y a su pueblo, un mensaje de sabiduría enriquecida con pequeños-grandes gestos, hechos en silencio y con gran conciencia de fidelidad. Me tocó ungirla con los óleos de los enfermos, me tocó recoger sus últimos gestos, me tocó celebrar la misa de despedida, me tocó vivir con sus familiares y con su pueblo todo lo que significa una partida de quién muere y se despide así, como coronamiento de una larga vida. “La Virgen sabe lo que debe hacer de mi vida, que haga lo que Ella quiere... que bendiga a mis ‘changos’, y que bendiga a mi barrio... yo estoy lista para irme... decía entre otras cosas, antes de partir...”. Y como ella, cuántas y cuántos así prepararán una partida definitiva de este mundo, después de haber vivido la propia vida comprometidos y fieles a las exigencias de la Fe y de las necesidades de sus hermanos. Después de haber vivido la vida comprometida con su pueblo.
Me parecía oír que decía lo mismo que Jesús: “Vayan hijos y hermanos de mi pueblo. Vivan así para que Dios les regale una muerte como me la regaló a mí”. Así se fue la abuela Atanasia.
Y volví a la reflexión de la Ascensión de
Cristo, Nuestro Señor. Muchas cosas nos deja antes de su partida para volver
junto a su Padre y nuestro Padre Dios. Nos deja su Vida de Hombre-Dios, desde
su Encarnación y Nacimiento en Belén, hasta su Ascensión; nos deja su Evangelio
con la muerte en la Cruz y la Resurrección; nos deja la Iglesia y en ella al
Espíritu Santo que la anima y la rejuvenece permanentemente; nos deja el
sentido nuevo de la vida y de las cosas; nos deja el regalo de la Fe, de la
Esperanza y del Amor; nos deja el sentido de caminantes en la vida y la certeza
de un encuentro definitivo en la Vida que no tiene término en Dios; nos deja la
gran tarea de realizar una sociedad nueva, distinta de aquella que se construye
en el egoísmo, ésta hay que construirla en el Amor; nos deja la tarea de ser
EVANGELIZADORES Y ANUNCIADORES de esta BUENA NUEVA que es Él – Cristo; nos deja
la tarea de convocar a los hombres a la fraternidad y a trabajar para que la
justicia sea vivida entre los hombres; nos deja la tarea de ser constructores
de la Paz; nos deja su Vida y su presencia permanente entre nosotros, para que en
Él y con Él construyamos un pueblo nuevo, una raza elegida, un pueblo santo.
Nos deja la clave para ser felices, en las Bienaventuranzas; nos deja como una
especie de código, que de acuerdo a él seremos juzgados al término de nuestra
vida, como a la abuela Atanasia.
Nos deja a nuestro hermano, el hombre, para que en él reconozcamos su rostro y su presencia. Nos deja al samaritano para que en él aprendamos a descubrir las exigencias del Evangelio; nos deja el don del sacerdocio y de la consagración total de la vida, como signos de servicio al hombre y al pueblo, alabando y glorificando a Dios, con y desde él; nos deja la capacidad para no quedarnos “establecidos en la vida”, porque así se debilita y muere; por eso nos llama permanentemente a superarnos como individuos y como pueblo, a crecer, renovarnos, madurarnos, a no perder el rumbo y la meta definitiva. Así podríamos seguir desentrañando todo lo que esta celebración contiene y exige de nosotros, especialmente, cristianos, hijos de la Iglesia; aunque va mucho más allá; es un “acontecimiento” que mira a todos los tiempos y a todos los pueblos. Mira y es respuesta a todo el hombre y a todos los hombres de todos los tiempos. Muerte - Resurrección y Ascensión de Cristo, es la clave para interpretar la historia y los grandes interrogantes de los hombres. La abuela Atanasia, en su sencillez de hija de su pueblo, la interpretó con gran sabiduría para darle sentido a toda su vida y a su muerte.
Así también, se convierte en “clave”, como en la música, para interpretar y darle sentido a nuestras celebraciones como pueblo y para buscar las verdaderas soluciones a los problemas que plantean nuestros conflictos cuando están en juego la justicia, la paz y la respuesta que debemos dar los adultos a nuestros niños y a nuestra juventud. Así, también, celebramos e interpretamos bien las expresiones de Fe que un pueblo vive en sus fiestas patronales. Decíamos que en la lectura de los textos de la Ascensión, Cristo nos envía a EVANGELIZAR a todos los pueblos y a toda la creación. Por eso, también, en este Año Santo, se celebrará lo que se llama Sínodo Universal de los Obispos, es decir: un encuentro de Obispos, sucesores de los apóstoles, con el Papa, sucesor de Pedro, para seguir reflexionando y sacar las orientaciones para toda la Iglesia.
El tema para este gran acontecimiento es: LA EVANGELIZACIÓN EN EL MUNDO DE HOY. Vale decir: cómo seguir anunciando el Evangelio de Cristo, el mismo de siempre a nuestro mundo actual, siendo fieles a su contenido; con qué medios nuevos y de qué forma debe ser anunciado para que el hombre actual, nosotros, sepamos descubrir que ese Evangelio es la gran respuesta de Dios a la vida del hombre y del mundo actual. Reconciliarnos verdaderamente como hermanos y asumir toda la renovación y cambios profundos que exige el mundo en que vivimos, supone que, primero, nosotros los cristianos, sintamos vivamente la permanente necesidad de ser re-evangelizados, catequizados, actualizados, iluminados por el Evangelio de Cristo y, segundo, presentar a nuestros hermanos ese Evangelio con la palabra, pero especialmente con la vida, comprometida en la construcción de un mundo más justo y más fraternal.
Este gran acontecimiento de Año Santo, que es el Sínodo de los Obispos, al haberse escogido el tema de la EVANGELIZACIÓN EN EL MUNDO DE HOY, es también para nosotros, el gran objetivo de la diócesis. No como una necesidad impuesta de afuera, sino como una necesidad surgida de nuestra realidad riojana. Porque si es una exigencia permanente del Espíritu Santo en toda la Iglesia Universal, lo es más para nosotros, pueblo bautizado y cristiano, en su casi totalidad, pero necesitado de mayor profundización de la Fe y de sus exigencias en la vida, privada y pública. Porque todo el pueblo de Dios es comunidad del Evangelio y es responsable de su transmisión con palabras y obras.
Si fuéramos lo suficientemente evangelizados, no tendríamos que constatar hechos dolorosos en la vida de la comunidad diocesana. Es exigencia de vida y de tarea a realizar, para todos; para nosotros, sacerdotes; para los consagrados en la vida religiosa y para todos los fieles cristianos de la diócesis. Comenzamos la preparación de la festividad de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo.
Que toda la diócesis
entre en un clima de cenáculo como entraron los apóstoles y María, después de
la Ascensión para que encuentre en nosotros acogida humilde y sincera el
Espíritu Santo con el regalo de sus Dones. Con su Luz y con su fuerza
comprenderemos mejor qué es evangelizar y ser evangelizador, y nos lanzaremos
más a ser los testigos del Evangelio de Cristo por las palabras y por las
obras. Que María Santísima y San Nicolás nos ayuden a vivir en plenitud,
Pentecostés.
domingo, 15 de mayo de 2022
Homilía de Monseñor Angelelli - 5° Domingo de Pascua - Ciclo C
Hermanos y
amigos radioyentes de L.V. 14.
El domingo
pasado, por la gracia de Dios hemos vivido una jornada verdaderamente
privilegiada para quienes la vean con sentido de pueblo y con sentido
cristiano. Estos fueron los hechos vividos diocesanamente: 1- En este Año Santo
hubo un gesto de esta Madre Iglesia que busca por todos los medios “reconciliar
a los hombres necesitados de ella”. 2- Tres jóvenes se ordenaron de diáconos y
una religiosa hace sus “promesas religiosas” en el día mundial de las
vocaciones. 3- Fue un día mariano porque celebramos como cristianos y como
argentinos la fiesta de la Virgen del Valle.
En apariencia
sin importancia y sin embargo con trascendencia de futuro. En medio de las
dificultades que a diario vivimos porque aún no logramos vivir una verdadera
fraternidad como pueblo, estos hechos nos ayudan a reflexionar y a hacer un
alto en el camino para repensar nuestra vida, así como la llevamos.
Porque existe un verdadero hambre de reconciliación y de paz. Por eso nos desubicamos como hombres, y si tenemos Fe, como cristianos, si decimos que no necesitamos ser perdonados, ni de qué arrepentirnos. En este caso, si así pensamos y obramos, somos víctimas de la soberbia y de la ceguera de mente y de corazón, haciéndonos daño a nosotros mismos y nos empequeñecemos negativamente ante Dios y ante los demás. Dios quiera que nunca caigamos en esta actitud interior, porque significaría que rechazamos la “luz” y “gracia” de Dios. De las lecturas de este domingo que acabamos de escuchar, hacemos esta reflexión:
La Comunidad Cristiana, que somos nosotros, como pueblo y como cuerpo, debe ir creciendo siempre interiormente en la VIDA que nos viene de Cristo. Esto nos dice que nuestra condición es de peregrinos y que caminamos hacia una meta que es Dios, nuestro Padre. Este crecimiento sólo es verdadero si se hace con el AMOR; - “En esto conocerán que son mis discípulos, si se aman los unos con los otros...”. En esto entenderemos bien lo que busca lograr en nosotros este Año Santo. Tres palabras lo resumen: RENOVAR - RECONCILIAR - AMAR. Esto lo comprendemos mejor si lo comparamos con lo que hacemos y vemos todos los días en nuestros campos; si el árbol tiene mucha savia tendrá mucha vida y dará buenos frutos y abundantes; pero el cuidado hay que tenerlo desde que preparamos la tierra hasta que recogemos los frutos. Lo decimos en nuestro lenguaje familiar: “al árbol se lo conoce por su fruto”. De un árbol malo no se puede sacar buenos frutos. Y esto que es fruto de la sabiduría popular, apliquémoslo a la vida personal de cada uno de nosotros y a la vida de un pueblo. Daremos como individuos y como pueblo buenos frutos, si somos capaces de ir trabajando, a pesar de todas las dificultades, hasta lograr hacer un pueblo que vive muy en serio el amor fraterno.
Ahora, esta es una frase muy linda y de tanto repetirla casi no le damos toda la importancia que tiene y sin embargo nos dice Cristo: “En esto conocerán los hombres que son mis discípulos”. En esta ley del amor fraterno debemos regular toda la vida privada y pública. El AMOR debe regular la política, la economía, la educación y la cultura, las relaciones sociales entre los hombres, la vida familiar, la vida interior de una comunidad cristiana. Ahora bien, nos dice San Pablo que el amor es: “paciente, es servicial, no tiene envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre la agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, lo espera y todo lo soporta. El amor nunca pasará... Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé atrás las cosas de niño…Hermanos no se queden como niños en su modo de pensar. En el camino del mal, sí sean como niños, pero adultos en su manera de pensar.
A la luz de
esto que acabamos de decir necesitamos crecer y madurar en nuestra vida
personal y en nuestra vida como pueblo. No cualquier cambio hace madurar, pero
es ley de la vida ir cambiando para que, como dice San Pablo, cuando niño obre
como niño y como hombre obre como adulto.
Esto es vivir
el amor. Exige de nosotros muchas renuncias y sacrificios. Renovar no es fácil;
por eso renovarnos cuesta mucho; por eso fraternalmente nos trae muchos dolores
de cabeza. Aparentemente es más fácil vivir encerrados en nuestro egoísmo y en
nuestros “intereses individuales” pero
así ni tendremos paz ni habrá paz en la comunidad, ni en la vida familiar, ni
en las relaciones humanas.
Hemos dicho que
este Año Santo es para nosotros argentinos un año también eucarístico. No
miremos tanto la exterioridad de un Congreso Eucarístico Nacional, sino todo lo
que nos exige la Eucaristía en la vida y en un proceso que ayude a liberar a un
pueblo. No puede haber Eucaristía si no hay reconciliación. No habrá
reconciliación si no se funda en la justicia y en la caridad o el amor.
Por eso, a veces, da pena, observar en la búsqueda de la felicidad como pueblo, lo queramos hacer con la pública difusión de la mentira, con el agravio, con el juego mezquino de intereses de grupos, con la desconfianza a quienes en la vida de una comunidad tenemos el ministerio de entregar el Evangelio y la fuente del AMOR que son los sacramentos. Así no se construye nada sólido.
En todo proceso de crecimiento, así como lo quiere Dios, nunca perdamos el don que nos ha dado el mismo Dios, de ser autocríticos de nuestros propios actos. Sólo así maduramos. Sólo así crecemos y vencemos las dificultades de toda marcha. Así será verdadera la renovación; así será sincera la reconciliación; así será efectivo el amor fraterno.
A ustedes, las comunidades parroquiales, a ustedes de los pueblos del interior y de los barrios de la ciudad, los grandes objetivos de este Año Santo y de este Año Eucarístico, más allá de las sospechas ridículas que pudiesen existir, que el “gran árbol” que es nuestra Rioja, pueda ir recogiendo verdaderos frutos de fraternidad, de trabajo, con sentido de pueblo, de compromiso cristiano con sentido de tarea y de misión.
Tienen muchísimas ocasiones para reflexionar en todo esto: tienen ya próximas la fiesta de Pentecostés, del Corpus; del Sagrado Corazón, las fiestas patronales, los encuentros decanales y diocesanos, las reuniones o encuentros más pequeños de pueblo o de barrios; los encuentros familiares. Ustedes hermanos que están en el importantísimo campo educacional, tienen valores grandes para reflexionar; especialmente ustedes los que están en Institutos, que tienen una mayor dependencia de la Diócesis, reexaminen toda vida educacional a la luz de los grandes objetivos del Año Santo: Renovar, Reconciliar, Amor. Hay mucho que corregir y mucho por hacer. Por otra parte, sean lugares oficiales como privados, todos deben ser considerados al mismo pueblo. No son dos pueblos ni dos comunidades. Y en este sentido, para efectivizar más el amor fraterno, la Iglesia, en su fundamental misión educadora del pueblo, deberá evaluar las formas concretas cómo la realiza en nuestra diócesis. Y para nosotros, que tenemos una identidad propia y una misión específica dada por Cristo, tanto en la vida sacerdotal, como en la consagración en la vida religiosa, debe seguir siendo en este Año Santo por la vivencia y la labor que realicemos. En esto se plantea qué es EVANGELIZAR HOY EN NUESTRO MUNDO ACTUAL. De esto hablaremos en lo sucesivo. El gran tema del Sínodo Mundial de los Obispos en Roma.
domingo, 18 de julio de 2021
Mártires Riojanos, Amistad y Fraternidad sin fronteras
sábado, 17 de julio de 2021
LA VIDA DE LOS MÁRTIRES: PAN QUE SE PARTE EN LA MESA DEL PUEBLO
-“Busquen el Reino
de Dios y su justicia” con estas palabras dio inicio la presente reflexión. La
búsqueda del Reino de Dios y su construcción, es el mensaje central de Jesús de
Nazaret, mensaje, desafío, tarea y misión para
los cristianos. Solo aquél que afronta esta misión puede pretender
llamarse cristiano.
La mesa es una de las metáforas más
utilizadas por Jesús que encarna lo que es el Reino de Dios. Se presenta como
el escenario común donde los cuatro evangelios lo ubican, enseñando o mostrando
en actos, el mensaje del Padre. Jesús no solo utiliza el acontecimiento de la
comida para sus parábolas, sino que, él mismo protagoniza muchas de ellas. Ya
sea la mesa de los fariseos, donde se deja estrechar y lavar los pies con las
lágrimas de aquella mujer, o la mesa de los compañeros donde comparte la
amistad y la angustia del martirio ya cercano.
La vida de Carlos, Gabriel, Wenceslao y
Enrique, fueron vidas que aceptaron la invitación al banquete del Reino y
afrontaron la misión de su construcción hasta el final. Comprendieron que no se
trataba solo de dar comida a los pobres o de saciar su hambre, sino que además,
debían denunciar el sistema que producía la falta de alimento y en
contrapartida organizar una mesa, donde los pobres sean dignos de participar.
Organizar o “poner” la mesa no es
suficiente, debemos crear lazos de fraternidad, son necesarias las miradas que
nos habiliten un lugar. Nuestros cuatro mártires dieron su vida, para que los
más pobres que no tenían un lugar en la mesa, obtuvieran su espacio y un
espacio privilegiado. Sus vidas se hicieron pan partido y compartido, supieron
dar su existencia como el grano de trigo,
para unirse a otros y alimentar. En este tiempo especial, se hace
presente la invitación a comer de este pan, a tomar de la fuente martirial de
los testigos, a buscar tender una mesa
donde seamos capaces de vivir y hacernos comunión.-