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miércoles, 19 de octubre de 2016

"FRANCISCO y la defensa de los derechos de la MUJER"




-La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque «el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral» y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales.- (103 - "Evangelii Gaudium" - Año 2013)

-Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente. El sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión, pero puede volverse particularmente conflictiva si se identifica demasiado la potestad sacramental con el poder. No hay que olvidar que cuando hablamos de la potestad sacerdotal «nos encontramos en el ámbito de la función, no de la dignidad ni de la santidad». El sacerdocio ministerial es uno de los medios que Jesús utiliza al servicio de su pueblo, pero la gran dignidad viene del Bautismo, que es accesible a todos. La configuración del sacerdote con Cristo Cabeza —es decir, como fuente capital de la gracia— no implica una exaltación que lo coloque por encima del resto. En la Iglesia las funciones «no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros». De hecho, una mujer, María, es más importante que los obispos. Aun cuando la función del sacerdocio ministerial se considere «jerárquica», hay que tener bien presente que «está ordenada totalmente a la santidad de los miembros del Cuerpo místico de Cristo». Su clave y su eje no son el poder entendido como dominio, sino la potestad de administrar el sacramento de la Eucaristía; de aquí deriva su autoridad, que es siempre un servicio al pueblo. Aquí hay un gran desafío para los pastores y para los teólogos, que podrían ayudar a reconocer mejor lo que esto implica con respecto al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia.- (104 - "Evangelii Gaudium" -  Año 2013)

-En esta breve mirada a la realidad, deseo resaltar que, aunque hubo notables mejoras en el reconocimiento de los derechos de la mujer y en su participación en el espacio público, todavía hay mucho que avanzar en algunos países. No se terminan de erradicar costumbres inaceptables. Destaco la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino una cobarde degradación. 
La violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de la unión conyugal. Pienso en la grave mutilación genital de la mujer en algunas culturas, pero también en la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos y a los lugares donde se toman las decisiones. 
La historia lleva las huellas de los excesos de las culturas patriarcales, donde la mujer era considerada de segunda clase, pero recordemos también el alquiler de vientres o «la instrumentalización y mercantilización del cuerpo femenino en la actual cultura mediática». 
Hay quienes consideran que muchos problemas actuales han ocurrido a partir de la emancipación de la mujer. Pero este argumento no es válido, «es una falsedad, no es verdad. Es una forma de machismo». La idéntica dignidad entre el varón y la mujer nos mueve a alegrarnos de que se superen viejas formas de discriminación, y de que en el seno de las familias se desarrolle un ejercicio de reciprocidad. Si surgen formas de feminismo que no podamos considerar adecuadas, igualmente admiramos una obra del Espíritu en el reconocimiento más claro de la dignidad de la mujer y de sus derechos.- (54 - "Amoris Laetitia" -  Año 2016)


-En diversas partes del planeta las mujeres se enfrentan a diferentes problemas y desafíos. En el mundo occidental todavía sufren, a veces, la discriminación en el campo laboral; a menudo se ven obligadas a elegir entre trabajo y familia; su vida de novias, esposas, madres, hermanas, abuelas, no pocas veces conoce, por desgracia, la violencia. En los países en vías de desarrollo y en los más pobres son las mujeres las que llevan sobre sus hombros el mayor peso; ellas son las que recorren kilómetros al día en busca de agua; las que muy a menudo mueren al dar a luz a un hijo; las que son secuestradas para fines de explotación sexual u obligadas a casarse en edad demasiado joven o en contra de su voluntad; a veces incluso se les niega el derecho a la vida sólo por ser mujeres. Todas estas problemáticas se reflejan en las propuestas de los «Objetivos para el desarrollo sostenible» que actualmente se están discutiendo en las Naciones Unidas.

A vosotros que estáis comprometidos con la defensa de la dignidad de las mujeres y la promoción de sus derechos, os pido que os dejéis guiar por el espíritu de humanidad y compasión en el servicio al prójimo. Que la competencia profesional sea la primera cualidad esencial, pero sin individualismo, sin mero activismo, sino con compromiso generoso. Así haréis que emerjan los dones inconmensurables con los que Dios ha enriquecido a la mujer, haciéndola capaz de comprensión y diálogo para conciliar los conflictos grandes y pequeños, de sensibilidad para sanar las heridas y cuidar de cada vida, incluso a nivel social, y de misericordia y ternura para mantener unidas a las personas. Estos aspectos, junto con otros, son parte del «genio femenino» que es necesario que se pueda manifestar plenamente en beneficio de toda la sociedad.- 
(MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON OCASIÓN DE LA CONFERENCIA INTERNACIONAL "MUJERES HACIA LA AGENDA DE DESARROLLO POST-2015: LOS DESAFÍOS DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE" [ROMA, 22-24 DE MAYO DE 2015]) Leer mensaje






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jueves, 12 de noviembre de 2015

LA FAMILIA y LA IGLESIA


Jesús vivió en una Familia

Jesús fue un niño que recibió de sus padres amor y afecto y fue educado por ellos. 
El hecho de que dios quisiera, en Jesús, nacer en una familia humana y crecer en ella, ha hecho de la familia un lugar de dios y la ha convertido en prototipo de la comunidad solidaria. (86)

La Familia es una Iglesia domestica

Lo que la iglesia es en lo grande, es la familia en lo pequeño: una imagen del amor de dios en la comunión de las personas. Todo matrimonio se perfecciona en la apertura a otros, a los niños que son don de dios, en la acogida mutua, en la hospitalidad, en la disponibilidad para otros.
Nada en la iglesia primitiva fascinaba más a los hombres en el «nuevo camino» de los cristianos que las «iglesias domésticas». Con frecuencia alguien «creyó en el señor con toda su familia; también otros muchos corintios ... creían y se bautizaban» (Hch 18,8). 
En un mundo no creyente surgían islotes de fe vivida, lugares de oración, de compartir, de hospitalidad cordial. Roma, Corinto, Antioquía, las grandes ciudades de la antigüedad, quedaron pronto inundadas de iglesias domésticas como si fueran puntos de luz.      También hoy en día las familias, en las que Cristo se encuentra en su casa, son el gran fermento de renovación de nuestra sociedad. (271)

La Familia es una comunidad

Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia. Dios quiere que del amor de los padres, en la medida de lo posible, procedan los hijos. 
Los hijos, que están confiados a la protección y cuidado de sus padres, tienen la misma dignidad que sus padres.

Dios mismo es comunidad en su interior. En el ámbito humano la familia es el prototipo de la comunidad. La familia es una escuela única de una vida plena de relaciones. Los niños no crecen en ningún otro lugar mejor que en una familia intacta, en la que se viven el afecto cordial, el respeto mutuo y la responsabilidad recíproca. finalmente en la familia también crece la fe; la familia, como dice la iglesia, es una iglesia en pequeño, una «iglesia doméstica», cuya irradiación debe invitar a otros a la comunión de la fe, la esperanza y la caridad.  (368)

La Familia y el Estado

El bienestar y el futuro de un estado dependen de que la unidad más pequeña que existe dentro de él, la familia, pueda vivir y desarrollarse. Ningún estado tiene derecho a inmiscuirse en la célula originaria de la sociedad, la familia, y negarle el derecho a la existencia. Ningún estado tiene derecho a definir la familia de forma diferente a la que corresponde a su misión creatural. Ningún estado tiene derecho a privar a la familia de sus derechos fundamentales, especialmente en el ámbito de la educación. Por el contrario, el estado tiene la obligación de apoyar de manera eficaz a las familias y protegerlas en lo tocante a sus necesidades materiales. (370)

La Familia y la Fe

Una familia cristiana debe ser una iglesia en pequeño. Todos los miembros cristianos de una familia están invitados a fortalecerse mutuamente en la fe y a aventajarse unos a otros en el celo por Dios. Deben rezar unos por otros y conjuntamente y realizar en común obras de amor al prójimo. Los padres responden con su fe por sus hijos, los llevan a bautizar y les sirven como modelos en la fe. Esto significa que los padres deben hacer todo lo posible para que los hijos experimenten que vivir en la presencia y cercanía de Dios es valioso y benéfico. ciertamente, en algún momento, los padres aprenderán de la fe de sus hijos y escucharán cómo dios habla por medio de ellos, porque con frecuencia la fe de las personas jóvenes se caracteriza por una mayor entrega y «porque muchas veces el señor revela al más joven lo que es mejor» (san Benito, regula, cap. 3,3). (373)

 El hombre no puede vivir sin relaciones. La relación más importante del hombre es la que tiene con dios. Tiene prioridad sobre todas las relaciones humanas, incluidas las familiares.
Los hijos no pertenecen a sus padres ni los padres a sus hijos. Toda persona pertenece directamente a dios. Sólo con dios existe un vínculo absoluto y perpetuo. Así se comprende la palabra de Jesús a quienes son llamados: «el que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37). Por ello los padres deben poner a sus hijos en manos de dios, llenos de confianza. Cuando el señor los llame a una vida de entrega en una comunidad religiosa o como presbíteros. (374)

Los Hijos

Un matrimonio cristiano tiene tantos hijos como Dios le conceda y pueda asumir responsablemente. Todos los hijos que concede dios son una gracia y una gran bendición. Esto no quiere decir que una pareja cristiana no deba considerar cuántos hijos puede asumir responsablemente en su situación económica, social o de salud. En todo caso, cuando viene un hijo, este hijo debe ser acogido y aceptado con alegría, disponibilidad y con mucho amor. Basándose en la confianza en dios, muchos matrimonios cristianos experimentan el gozo de tener una familia numerosa. (419)

Jesús aprendió a orar en Familia

Jesús aprendió a orar en su familia y en la sinagoga. Pero Jesús superó los límites de la oración tradicional. Su oración mostraba una unión tal con el padre del cielo como sólo la puede tener quien es el «hijo de dios». Jesús, que era a la vez dios y hombre, se familiarizó, como los demás niños judíos de su tiempo, con los ritos y formas de oración de su pueblo, Israel. Pero como se manifestó en el episodio de Jesús a los doce años en el templo (Lc 2,41-55), había algo en él que no podía venir del aprendizaje: una unión original, honda y única con dios, su padre del cielo. Jesús, como todas las personas, esperaba el mundo nuevo y oraba a dios. Pero al mismo tiempo era también parte de ese otro mundo. Ya en esto se notaba: un día se rezaría a Jesús, se le reconocería como Dios y se le pediría su gracia. (474)


Fuente: Youcat (Catecismo para Jovenes)


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jueves, 22 de octubre de 2015

LOS OBISPOS DE AMÉRICA LATINA Y LA FAMILIA (II)


En estos últimos días del Sínodo de la Familia les propongo recordar las palabras de los obispos de Latinoamerica y el Caribe en el Documento de Aparecida (2007) - Capitulo 9

EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

432. La familia es uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños, y es patrimonio de la humanidad entera. En nuestros países, una parte importante de la población está afectada por difíciles condiciones de vida que amenazan directamente la institución familiar. 
En nuestra condición de discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a trabajar para que esta situación sea transformada, y la familia asuma su ser y su misión en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia.

433. La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio entre un varón y una mujer, signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia. Desde esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la maternidad, la filiación y la fraternidad, y el compromiso de los dos por una sociedad mejor.

434. Creemos que “la familia es imagen de Dios que, en su misterio más íntimo no es una soledad, sino una familia”. En la comunión de amor de las tres Personas divinas, nuestras familias tienen
su origen, su modelo perfecto, su motivación más bella y su último destino.

435. Dado que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos, creemos que debe asumirse la preocupación por ella como uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia. En toda diócesis se requiere una pastoral familiar “intensa y vigorosa” para proclamar el evangelio de la familia, promover la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias sean reconocidos y respetados.

436. Esperamos que los legisladores, gobernantes y profesionales de la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de
los crímenes abominables del aborto y de la eutanasia; ésta es su responsabilidad. Por ello, ante leyes y disposiciones gubernamentales que son injustas a la luz de la fe y la razón, se debe favorecer la objeción de conciencia. Debemos atenernos a la “coherencia eucarística”, es decir, ser conscientes de que no pueden recibir la sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos o palabras contra los mandamientos, en particular cuando se propician el aborto, la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre los legisladores, gobernantes, y los profesionales de la salud.

437. Para tutelar y apoyar la familia, la pastoral familiar puede impulsar, entre otras, las siguientes acciones:

a) Comprometer de una manera integral y orgánica a las otras pastorales, los movimientos y asociaciones matrimoniales y familiares a favor de las familias.
b) Impulsar proyectos que promuevan familias evangelizadas y evangelizadoras.
c) Renovar la preparación remota y próxima para el sacramento del matrimonio y la vida familiar con itinerarios pedagógicosde fe.
d) Promover, en diálogo con los gobiernos y la sociedad, políticas y leyes a favor de la vida, del matrimonio y la familia.
e) Impulsar y promover la educación integral de los miembros de la familia, especialmente de aquellos miembros de la familia que están en situaciones difíciles, incluyendo la dimensión del amor y la sexualidad.
f) Impulsar centros parroquiales y diocesanos con una pastoral de atención integral a la familia, especialmente a aquellas que están en situaciones difíciles: madres adolescentes y solteras, viudas y viudos, personas de la tercera edad, niños abandonados,etc.
g) Establecer programas de formación, atención y acompañamiento para la paternidad y la maternidad responsables. 
h) Estudiar las causas de las crisis familiares para afrontarlas entodos sus factores.
i) Seguir ofreciendo formación permanente, doctrinal y pedagógicapara los agentes de pastoral familiar.
j) Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo, siguiendo las orientaciones del Magisterio, a las parejas que viven en situación irregular, teniendo presente que a los divorciados y vueltos a casar no les es permitido comulgar. Se requieren mediaciones para que el mensaje de salvación llegue a todos. Urge impulsar acciones eclesiales, con un trabajo interdisciplinario de teología y ciencias humanas, que ilumine la pastoral y la preparación de agentes especializados para el acompañamiento de estos hermanos.
k) Ante las peticiones de nulidad matrimonial, se ha de procurar que los Tribunales eclesiásticos sean accesibles y tengan una correcta y pronta actuación.
l) Ayudar a crear posibilidades para que los niñas y niños huérfanos y abandonados logren, por la caridad cristiana, condiciones de acogida y adopción, y puedan vivir en familia.
m) Organizar casas de acogida y un acompañamiento específico para acudir con compasión y solidaridad a las niñas y adolescentes embarazadas, a las madres “solteras”, a los hogares incompletos.
n) Tener presente que la Palabra de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, nos pide una atención especial hacia las viudas. Buscar la manera de que ellas reciban una pastoral que las ayude a enfrentar esta situación, muchas veces de desamparo y soledad.

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lunes, 19 de octubre de 2015

LOS OBISPOS DE AMÉRICA LATINA Y LA FAMILIA



En esta última semana del sinodo les propongo recordar algunas palabras del documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, APARECIDA (2007). 
Cabe recordar que en esta conferencia estuvo presente el Card. Jorge Mario Bergoglio (Hoy Francisco) siendo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y siendo elegido además presidente de la comisión de redacción de este documento.

LA BUENA NUEVA DE LA FAMILIA

114. Proclamamos con alegría el valor de la familia en América Latina y El Caribe. Afirma el Papa Benedicto XVI que la familia patrimonio de la humanidad, constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra
de valores humanos y cívicos, hogar en que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente… La familia es insustituible para la serenidad personal y para la educación de sus hijos.

115. Agradecemos a Cristo que nos revela que “Dios es amor y vive en sí mismo un misterio personal de amor” y, optando por vivir en familia en medio de nosotros, la eleva a la dignidad de ‘Iglesia Doméstica’.

116. Bendecimos a Dios por haber creado al ser humano varón y mujer, aunque hoy se quiera confundir esta verdad: “Creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó” (Gn 1, 27). Pertenece a la naturaleza humana el que el varón y la mujer busquen el uno en el otro su reciprocidad y complementariedad.

117. El ser amados por Dios nos llena de alegría. El amor humano encuentra su plenitud cuando participa del amor divino, del amor de Jesús que se entrega solidariamente por nosotros en su amor pleno hasta el fin (cf. Jn 13, 1; 15,9). El amor conyugal es la donación recíproca entre un varón y una mujer, los esposos: es fiel y exclusivo hasta la muerte y fecundo, abierto a la vida y a la educación de los hijos, asemejándose al amor fecundo de la Santísima Trinidad. El amor conyugal es asumido en el Sacramento del Matrimonio para significar la unión de Cristo con su Iglesia, por eso, en la gracia de Jesucristo, encuentra su purificación, alimento y plenitud (cf. Ef 5, 25-33).

118. En el seno de una familia, la persona descubre los motivos y el camino para pertenecer a la familia de Dios. De ella recibimos la vida, la primera experiencia del amor y de la fe. El gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la transmite y testimonia. Los padres deben tomar nueva conciencia de su gozosa e irrenunciable responsabilidad en la formación integral de sus hijos.

119. Dios ama nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones. La presencia invocada de Cristo a través de la oración en familia nos ayuda a superar los problemas, a sanar las heridas y abre caminos de esperanza. Muchos vacíos de hogar pueden ser atenuados por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias. 




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