martes, 27 de agosto de 2019

"ENCARNACIÓN E INCULTURACIÓN (Sínodo de la Amazonia)" - Marcelo Figueroa



"Encarnación e inculturación" en base al Instrumentum Laboris del Sínodo de la Amazonía y tomando como base el libro "Hacia el Sínodo Panamazónico".

“Lo que no es asumido no es redimido”. Este principio misionológico de San Ireneo proporciona un sustrato ineludible cuando hablamos de encarnadura e incultura del Evangelio. Expresamente citado en el Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonía, es un faro que ilumina los tres primeros capítulos del apartado III en donde se desarrollan extensa y profundamente estos dos pilares para una pastoral dialogante con la cosmovisión amazónica. 

Luego de un proceso de reflexión conjunto entre Amerindia y la Red Eclesial Panamazónica –REPAM, en donde participaron 28 teólogos-as y pastoralistas, principalmente de América Latina y el Caribe salió a la luz un volumen muy valioso: “Hacia el Sínodo Panamazónico – Desafíos y aportes desde América Latina y el Caribe” . Este material que considero de referencia ineludible, destina un apartado completo para profundizar sobre estos dos conceptos “Encarnación e Inculturalización”. A riesgo de pecar de reduccionista, ofrezco en este artículo algunos conceptos centrales de ese segmento, reiterando mi humilde sugerencia a que el libro sea leído y estudiado en su totalidad. En respeto a trabajo realizado, los párrafos seleccionados son citados textualmente a continuación. Las grandes distancias y diversidades de la Amazonía advierten del peligro de un neocolonialismo cultural, de la centralización administrativa y de una visión unilateral del pensamiento humano. Éstas produjeron también grandes distancias pastorales.

Una Iglesia con rostro indígena será una Iglesia postcolonial, plural y cercana a las respectivas culturas locales, teniendo en cuenta que no sólo la Amazonia, sino el mundo es una realidad pluriétnica, pluricultural y plurirreligiosa. Los grandes esfuerzos pastorales de la Iglesia posconciliar en la Amazonía no consiguieron superar plenamente su pasado colonial en sus estructuras, celebraciones y teologías, y construir Iglesias más próximas, descentralizadas y con rostro amazónico. El misterio de la encarnación, la práctica de la inculturación y la descentralización, y la política social de la solidaridad como partes integrantes de una “ecología integral” pueden guiar hacia la superación real de esas distancias e impulsar, siguiendo la propuesta del Sínodo, los “nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.

Jesús, siguiendo su naturaleza humana, nació en Belén y fue criado en Nazaret, donde tuvo una existencia social (se enculturó) en la cultura de sus padres. Hasta aquí no hubo inculturación en una cultura extraña. Él aprendió desde la niñez su propia cultura como nosotros lo hacemos. Como persona divina, sin embargo, podemos analógicamente decir, que Él salió de su ‘patria divina’ y se inculturó en su ‘patria humana’. Su ‘patria divina’ no era sólo otro país o continente, sino otra realidad, concebida en nuestra fe como una realidad totalmente diferente, donde él fue “generado, no hecho” (genitum non factum).

En un contexto pluricultural o de hegemonía cultural, la asunción de la propia alteridad es esencial. Los pueblos amazónicos, indígenas y no indígenas, requieren continuamente de resistir contra cualquier intento de destrucción de su identidad/alteridad para la asimilación o integración bajo los patrones culturales dominantes, viciados por la perspectiva de lucro, crecimiento y aceleración.
En el plano cultural, la reducción de la diversidad de los pueblos indígenas, la integración en el proyecto hegemónico y la imitación de la cultura dominante fueron las exigencias del razonamiento colonial. Muchos pueblos no aceptaron asentar su vida en el tripié reducción-integración-imitación y fueron masacrados, otros asumieron el cristianismo como ‘religión estratégica’ para relacionarse diplomáticamente con la sociedad envolvente. 

Por la encarnación, como prototipo análogo de inculturación, Dios tejió nuevamente una interrelación rota entre el Creador y la criatura, redimió a la humanidad, a la naturaleza, al planeta Tierra y a todo el cosmos. ‘Redimir’ quiere decir, ponerse en comunicación, hacer nuevamente a la humanidad y a la naturaleza ‘cercanas’. La cercanía posibilita que todo y todos estén al servicio recíproco en el interior de una “ecología integral” . Y esto “exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo. No está de más insistir en que todo está interconectado” , incluso “la relación íntima entre los pobres y la fragilidad del planeta” . La diversidad cultural apunta hacia una inculturación o encarnación más real, concretamente para la asunción de los modos de vida y de las culturas en su diversidad.

La ‘encarnación’ y la ‘inculturación’ restablecerán una proximidad comunicativa, amorosa y servicial entre Dios, la humanidad y la naturaleza.


Publicado en el L'osservatore Romano
el 14 de Julio, 2019

Autor: Marcelo Figueroa
(Presbítero de la Iglesia Presbiteriana y columnista del L'osservatore Romano)

Todos los martes encontraran en este blog, una publicación sobre el "Sínodo de la Amazonia".

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