jueves, 3 de julio de 2025

Descansa en Dios alma mía


Se avecina un tiempo privilegiado para apartarnos del mundanal ruido y volver a respirar la paz del descanso. Son días favorables para recuperar las fuerzas desgastadas en el trabajo de la jornada o en el estudio asiduo. Las vacaciones ayudan a reinventarnos para volver a empezar. Nuestra batería social también se agota y necesita ser enchufada por el Espíritu paráclito que nos da la Paz. 

Se nos proponen una variedad de ofertas para el descanso: dormir más de ocho horas al día, caer en el ocio de estar en la cama o en el sillón para ver series infinitas, pasar los días y las noches enredados en hacer nada detrás de una pantalla. Estas ofertas para descansar hay que desecharlas porque lo único que conseguimos es agotarnos más. Lo que realmente demanda el cuerpo y el alma es un verdadero descanso reparador, que restaure mí vitalidad.

El rey David, su hijo Salomón, y los salmistas nos dan algunas pistas para encontrar ese anhelado descanso del alma. Después de los combates en la vida diaria, es bueno recordar que el Señor ha sido nuestro refugio y nuestra salvación, que si no fuera por Él ya habríamos perecido en el abismo de nuestros errores. Entonces lo que pide el corazón humano en este tiempo favorable es buscar al Señor para darle gracias y dejarnos encontrar por Él.

“Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor ha sido bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída” (Salmo 114)

“El Señor te colma de gracia y de ternura;
Él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud” (Salmo 102)

En éste año jubilar dedicado a la virtud teologal de la Esperanza, la Iglesia nos invita a peregrinar con el corazón rebosante de alegría, colmados de Esperanza. Aquí encontramos entonces un buen consejo para descansar: caminar. La peregrinación es la oración más perfecta porque simulamos a la Iglesia que peregrina hacia el Cielo, y también es la oración más sencilla porque lo único que tienes que hacer es mover tus dos piernas hacia adelante. Se puede aprovechar el día para tomar un poco de sol, respirar aire puro, y mientras se camina se puede rezar un misterio del Rosario, o repetir alguna jaculatoria sencilla como “Jesús, hijo de David, ten piedad de mí”. 

“Descansa sólo en Dios alma mía,
porque Él es mi Esperanza;
solo Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré” (Salmo 61)

Por supuesto, también el descanso supone entrar en sintonía con la propia vida, contemplar la belleza de estar vivo, dedicar el tiempo a actividades que quizás tenías postergadas. Leer ese buen libro que tenías pendiente, desempolvar esos talentos que están arrinconados en alguna parte de tu alma. Puedes sacar a relucir lo mejor de tu personalidad. No tengas miedo a descansar bien, a descansar en Él, a dejar que tu corazón encuentre sosiego. Seamos conscientes de la importancia del buen descanso, porque como decía en sus Confesiones el siempre joven San Agustín: “Nos has hecho Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”.    


 Autor: Fray Ronald Andrade OP


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