domingo, 23 de noviembre de 2025

Meditamos el Evangelio de la Solemnidad de Cristo Rey con Pbro. Diego Olivera


Lecturas del día:
Segundo Libro de Samuel 5,1-3. Salmo 122(121),1-2.4-5. Carta de San Pablo a los Colosenses 1,12-20.

Evangelio según San Lucas 23,35-43.

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!".
También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre,
le decían: "Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!".
Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros".
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo".
Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino".
Él le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso".

Homilía por Pbro. Diego Olivera:

Hoy celebramos a Jesucristo Rey del Universo. La Solemnidad de Cristo Rey del Universo es, por tanto, una invitación a volver a reconocer el señorío de Cristo en la propia vida; dejar que su Palabra guíe nuestras decisiones, relaciones y proyectos. Con esta celebración, el año litúrgico se cierra proclamando una verdad que da esperanza: el mal no tiene la última palabra, la historia no está abandonada al caos y el futuro está en manos de un Rey crucificado que reina desde la humildad del amor.

En la primera lectura observamos que el pueblo (representado en todas las tribus de Israel) tiene necesidad de un Rey, un guía, un protector. El rey era visto como un representante ungido por Dios, responsable de la justicia, la guerra, la construcción pública y la identidad del reino, pero su autoridad estaba supeditada a la voluntad del verdadero rey divino.  David es ungido como Rey de Israel, es el precursor de la pacificación y la fraternidad de todas las naciones que encontrará su plenitud en Jesucristo.  

Como leemos en el Salmo, en la casa del Señor (el templo de Israel) está representado el trono de David como un signo de justicia, ya que este pueblo sufrió muchas injusticas y se vio librado por Dios de todos los males.

En la segunda lectura, San Pablo nos ofrece un himno cristológico, reconoce a Cristo como nuestro liberador, quien vino a reconciliar al mundo, a restablecer el amor, la justicia y la paz. Él es el Rey de todo el universo, lo visible y lo invisible y nosotros somos coherederos de este reino eterno, don que hemos recibido por su muerte y Resurrección.

En el Evangelio se nos presenta Jesucristo crucificado, puede parecer una contraposición, pero Jesús manifiesta su reinado desde la cruz, este relato es el momento culmen donde Se expresa toda la teología lucana: Jesús salvador del hombre, y muy especialmente de aquellos más desvalidos (“los que están a la orilla del camino” como son presentados a lo largo de todo el Evangelio de Lucas). Jesús fue elevado en la cruz, a la vista de todos, incluso este evangelio comienza afirmando que el pueblo permanecía allí y miraba. En esta cruz se observa un letrero: "Este es el rey de los judíos", escrito con cierto sarcasmo y que nos da una idea de que la condena de Jesús tiene connotaciones políticas: acusado de manifestarse en contra del Imperio presentándose como el Hijo de Dios, aclamado como el mesías.  En el relato el pueblo es testigo del aparente fracaso de Jesús, pero el dialogo con los malhechores nos presenta la dimensión salvífica de Jesús. La petición de uno de los malhechores ofrece a Jesús la posibilidad de dar vida y salvación a quien irá a la muerte innoble como él.

Prestemos atención a un detalle importante: El malhechor lo invoca con su nombre propio ¡Jesús!, no como el de Mesías o el de Rey o incluso el de Hijo de Dios. El nombre Jesús significa “Dios salva” o “Dios es mi Salvador”, el malhechor reconoce a Jesús como salvador e inmediatamente se produce la salvación “hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Por lo tanto, vemos que el evangelista Lucas no considera la muerte de Jesús como un fracaso, sino como la fuente de vida eterna para toda la humanidad. Lo que llamamos Teología de la cruz es la clave para entender adecuadamente a Jesucristo como Rey del universo. Es un rey sin poder, como la monarquía, las características del Reino de Dios son: amor, justicia y paz como lo proclama Jesús (con palabras y gestos) a lo largo de los evangelios como buena nueva para todos los que necesitan su ayuda. “Hoy estarás conmigo en el paraíso” es la afirmación más rotunda de lo que este rey crucificado ofrece de verdad. No es la conquista del mundo, sino la de nuestra propia vida, él quiere reinar en nuestros corazones.

Confesar a Cristo como Rey nos ha de apasionar a buscar y gestar instituciones humanas más justas, solidarias y fraternas, que trasciendan el poder temporal. Juntos pidamos lo que invocamos siempre en la oración que Jesús nos ha enseñado: “Venga a nosotros tu Reino”


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domingo, 16 de noviembre de 2025

IX Jornada Mundial de los Pobres - "Tú Señor, eres mi esperanza"




"El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros." (Isaias 61,1)

El domingo XXXIII del tiempo ordinario de la liturgia se celebrará la Jornada Mundial de los Pobres instituida por el Papa Francisco en el año 2017 como un signo concreto de la misericordia de Dios . 

Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, para promover la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir sus bienes con los más pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad.

Este año, el Papa León XIV nos invita a reflexionar en esta jornada con un mensaje que tiene como lema: "Tú, Señor, eres mi esperanza" (cf Sal 71,5) A continuación compartimos 5 ideas claves de este mensaje:


1. La esperanza como fundamento vivo
El Papa León XIV destaca que, aun en medio de angustias y dificultades, la confianza en Dios no defrauda porque está sostenida por su amor derramado en nuestros corazones. "El Dios viviente es, de hecho, el «Dios de la esperanza» (Rm 15,13), que, en Cristo, mediante su muerte y resurrección, se ha convertido en «nuestra esperanza» (1Tm 1,1). No podemos olvidar que hemos sido salvados en esta esperanza, en la que necesitamos permanecer enraizados".

2. Los pobres como testigos de esperanza
El Papa señala que las personas pobres, por su fragilidad y precariedad, pueden convertirse en ejemplo de una esperanza firme, no basada en riquezas o poder, sino en Dios. "Frente al deseo de tener a Dios como compañero de camino, las riquezas se relativizan, porque se descubre el verdadero tesoro del que realmente tenemos necesidad".

3. La pobreza más grave: no conocer a Dios
León XIV afirma que la forma más profunda de pobreza no es solo la material, sino la espiritual. Los pobres necesitan no solo ayuda material, sino también acompañamiento espiritual, sacramentos y palabra de Dios. "La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe"

4. La Esperanza señala como verdadero horizonte de vida el «cielo nuevo» y la «tierra nueva»
La esperanza cristiana da estabilidad y orienta hacia el “nuevo cielo y nueva tierra”. Esta esperanza nos impulsa a actuar mediante la caridad y la justicia social, promoviendo educación, trabajo, vivienda y salud. "Quien carece de caridad no solo carece de fe y esperanza, sino que quita esperanza a su prójimo".

5. Responsabilidad estructural y pastoral de la Iglesia
El Papa invita a una conversión que transforme estructuras injustas. Propone crear “señales de esperanza”: centros de escucha, comedores, escuelas, hospitales y albergues. Los pobres son sujetos activos que evangelizan con su vida. "La pobreza tiene causas estructurales que deben ser afrontadas y eliminadas. Mientras esto sucede, todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas".


"Los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más amados, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y la sabiduría que poseen, nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio"  (León XIV)

Te invitamos a leer el mensaje del Santo Padre León XIV: click aquí


COMPILADO JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

A continuación compartimos algunos links en donde encontraran información de esta jornada mundial de los pobres,  textos  sobre la opción preferencial por los pobres y la vida algunos santos que brindaron un servicio a los más pobres:


Meditamos el Evangelio de este Domingo con el Pbro. Mauricio Calgaro. SDB


Lecturas del día: Libro de Malaquías 3,19-20. Salmo 98(97),5-6.7-8.9. Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3,7-12.

Evangelio según San Lucas 21,5-19.

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?".
Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo." Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre,
y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.
Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»

Homilía por el Pbro. Mauricio Calgaro. SDB

“Tu Señor, eres mi esperanza”. Este el lema de la Novena Jornada por los pobres que ilumina las lecturas de este domingo. No es un versículo bonito, sino que es el clamor de quienes viven con lo justo, de los que no llegan a fin de mes, de quienes siguen adelante, aunque todo alrededor parezca desmoronarse. Es el grito de fe de los últimos, los preferidos de Dios.

La primera lectura de Malaquías nos sacude con una promesa fuerte: “Para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos”. Dios no se queda mirando desde lejos. Se pone de pie, se abaja, se acerca, y hace brillar su justicia allí donde la vida está más herida. Quien fija su mirada en Él no se hunde en el pesimismo; aprende a ver la presencia de Dios en medio de la noche.

En el Evangelio de Lucas, también nos muestra un mundo que se va agrietando: relaciones humanas rotas, conflictos, guerras, engaños hasta el mismo culto: “sobre este templo no quedará piedra sobre piedra”. Sin embargo, en ese escenario que parece una tormenta, Jesús señala a un pequeño resto: los perseverantes, los que no abandonan, los que siguen haciendo el bien, aunque no sea rentable. Por eso Jesús asegura: “Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

Aquí entra de lleno el mensaje de la Jornada Mundial de los Pobres. La frase del salmo “Tú, Señor, eres mi esperanza” puesta en los labios de quien sufre, de quien es vulnerable, del pobre con todas las pobrezas que hoy existen en nuestro mundo, ilumina lo que el Papa León nos recuerda: no hay solamente pobreza material, que quizá es la más escandalosa; también hay pobrezas más silenciosas, más ocultas, que muchas veces ni siquiera están identificadas.

El Papa señala que la peor pobreza es no tener a Dios, y que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. Son doblemente pobres: pobres porque han sido empobrecidos material y culturalmente, y pobres porque tantas veces no se les ha anunciado el Evangelio, porque se los dejó al margen también a la hora de acercarles la Buena Noticia.

Pero para ellos también está la esperanza. “Tú, Señor, eres mi esperanza”. De algún modo, el pobre hace experiencia de salvación aun antes de que alguien le predique, porque la esperanza de los pobres no depende de nosotros, ni de los predicadores, ni de quienes vamos a la Iglesia. La esperanza es Jesús, y Él es de los pobres. Él se las ingenia para atravesar estructuras injustas y llegar a los corazones.

Pobres los pobres, que no pierden la esperanza… Dios los abraza. Para ellos brillará el sol de justicia. Para ellos no habrá castigo, sino misericordia.

Y, paradójicamente, gracias a su pobreza, se mantienen fieles a Dios, fieles a los principios del Evangelio. Pidamos en este domingo ir hacia los pobres, el Señor nos acompaña.

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miércoles, 12 de noviembre de 2025

Catequesis y Sinodalidad.


Seguimos caminando juntos en este espacio que busca profundizar en el corazón de la catequesis. De la mano del seminarista sanjuanino Enzo Villavicencio, continuamos este itinerario mensual donde el kerigma se hace vida y la catequesis se vuelve experiencia de encuentro. 

¡¡¡Hola a todos!!! ¡¡¡Bendecido servicio Catequistas!!!

Es hora de volver a encontrarnos en este espacio, agradezco cada saludo y buenos deseos por las anteriores publicaciones. Yo desde acá agradezco su esfuerzo por la formación y por seguir creciendo en este servicio, que en lo personal me dio no solo herramientas para la pastoral, sino grandes alegrías.

Hoy los/las quiero invitar a que juntos abordemos la necesidad de crecer en la conciencia de una Catequesis Sinodal. Para comenzar a desarrollar este tema debemos preguntarnos ¿QUÉ ES LA SINODALIDAD?

La sinodalidad no se presenta como una moda eclesial, sino como un paradigma de comunión y misión desde el cual repensar toda acción pastoral, incluida la catequesis. La Comisión Teológica Internacional define la sinodalidad como “el modus vivendi et operandi” (modo de vivir  y actuar) de la Iglesia Pueblo de Dios que “manifiesta y realiza su ser comunión en el caminar juntos”, todos los bautizados están llamados a participar, discernir y construir la Iglesia.

¿CÓMO INFLUYE ESTO EN LA CATEQUESIS?

Es necesario crecer en la conversión de estructuras que llevan a concebir la catequesis como un acto unilateral de enseñanza doctrinal. Las practicas catequísticas son un proceso en el que todo el Pueblo de Dios se implica, camina, discierne y anuncia.

La Sinodalidad, nos exige reconocer que no sólo los catequistas o ministros ordenados tienen un papel formativo, el sensus fidei fidelium —ese “instinto de la fe” que poseen todos los bautizados— debe también iluminar el contenido y la forma del anuncio evangélico.  

En el marco de las tareas que el Directorio (DC) atribuye a la catequesis, el n° 79 es muy iluminador al respecto:

La Iglesia, al transmitir —en la iniciación cristiana— la fe y la vida nueva actúa como madre de los hombres, que engendra a unos hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios… Por la catequesis alimenta a sus hijos con su propia fe y los inserta, como miembros, a la familia eclesial. Como buena madre, les ofrece el Evangelio en toda su autenticidad y pureza, que les es dado, al mismo tiempo, como alimento adaptado, culturalmente enriquecido y como respuesta a las aspiraciones más profundas del corazón humano.

Esta fe transmitida y engendrada en el Hombre, debe ser Sinodal. La catequesis debe convertirse como laboratorio de diálogo”, es un modo privilegiado para aprender a caminar sinodalmente.

La catequesis sinodal exige procesos participativos, en los que niños, jóvenes, adultos, familias y ustedes como catequistas sean escuchados en sus experiencias, preguntas y búsquedas, la escucha se convierte en criterio pedagógico y espiritual, en una herramienta de discernimiento comunitario que permita adecuar los itinerarios catequéticos a la realidad concreta de las personas y sus contextos culturales, este estilo evangélico de escucha es también una forma de encarnación pastoral del mandato misionero, de una pedagogía eclesial en camino.

Es necesario asumir con decisión metodologías que integren la conversación en el Espíritu como dinámica fundamental de los encuentros catequéticos, esta práctica sinodal implica orar, escuchar con el corazón y discernir en comunidad lo que el Espíritu dice a la Iglesia, introduciendo esta espiritualidad en la catequesis supone una transformación profunda en la forma de conducir los encuentros, alejándolos del esquema académico para hacerlos verdaderos espacios de experiencia de fe y comunión. Como dice el documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad: “la conversación en el Espíritu ha sido el corazón del proceso sinodal”

Debemos animarnos a que la catequesis no sea un proceso cerrado de un tiempo determinado, como si fuera una carrera de un inicio y meta, donde llegan los que pueden y que una vez finalizada ya la tarea, se cumplió con lo pactado.  

La catequesis es PROCESO de crecimiento, y nos va a acompañar toda la vida, es por ello por lo que, fomentando en nuestros catequizandos una vivencia de la catequesis sinodal, insertada en la vida comunitaria, podremos pensar en una Iglesia que desde sus bases se construye sinodalmente, caminando juntos.  

Una catequesis sinodal es una catequesis que se atreve a mirar los signos de los tiempos, que escucha al Espíritu en la voz del Pueblo de Dios, y que se abre a una pedagogía más horizontal, relacional y profética, su objetivo no es formar solamente buenos cristianos, sino comunidades vivas que caminan juntas, celebran la fe y anuncian con alegría el Evangelio, en tiempos de fractura social y eclesial, la catequesis sinodal es una respuesta profética, una pedagogía del encuentro, del discernimiento y de la esperanza.

BIBLIOGRAFIA:

La sinodalidad en la catequesis: una pedagogía eclesial en camino | Blog de Vida Nueva (vidanuevadigital.com) (Consultada por ultima vez el 17 de octubre del 2025)

Directorio Catequístico General.

Documento Final: Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

Publicaciones sobre Kerigma y Catequesis:

domingo, 9 de noviembre de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Fray Josué González Rivera OP



Lecturas del día: Libro de Ezequiel 47,1-2.8-9.12. Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9. Carta I de San Pablo a los Corintios 3,9c-11.16-17.

Evangelio según San Juan 2,13-22.

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio".
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?".
Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar".
Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?".
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

 Homilía por Fray Josué González Rivera, OP

“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”

Nos encontramos en este domingo donde el tema de la liturgia se centra en el templo. El templo como una dimensión física, cuando nos referimos a la materia, al edificio que es el lugar propicio donde nos encontramos con Dios. Pero no podemos obviar la dimensión espiritual, en la que el templo es nuestro propio cuerpo donde habita el Espíritu Santo. San Pablo, en su carta a los Corintios, nos lo recordaba con claridad: “Ustedes son el templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en ustedes”. No hay palabras más directas para comprender que ese templo del que habla el Evangelio no es únicamente de piedra, sino que está edificado con vidas, con corazones, con fe. Por el sacramento del Bautismo, nos adherimos a ese templo que es también la Iglesia.

Hace tiempo alguien me preguntaba: si Dios está en todas partes, ¿por qué tengo que ir a la Iglesia?, entendiendo que se referían al templo. El mismo Evangelio dice que puedes rezar cerrando la puerta de tu habitación. Y es verdad que, en donde estemos, en el momento que sea, podemos dirigirnos a Dios, podemos elevar nuestra plegaria. Dios está en todas partes, pero en un lugar en especial podemos encontrar el ambiente propicio para disponernos en cuerpo, alma y espíritu, para hablar con Dios, para encontrarnos con su presencia santificadora. Es verdad, podríamos comer o dormir en cualquier parte; no es necesariamente en una mesa o en una cama. Pero hay lugares propicios donde realizamos esa actividad de forma más plena, porque no da lo mismo hacerlo en un lugar que en otro. No digo que no haya excepciones, y las puede haber, pero lo óptimo y lo propicio es que busquemos los lugares propios.

El lugar propio para acercarnos a Dios es el templo privado en nuestro corazón, pero también es el templo de la Iglesia. La primera lectura del profeta Ezequiel nos mostraba cómo del templo brota un río que da vida, que fecunda, que hace fértil todo lo que toca. Es una imagen hermosa de la gracia de Dios que mana de su presencia y que, como el río del templo, llega a nosotros para sanar y dar vida. El salmo que hemos proclamado nos recordaba: “El río alegra a la ciudad de Dios”, es decir, a la comunidad de los creyentes donde habita el Altísimo. Podemos hacer cosas de forma privada y personal, pero cuando vamos al templo, cuando buscamos el lugar propicio, también somos llamados a la comunión, al compartir, al darnos cuenta de que no somos un miembro privado, sino que estamos dentro de una comunidad; de que cada una, cada uno, es una piedra viva que construye el templo de la casa de Dios. No estamos hablando solo de un edificio, sino de una comunión viva en la que Dios se manifiesta. Esta metáfora del templo nos da para mucho y nos ayuda, pues, a descubrir cómo formamos parte de este cuerpo de Cristo, cómo nosotros también estamos llamados a resucitar como parte del cuerpo de nuestro Señor.

El Evangelio de san Juan nos muestra a Jesús purificando el templo, recordando que no se trata de un lugar para el comercio o el interés, sino de la casa del Padre. Con esa acción, Cristo nos enseña que también el templo interior, nuestro corazón, debe ser purificado de todo aquello que lo contamina o lo distrae de su verdadera finalidad: ser morada de Dios.

La fiesta de hoy es especial porque celebramos el lugar donde está la cátedra del Obispo de Roma, el Papa, pastor de toda la Iglesia. Nos adherimos a esta festividad, incluso en domingo, porque es el recuerdo de que somos parte de esa Iglesia universal, es decir, católica; que, a pesar de las diferencias de distinta índole, la fe y los sacramentos, el Bautismo y la comunión, nos hacen parte del mismo templo, o sea, parte del mismo cuerpo, al que estamos llamados a darle vida cada uno desde su propia vocación, desde su propio carisma y con sus propios dones y talentos.

Así también el templo de nuestro corazón y de nuestra comunidad debe ser fuente de vida, lugar desde el cual el Espíritu se derrama sobre el mundo. Que podamos profundizar en la riqueza de esta vida, que podamos seguir cuidando nuestro templo material y espiritual, nuestro cuerpo y nuestra alma, para seguir alabando a Dios. Así sea.

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