Lecturas
del día: Libro
de Isaías 11,1-10. Salmo 72(71),1-2.7-8.12-13.17. Carta de San Pablo
a los Romanos 15,4-9.
Evangelio según San Mateo 3,1-12.
En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto
de Judea:
"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca".
A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se
alimentaba con langostas y miel silvestre.
La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su
encuentro,
y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan
les dijo: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios
que se acerca?
Produzcan el fruto de una sincera conversión,
y no se contenten con decir: 'Tenemos por padre a Abraham'. Porque yo les digo
que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham.
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen
fruto será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de
mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las
sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el
granero y quemará la paja en un fuego inextinguible".
Homilía: Diac. Jose Torres, LC
Despierta: Es Hora de Preparar el Camino
¿Alguna vez han recibido una
visita importante con la casa hecha un desastre? Ese momento de pánico cuando
suena el timbre y todavía hay ropa en el sofá, platos en la bacha, y ni
siquiera has pasado la aspiradora. Corremos como locos intentando arreglar todo
en dos minutos. Bueno, eso es básicamente lo que Juan Bautista nos está
gritando hoy desde el desierto: "¡Que viene alguien importante! ¡Preparen
el camino!"
Juan Bautista era algo así como un “influencer” de su época, pero en
versión extrema. Nada de stories perfectos ni filtros de Instagram. Este hombre
vivía en el desierto, vestía literalmente una túnica de pelo de camello
(imaginen lo incómodo de eso), comía saltamontes con miel (el snack más raro de
la historia), y su mensaje no era precisamente motivacional:
"¡Conviértanse, raza de víboras!"
Pero aquí está lo increíble: la gente salía en masa a escucharlo.
Jerusalén entera, Judea, toda la región del Jordán. ¿Por qué? Porque Juan les
decía algo que necesitaban oír, no lo que querían oír. Y eso, amigos, es lo que
necesitamos en Adviento.
Esta frase no es solo un bonito villancico. Es un llamado concreto a
hacer limpieza en nuestra vida. En tiempos de Juan, cuando iba a llegar un rey,
se mandaba a arreglar los caminos: rellenar los baches, quitar las piedras,
enderezar las curvas. Era preparar literalmente el terreno.
Hoy Dios nos pregunta: ¿Qué caminos de tu corazón necesitan reparación?
¿Qué baches hay que rellenar? ¿Qué piedras de resentimiento, de orgullo, de
indiferencia están bloqueando el paso?
Porque seamos honestos: muchas veces vivimos con el piloto automático
puesto. Casa-trabajo-Netflix-dormir-repite. Y Dios queda en "cuando tenga
tiempo" o "los domingos si no tengo otra cosa". Juan nos sacude
y nos dice: ¡Despierta! No puedes recibir al Salvador de la humanidad
con el corazón desordenado.
Juan les dice a los fariseos algo que nos aplica a todos: "Den
frutos de conversión". No basta con decir "soy católico" o
"voy a misa". Es como presumir que eres fit mientras comes pizza
todos los días en el sofá. Los frutos tienen que verse.
¿Cuáles son esos frutos? Pablo nos lo aclara en la segunda lectura:
- Paciencia con
los que nos rodean (especialmente con ese familiar que nos saca de quicio)
- Unidad en
lugar de división y chisme
- Acogida
mutua, como Cristo nos acoge a nosotros
Imaginen si en lugar de juzgar al otro por su pasado, sus errores o sus
diferencias, empezáramos a acogerlo como Cristo nos acoge: con los brazos
abiertos, sin condiciones. Eso sí sería revolucionario.
El Reino de Paz de Isaías
La primera lectura nos pinta una imagen hermosa y casi surrealista: el
lobo viviendo con el cordero, el leopardo con el cabrito, un niño jugando con
serpientes y nadie sale herido. Es la visión del Reino de Dios donde la paz es
total.
Pero no es ciencia ficción. Es una invitación a empezar a construir esa
paz ahora, en nuestros ambientes: en la familia, en el trabajo, en las
redes sociales (que falta hace). Cada vez que elegimos el diálogo sobre la
pelea, el perdón sobre la venganza, la comprensión sobre el juicio, estamos
haciendo presente ese Reino.
Tu Adviento Personal
Entonces, en este Segundo Domingo de Adviento, la pregunta es personal y
directa: ¿Qué camino necesitas preparar?
- ¿Hay alguien a quien necesitas perdonar o pedirle
perdón?
- ¿Hay algún hábito o adicción que está
obstaculizando tu relación con Dios?
- ¿Estás siendo el cristiano que quieres ser o solo
el que aparentas?
- ¿Tu fe se nota en tus acciones o solo en tu perfil de redes sociales?
Juan nos invita a la conversión. Y conversión no es un sentimiento
bonito, es una decisión radical de cambiar de dirección. Es como cuando
vas manejando, te das cuenta que estás en la ruta equivocada, y tienes que dar
vuelta en U. A veces es incómodo, sí. Pero es necesario.
El Que Viene Detrás
Y todo esto para qué. Juan lo dice claro: "Viene uno detrás de mí
más fuerte que yo". Toda esta preparación es porque va a llegar alguien
que cambiará todo. No solo con agua, sino con Espíritu Santo y fuego.
En estas semanas de Adviento, abramos el corazón. Hagamos limpieza.
Preparemos el camino. Porque la Navidad no es solo recordar que Jesús nació
hace 2000 años. Es permitir que nazca de nuevo en nuestro corazón, en nuestra
vida concreta, en nuestras decisiones del día a día.
¿Estás listo para recibirlo? ¿O tu corazón sigue lleno
de cosas que necesitas sacar primero?
Que en este Adviento tengamos el valor de Juan: de decirnos la verdad,
de no conformarnos con apariencias, y de preparar de verdad el camino del
Señor.
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