sábado, 27 de diciembre de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Fray Emiliano Vanoli OP


Lecturas del día:
Libro de Eclesiástico 3,2-6.12-14. Salmo 128(127),1-2.3.4-5. Carta de San Pablo a los Colosenses 3,12-21.

Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23.

Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.
Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño".
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel.
Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea,
donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.

Homilía por Fray Emiliano Vanoli OP.

San José: varón de discernimiento

La Navidad “tiene octava”. Esta es la manera en que la Liturgia subraya la importancia para nuestra fe de esta fiesta. Tener “octava” significa que durante ocho días litúrgicamente es Navidad, y parte de este misterio de Dios que se hace hombre para salvarnos es el de la Sagrada Familia de José, María y Jesús, que celebramos este primer domingo dentro de la octava navideña.

El realismo y la historicidad de la Encarnación es tal que Dios ha querido asumir todo lo propiamente humano y que ha sido creado por Él. Por eso era muy conveniente que el Salvador del mundo tuviera una familia y viviera sujeto a sus padres, según los designios de Dios para todo hombre y mujer que viene al mundo. De esta manera, Dios, que en cierto modo es “familia”, pues las tres personas de la Santísima Trinidad viven en tan íntima comunión que son un solo Dios, se ha hecho una imagen de sí mismo al constituir la familia, al grabarla profundamente en la naturaleza corporal y espiritual del varón y la mujer; y al mismo tiempo la ha santificado al hacerse miembro de la familia de Nazaret.

La Palabra de Dios nos presenta para este domingo el Evangelio según San Mateo y el pasaje en que, luego del nacimiento, José, advertido en sueños, toma a María y le niño Jesús y huye a Egipto hasta tanto llega la hora de volver a la tierra de Israel.

Destaca de manera clara cómo José, varón justo y que deseaba hacer la voluntad de Dios, a la hora de tomar decisiones sobre la familia, está abierto a Dios. Es decir que no solo simplemente piensa en lo que podría ser mejor, o sopesa distintas opciones, o recurre a cualquier otra técnica o método para discernir. Sino que lo fundamental en José es su sintonía con Dios y su pronta disponibilidad para obedecer.

Tal vez podríamos objetar que José fue advertido en sueños sobre las situaciones en las cuales debía tomar decisiones. Tanto cuando meditaba abandonar a María, ya que el niño no era suyo, como para huir y para volver de Egipto, e incluso sobre el territorio donde radicarse a su regreso. Sin embargo, la mayor parte de las veces, los sueños en el Antiguo Testamento no son fáciles de interpretar, requieren de ayuda para poder descifrar su mensaje. No sucede así con José, precisamente por su docilidad y su apertura a Dios sabe rápidamente lo que debe hacer.

Creo que, junto con el mensaje sobre la importancia de la familia en el plan de Dios, este es el segundo mensaje que hoy nos transmite su Palabra. No solo en la vida individual, sino también en la vida familiar e incluso como sociedad, necesitamos preguntarnos, o mejor aún, necesitamos preguntarle a Dios cuál es su voluntad.

Hacer el bien siempre es un buen comienzo, pero para ser parte del plan de Dios es necesario hacer su voluntad, y para discernirla necesitamos estar en sintonía con Él. ¿Cómo? Como José, en primer lugar, teniendo el firme propósito y la docilidad de buscar y hacer lo que Él nos presente como camino; y, en segundo lugar, anteponiendo el bien de los demás, incluida la familia, a la propia ventaja individual. Esto último resulta muy difícil frente a una cultura del bienestar individual que llega a cancelar incluso el sacrificio personal por amor, pero sin embargo es algo esencial en el plan de Dios para nuestra salvación, basta mirar a nuestro maestro y modelo, Jesús, quien entregó su vida para nuestra salvación.

Pidamos al Señor para que, en estos tiempos difíciles para la constitución, perseverancia y estabilidad familiar, nos de la gracia de discernir su voluntad y la fortaleza para llevarla adelante para el bien de cada una de nuestras familias.


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