sábado, 8 de noviembre de 2025

Oremos por las personas con pensamientos suicidas


La intención de oración del Papa León XIV en el mes de Noviembre es la siguiente: 

“Oremos para que las personas que están combatiendo con pensamientos suicidas encuentren en su comunidad el apoyo, el cuidado y el amor que necesitan y se abran a la belleza de la vida"

La intención del Papa, en Vivamos Juntos la Fe se entrelaza con una historia de vida de “la puerta de al lado”. 

La historia de una mamá, Naty Scheller, que a partir de su testimonio personal -de haber perdido a su hija Mili- nos ilumina y nos invita a no tener miedo de “ser presencia en las noches oscuras”.

Hoy, la oración se hace vida, y para nosotros se hace vida cercana y concreta a través de Naty, Mili y su familia. Orando por ellos nos sumamos al sufrimiento de tantos y tantas que se encuentran atravesando noches oscuras, muchas veces sin encontrar el consuelo que reconforta.

La Iglesia nos pide que aprendamos a caminar juntos, el Papa nos pide que tengamos un “corazón atento y compasivo” capaz de acompañar a quienes están agobiados y desesperanzados para que podamos llevar apoyo y consuelo.

Se nos pide respeto y ternura, ser abrazo que calme el corazón y que pueda orientar incluso a quienes lo necesitan a tener un acompañamiento profesional.

Estamos llamados a ayudar a “redescubrir que la vida es un don”, a devolver la esperanza y eso solo lo vamos a lograr siendo presencia amorosa en la vida de quienes sufren como Dios lo es con cada uno de nosotros. 

Naty, emocionada por la intención de este mes nos comparte en exclusiva a Vivamos Juntos la Fe lo que le resuena en el corazón:

¿Qué te generó que en las intenciones del Papa se haya tenido en cuenta la intención de la “Prevención del Suicidio”?

“Me generó mucha emoción, sé que es la Iglesia que nos dejó de legado el Papa Francisco y ahí me sentí parte de esa Iglesia cuando él dice en nuestra Iglesia entran todos, todos, todos. Por que este tema en la Iglesia era un tema tabú hasta que vinieron las reformas, una de las primeras fue la de Juan Pablo II.

¿Por qué es importante contar con una comunidad en este tipo de situaciones?

“Para mi es fundamental una comunidad que abrace, que ore y que acompañe porque muchas veces nuestra propia Iglesia nos cierra las puertas. Muchas veces, lamentablemente nos juzgan porque nuestros hijos fallecieron de esta forma y no saben qué es lo que sucedió. Muchas veces donde vamos a buscar consuelo no lo encontramos. Pero eso se resuelve educando, hablando para que esto deje de ser tabú. Por eso para mí esta iniciativa del vaticano es muy importante y es muy importante que se viralice, muy importante que se sepa que es el Papa el que pide esta intención para que todos recemos juntos sabiendo de que se trata.”

¿Qué mensaje querés dejar a las personas que acompañan estas realidades?

“El mensaje que me gustaría dejar es que es un rol fundamental, muy importante y de un gran corazón acompañar a las familias que pasaron por esto y acompañar a personas que se encuentran emocionalmente inestables, que prevalezca la oración, que prevalezca la empatía, como a mí me gusta decir ser presencia en esas noches oscuras y cuando se es presencia no hay necesidad de hablar mucho, solo hay que tomar la mano y escuchar.”

Agradecemos a Naty por su colaboración en este artículo.

Autora: María Claudia Enríquez


Te invitamos a ver la entrevista con Naty en Instagram: click aquí  y el video del papá:




Click aquí para conocer toda la información del Jubileo 2025


Podes seguir este blog a través de facebook:  AÑO DE LA FE.  (Grupo)  Vivamos juntos la Fe  (FanPage),  Instagram  en X:  @VivamoslaFe y en nuestro canal de  Telegram  

domingo, 2 de noviembre de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Diácono Jose Torres, LC


Lecturas del día: Apocalipsis 21, 1-5a.6b-7  Salmo 26, 1.4.7.8b-9a.13-14 1 Corintios 15, 20-23

Evangelio según San Juan 11, 17-27

Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

Homilía Diácono Jose Torres, LC

Conmemoración de los Fieles Difuntos «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11,25)

Hoy hablaremos de algo que a veces nos cuesta trabajo: hablar de la muerte. Pero aquí está lo interesante, como cristianos, cuando hablamos de la muerte, en realidad estamos hablando de vida. Suena paradójico, ¿verdad? Pero pongamos atención, porque eso es exactamente lo que las lecturas de hoy nos están gritando.

Piensen en esto: ¿cuántas veces hemos evitado hablar de la muerte? La escondemos detrás de eufemismos: "se fue", "descansa", "ya no está con nosotros". Y lo entiendo. Duele y duele muchísimo cuando se va alguien que amamos. Pero hoy, el 2 de noviembre, la Iglesia nos invita a mirar de frente ese misterio, no con miedo, sino con los ojos puestos en Cristo.

Un horizonte que cambia todo

El Apocalipsis nos pinta una imagen que parece sacada de una película épica: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva". Pero esto no es ciencia ficción ni fantasía. Es la promesa más real que existe. Dios mismo secará cada lágrima. Lean eso otra vez: cada lágrima. Las que derramamos en los funerales, las que caen en silencio cuando extrañamos a quien ya no está, las que vienen de golpe cuando vemos una foto o escuchamos una canción.

La muerte, esa que nos roba seres queridos, trabajos, sueños, salud... esa muerte ya no existirá más. No es que Dios minimice nuestro dolor diciendo "no lloren". Es que Él promete un final tan hermoso que todo el dolor tendrá sentido.

¿Dónde está tu ciudadanía?

San Pablo nos dice algo revolucionario: "Somos ciudadanos del cielo". Déjenme traducirlo: imaginen que están viviendo temporalmente en otro país, pero su pasaporte, su familia, su casa de verdad están en Argentina. Así es nuestra vida aquí. Este mundo, con todo lo bueno que tiene, es temporal. Lo definitivo está más allá.

Esto no significa que despreciemos esta vida —¡todo lo contrario! Significa que la vivimos con una perspectiva diferente. Los problemas siguen siendo reales, el dolor sigue doliendo, pero no nos definen porque sabemos hacia dónde vamos. Cristo transformará nuestro cuerpo frágil en uno glorioso como el suyo. Esa es nuestra meta, nuestra verdadera identidad.

Cuando llega demasiado tarde... o no

Ahora viene la escena más poderosa: Jesús llega a Betania cuatro días después de que murió Lázaro. En la cultura judía, después del tercer día ya no había vuelta atrás. El alma había partido definitivamente. Humanamente hablando, Jesús llegó tarde.

¿Les suena familiar? ¿Cuántas veces hemos sentido que Dios llegó tarde? "Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto", le dice Marta a Jesús. Y probablemente nosotros le hemos dicho cosas parecidas: "¿Por qué no lo salvaste?" "¿Por qué permitiste que se enfermara?" "¿Por qué te llevaste a alguien tan joven?"

Pero entonces Jesús pronuncia estas palabras: "Yo soy la resurrección y la vida". No dice "yo resucito" o "yo doy vida". Dice "yo soy". Él no es alguien que hace milagros; Él es el milagro. Él no tiene poder sobre la muerte; Él es más grande que la muerte misma.

Y aquí viene lo que más me impacta de Marta: ella no entiende todo. Está confundida, dolida, probablemente hasta un poco enojada. Pero cuando Jesús le pregunta "¿Crees esto?", ella responde con una fe sencilla pero absoluta: "Sí, Señor, yo creo".

¿Y nosotros? ¿Creemos esto?

Esa es la pregunta que Jesús nos hace hoy a cada uno. No nos pregunta si entendemos el plan, si nos parece justo, si tiene sentido. Nos pregunta simplemente: "¿Crees en mí?"

Nuestra fe no es un analgésico que elimina el dolor. Creer en Cristo resucitado no significa que no lloremos cuando perdemos a alguien. ¡Hasta Jesús lloró por Lázaro! La fe no borra las lágrimas, pero les da un significado. Cada despedida, cada cementerio que visitamos, cada vela que encendemos, son actos de esperanza que gritan: "¡La muerte no gana!"

Lo que hacemos hoy importa

Cuando oramos por nuestros difuntos, no lo hacemos como quien tira una botella al mar esperando que alguien la encuentre. Lo hacemos porque estamos conectados en Cristo. Los que partieron antes que nosotros no están "en algún lugar"; están con Dios, que es el Alfa y la Omega, el principio y el fin.

Y aquí está la parte hermosa: la comunión que tendremos con ellos será más profunda y más real que cualquier abrazo que hayamos dado en esta vida. Imaginen reencontrarse con sus seres queridos, pero sin malentendidos, sin dolor, sin despedidas. Para siempre.

El cielo es nuestro hogar

Por último, hoy la liturgia nos dice que no venimos a llorar sin esperanza. Queremos recordar que la muerte es solo una puerta, no una pared. Que nuestros seres queridos que murieron en Cristo están vivos de una manera que nosotros todavía no comprendemos del todo. Y que nosotros también estamos llamados a esa plenitud.

Así que sí, lloren si necesitan llorar. Extrañen a quien deben extrañar. Pero háganlo sabiendo que esto no es el final. El final será escuchar al Señor decir: "Mira, hago nuevas todas las cosas". Y en ese día, toda lágrima habrá valido la pena.

Que esta jornada renueve nuestra esperanza. Que recordemos que somos peregrinos caminando hacia casa. Y que cuando llegue nuestro momento, podamos decir como Marta: "Sí, Señor, yo creo".

Amén.


Click aquí para conocer toda la información del Jubileo 2025


Podes seguir este blog a través de facebook:  AÑO DE LA FE.  (Grupo)  Vivamos juntos la Fe  (FanPage),  Instagram  en X:  @VivamoslaFe y en nuestro canal de  Telegram