¿Sabías que la Iglesia dedica una devoción
particular a cada mes? Es decir, por cada mes del año se nos ofrece un
propósito diferente para rezar, reflexionar y poder profundizar algún aspecto
de nuestra fe con el objetivo de santificar el año. Octubre se dedica a las
misiones y al rosario.
Hay mucho material disponible en Internet
sobre este tema, pero en esta ocasión quiero compartir con ustedes uno de los
documentos fundamentales relacionados con la misión: el Decreto “Ad Gentes” del
Concilio Vaticano II.
Es un documento muy profundo en su totalidad,
vale la pena leerlo despacio y a conciencia. Fruto del Concilio Vaticano II,
este decreto tiene el objetivo de establecer los principios de la actividad
misionera y ordenar los esfuerzos de toda la Iglesia para difundir el Reino de
Cristo por el mundo. Por lo tanto, una de las primeras cosas que nos dice es
que la misión no es una ocurrencia del obispo o del párroco, sino del mismísimo
Dios-Padre, él toma la iniciativa de buscarnos, es quien nos “primereó” en la
misión, enviando a su Hijo al mundo, y a través de Jesús al Espíritu Santo, con
el deseo de que el hombre participe de la vida divina.
En consecuencia, podemos decir que toda la
Iglesia es misionera por naturaleza, y sí asumimos que el concepto de Iglesia
va más allá de las estructuras y edificaciones, entonces vos, yo, y todos los
bautizados estamos llamados a ser misioneros, a llevar la Palabra de Dios, que
es Jesús mismo, a todos los rincones del planeta. A “todos, todos, todos” diría
nuestro querido Francisco.
Otro aspecto importante que se incluye en este
documento es la distinción de algunos términos que nos plantean un interesante
debate: quienes son los destinatarios de la misión. Ahora sólo tenemos la
intención de darte a conocer los aspectos fundamentales de este importante
decreto. (Te recomendamos e invitamos a que si te interesa conocer a fondo este
tema nos lo hagas saber a través de nuestras redes sociales).
Los destinatarios de la misión, en el sentido
estricto, son aquellas personas que no conocen a Cristo. En otras palabras, se
refiere a aquellos hombres y mujeres que aún no han escuchado la Buena Noticia
y, por tanto, no han tenido la oportunidad de responder con fe al llamado de
Dios. Es a ellos a quienes, con urgencia y amor, se dirige prioritariamente la
acción misionera de la Iglesia.
Sin embargo, el decreto Ad Gentes también
señala que la misión no se agota allí. En la actualidad estamos en un mundo
cada vez más globalizado, pero también más secularizado, donde muchas personas
han sido bautizadas, pero viven alejadas de la fe o la desconocen
profundamente, se hace necesaria una nueva evangelización. Por eso, el
documento invita a renovar nuestro compromiso y a discernir constantemente cómo
ser testigos auténticos del Evangelio en nuestras realidades cotidianas. Se nos
invitaba a transmitir un experiencia cercana y misionera de nuestro encuentro
con Cristo Vivo.
La misión, entonces, no es solo para quienes
cruzan océanos o van a tierras lejanas. La misión comienza en casa, en nuestras
familias, barrios, trabajos, parroquias y comunidades. Se trata de vivir con
coherencia, con alegría y valentía el mensaje de Jesús, siendo puentes de
encuentro, misericordia y esperanza.
En este mes misionero, desde Vivamos Juntos la
Fe, te invitamos a que te tomes un momento para reflexionar:
¿Cómo estás viviendo tu vocación misionera?
¿Qué gestos concretos podés hacer para llevar a otros el amor de Dios? Quizá
sea compartir una palabra de aliento, rezar por los que no conocen a Jesús,
colaborar con alguna comunidad misionera, o dar testimonio con tu vida.
Recordá que ser misionero no es una opción
para algunos, sino un llamado para todos. Como dice Ad Gentes, “la Iglesia
peregrina es, por su naturaleza, misionera”. Y si la Iglesia somos todos,
entonces también vos estás llamado a salir, a anunciar, a sembrar.
Que este octubre misionero nos renueve en el
entusiasmo de llevar a Cristo a los demás, y que el Espíritu Santo nos impulse
a ser discípulos misioneros con corazón ardiente y pies en camino.